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Síntesis de la Economía Real.
Síntesis Internacional -
Septiembre 1998

La crisis que hasta hace unos meses se encontraba circunscripta a un reducido grupo de países
ha cobrado su propia inercia y los acontecimientos, que antes bien podían ser visualizados con relativa claridad en función de los limitados efectos que tenían sobre el resto de las economías,
se han potenciado. En este contexto, cualquier análisis puede quedar superado por la dinámica propia de la situación, máxime si se lo realiza en forma aislada. No obstante, dado el papel que pueden tener que asumir las economías de los países desarrollados en las actuales circunstancias, es conveniente reseñar brevemente las condiciones económicas prevalecientes en EE.UU.
y Europa, las áreas hasta ahora menos afectadas por la crisis mundial (Ver Box 1).

Estados Unidos: la reserva federal se tomaría su tiempo para disponer un recorte de la tasa de Fed Funds. El dólar perdió terreno frente al marco y al yen.
Los últimos indicadores de la economía estadounidense muestran un panorama ambiguo
en lo que respecta al nivel de actividad. Sin embargo, debe tenerse presente que la mayoría
de ellos se dan a conocer con cierto rezago por lo que deben ser interpretados con cautela.
En este sentido se observa que en junio aumentó la construcción de nuevas viviendas 6%,
contra un descenso de 1% en mayo, las ventas minoristas aumentaron 0.1%, incremento
de 1.2% en mayo, las órdenes para la fabricación de nuevos equipos crecieron 0.1% luego
de un retroceso de 2.2% el mes anterior y los ingresos promedio por hora de los trabajadores "saltaron" a US$ 12.86 en agosto contra US$ 12.79 de julio.

Pero por otro lado, si bien la tasa de desempleo se mantuvo sin cambios en julio en 4.5%,
los indicadores más recientes muestran un panorama distinto. En dicho mes, la utilización
de la capacidad instalada retrocedió 1.9% (80.5 contra 81.6 de junio), en tanto que la producción industrial disminuyó por segundo mes consecutivo, -0.6% en julio y -1.1% en junio. Algunos elementos adicionales tienden a consolidar la idea de una desaceleración de la economía.
Aun cuando la capacidad del mercado accionario para predecir con anticipación la marcha
de la economía pueda ser puesta en duda, lo cierto es que éste se encuentra sujeto a una fuerte volatilidad, pero con una clara tendencia a la baja que todavía no alcanzó a corregir lo elevado
de las cotizaciones en relación a los dividendos esperados. Otro indicio sobre el posible rumbo
de la economía está dado por el diferencial entre el rendimiento de los Bonos del Tesoro a 30 años
y la tasa de Fondos Federales. En agosto dicho diferencial fue casi imperceptible ya que se ubicó en 18 puntos básicos (5.68% en promedio contra 5.50%). Pero en los primeros días de septiembre se tornó negativo: el rendimiento del USTB a 30 años promedió 5.30%, es decir 20 puntos básicos por debajo de los Fed Funds (1). Si bien ello ocurrió en los anteriores procesos recesivos también debe ser destacado que fue por la suba de las tasas de corto plazo y no por la caída
de los rendimientos de las de largo originado en el "flight to quality" (2).

¿Podría llegar a ser inmediata la reducción de la tasa de interés?. Difícilmente. Hay quiénes creen que la Reserva Federal se verá frente a dos posiciones claramente antagónicas: priorizar la estabilidad interna difiriendo la reducción la tasa de interés o efectuarla ya a fin de aportar una cuota de tranquilidad a los volátiles mercados financieros internacionales. En realidad, este antagonismo no existe por lo menos por ahora. Sería arriesgado suponer que las evidencias con las que cuenta la autoridad monetaria hasta el presente sean suficientes para justificar una reducción de tasas y por otra parte, dado el elevado grado de incertidumbre reinante en el escenario internacional difícilmente ello constituya un paliativo, debido a que hasta el momento, para las economías políticamente estables el beneficio sería marginal y para el resto, las dudas se originan en factores políticos y no económicos (3).

