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Análisis de la
dinámica política, económica y social
de Asia-Pacífico
en sus relaciones con la Argentina.
La política exterior argentina
hacia China (1945-1999)
Eduardo Daniel Oviedo
1. Encuadre temporal y metodológico
El estudio abarca desde el establecimiento de relaciones diplomáticas
hasta la finalización del segundo período constitucional del
presidente Menem. Tiempo histórico donde se observa una alta
incidencia del sistema y el orden internacionales en la orientación
de la política exterior, cuyos hechos y acontecimientos principales
se presentan como perturbaciones a los sistemas políticos
del resto de los Estados, siendo las respuestas homogéneas
al seno de los bloques creados por el orden oligopólico de
eje bipolar, aunque, posteriormente, con el devenir del proceso
político, se presentaron excepciones a esta regla. De la misma
manera, sucede con la transición del orden de eje bipolar
al nuevo orden internacional, configurado tras la desintegración
soviética, y su proceso, temporalmente simultáneos al período
de gobierno de Carlos Menem. Las demandas provenientes del
ambiente intrasocietal del sistema político interno es otra
de las variables a tener en cuenta, pero en este trabajo se
acentuará el estudio de la variable externa, proveniente del
ambiente extrasocietal. En este último, el orden de eje bipolar,
el nuevo orden y la hegemonía estadounidense en el continente
americano, común a ambos, son elementos indispensables de
dicho análisis. Como se observa en las nociones empleadas,
el análisis sistémico se aplica al presente estudio, no excluyente
de otros enfoques teóricos, planteando un uso integral de
los mismos.
2. Las unidades interactuantes
El estudio analiza la acción que la República Argentina desarrolla
hacia otra unidad política en el sistema internacional (1).
Como relación de poder, se expresa en forma bilateral y, por
lo tanto, refleja la interacción política entre dos Estados
que son sujetos de la política exterior y conducen "por medio
del gobierno el proceso de orientación política" (2).
Como consecuencia de los expuesto surge la cuestión político-jurídica
de la representación del Estado chino. Desde 1949 existen
dos gobiernos, de orientaciones políticas contradictorias,
que se autodenominan representantes del Estado chino. El derecho
internacional público ha resuelto esta cuestión a través del
principio de efectividad, asignándole al gobierno de la República
Popular China (en adelante RPCh) el carácter de gobierno legal
del Estado chino, al controlar efectivamente el poder político
en más del noventa y cinco por ciento del territorio multinacional
(3). Desde el punto de vista político, más amplio que
el jurídico, la política de los Estados respecto al derecho
internacional, política jurídica exterior en la terminología
del profesor Michel Virally (4), presenta a aquellos
Estados que pretenden liberarse del derecho o los que intentan
garantizar su respeto (5). La primera posición fue
la adoptada por los Estados occidentales, la segunda, por
los países del bloques socialista, siendo que ambos, por la
característica del sistema de relaciones entre Estados, fundamentan
sus posiciones en la facultad autónoma de reconocer a los
gobiernos según sus preferencias e intereses, en este caso,
intereses de bloque en el marco del orden bipolar. Independiente
de la posición que se adopte, la cuestión se presentó como
una perturbación tensiva (6) a los sistemas políticos
de los Estados, incluida la República Argentina. La presencia
hegemónica continental y su injerencia en la cuestión china
hace de los Estados Unidos de América (en adelante EUA) un
actor importante que incide en la relación bajo estudio. Por
lo tanto, la estructura de las relaciones argentino-chinas
presenta tres unidades: Argentina, China y los EUA, sus tres
gobiernos y la República de China (en adelante Taiwán) como
entidad política de facto. En el análisis comparativo, también
se observa la diferencia entre los regímenes políticos de
los Estados bajo estudio, elemento determinante en la "teoría"
que utiliza la variable del tipo de régimen político (7),
de origen normativo, tenida muy en cuenta por las doctrinas
del neoidealismo periférico (8). El presente estudio
descarta su uso por considerarla irrelevante respecto del
análisis de la política exterior (9).
3. Tipo de relación
El reconocimiento de Taiwán desde 1945 a 1972 creó simétricas
relaciones. Tras la segunda guerra mundial, Argentina era
una potencia intermedia con un relativo prestigio internacional,
mientras que China, inmersa en una guerra civil, presentaba
una situación política, económica y social devastada. La afluencia
de inmigrantes Taiwaneses a la Argentina en los años posteriores
expresaba que un mejor bienestar podía ser alcanzado por estos
lares. Este desequilibrio en los atributos de poder a favor
de Argentina fue mitigado por Taiwán con su desempeño en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como miembro permanente.
Por su parte, en América latina sólo Cuba reconoció a la RPCh
en 1960, aunque su influencia política e ideológica, más que
económica, era creciente. La amenaza proveniente de la alianza
chino-soviética y, posteriormente a su ruptura, en forma individual
con la "exportación de la revolución" se convirtió en una
práctica que generó, incluso, varias reuniones de consulta
de los ministros de relaciones exteriores americanos. El apoyo
a las fuerzas opositoras de los gobiernos del Tercer Mundo
era la expresión del deseo de ser reconocida internacionalmente.
En los años setenta, la RPCh comenzó a ser mayoritariamente
reconocida por la comunidad internacional. Esto sentó las
bases para el cambio de la orientación política y su posterior
crecimiento económico a partir de una paulatina apertura de
su economía. En los años ochenta ya era ampliamente reconocida
y su modelo exitoso de reforma y apertura despertaba la emulación
de los países del Tercer Mundo. Este proceso fue simultáneo
a la depreciación del poder argentino, generando asimetría
en las relaciones. Así, Argentina llegaba al tramo final del
orden bipolar tras una derrota militar, con agudas violaciones
a los derechos humanos, excesiva deuda externa y una crisis
socioeconómica sin precedentes en su agenda de prioridades.
Taiwán se desarrolló económicamente, pero afrontó la declinación
de su poder político, arrebatado por la RPCh en un "juego
de suma cero". La amenaza proveniente de la existencia de
un poder político competitivo, constituye un elemento en juego
que pone límites al poder político chino hasta tanto no se
resuelva, en forma política, esta cuestión. De hecho, los
Estados frenan la asimetría en las relaciones con la RPCh,
parcialmente, con el despliegue diplomático en el marco de
relaciones triangulares. Por eso, las relaciones políticas
argentino-chinas se explican como un proceso, de carácter
dinámico, que expresa las alteraciones en los elementos constitutivos
de los poderes nacionales a través del tiempo, generando cambios
al tipo de relación: simétrica en su etapa inicial y asimétrica
a mediano y largo plazo.
4. Clasificación
La cuestión de la representación del Estado chino, perturbación
tensiva al sistema político, permite identificar dos orientaciones
de la política exterior argentina. La primera transcurre desde
el establecimiento de relaciones diplomáticas con el Estado
chino en 1945, hasta la respuesta del sistema político expresada
en la normalización de las relaciones diplomáticas con el
gobierno de la RPCh en 1972. Esta orientación se caracteriza
por el desarrollo de los vínculos con Taiwán y la tensión
provocada por hechos sucedidos durante las presidencias de
Perón, Illia y Lanusse. Estos vínculos fueron limitados por
la irregularidad jurídica del no reconocimiento de la RPCh.
El cambio de orientación, como se expresó, está signado por
la normalización de las relaciones diplomáticas de febrero
1972 y la ruptura de los vínculos políticos que hasta ese
momento se mantenían con Taiwán. La eliminación de la perturbación
objeto de tensión conformó una nueva tendencia, contemporánea,
expresada en el reconocimiento y desarrollo de los vínculos
políticos, económicos, culturales, militares y de seguridad
con la RPCh, limitando las relaciones con Taiwán al ámbito
económico y cultural, reconociéndola como una entidad autónoma
de facto, jurídicamente provincia del Estado chino. En este
período sobresale el estancamiento de las relaciones durante
los gobiernos peronistas, la apertura económica del "Proceso
de Reorganización Nacional" (en adelante "Proceso") y la promoción
de las relaciones, fundamentalmente en el ámbito político,
de las presidencias de Alfonsín y Menem.
5. Inicio de la primera orientación
La participación de China en el bloque de las Potencias Aliadas
y Asociadas durante la segunda guerra mundial fue antecedente
principal para el establecimiento de relaciones diplomáticas
con varios países de América Latina (10). El apoyo
político de sus aliados se hizo más intenso tras la conferencia
de Teherán, cuando Franklin Delano Rooselvet admitió que China
obtendría un lugar como potencia del nuevo oligopolio de poder.
La República Argentina no escapó a esta corriente. El 26 de
mayo de 1945 un intercambio de notas entre el embajador argentino
ante el gobierno de los EUA y el embajador chino en México
daban comienzo a las relaciones diplomáticas entre ambos países.
El ascenso de China al oligopolio de las grandes potencias
había sido un elemento determinante para que el gobierno argentino
adopte la decisión de establecer relaciones diplomáticas.
El ministro de Relaciones Exteriores, Cesar Ameghino, transmitió
este pensamiento a José Arce, médico amigo al cual se le encomendará
la misión de ser el primer embajador acreditado ante el gobierno
de Chiang Kai Shek. Para Ameghino, China tendría un voto calificado
en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Argentina
requería de la mayor cantidad de Estados amigos (11)
para salir del aislamiento impuesto por la potencia hegemónica
y su comportamiento durante la segunda guerra mundial. Arce
presentó cartas credenciales el día 4 de diciembre de 1945
y su actividad se limitó, solamente, a entregar ochenta kilos
de instrumentos de cirugía como obsequio del gobierno argentino
y a preparar el anteproyecto de un tratado de amistad y comercio.
Poco tiempo después, con el cambio del gobierno, se le ordenó
presidir la delegación argentina en Naciones Unidas (12),
alejándose de China al año siguiente.
5.1. La política del gobierno de Juan Domingo Perón
Tras el establecimiento de relaciones diplomáticas bajo la
presidencia de Farrell, la política exterior peronista de
1946 a 1955, doctrinariamente denominada de la "Tercera Posición",
careció de sustento empírico en las relaciones con los países
del Asia oriental y, en particular, respecto a la cuestión
china. El derrumbe del mito de la "Tercera Posición" es comprobado
en la guerra de Corea, las relaciones con Japón y las independencias
de Filipinas e Indonesia (13). La posición argentina
ante la cuestión china disgregaba, más aún, la doctrina. El
gobierno de Perón promovió los vínculos con la firma del tratado
de Amistad argentino-chino de febrero de 1947. Su artículo
primero, al igual que el histórico tratado de 1898 con el
Japón, contenía una cláusula idealista que expresaba el deseo
de las partes a mantener relaciones pacíficas y de amistad
(14). Asimismo, el tratado regulaba la acreditación de
diplomáticos y cónsules, los derechos y libertades inherentes
a los nacionales de ambas partes y preveía "celebrar, a la
brevedad posible, un Tratado de Comercio y Navegación"
(15), aunque nunca se llegó a firmar. El tratado de 1947,
simultáneo al comienzo de la Guerra Fría, fue la expresión
de la cooperación política y económica en el marco de la alianza
occidental. Debe recordarse, por entonces, que la guerra civil
en China estaba en su punto más álgido tras el fracaso de
la mediación del general Marshall y el comienzo del retiro
nacionalista hacia el sur. Dos años después, el gobierno de
Perón debió afrontar el problema de la revolución en China
y la conformación de la RPCh el 1º de octubre de 1949. El
Gobierno Nacional no reconoció al poder político revolucionario
y retiró a los diplomáticos que, presos del pánico, habían
presentado un recurso jerárquico ante el propio Perón (16).
Las relaciones continuaron con el reconocimiento del gobierno
nacionalista y se ejerció un comportamiento favorable a Taiwán
al debatirse la cuestión de la representación del Estado chino
en Naciones Unidas. La posición argentina en la Asamblea General
comenzó con la abstención de 1950, transformándose en voto
en contra de la RPCh en los años siguientes, es decir, en
1951, 1952, 1953 y 1954. Sergio Bagú definió este accionar
como un "modelo de indigencia en lo político e ideológico"
(17) mientras que Moneta y Carella consideran que "...
Argentina evita siempre ligarse a un compromiso total con
los Estados Unidos, manteniendo cierta independencia de opinión
y acción frente a los enfrentamientos soviético-estadounidense
realizados por interpósitos actores." (18) Sin embargo,
como se observa en la cuestión del gobierno chino, y posteriormente
en la guerra de Corea con la ratificación del Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca, la posición argentina ha sido de
alineamiento con los EUA. Ante el caso del reconocimiento
de la RPCh no existió "cierta independencia de opinión y acción"
pues, como ha quedado demostrado, los hechos refutan dicho
análisis. El retiro de la delegación argentina de la ciudad
de Shanghai, el no reconocimiento de la RPCh y la posición
argentina votando en contra del ingreso de ésta a las Naciones
Unidas desde 1951 a 1954 son contundentes hechos que superan
la simple abstención realizada en 1950 sobre la que intentan
fundamentar su hipótesis. Inferir de estos hechos una posición
no alineada es un juicio a priori, carente de contrastación
empírica. La división entre "alta política" y "baja política",
erróneamente asignada al enfoque del realismo político, puede
ser aplicado al análisis del gobierno de Perón. Mientras en
lo estratégico-político el gobierno admitió ser parte de la
alianza hemisférica, en cuestiones económicas, especialmente
comerciales, se registra un importante negocio de granos que
llevó a cabo la empresa Melati y la oficina en Berlín de la
Corporación de Importación y Exportación de China en 1954,
además de aparecer en los registros chinos, con excepción
del año 1952, operaciones comerciales anuales con la Argentina
(19).
5.2. De la "Revolución Libertadora" al gobierno de José María
Guido
Tras el derrocamiento de Perón, los gobiernos de la Revolución
Libertadora recibieron no pocas delegaciones Taiwanesas, expresando
la continuidad en la orientación política. En una de esas
visitas, el vicecanciller chino, Shen Chang Huan, en representación
del general Chiang Kai Shek, condecoró al presidente Aramburu
con la Orden de las Nubes Propicias en su más alto grado de
Gran Cordón Especial. El gobierno de Arturo Frondizi implementó
una política de apertura de nuevos mercados y de apoyo al
proceso de descolonización, aunque continuó con la misma orientación
en Naciones Unidas. Un ejemplo lo constituyó el bombardeo
de Quemoy y Matzu al momento de la reunión de ministros de
relaciones exteriores americanos de septiembre 1958. El secretario
de Estado estadounidense, John Foster Dulles, requirió la
solidaridad de los países americanos como aliados a Taiwán,
apoyo que se debería expresar en las Naciones Unidas. La política
del gobierno de Frondizi aceptaba el resguardo de los intereses
estratégicos estadounidenses en cualquier parte del mundo,
aunque el hecho brindaba una oportunidad "para multilateralizar
realmente el funcionamiento de la organización, y sobre todo,
para dar prioridad al problema del desarrollo en América Latina"
(20). Dicha conferencia aprobó el proyecto presentado
por la delegación argentina que creaba una institución financiera
internacional, el actual Banco Interamericano de Desarrollo
(21). La relación de alianza con Taiwán y su interrelación
con los intereses económicos ante las perturbaciones provenientes
del nordeste asiático era la más cabal expresión de la continuidad
de la orientación de la política exterior argentina hacia
China. Durante el interregno de Guido, pero a un mes de la
asunción de Illia, se registra la realización de gestiones
para la venta de carne vacuna y ovina congelada y conservada
a la RPCh (22). Síntoma previo de la apertura económica.
5.3. El intento de apertura política bajo la presidencia de
Arturo Illia
La flexibilidad de las políticas exteriores de las potencias
europeas hacia China a principios de la década del sesenta
(23) y la irregularidad jurídica del no reconocimiento
eran argumentos válidos para llevar a cabo una apertura política
hacia la RPCh. El gobierno de Illia intentó modificar la posición
argentina en Naciones Unidas, hecho que no se materializó,
por la presión interna proveniente de las fuerzas armadas
(24). Pero, aunque el plan de cambiar la orientación
política fracasó, nuevamente la división entre las cuestiones
de "alta política" y "baja política" explican como las fuerzas
armadas admitieron la venta de un millón de toneladas de trigo.
En estos años, los proyectos presentados en la Cámara de Diputados
relativos a la cuestión china expresaban la rivalidad interna
entre los partidarios del reconocimiento de la RPCh y sus
adversarios. El gobierno de Illia continuó con una política
de equilibrio, orientada hacia el "doble reconocimiento",
aunque esta posición era rechazada tanto por la RPCh como
por Taiwán.
Es dable pensar que la firma de los contratos de granos era
un paso hacia el reconocimiento del gobierno, pero el derrocamiento
de junio de 1966 y la Revolución Cultural de Mao truncaron
dicha política. Lo empíricamente comprobable fue el mantenimiento
de relaciones diplomáticas con Taiwán y una relación comercial
con la RPCh. Para Zavala Ortiz "los lazos de la Argentina
con el régimen de Pekín son puramente comerciales" (25).
Simultáneamente se implementaba la ayuda técnica con Taiwán
mientras que las relaciones con India "podrían contrarrestar
los esfuerzos de subversión comunista emprendido por agentes
chinos en América Latina" (26). En el análisis final
del gobierno de Illia, su política exterior no se considera
como de "inclinación" hacia el reconocimiento de la RPCh.
Meses antes del derrocamiento, el 19 de marzo de 1966, durante
la gira de Zavala Ortiz al Asia, se firmó en Taipei un Convenio
Cultural (27). Este acuerdo fue ratificado y entró
en vigor durante el gobierno de Onganía (28), quien
con la política de las "fronteras ideológicas" (29),
se alejaba de toda posibilidad de reconocimiento del gobierno
de la RPCh.
5.4. El gobierno de Alejandro Lanusse y el cambio de la representación
del Estado chino en las Naciones Unidas
El proceso de descolonización incorporó nuevos Estados
al seno de la Organización que, paulatinamente, modificó la
relación de fuerzas entre nacionalistas y comunistas chinos
en la Asamblea General. Así, en su vigésimo quinto período
de sesiones, la representación de la RPCh obtuvo la cantidad
de votos necesarios para que la cuestión no sea declarada
cuestión importante (30) y fue admitida en reemplazo
de Taiwán. La delegación argentina votó a favor de la necesidad
de ser considerada como cuestión importante el problema de
la representación del Estado chino (31). La votación
final rechazó el proyecto por 59 votos a favor, 55 en contra
y 15 abstenciones. Inmediatamente, se votó el proyecto presentado
por Albania, Argelia y otros veintitrés Estados, relativo
a recobrar todos los derechos legítimos de la RPCh en Naciones
Unidas e inmediatamente expulsar, de todos los órganos de
la misma, a la representación del bloque del partido nacionalista.
En este caso, la delegación argentina se abstuvo en la votación.
Siendo un hecho relevante para el éxito chino pues Argentina
se desplazaba del voto en contra en 1970, a la abstención
en 1971. La abstención argentina fue "una sorpresa para los
observadores extranjeros pues el gobierno argentino ya había
expresado públicamente su interés para establecer relaciones
más íntimas con Pekín". (32) Pocos días antes de la
votación en Naciones Unidas, el ministro de Pablo Pardo declaró
que se estaban realizando negociaciones para "normalizar"
las relaciones con la RPCh (33). Las conversaciones
secretas habían comenzado a principios de septiembre de 1971,
confirmadas luego por el propio Lanusse. Todo hacía prever
el voto favorable de la delegación argentina. Cosa que no
sucedió. El gobierno argentino también expresó su acercamiento
en el ámbito multilateral. El 16 de marzo de 1971, el representante
argentino ante la Comisión de Desarme de las Naciones Unidas
pidió que se asociara a la RPCh a las negociaciones en dicha
materia. El 16 de abril, durante el período ordinario de sesiones
de la Asamblea General de la OEA (34), se volvió a
insistir en este tema. Ambos gestos manifestaban la intención
de normalizar las relaciones con el país asiático. Por otra
parte, en septiembre del mismo año, el presidente Lanusse
había opinado favorablemente sobre la visita de Nixon a China
(35). La fundamentación de la posición argentina fue
dada a conocer por su representante permanente en Naciones
Unidas, el embajador Ortiz de Rozas. El voto a favor de considerar
cuestión importante el ingreso del gobierno de la RPCh respetaba
un criterio mantenido por el gobierno argentino en años anteriores.
Sin embargo, Ortiz de Rozas admitía que "la decisión fue adoptada
en Buenos Aires al más alto nivel". (36) En cuanto
a la abstención en el tema de fondo, se obró así pues aún
se mantenían relaciones diplomáticas con Taiwán, estando en
pleno desarrollo el proceso de normalización de las relaciones
con la RPCh. Además, este problema era una cuestión interna
del Estado chino como consecuencia directa del principio de
integridad territorial; no estaba en juego la expulsión de
nadie sino el problema de quien representaba a China en Naciones
Unidas (37).
6. Punto de inflexión y nueva orientación: la normalización
de las relaciones diplomáticas
Las alteraciones en las relaciones de poder mundial de principios
de los años setenta creó márgenes de permisibilidad para la
normalización. La alianza chino-estadounidense de contención
del avance soviético en Asia del Pacífico y la ruptura del
aislamiento con el ingreso a las Naciones Unidas generó condiciones
de viabilidad para que el ministro de Pablo Pardo propusiese
la idea de la normalización. Según el relato del embajador
Juan Archibaldo Lanús, dentro del gobierno de facto existían
dos tendencias. La primera, vinculada al propio Lanusse, opositora
al reconocimiento, privando, principalmente, elementos ideológicos.
La segunda, vinculada al canciller, quien apoyaba la propuesta
de normalización de relaciones diplomáticas. Finalmente, se
decidió realizar contactos diplomáticos en Bucarest, debido
al buen estado de las relaciones entre Rumania y China y,
además, por una supuesta relación especial entre el embajador
chino en ese país y presidente Mao (38). Aun así, Lanusse
intentó mantener la doble representación en Beijing y Taipei.
Esto provocó controversia con el ministro quien consideraba
que, para Beijing, esta propuesta era inadmisible. Una de
las manifestaciones de este hecho, fue que el último embajador
de Taiwán en Buenos Aires se retiró meses después de la normalización
(39). El comunicado conjunto de normalización de las
relaciones diplomáticas fue firmado en Budapest (40)
el 16 de febrero de 1972. Su contenido principal afirma la
normalización de las relaciones diplomáticas sobre la base
de los principios (41) de soberanía, integridad territorial,
no intervención en los asuntos internos y externos (42),
igualdad y beneficio mutuo, a partir del 19 de febrero de
1972. El gobierno argentino reconoció al gobierno popular
central de la RPCh como único gobierno legal de China. El
concepto "normalización" implica que no es una decisión nueva,
puesto que el Estado argentino ha mantenido relaciones con
el Estado chino con anterioridad. Esto se remarca pues la
parte china argumenta con asiduidad el "establecimiento" de
relaciones diplomáticas entre los Estados, como una forma
de oposición a los llamados "tratados desiguales" firmados
con el Guomindang, vinculado al principio revolucionario de
"hacer otro fogón" enunciado por Mao Ze Dong en 1949. El concepto
"restablecimiento" tampoco se adapta, pues, desde 1945, no
se interrumpieron las relaciones con el Estado chino. Esta
misma problemática conceptual, que tiene fuerte incidencia
política, se reitera en la década del ochenta, al solicitar
China el ingreso al Acuerdo General de Aranceles Aduaneros
y Comercio (GATT), hoy Organización Mundial del Comercio (OMC).
En este caso, contradictoriamente, el gobierno chino deseó
"recobrar" su lugar en el GATT y no emplea el término "ingresar".
Esta distinción semántica es importante a los efectos políticos,
en la medida en que quien recobra un lugar en una organización
internacional no tiene la necesidad de negociar con el resto
de los Estados partes su ingreso, pues éste ha sido negociado
con anterioridad. La delegación argentina, presidida por José
María Ruda, prestigioso jurista posteriormente miembro de
la Corte Internacional de Justicia, prestó atención a la posición
china de considerar a Taiwán parte inalienable de su territorio
(43), mientras que obtenía el reconocimiento a los
derechos de jurisdicción de la República Argentina sobre la
zona marítima adyacente a sus costas, dentro del límite de
las doscientas millas náuticas (44). Además, las partes
acordaron enviar embajadores y acreditar embajadas en ambas
capitales (45). Otra iniciativa argentina fue la de
incorporar al comunicado conjunto la "adopción de medidas
eficaces para el desarrollo de las relaciones comerciales
entre los dos países" (46). Para la cancillería, la
adopción de "medidas eficaces" podría dar lugar, posteriormente,
a la firma de un acuerdo comercial. Este párrafo fue el primero
que apareció en el texto de un comunicado conjunto firmado
por China y manifestaba que el gobierno argentino daba igual
valor a las relaciones diplomáticas y comerciales. Las expectativas
de desarrollo de las relaciones comerciales con la potencia
oriental atraían, fundamentalmente, a los funcionarios del
ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (47). Mientras
que, para el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido
Comunista Chino (en adelante PCCh), en el párrafo final del
editorial publicado con motivo de la normalización de relaciones
diplomáticas, preveía el buen desarrollo de la amistad argentino-china:
"Profundamente confiamos que, luego del establecimiento de
relaciones diplomáticas entre Argentina y China, a través
del común esfuerzo de las partes, las relaciones entre los
estados y la amistad de ambos pueblos indudable y progresivamente
lograrán acrecentarse y desarrollarse". (48) La normalización
era parte de la política exterior "pluralista" de destrucción
de las "fronteras ideológicas" comenzada por Lanusse en el
encuentro con el presidente chileno Salvador Allende Gossens
en 1971. El ministro de Pablo Pardo la fundamentó en la contribución
al desarrollo de una estructura pluralista de la comunidad
internacional, la tradición de universalidad de la política
exterior argentina y la idea de las relaciones internacionales
transideológicas (49). Una explicación similar se realiza
en China, por quienes consideran que los países de América
latina, a principios de los años setenta, llevaron a cabo
políticas pluralistas, autónomas de las decisiones estadounidenses
(50). Este cambio de principios de los años setenta
quedó registrado en los manuales de estudio editados en China
como la "tercera ola de establecimientos de relaciones diplomáticas"
(51), de la cual Argentina es parte. Precisamente,
eran los países del Tercer Mundo quienes sumaban reconocimientos,
marginando a los taiwaneses dentro del sistema político mundial.
El reconocimiento de Argentina era importante por su influencia
regional y su capacidad para modificar comportamientos de
otros Estados latinoamericanos menores. El gobierno argentino,
al igual que Japón en septiembre de 1972, había ido más allá
de los pasos de Nixon. En el comunicado de Shanghai, conforme
a la idea de Kissinger, "Estados Unidos reconoce que todos
los chinos a ambos lados del estrecho de Taiwán sostienen
que sólo hay una China y que Taiwán es parte de China" (52).
El gobierno argentino no sólo reconoció al gobierno del PCCh
sino, también, normalizó sus relaciones diplomáticas. Siendo
que los EUA las restablecerán durante el gobierno de Carter,
a través del llamado "segundo comunicado conjunto", del 16
de diciembre de 1978. Por último, los primeros funcionarios
chinos, encabezados por un encargado de negocios ad interim,
llegaron a la República hacia fines de 1972. El embajador
Cheng Wei Zhi presentó cartas credenciales en septiembre del
mismo año (53). El embajador Eduardo Bradley, cuyo
nombramiento tuvo fecha noviembre de 1972 (54), fue
el primero en hacerse cargo de la Representación Argentina
acreditada en Beijing.
6.1. La política peronista de "apertura hacia el Este"
y las relaciones con China
El proyecto de los sectores de la izquierda peronista aspiraba
a intensificar la cooperación con la RPCh (55) tras
la firma del comunicado de Bucarest. Pero la apertura, política
y económica, hacia la Unión Soviética, Vietnam y Corea del
Norte fueron simultáneas al estancamiento de las relaciones,
por lo menos si se las compara, por ejemplo, con el rápido
desarrollo de los vínculos con Corea del Norte (56).
La práctica muestra que tras la partida del embajador Bradley
en mayo de 1973 pasaron dos años para que se nombrara su sucesor
(57). Recién en noviembre de 1975 presentó cartas credenciales
el embajador Katzenstein. Además, en este período no se celebró
ninguna reunión de jefes de Estados (58) y, por el
contrario, surgió una diferencia en materia de calidades de
los granos vendidos conforme al contrato firmado en 1974 (59).
En 1975, el estancamiento de las relaciones era un hecho públicamente
reconocido (60). Aunque se debe destacar que durante
los gobiernos peronistas comenzó a funcionar la Embajada Argentina
en Beijing, se acordó la creación de agregadurías militares
(61) y en 1974 se inauguró la agencia de noticias "Nueva
China" en Buenos Aires (62). La alianza chino-estadounidense
contuvo la amenaza que significaba para China el conflicto
chino-soviético, pero deterioró sus relaciones con Vietnam.
Para las autoridades vietnamita, China había traicionado el
interés nacional en el comunicado de Shanghai, aliándose con
el enemigo de la unidad nacional. Precisamente, el Gobierno
Nacional argentino promovía las relaciones con la Unión Soviética
y Vietnam con quienes China tenía pésimos vínculos. La apertura
general hacia los países del Este entraba en conflicto con
los casos particulares y las complejas relaciones en el bloque
de países socialistas.
6.2. El "Proceso" y la promoción de las relaciones económicas
La orientación de la política exterior del "Proceso" fue
realista y pragmática, aunque privaron nociones ideológicas
en los dos primeros años del gobierno de Videla. La etapa
ideológica requirió una mayor integración con los aliados
asiáticos del bloque Occidental y surge como una reacción
a la política peronista de "apertura hacia el Este". En el
caso de China, el inicio del "Proceso" es simultáneo a la
caída del comercio bilateral (63), representando en
1976 el intercambio más bajo desde la normalización. Aunque
las relaciones comerciales entre países sufren la influencia
del mercado mundial, se observa que las situaciones políticas
internas en ese año ayudaron al deterioro del comercio bilateral.
En China, el vacío de poder tras la muerte del primer ministro
Zhou En Lai, el presidente Mao y el jefe del Ejército Zhu
De. En Argentina la incertidumbre del golpe de Estado y la
posible continuidad de la inestabilidad política que se había
profundizado durante los gobiernos peronistas. Al año siguiente,
se observan señales de giro pragmático con la firma del convenio
comercial (64) y la inicialación de otro sobre transporte
marítimo. Estos convenios, cuyas negociaciones habían comenzado
en 1973, fueron los primeros compromisos relevantes firmados
entre ambos Estados. El giro en la orientación política, se
fundamenta en el deterioro de las relaciones con la potencia
hegemónica y la necesidad de contrarrestar la política de
derechos humanos implementada, hacia Argentina, por el gobierno
de Carter. El realismo y el pragmatismo, este último vinculado
al ámbito económico, surge de promover las relaciones con
las dos potencias regionales. Mientras que un mínimo grado
de apertura ideológica, más allá de las relaciones económicas
especiales que el "Proceso" mantuvo con la Unión Soviética,
se observa en la creación de la Embajada concurrente con Birmania
(65) y el apoyo político al régimen camboyano de Pol
Pot. El cambio de la orientación económica de China a partir
de la implementación de las reformas, mentadas por Deng Xiao
Ping, abrían el régimen al comercio internacional. La apertura
de la economía, simultánea a la permanencia del cierre del
régimen político, se complementaba con la política económica
liberal del ministerio de Economía argentino (66) y
la potencial comercialización de granos bajo la restauración
del modelo agroexportador. La visita del ministro Martínez
de Hoz en junio de 1978 fue señalada como "una neta división
entre todo lo que puede ser político y lo económico y comercial"
(67). Por cierto, los resultados de la visita fueron
económicos (68). Para China, la prioridad ya no era
la "exportación" del modelo de revolución o ideología sino
su desarrollo económico interno. Para alcanzar este objetivo,
buscaba vincularse con potencias intermedias, de economías
medias, que no signifiquen para ellos riesgos políticos y
de las cuales podría tener cierto aprendizaje social y transferencia
de tecnologías. Dos años después de la visita de Martínez
de Hoz se produjo el anunciado viaje del presidente Videla
a China. La apertura política de Occidente, reflejado en la
normalización de las relaciones diplomáticas chino-estadounidenses
de 1978, las reformas económicas y la sanción de leyes que
generaban el cambio de la estructura jurídica, social y económica
de China (69) fueron condiciones favorables para la
visita presidencial (70). Así, Videla se convirtió
en el primer presidente argentino, y de Latinoamérica, en
visitar la potencia asiática. Los comunicados conjuntos durante
las visitas de los jefes de Estados extranjeros se convirtieron
en una práctica de la diplomacia china. Por esos años, éstos
incorporaban la llamada cláusula anti-hegemónica (71),
que se utilizaba como apoyo diplomático para aislar a la Unión
Soviética. Al segundo día de su llegada, las agencias noticiosas
informaban que las negociaciones políticas se habían estancado
ante la negativa de Videla de firmar un comunicado conjunto
(72). Es decir, la propuesta china no prosperó, dado
las especiales relaciones económicas entre la Argentina y
la Unión Soviética. El gobierno no deseaba dejar, en forma
expresa, la condena a la invasión de Afganistán por el "socialimperialismo"
soviético y ver perjudicar su comercio con quien era el primer
comprador cereales. Si bien la Argentina no apoyó el boicot
cerealero a la Unión Soviética, impuesto por el gobierno de
Carter, Videla condenó la invasión soviética a Afganistán,
aunque se aclaró que la visita a China no estaba dirigida
en contra de ningún tercer país (73). El presidente
de facto fundamentó la visita en la búsqueda de "Un objetivo
fundamentalmente político; afirmar la presencia argentina
en una región tan distante como el Asia" (74). Si bien
las conversaciones políticas no fueron completamente exitosas,
del viaje presidencial surgieron compromisos económicos que
permitirían diversificar el comercio centralizado en la Unión
Soviética (75). Estos acuerdos e intercambios de notas,
más los firmados durante la visita de Martínez de Hoz, constituyeron
la base jurídica de las relaciones económicas y culturales
en las décadas siguientes. Sin embargo, hacia el final del
gobierno de facto continuaba la alta concentración de las
exportaciones argentinas hacia la Unión Soviética mientras
que aun no se habían producido grandes cambios en la relación
comercial con China (76).
6.2.a. China y la Resolución 502
La apertura económica del "Proceso" no alcanzó para cambiar
el comportamiento tradicional de China en Naciones Unidas.
El 3 de abril de 1982, al día siguiente del desembarco en
las islas Malvinas (77), el Consejo de Seguridad aprobó
un proyecto, presentado por el Reino Unido, que se convirtió
en la Resolución 502. La misma exigió el cese de hostilidades,
el retiro inmediato de todas las fuerzas argentinas de las
islas Malvinas y la exhortación a ambos gobiernos para que
procuren hallar una solución diplomática a sus diferencias,
respetando los propósitos y principios de la Carta. Por entonces,
dos Estados del Asia oriental eran partes integrantes del
Consejo: China, como miembro permanente con derecho a veto,
y Japón, como miembro no permanente en representación de los
países asiáticos. La Resolución se aprobó con los votos afirmativos
de los EUA, Francia, Guyana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo,
Uganda, el Reino Unido y Zaire. Se abstuvieron China, España,
Polonia y la Unión Soviética. Sólo Panamá votó en contra.
El apoyo de las dos potencias del este asiático a la Resolución,
como se observa, fue casi nulo. Japón votó a favor, apoyando
explícitamente al Reino Unido y condenando el uso de la fuerza
por parte de Argentina (78) aunque, en resoluciones
posteriores, flexibilizó su posición, no ejerció sanciones
económicas e, incluso, llegó a patrocinar un proyecto (79).
China no condenó el uso de la fuerza pero tampoco paralizó
con su veto la acción del Consejo ante una Resolución que
en esencia favorecía al Reino Unido. Se ha dicho que "nunca
fue posible que China empleara su veto en una cuestión de
este carácter" (80). Lo cierto es que China no ejerció
su derecho de veto, se abstuvo (81), quedando la República
Argentina aislada diplomáticamente. La interrelación de las
cuestiones Malvinas y Hong Kong pueda aportar cierta claridad
al planteo. El problema de Hong Kong era, por ese entonces,
parte de la agenda bilateral, y el conflicto de Malvinas promovió
aún más el entendimiento entre China y el Reino Unido. El
6 de abril de 1982, es decir pocos días después del desembarco
argentino, en la entrevista de Deng Xiao Ping con el canciller
Edward Hearth, se propuso que los "nueve principios" podían
ser utilizados en el tema de Hong Kong. Meses más tarde, la
primera ministro Margaret Thatcher visitó China. Los autores
chinos no hacen mención a la relación entre el conflicto de
Malvinas y el proceso de negociaciones chino-británico por
Hong Kong pero, los hechos siguientes y el rápido desarrollo
de las conversaciones bilaterales, demuestran que el gobierno
británico se preocupaba por la posibilidad del estallido de
dos conflictos simultáneos (82), al tiempo que China
aprovechaba la guerra de Malvinas para acelerar las negociaciones
por la retrocesión de su soberanía en Hong Kong. Las relaciones
chino-estadounidenses no parecían del todo favorables al momento
del debate de la cuestión en el Consejo. El gobierno de Carter,
como se expresó, reconoció y estableció relaciones diplomáticas
con la RPCh en diciembre de 1978. Al año siguiente, Deng Xiao
Ping visitó los EUA en un pleno clima de cordialidad. Pero,
en 1981, la asunción de Ronald Reagan a la presidencia produjo
un giro en la política exterior estadounidense. Reagan exportó
armamentos sin precedentes a Taiwán provocando la reacción
de Beijing. Las negociaciones, que habían comenzado ese año,
se estancaron en febrero de 1982 (83). La visita del
vicepresidente George Bush destrabó la cuestión a comienzos
de mayo y dio "luz verde" para el arreglo. El 17 de agosto,
durante la visita del presidente Reagan a China, se firmó
el "tercer comunicado conjunto" chino-estadounidense cuyo
tema central regulaba la venta de armas a Taiwán. Es decir,
las negociaciones chino-estadounidenses por esta cuestión
estaban interrumpidas al momento del conflicto de Malvinas.
Al igual que con el Reino Unido, China y los EUA estaban en
pleno proceso de negociación sobre el tema de Taiwán y, probablemente,
este ha sido otro factor que incidió en la abstención. China,
con su no intervención, respetaba la zona de influencia de
las superpotencias y se mantenía expectante en un conflicto
con dos actores que, para su política exterior, en el caso
del Reino Unido, era principal, limitándole el apoyo a un
Estado del tan proclamado Tercer Mundo con el cual no tenía
intereses fundamentales y estaba fuera de su "círculo de seguridad
principal" (84). El objetivo de la política exterior argentina,
aunque se han detectado inexactitudes en las argumentaciones
de los personajes partícipes de la búsqueda del apoyo internacional
(85), según el ministro Costa Méndez, consistió, principalmente,
en obtener la mayor cantidad de abstenciones (86) siendo
que, contradictoriamente, el secreto de las operaciones impedía
solicitar el veto soviético o chino (87). Pero, precisamente,
para los británicos, la mayor preocupación, según el relato
del embajador Parsons, era la actitud de Moscú y Pekín (88).
6.3. El gobierno de Raúl Alfonsín
Coincidente con la etapa final del orden bipolar y fase inicial
de la reinstauración democrática (89), el objetivo
de la política exterior del gobierno de Alfonsín fue reinsertar
a la Argentina en el plano internacional, tras el aislamiento
externo provocado por las violaciones a los derechos humanos
y la guerra de Malvinas. Situación agravada por la necesidad
de negociar una abultada deuda externa, principalmente, con
los países que participaron de dicha política de aislamiento.
Bajo esta premisa, Alfonsín definió a la República Argentina
como una nación democrática, occidental, no alineada y en
desarrollo (90). La práctica, por el contrario, tuvo
como eje principal la confrontación con los EUA y el Reino
Unido (91), más allá del llamado "giro realista" que
el presidente se vio precisado a imprimir a mediados de su
gobierno. Esta política de confrontación fue independiente
del grado de apoyo otorgado por los países del Atlántico Norte
al régimen político argentino. De esta manera, los márgenes
de acción externa quedaron limitados a las relaciones con
escasos países europeos, América latina, otros Estados del
Tercer Mundo y la vinculación comercial con la Unión Soviética.
En este contexto, la promoción de las relaciones con China,
Japón y otros países del este asiático era parte de la estrategia
de reinserción internacional y la búsqueda de una mayor autonomía
de acción. La orientación socialdemócrata del gobierno insertó
a las relaciones con China en el marco de la "cooperación
sur-sur" o entre países en desarrollo, aunque este país escapa
a la tipología por ser parte del oligopolio de poder. El gobierno
promovió las relaciones políticas a partir del intercambio
de visitas oficiales, de las cuales se destacan las realizadas
por el primer ministro Zhao Zi Yang a la Argentina y la de
Raúl Alfonsín a China. Además, la Unión Cívica Radical y el
PCCh establecieron relaciones oficiales y se crearon grupos
de amistad argentino-chino (92). El gobierno argentino
apoyó el ingreso de China al Sistema del Tratado Antártico
y el establecimiento de dos bases de investigaciones en la
Antártida (93). También, apoyó su demanda de soberanía
sobre las islas Nansha y el Mar del Sur de China (94)
y, ante los problemas del Tíbet y la violación de los derechos
humanos, fundamentalmente durante los sucesos de Tiananmen,
se adoptó una política de no intervención en asuntos internos.
Por su parte, el gobierno de Beijing apoyó, en el ámbito multilateral,
la demanda de restitución de la soberanía argentina sobre
las islas Malvinas. El gobierno continuó con la creación de
una base jurídica para la promoción de las relaciones bilaterales.
En este sentido, se firmó un convenio cultural; otro de cooperación
en los usos pacíficos de la energía nuclear (95); un
protocolo adicional al convenio de cooperación económica de
1980 y los acuerdos en materia agropecuaria, aeroespacial
y antártica firmado durante la visita de Alfonsín. Estos convenios,
canjes de notas y programas conjuntos, promovieron el intercambio,
superior al período anterior, aunque incipiente en términos
de las relaciones tradicionales argentinas. Durante la visita
de Alfonsín en 1988, se desmintió la compra de armamentos
(96), aunque los contactos militares ya se habían incorporado
a la agenda bilateral (97). También, se firmaron otros
documentos de índole económica (98) y se acordó celebrar
consultas políticas periódicas a fin de analizar la situación
internacional. Por ese entonces, los funcionarios diplomáticos
de la cancillería argentina estimaban que las coincidencias
entre las posiciones de ambos gobiernos respecto de cuestiones
internacionales alcanzaban a más de un ochenta por ciento
de las votaciones de cuestiones planteadas en organismos internacionales.
6.4. Los gobiernos de Carlos Menem
La primera y segunda presidencias de Carlos Menem representan
nuevas fases de la reinstauración democrática. Su contexto
fue un nuevo orden internacional, perturbador del sistema
político, que requirió la adaptación del mismo a su ambiente,
expresada en el cambio de la orientación política. La orientación
neoliberal priorizó las relaciones bilaterales con los EUA
y se intentó construir una relación de alianza, aunque no
se dejó de lado los vínculos con Europa y América latina.
La declaración del cese de hostilidades y la firma de los
acuerdos de Madrid con el Reino Unido otorgó una nueva perspectiva
a las relaciones con Europa. La creación del Mercosur, amplió
los modos de relacionamiento con otras regiones, entre ellas,
el este asiático. Los "diálogos" del Mercosur con la ASEAN,
China y Japón expresan la estrategia de inserción indirecta
en la región, producto de la impróspera participación individual
en las organismos regionales del Asia Pacífico (99).
Aunque la prudencia obliga considerar el carácter intergubernamental
de un proceso de integración regional que permanece en su
fase de instauración. La política hacia el este asiático se
considera amplia e integral pues, por primera vez, la estrategia
se orientó hacia toda la región. Los dos poderes más importantes,
China y Japón, concentraron las relaciones, pero el nuevo
orden mundial, con escasos cambios en el este asiático respecto
al otrora bipolar, limitó los problemas ideológico, otorgando
márgenes mayores de viabilidad a los vínculos con determinados
países (por ejemplo China, Vietnam y Myanmar). La normalización
de las relaciones con el Reino Unido posibilitó la reapertura
del Consulado General en Hong Kong y la restauración de los
vínculos con los aliados británicos, como Nueva Zelanda (100),
deterioradas desde el conflicto de Malvinas. Estos hechos
eliminaron el carácter restringido de la cooperación política
con la región y se complementa con la política comercial impresa
por el gobierno. El primer gobierno de Menem comienza pocos
meses después de la normalización de las relaciones chino-soviéticas
y la represión interna del 4 de junio de 1989. El viaje de
Gorbachev a China modificó las relaciones estratégicas entre
las superpotencias, mientras que, los sucesos de Tiananmen
motivaron la reorganización de las políticas de los EUA y
las grandes potencias europeas hacia China, condenando la
violación a los derechos humanos. En este caso, la política
de no intervención en asuntos internos comenzada por Alfonsín,
continuó durante los gobiernos de Menem, siendo un aspecto
divergente en la relación con los EUA, prescindiendo de la
política de sanciones (101). Este comportamiento se
manifestó en varios hechos que originaron una política post-Tiananmen.
El primero, fue la aprobación del acuerdo para la cooperación
en los usos pacíficos de la energía nuclear (102).
Señal política que indicaba la continuidad de relaciones amistosas
en momentos que China afrontaba el aislamiento y las sanciones
de las grandes potencias occidentales. A la aprobación del
acuerdo, siguió la visita del presidente chino Yang Shang
Kun en mayo de 1990. A menos de un año de los sucesos, un
presidente chino visitaba, por primera vez, América latina,
y Argentina en particular. El objetivo consistió en romper
el aislamiento y evitar que la diplomacia del "dólar taiwanés"
produzca un cambio en la tendencia regional de reconocer al
gobierno de Beijing como gobierno representante del Estado
chino (103). Más aun, el viaje oficial del presidente
Menem de noviembre del mismo año, representó la primera visita
de un jefe de Estado de un país occidental tras los sucesos
de Tiananmen. El comportamiento argentino como miembro de
la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha
sido el hecho más importante en la relación política. La Argentina
ocupó ese cargo desde 1980 hasta 1993 y, en la actualidad,
lo hace desde 1997. Tras los sucesos de Tiananmen, la cuestión
sobre la situación de los derechos humanos en China fue anualmente
presentada, con las excepciones de los años 1991 y 1999 (104).
Argentina debió expresar su voto ante proyectos presentados
por países europeos, como Dinamarca, o aliados taiwaneses,
como son algunos países de América central, que condenan al
régimen de Beijing por la violación a los derechos humanos.
La posición del gobierno ha sido de sistemática abstención
(105), distanciándose de la potencia hegemónica y de
su propia posición con respecto a Cuba. El cambio de la orientación
política, por otra parte, modificó la homogeneidad en las
posiciones ante problemas internacionales que se mantuvo durante
el gobierno de Alfonsín. El interés por profundizar la relación
con los EUA alejó a la Argentina del movimiento de países
No Alineados, al tiempo que China ingresó como observador.
Esta falta de identidad también se observó en el alineamiento
con los EUA en la cuestión de derechos humanos en Cuba frente
a la normalización de las relaciones chino-cubanas. La participación
argentina en la guerra del golfo Pérsico y el problema de
las nacionalidades en Yugoslavia frente a la política china
de "dejar hacer" a las potencias occidentales o la simple
"preocupación" ante conflictos que se ubican fuera de la esfera
de su interés vital. La guerra de Kosovo tuvo a la Argentina
como aliado extra-OTAN al tiempo que China apoyó al régimen
de Slobodan Milosevic y sufría el bombardeo de su embajada
en Belgrado. El nuevo orden económico mundial, la unidad coreana
y demás temas son otros ejemplos. La política comercial hacia
"La segunda economía mundial" (106), que no dejó de
lado el mercado taiwanés, sufrió la adversidad de la apertura
económica. Después de dos décadas de saldos favorables en
la balanza comercial, el comercio argentino-chino incrementa
su volumen total y surge el hecho inédito del déficit argentino
(107), provocado por el lento crecimiento de las exportaciones
argentinas en relación al masivo ingreso de productos chinos.
De todas maneras, se profundizaron los vínculos económicos,
comerciales, científicos, tecnológicos y culturales, incorporándose
otras áreas como la cooperación política, jurídica y seguridad.
El intercambio de visitas fue más frecuente y cualitativamente
más importante, se firmaron casi una decena de acuerdos (108),
se amplió la inmigración china, limitada posteriormente, y
se establecieron relaciones entre el Partido Justicialista
y el PCCh. Por otra parte, el Gobierno Nacional, desde la
segunda visita de Menem en 1995, apoya políticamente la aspiración
china de ingresar a la Organización Mundial del Comercio.
Por último, motivado por su política comercial, en 1992 el
Gobierno Nacional abrió la Oficina Económica
y Cultural en Taiwán, siguiendo el llamado "modelo japonés"
(109). La pesca ilegal de barcos taiwaneses en aguas
de jurisdicción argentina (110), también detectada
durante el gobierno de Alfonsín, y la apertura del mercado
taiwanés fueron temas de la agenda bilateral que en cierta
manera perturban la relación, mientras el gobierno de Beijing
hace caso omiso por el buen estado de los vínculos y porque
aquéllos se mantienen en el marco jurídico de considerar a
Taiwán como parte de la RPCh.
7. Conclusión
El orden internacional y sus alteraciones generaron perturbaciones
al sistema político argentino que, a su vez, inciden en la
política exterior hacia China. El nuevo orden de posguerra
y el ascenso de China, expresado en su carácter de miembro
permanente del Consejo de Seguridad, fueron causales del establecimiento
de relaciones diplomáticas y la firma del tratado de Amistad
de 1947. Tras la formación de la RPCh, la política exterior
del presidente Perón no escapó a la presencia hegemónica estadounidense
en América, siendo un caso testigo la cuestión del gobierno
representante del Estado chino en las organizaciones internacionales.
Este hecho constituyó una perturbación tensiva que produjo
la inestabilidad de las relaciones hasta la normalización
en 1972. La tensión se manifestó en la cuestión de "alta política"
bajo la presidencia de Illia, cuando éste intentó gestos tendientes
a normalizar las relaciones con el gobierno de Beijing, tensión
que disminuyó y fue permisible respecto de las cuestiones
de "baja política", como las exportaciones de trigo. Las circunstancias
para la normalización no habían llegado, y el sistema político
permaneció en tensión con su ambiente extrasocietal, provenientes
del orden bipolar con su incidencia en la cuestión china,
y los co-insumos del sistema político, como fueron las presiones
de las fuerzas armadas que, influidas por una visión rígida
del orden internacional, no permitió el acercamiento. La normalización
de 1972 fue una adaptación del sistema a su ambiente extrasocietal
que modificó la orientación política externa. Decisión relevante,
necesaria y viable que respondía a los cambios en el orden
mundial: incremento del número de Estados, avance de la Unión
Soviética en países del Tercer Mundo y la formación de la
entente chino-estadounidense. Tal entendimiento, si se considera
la participación de los Estados latinoamericanos en el bloque
de países occidentales y la alta hegemonía de los EUA sobre
la región, generaba condiciones de viabilidad para el acercamiento
entre la RPCh y los países de América latina. A pesar de la
supuesta tensión que generó el anuncio de la suspensión de
la ayuda externa norteamericana, especialmente a aquellos
países que votaron a favor o se abstuvieron en la propuesta
de ingreso de la RPCh a Naciones Unidas. Los vínculos con
Taiwán se interrumpieron, los cuales hasta ese entonces, tras
una historia inestable de veintisiete años, no se había promovido,
limitados por la presencia de un poder político revolucionario
que se consolidaba cada vez más en la parte continental de
China. El cambio de la orientación política generó nuevas
relaciones, sin considerar la posibilidad de continuar los
viejos vínculos económicos y culturales, algo aceptado por
la RPCh. Claro es que el llamado "modelo japonés" es propio
de la normalización de las relaciones chino-japonesas, posterior
a la normalización con Argentina. Pero, también es cierto
que no se pensó en ningún modelo alternativo para seguir promoviendo
dichos vínculos, debiendo esperarse hasta fines de la década
del ochenta y principios del noventa para crear ambas Oficinas
Económicas y Culturales, a diferencia de las grandes potencias
que continuaron esos vínculos, a pesar de la normalización
de las relaciones diplomáticas con la RPCh. El cambio de la
orientación política generó la adaptación del sistema y, con
ella, mayor estabilidad, expresada en la profundización de
la relación bilateral con continuidad interrégimen. El comienzo
no fue favorable, pues, contrariamente a sus aspiraciones,
los gobiernos peronistas de los años setenta no promovieron
las relaciones. Tampoco fueron relaciones conflictivas. Sólo
quedaron en el estancamiento, por lo menos en relación al
rápido desarrollo de otros vínculos con países de régimen
político socialista. La "apertura hacia el Este" no consideró
el conflicto chino-soviético y su repercusión en casos particulares
al seno del bloque socialista, circunstancia que congeló las
relaciones en el tiempo. La llegada del "Proceso", aislado
por la política de derechos humanos del gobierno de Carter,
producirá un giro pragmático en su política exterior y abrirá
un "canal" económico hacia China, que también, será cultural,
creando las bases jurídicas del desarrollo posterior en estas
áreas. Sin embargo, la apertura del "canal" económico no permitió
generar fuertes vínculos políticos, como quedó expresado en
la abstención china a la Resolución 502. El gobierno de Alfonsín
colocó las relaciones en el marco de la "cooperación sur-sur",
constituyéndose en un actor importante para la diversificación
de las relaciones externas y su reinserción internacional
tras la cuestión de derechos humanos y la guerra de Malvinas.
La orientación socialdemócrata de su gobierno llevó a la identidad
de las posiciones políticas, visitas del más alto nivel y
la expansión de los vínculos bilaterales. La política de Menem
de expansión de los vínculos con China, por su orientación
neoliberal, representó uno de los pocos distanciamientos de
la política exterior argentina con respecto a la posición
de la potencia hegemónica, generando perturbaciones que no
llegaron a ser tensivas al seno de la alianza. En síntesis,
la nueva orientación comenzó con el estancamiento de las relaciones,
siguió con la apertura económica del "Proceso" y la ampliación
de los intercambios durante los gobiernos de Alfonsín y Menem.
Los conflictos chino-soviéticos y chino-vietnamitas, la apertura
y reforma económica al exterior, la cuestión de derechos humanos,
en especial el problema de Tiananmen, fueron productos chinos
que generaron demandas al sistema político argentino, con
respuestas que perturbaron, en forma tensiva o benigna la
relación bilateral, sin ser substantiva para el sistema político.
El rol de la potencia hegemónica también fue un insumo importante,
que con su orientación de política exterior, limitó o viabilizó
el accionar externo argentino, tanto en el orden de eje bipolar
como en el actual oligopolio.
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de la realidad política asimilable al sistema internacional
(MELO Artemio Luis, ob. cit., p. 422.) es apropiado aplicar
la noción de sistema al concepto. De manera que la política
exterior es la acción que cada Estado desarrolla en el sistema
internacional.
(2) MELO Artemio Luis, Introducción al análisis de la política
exterior hacia los Estados Unidos (1983-1993), en ROMANO Rizzo
A. y MELO Artemio L. (comp.), Las relaciones Argentina Estados
Unidos (1983-1993): variables para un análisis interpretativo,
Ed. Homo Sapiens, Rosario, 1993, pág. 19.
(3) DIEZ DE VELASCO Manuel, Instituciones de Derecho Internacional
Público, Ed. Tecnos, 11ª ed, Madrid 1997, ps. 228-233.
(4) VIRALLY Michel, El devenir del derecho internacional.
Ensayos escritos al correr de los años, Trad. Eliane Cazenave
Tapie Isoard, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1997,
p. 138.
(5) Ibídem, p. 147.
(6) EASTON David, Esquema para el análisis político, Trad.
Luis A. Rigal, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1976, p. 131.
(7) Para una síntesis sobre la variable tipo de régimen ver
el trabajo de CALLE Fabián, El debate en las relaciones internacionales
de los años ´90: la variable "tipo de régimen" y la búsqueda
de teorías de alcance intermedio, en revista Ponencias, Instituto
"Estanislao Zeballos" de Estudios Internacionales, Ed. Cerider,
Año IV - V, Nº 6 y 7, diciembre de 1997 - febrero de 1998,
ps. 69-99.
(8) Para el neoidealismo periférico el interés nacional es
"definido en términos de desarrollo económico y de principios",
rechaza por "extemporánea la política de poder hacia los Estados
vecinos" y asigna una "enorme importancia al tipo de régimen".
RUSSELL Roberto, EL contexto externo de la política exterior
argentina: notas sobre el "nuevo orden mundial", en Revista
del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Instituto
del Servicio Exterior de la Nación, Año 1, Nº 2, Buenos Aires
1992, ps. 46-68.
(9) Un análisis crítico de la "teoría" que usa la variable
tipo de régimen político es realizada en OVIEDO Eduardo, La
política exterior argentina hacia el este asiático 1945-1999,
informe presentado ante la Carrera del Investigador Científico
y Tecnológico, CONICET, Buenos Aires, 1999. Su empleo en la
política exterior argentina también se refuta en CISNEROS
Andrés, Argentina: Historia de un éxito, en CISNEROS Andrés
(comp.), Política Exterior Argentina 1989-1999. Historia de
un éxito, Ed. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires,
1999, p. 69. Por el contrario, un análisis de caso que refleja
la incidencia del régimen político en la política exterior
argentina corresponde a MAZZUCA Sebastián, Los "poderes" de
régimen político. La política exterior de la nueva democracia
argentina, en KVATERNIK Eugenio, Elementos para el análisis
político, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1998, ps. 467 y sgte.
(10) Por ejemplo, la República Dominicana en 1940, Cuba en
1942, Brasil en 1943, Costa Rica y México en 1944 y Ecuador
en 1946.
(11) ARCE José, Mi vida, Ed. La Imprenta Científica, Buenos
Aires, 1958, p. 15.
(12) Ibídem, ps. 25-27.
(13) OVIEDO Eduardo D., Política exterior argentina..., ps.
30-43.
(14) "Habrá paz perpetua y amistad constante entre la República
Argentina y la República de China, así como entre sus respectivos
pueblos." En Tratado de Amistad entre la República Argentina
y la República de China, Art. I, en MINISTERIO DE RELACIONES
EXTERIORES Y CULTO, Memorias, Año 1946-1947, Buenos Aires,
p. 122.
(15) Ibídem, p. 125.
(16) LANÚS Juan Archibaldo, De Chapultepec al Beagle. Política
Exterior Argentina 1945-1980, Ed. EMECE, Buenos Aires 1984,
ps. 88-91.
(17) BAGÚ, Sergio, Argentina en el mundo, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 1971, p. 106.
(18) MONETA Carlos y CARELLA Alfredo, La política exterior
argentina durante la primera década de la Guerra Fría, en
Revista Argentina de Relaciones Internacionales, Centro de
Estudios Internacionales Argentinos, Año I, Nº 2, Buenos Aires,
mayo-agosto de 1975, ps. 23-24.
(19) SHEN Jue Ren (comp.), Comercio exterior chino contemporáneo,
Tomo II, Ed. China contemporánea, Beijing 1992, p. 385. (20)
FLORIT Carlos, Perfil internacional de un mundo en cambio,
en JALABE Silvia Ruth (comp.), La política exterior argentina
y sus protagonistas 1880-1995, Ed. Grupo Editor Latinoamericano,
Buenos Aires, 1996, ps. 149-150.
(21) Ibídem.
(22) Gestiones para enviar carne a China Continental, en diario
La Nación, Buenos Aires, 28 de septiembre de 1963, p. 1.
(23) La Francia de De Gaulle adoptó una política autónoma
de los EUA y decidió establecer relaciones diplomáticas con
China, hecho que se consumó en 1964. EL Reino Unido y Holanda
mantenían encargados de negocios en Beijing desde 1954. Las
democracias nórdicas y Suiza la había reconocido en la década
del cincuenta. (24) GARCÍA DEL SOLAR, Lucio, La política exterior
del gobierno de Arturo Illia, en JALABE Silvia Ruth (comp.),
ob. cit., p. 200. (25) Diario "La Nación", Buenos Aires, 21
de marzo de 1966, p. 1.
(26) Diario "La Nación", Buenos Aires, 29 de marzo de 1966,
p. 1.
(27) El convenio cultural fue firmado por el ministro Miguel
Ángel Zavala Ortiz y el ministro chino Shen Chang-huan. Su
artículo XIII creó una Comisión Mixta integrada por cinco
miembros con dos sedes, una en Buenos Aires y, la otra en
Taipei. La Comisión Mixta se debía reunir en sesión plenaria
al menos una vez cada dos años, alternativamente, en cada
uno de los países.
(28) Fue aprobado por decreto-ley 17.119, del 16 de enero
de 1967, junto con otros convenios culturales firmados por
el gobierno radical con los gobiernos de Guatemala, Marruecos,
Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Irán, Turquía y Bélgica.
(29) FERRARI Gustavo, Esquema de la política exterior argentina,
Ed. EUDEBA, Buenos Aires, 1983, p. 85.
(30) El artículo 18 inciso 2º de la Carta de
Naciones Unidas requiere de "una mayoría de los dos tercios
de los miembros presentes y votantes" para aprobar las cuestiones
importantes.
(31) "...una organización universal como las N.U. se contempla
como un foro apropiado...para discernir, entre dos gobiernos
que se disputan la autoridad sobre un mismo Estado, cuál de
ellos es el representativo; cuestión ésta que ha tendido a
resolverse (con alguna excepción como la de la representación
de Kampuchea en 1979) por parte de la A.G. asistida de su
Comité de credenciales sobre la base del criterio de la efectividad,
como ocurrió en los asuntos de las credenciales del Yemen
(1962), Camboya (1973).
(32)
JOHNSON Cecil, China y la América Latina: Nuevos Nexos y Tácticas,
en Problemas Internacionales, Vol. XIX, Nº 4, julio-agosto,
p. 1.
(33) Nuestro país tomó contacto con Pekín, en diario "La Nación",
Buenos Aires 21 de septiembre de 1971, p. 1.
(34) Ibídem.
(35) Con relación al viaje de Nixon, Lanusse expresó: "Creo
que la actitud del presidente Nixon, al aceptar la invitación
para visitar la República Popular China, es una exteriorización
cabal de la amistad y elasticidad con que deben encararse
las relaciones y problemas internacionales". "Finalmente,
entiendo que la posición del señor Nixon, al aceptar la invitación
para visitar la República Popular China revela que en estos
tiempos las relaciones exteriores deben conducirse sin prejuicios,
ataduras, preconceptos o tabúes, aunque sin abdicar tampoco
de ninguno de los principios que hacen a nuestro estilo de
vida y nuestra filosofía". En Ibídem.
(36) China no ocupó aun su escaño, en diario "La Nación",
Buenos Aires 28 de octubre de 1971, p. 4.
(37) Fundamentos de la posición argentina, en diario "La Nación",
27 de octubre de 1971, p. 6.
(38) LANÚS Juan Archibaldo, ob. cit., ps. 92 y ss.
(39) Ibídem, p. 92.
(40) El comunicado conjunto fue firmado por el embajador José
María Ruda, subsecretario de Estado del ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto de la República Argentina, y el embajador
de la RPCh acreditado ante el gobierno de Rumania, Zhang Hai
Feng.
(41) El gobierno argentino no admitió los cinco principios
de coexistencia pacífica sino parte de éstos. Los dos restantes
son: no agresión y coexistencia pacífica.hina
-al decidir la A.G. el 25 de octubre de 1971, en su Resolución
2758 (XXVI), reintegrar en sus derechos a la República Popular
de China, sustituyendo en consecuencia las credenciales de
los representantes del régimen de Taiwán por las de los representantes
del régimen de Pekín-." En DIEZ DE VELASCO Manuel, ob. cit.,
ps. 232-233.
(42) En el comunicado conjunto de
establecimiento de relaciones diplomáticas aparece la frase
"no intervención en asuntos internos y externos" y no "no
intervención en asuntos internos" como versa en los cinco
principios de coexistencia pacífica. Siendo definido por nuestra
cancillería como el respeto del pluralismo político en la
comunidad internacional. Fue señalado como esencial en las
conversaciones celebradas en Bucarest y es el mismo que inspiró
la Declaración de Salta firmada por los presidentes de Argentina
y Chile.
(43) No era necesario expedirse al respecto ya que es un problema
interno de China. Las relaciones con Taiwán se mantendrían
de la misma manera que existían relaciones comerciales con
China Popular durante el reconocimiento del gobierno de Taipei.
Los pasaportes taiwaneses ordinarios son admitidos como prueba
de la identidad de sus titulares. (44) Siendo importante pues
era la primera vez que un miembro permanente del Consejo de
Seguridad lo reconocía. Además, implica el tácito reconocimiento
de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas, que se
encuentran comprendidas dentro de la isobara de 200 metros.
(45) DIARIO DEL PUEBLO, Comunicado conjunto de establecimiento
de relaciones diplomáticas entre la República Popular China
y la República Argentina, Beijing 20 de febrero de 1972, p.
1.
(46) Ibídem.
(47) MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO, Memorias,
Año 1972, p. 22.
(48) Celebramos el establecimiento de relaciones diplomáticas
entre Argentina y Nuestro País, en Diario del Pueblo, Beijing,
20 de febrero de 1972, p. 1. La traducción es del autor.
(49) PABLO PARDO, Luis María de, La política exterior argentina
y el sistema internacional, en JALABE Silvia Ruth (comp.),
ob. cit., p. 243.
(50) ZHU Man Ting, Punto de inflexión diplomático de América
latina desde los año setenta, en Colección de América latina,
Nº 3, Beijing 1985, p. 1 y sgtes. Otro autor considera que
las políticas de los Estados latinoamericanos en la década
del setenta pasaron, de la "alineación" a las de "no alineación";
de la "dependencia unilateral" a la "cooperación plurilateral";
de la "occidentalización" a la realidad del "sur"; del "panamericanismo"
al "latinoamericanismo" y; del debate de los problemas de
"seguridad" a los del "desarrollo económico". En XIAO Feng,
Sobre el desarrollo de la política y teoría diplomática de
los estados de América latina (primera parte), en Estudios
Latinoamericanos, Instituto de América Latina de la Academia
de Ciencias Sociales, Nº 2, Beijing 1989, p. 9 y sgtes.
(51) La primera ola de establecimiento de relaciones diplomáticas
se extiende durante los primeros años luego de instaurada
la RPCh en 1949, comprendiendo fundamentalmente a los países
socialistas, algunos países geográficamente próximos y capitalistas.
La segunda ola de establecimiento de relaciones diplomáticas
abarca los años posteriores a la Conferencia Afroasiática
de 1955. Una cuarta ola puede ser considerada tras la desintegración
soviética.
(52) Comunicado conjunto chinoestadounidense del 27 de febrero
de 1972, en GONZALO RUBIO Jerónimo, Política Exterior de China
Popular (1949-1973), Ed. Nacional, Madrid, 1973, p. 191.
(53) MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO, Memorias,
Año 1972, Buenos Aires, pág. 22.
(54) Ibídem.
(55) "Con China Popular, por su importancia y posición en
el conjunto asiático-africano, se intentaría mantener un diálogo
político permanente, con vistas a un accionar armónico en
foros internacionales y al establecimiento de un intercambio
comercial regular". En Docto, "Política exterior argentina",
Consejo de Planificación del Movimiento Nacional Justicialista,
Buenos Aires, agosto de 1972, citado por MONETA Carlos Juan,
La política exterior del peronismo, en PERINA Rubén M. y RUSSELL
Roberto (comp.), Argentina en el mundo (1973-1987), Ed. Grupo
Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1988, p. 66.
(56) En 1973 se reconoció y estableció relaciones diplomáticas
con Corea del Norte. Ese mismo año se creó la Embajada Argentina
en Pyongyang y, durante la tercera presidencia de Perón, se
firmó un acuerdo comercial.
(57) LANÚS Juan Archibaldo, ob. cit., p. 92.
(58) Las visitas más importantes que se registran en este
período son la del ministro de la Corte Suprema de Justicia,
Héctor Masnatta, y la del senador nacional Italo Luder en
1974, junto al intercambio científico y cultural de personalidades
de ambos países que expandieron el precario conocimiento de
las mutuas realidades.
(59) Esto fue planteado por el señor Wang Ping Chin, vicedirector
general de la China National Cereals, Oils and Foodstuffs
Import and Export Corporation, durante una visita realizada
en junio de 1975 con el objeto de adquirir trigo. La delegación
no formalizó nuevos contratos dado que la Junta Nacional de
Granos manifestó no estar en condiciones para la entrega de
granos durante ese año. En MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES
Y CULTO, Memoria, Año 1975, p. 100.
(60) "Durante el año 1975 las relaciones entre
la República Argentina y la República Popular China prosiguieron
manteniendo el mismo nivel de cordialidad que en años anteriores,
sin presentar mayores problemas, aunque también sin desarrollarse
mayormente en ningún sector y, por el contrario, disminuyendo
substancialmente el intercambio comercial en especial con
respecto al período anterior". En MINISTERIO DE RELACIONES
EXTERIORES Y CULTO, Memoria, 1975, p. 99.
(61) MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE LA REPÚBLICA POPULAR
CHINA, Compendio de la diplomacia china, Año 1987, Beijing,
p. 358.
(62) MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO, Memoria,
Año 1974, p. 48.
(63) Otros ejemplos fueron la ruptura de relaciones diplomáticas
con Corea del Norte, la demora en reconocer los gobiernos
de Vietnam y Camboya y la promoción de las relaciones con
Japón y Corea del Sur.
(64) El convenio comercial fue firmado en la ciudad de Buenos
Aires, el día 2 de febrero de 1977, por el Ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, Cesar Augusto Guzzetti, y el embajador
chino en Argentina, Zheng Wei Zhi. Sancionado y promulgado
el 7 de marzo de 1978. Ley 21.758.
(65) El 10 de enero de 1979, se estableció relaciones diplomáticas
con la Unión de la República Socialista de Birmania, designándose
al embajador en Tailandia concurrente en Rangún.
(66) VÁZQUEZ OCAMPO José María, Política exterior argentina
(1973-1983), Ed. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires,
1989, p. 95.
(67) Regresó el Ministro de Economía, en diario La Nación,
6 de junio de 1978, p. 20.
(68) El 30 de junio se firmó el convenio sobre transporte
marítimo y, por intercambio de notas, alcanzaron dos entendimientos:
el primero, sobre la exención impositiva a los ingresos derivados
del transporte marítimo; y el segundo, sobre el registro de
marcas de fábricas y de comercio. Ese mismo día se produjo
el canje que puso en vigor el convenio comercial firmado en
1977.
(69) MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO, Memoria,
Año 1980, ps. 183 y sgte.
(70) La iniciativa de la visita provino de China, como se
expresa en las siguientes palabras de Videla: "la Argentina
realizó este contacto que no buscamos y ni fue por iniciativa
nuestra. China quería conocer a este país nuevo, que emerge
al mundo, y la Argentina se acerca confiada porque tiene poder
de decisión y capacidad de negociación." Sin embargo, aunque
se produjeron las visitas de Martínez de Hoz y Videla, el
funcionario de más alto nivel que llegó a Argentina durante
el "Proceso" fue el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca
He Kang, en agosto de 1983.
(71) Principales ejemplos son el comunicado
conjunto chino-americano de 1972 y el tratado de paz y amistad
con el Japón de 1978.
(72) Fírmanse con China varios acuerdos, en diario La Nación,
Buenos Aires, 7 de junio de 1980, ps. 1 y 16.
(73) El embajador soviético en Beijing se retiró de la Embajada
Argentina antes de que Videla llegara al lugar para recibir
el saludo del cuerpo diplomático.
(74) Videla hizo un análisis de su viaje por la China, en
diario La Nación, Buenos Aires, 13 de mayo de 1980, p. 10.
(75) Durante la visita de Videla se firmaron un acuerdo de
cooperación económica, el acuerdo de cooperación científica
y técnica y otra financiero entre el Banco Central de la República
Argentina y el Banco de China. En agosto del mismo año, la
Junta Nacional de Granos firmó un convenio a largo plazo para
la provisión de cereales. A iniciativa china se firmó un canje
de notas relativo al intercambio cultural.
(76) Esta afirmación se comprueba al comparar las exportaciones
hacia ambos países al final del "Proceso":
(77) Simultáneamente se clausuró el Consulado General en Hong
Kong, reabierto tras la firma de los acuerdos de Madrid de
1990.
(78) NACIONES UNIDAS, CONSEJO DE SEGURIDAD, Discurso del delegado
japonés, embajador Nisibori, S/PV.2350, Nueva York, 3 de abril
de 1982.
(79) Otra resolución importante fue la presentada por los
representantes de España y Panamá hacia el final del conflicto
bélico. El proyecto solicitaba el alto al fuego inmediato,
el inicio del cumplimiento de las resoluciones 502 y 505 y
autorizaba al Secretario General para que pueda utilizar los
medios que juzgue necesarios para comprobar el cumplimiento
de la resolución. El proyecto fue vetado por el Reino Unido
y los EUA, pero fue votado a favor por China y Japón.
(80) FREEDMAN Lawrence y GAMBA Virginia, Señales de guerra.
El conflicto de las Islas Malvinas de 1982, Ed. Vergara, Buenos
Aires, 1992, ps. 163 y s.
(81) La fundamentación de la abstención fue dada por el representante
de China en Naciones Unidas, embajador Ling Qing, quien expresó:
"El gobierno chino está preocupado por la tirantez actual
en la región de las islas Malvinas (Falkland). La cuestión
de las islas Malvinas (Falkland) entre la Argentina y el Reino
Unido es un legado de la historia. El Movimiento de los Países
no Alineados en numerosas reuniones se pronunció sobre la
soberanía de las islas Malvinas (Falkland) y pidió a las dos
partes que procuraran una solución pacífica por medio de negociaciones.
Hemos tomado nota de dicha posición de los países no alineados."
"La delegación china espera que la Argentina y el Reino Unido
proseguirán sus negociaciones en la búsqueda de una solución
pacífica." "En vista de lo anterior, la delegación china no
pudo apoyar el proyecto de resolución que figura en el documento
S/14947/Rev.1." En NACIONES UNIDAS, CONSEJO DE SEGURIDAD,
S/PV.2350, Nueva York, 3 de abril de 1982.
(82) OVIEDO Eduardo D, La retrocesión de Hong Kong, en Revista
"Ponencias", Instituto Estanislao Zeballos de Relaciones Internacionales,
Rosario, febrero de 1998, p. 11.
(83) HAN Nian Long, Diplomacia china contemporánea, Ed. Ciencias
Sociales, Beijing, 1988, p. 237.
(84) XI Shu Guang, Estructura Mundial, Ed. Popular de Sichuan,
Chengdu, 1992, ps. 462 y s., citado por OVIEDO Eduardo Daniel,
Las relaciones argentino-chinas bajo la administración Menem.
Sus perspectivas para los años noventa, en revista Ponencias,
Instituto Estanislao Zeballos de Estudios Internacionales
(IEZEI), No. 2, Rosario, septiembre de 1994, p. 27.
(85) Como se infiere de las entrevistas realizadas al ministro
Nicanor Costa Mendez y los embajadores Eduardo Roca y Lucio
García del Solar en La guerra de las Malvinas y la Política
Exterior Argentina: La visión de los protagonistas, en RAPOPORT
Mario, El laberinto argentino. Política internacional en un
mundo conflictivo, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1997, p. 419.
(86) COSTA MÉNDEZ Nicanor, Malvinas. Ésta es la historia,
Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2ª ed. , 1993, p. 198. (87)
Ibídem, ps. 200 y s.
(88) "Cuando el debate comenzó, el 3 de abril, llegamos a
la conclusión de que tendríamos siete u ocho votos seguros
y que sólo con mucha suerte podríamos llegar a los nueve.
¿Habría un veto soviético o chino?... Cuando llegó el momento
de la votación estábamos con los nervios en máxima tensión.
Yo no quería ni mirar al delegado soviético". Y agrega: "Hasta
que no terminó la votación no estuve seguro de nada". Ibídem,
ps. 197 y s.
(89) Se utiliza el término reinstauración pues la República
Argentina ha tenido, con anterioridad y limitada participación,
experiencias en el funcionamiento de las instituciones democráticas.
Con esa sola salvedad semántica, se comparte la clasificación
realizado por Artemio Luis Melo en El gobierno de Alfonsín.
La instauración democrática argentina (1983-1989), Ed. Homo
Sapiens, Rosario, 1995.
(90) TULCHIN Joseph A., La Argentina y los Estados Unidos.
Historia de una desconfianza, Ed. Planeta, Buenos Aires 1990,
p. 289. La reapertura democrática y el liderazgo de Alfonsín
no ponían en duda el carácter democrático de un Estado que
buscaba elevar su deteriorado prestigio internacional. El
carácter occidental era definido en términos culturales y
políticos. El no alineamiento era una política activa, contradictoria
con la anterior, que evitaba asociarse con los bloques militares.
La noción de país en desarrollo reconocía una realidad que
la asociaba a los países del Tercer Mundo y, en este marco,
al modelo de relaciones Sur-Sur o cooperación entre países
en desarrollo.
(91) ESCUDÉ Carlos, Realismo Periférico. Fundamentos para
la nueva política exterior argentina, Ed. Planeta, Buenos
Aires 1992, ps. 36 y sgtes. La idea de confrontación se comprueba
en la política hacia América Central y el Caribe, la formación
del "Grupo de los Seis", la política nuclear y misilística,
la participación en el Movimiento de Países No Alineados y,
fundamentalmente en el Atlántico Sur, donde el gobierno radical
rehusó declarar la cesación formal de hostilidades, dificultando
las relaciones políticas con los miembros de la Comunidad
Económica Europea, con la excepción de los acuerdos alcanzados
con España e Italia.
(92) En marzo de 1986, se creó el Grupo de la Amistad Chino-Argentino
de la Asamblea Nacional Popular, y en septiembre del mismo
año, se creó el Grupo de Amistad Argentina-China de Parlamentarios
del Congreso argentino.
(93) China declaró su ingreso al tratado en 1983. El 21 de
febrero de 1985, estableció su primera base de investigaciones
científica en la Antártida (Base Gran Muralla) y el 26 de
febrero de 1989 creó la segunda (Base Zhong Shan).
(94) Esta posición fue expresada por el ministro de Relaciones
Exteriores y Culto, Dante Mario Caputo, en una conferencia
de prensa realizada en Beijing, en junio de 1988.
(95) Desde las negociaciones de Martínez de Hoz existía coincidencia
sobre el intercambio en materia de energía nuclear. En 1980,
el tema figuró, también, en la agenda de las conversaciones
realizadas durante la visita de Videla a China. En 1983 comenzaron
las conversaciones para alcanzar un acuerdo sobre los usos
pacíficos de la energía atómica, aunque éste no se firmó durante
el gobierno de facto. En 1984, en el Acta Final de la Segunda
Reunión de la Comisión Mixta de Cooperación Científica y Técnica,
ambas partes reafirmaban la necesidad de cooperar en los usos
pacíficos de la energía nuclear. El personalismo del ministro
Caputo fue un factor que incidió en la conclusión del acuerdo.
Pero el acuerdo, también, era consecuencia de la competitividad
y similitud de las políticas exteriores de los países latinoamericanos
en el Asia oriental, pues su antecedente inmediato lo constituía
el firmado un año antes por el gobierno del Brasil. En este
último caso ver China en la línea de acción de argentina.
Un acuerdo nuclear y otras propuestas, en Revista Interamericana
Visión, Buenos Aires, 22 de abril de 1985.
(96) Se ha afirmado que durante la visita el gobierno chino
ofreció vender aviones y misiles. Ver The China Conection,
en South, London, diciembre 1988, p. 48, citado por MORA Frank
O., Sino-Latin Americ Relations: Sources and Consequences,
1977-1997, en Journal of Interamerican Studies and World Affairs,
University of Miami, Vol. 41, Nº 2, Summer 1999, p. 112.
(97) El Jefe del Estado Mayor del Ejército, general de división
Ríos Ereñú, junto a un grupo de Fabricaciones Militares y
el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas Armadas,
Teodoro Waldner, viajaron a China en junio y septiembre de
1986, respectivamente.
(98) Entre ellos, un protocolo por el cual se preveía la compra
de tubos de acero, cereales y azúcar argentinas; el protocolo
que establece la venta de carbón coquificado de China a la
Argentina y la carta de intención para la instalación de un
establecimiento ganadero modelo argentino en China, el cual
hasta el presente no se llevó a cabo. En MINISTERIO DE RELACIONES
EXTERIORES DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA, Compendio de la
diplomacia china, Año 1987, Ed. Conocimiento Mundial, Beijing,
p. 358.
(99) La República Argentina participa en carácter de miembro
invitado en el Pacific Economic Cooperation Council (PECC).
(100) La reanudación de los vínculos con el Reino Unido posibilitó
la reapertura del Consulado General en Hong Kong en 1992.
La reapertura de la Embajada en Wellington, Nueva Zelandia,
se llevó a cabo el 2 de agosto de 1995 por decreto Nº 228.
(101) La política hacia China enriquece la negación del "alineamiento
automático, acrítico o incondicional" de la política exterior
de Menem propuesta por el profesor Artemio Luis Melo, Introducción
al análisis de la política exterior hacia los Estados Unidos
(1983-1993), en ROMANO Rizzo A. y MELO Artemio L. (comp.),
ob. cit., p. 33.
(102) Aprobado el 13 de septiembre de 1989. Entró en vigor
a partir del 30 de octubre de ese mismo año.
(103) Esta política tuvo éxito en pequeños Estados como Grenada
(1989), Belice (1989), Liberia (1990), Nicaragua (1990), Guinea
Bissau (1990) y Letonia (1992).
(104) En el año 1998 la cuestión no fue planteada porque China
firmó la Convención Internacional de Derechos Políticos y
Civiles.
(105) La Argentina voto en abstención en 1990, 1992, 1993,
1997 y 1999. Ver NACIONES UNIDAS, CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL,
COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS, Informe Sumario, Ginebra, Años
1990-1999.
(106) El presidente Menem considera que "La segunda economía
mundial es la china". En MENEM Carlos S., Universos de mi
tiempo, Ed. Sudamericana, 3ª ed., Buenos Aires, 1999, p. 197.
Este es un dato real que se amplia al sumar la retrocesión
de la soberanía china en las economías de Hong Kong y Macao.
A fines del siglo XX los chinos han recobrado los territorios
del Imperio del Centro, aunque en las organizaciones internacionales
o las estadísticas se presenten, por separado, la RPCh, Hong
Kong, Macao y Taiwán.
(107) Comercio argentino-chino
(108) Un tratado consular, el acuerdo para promover el establecimiento
de empresas binacionales y el protocolo sobre el sistema de
consulta política fueron firmados durante la primera visita
de Menem. Un protocolo modificatorio del Convenio sobre Transporte
Marítimo y un canje de notas mediante el cual se prevé la
apertura de un Consulado General en Shanghai y el mantenimiento
del derecho de China a realizar la apertura de un consulado
en la República Argentina durante la segunda visita oficial.
Un convenio para la promoción y protección recíprocas de inversiones
y el acuerdo de cooperación geológica antártica durante el
viaje de Di Tella en 1991. La retrocesión de la soberanía
china en Hong Kong llevó a la firma de notas relativas al
mantenimiento del Consulado General en la Región Administrativa
Especial de Hong Kong a partir del 1º de julio de 1997.
(109) El gobierno japonés normalizó sus relaciones con la
RPCh en septiembre de 1972. Sin embargo, los mutuos intereses
de Japón y Taiwán llevaban a que el costo de la decisión de
reconocer a la RPCh fuese demasiado alto. En función de esto,
el Japón decidió mantener vínculos económicos y culturales
con Taiwán sin reconocer a su gobierno. Para ello, creó la
Oficina Económica y Cultural en Taipei, de la misma manera
que Taiwán creó dichas oficinas en los países que no lo reconocen.
Este tipo de oficinas sigue el llamado "modelo japonés". En
modo inverso, el gobierno de los EUA, tras el viaje de Nixon
de febrero de 1972, creó la Oficina de Enlace en la RPCh hasta
tanto se establecieran relaciones diplomáticas, hecho que
se produjo en diciembre de 1978.
(110) En mayo de 1994, un pesquero de origen taiwanés, con
matrícula del puerto de Gaoxiong, que pescaba sin permiso
frente al puerto de San Julián, fue avistado por la corbeta
"Spiro". Al divisar la corbeta, el barco se alejó rumbo a
las islas Malvinas, aunque recibió impactos provenientes de
disparos de la corbeta que le provocaron, posteriormente,
su hundimiento. Ver los artículo: La armada cañoneó a un pesquero
taiwanés, en La Capital, Rosario, 21 de mayo de 1994, p. 5;
El pesquero taiwanés fue hundido por su tripulación, en La
Capital, Rosario, 23 de mayo de 1994, p. 5.
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