En el otro extremo, algunos analistas sostienen que dado el rezago y lo limitado del efecto riqueza, una baja de tasas sólo se justificaría en el mediano plazo. Estiman que desde el pico registrado en julio, la baja del mercado accionario estadounidense ha destruido US$ 1.7 trillones, casi el 35% de la riqueza generada desde 1994 (4). Con estimaciones econométricas que indican que por cada dólar de riqueza que se destruye, el consumo se reduce en 5 centavos de dólar
en el término de dos a tres años, equivaldría en las actuales circunstancias a US$ 85000 millones en el término citado. Como se aprecia, aún cuando la pérdida fuera mayor su impacto
se demoraría. Sin embargo, bien podría afirmarse que hay otro efecto que no ha sido cuantificado hasta el presente. Dado el elevado grado de flexibilidad del mercado laboral estadounidense,
los consumidores tienden a retraer su consumo anticipadamente ante la posibilidad de una recesión (potenciándola) por temor a perder su empleo, independientemente del efecto riqueza.

En síntesis, la reducción de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal en el actual escenario muestra una probabilidad creciente de ocurrencia. Aunque, a la espera de signos
más evidentes de desaceleración, el organismo monetario se tomará su tiempo.

Box I. Mayores diferencias que similitudes con la crisis del ´30
Con una periodicidad que coincide con el fin de cada centenario y especialmente de una era, aparecen inevitablemente los temores más primitivos de la humanidad. En el pasado los temores se referían especialmente a calamidades bíblicas, geofísicas o enfermedades, asociadas todas ellas al fin de la existencia
de la humanidad sobre el planeta. En este fin de siglo, las preocupaciones se relacionan con los fenómenos mas hostiles a la sensibilidad de la población, y en especial vaticinan un final de la era caracterizado por una crisis genérica del sistema capitalista aún más severa que la de los años 30´. Las razones para asociar ambas crisis se sostienen en una serie de síntomas coincidentes entre la crisis que actualmente estamos experimentando y la Gran Depresión de principios de siglo; especialmente la deflación en los precios de los bienes manufacturados y commodities (asociado a insuficiencias de demanda agregada) y la sobrevaloración de los activos (burbujas financieras). Cuando el pesimismo es una posición dominante, no seguir la corriente es una posición difícilmente atractiva especialmente cuando el incentivo a seguir la corriente y equivocarse no provoca ninguna sanción, mientras que nadar contra la corriente y equivocarse puede tener una fuerte penalización. Sin embargo, debido al fenómeno de las profecías autorrealizadas, la simple creencia generalizada de que se avizoran tiempos difíciles puede crear el germen de una auténtica crisis -ya sea que los fundamentos existan o no-. Ante estas circunstancias vale la pena puntualizar que son mayores las diferencias que las similitudes entre la crisis de los años 30 y la que se está gestando en la actualidad -tal como destaca el artículo de cubierta del 5 de septiembre de la revista The Economist-. Especialmente, el patrón oro vigente a principios de siglo imposibilitaba el ejercicio de políticas monetarias que atenuaran el ciclo, y si bien en el actual contexto internacional existe una gran aversión por la desvalorización de la moneda y los desbordes inflacionarios, el trade-off entre ejercer políticas monetarias laxas o enfrentar varios años de recesión mundial es un caso con una única solución posible. Por otro lado, la ciencia económica aprendió de los errores pasados y dificilmente se vuelva a enfrentar la crisis con políticas de ajuste fiscal y elevación de impuestos como en esa década siguieron la mayoría de los países centrales. Recordemos que aún entonces muchas naciones, como Suecia y Alemania, tomaron exitosas medidas anticrisis y consiguieron recuperar rápidamente los niveles previos de actividad. Otra diferencia de magnitud es que entonces no existían organismos de funcionamiento global, como el FMI y el Banco Mundial y otros bancos gubernamentales de carácter internacional, que junto con un papel relativamente mayor del Estado en la economía moderna, proveen de mejores herramientas y experiencia en el manejo de las fluctuaciones del ciclo económico. Una de las principales medidas erróneas aplicadas ante la crisis en 1930 fue elevar las barreras arancelarias, mientras que en la actualidad el compromiso internacional con el libre comercio no tiene precedentes históricos. En un marco de economías más abiertas, la mayor competencia a escala global asegura precios internacionales más flexibles y por lo tanto funciona como un mecanismo de impulso a la productividad y a la corrección de problemas de demanda insuficiente. La Gran Depresión se inició en el Centro del sistema capitalista, afectando a las naciones industrializadas más importantes desde sus inicios. Aunque no tardó en difundirse al resto del mundo, desde el inicio fue una crisis a escala planetaria. Actualmente la crisis se inicia en la periferia, en naciones emergentes como Tailandia, Malasia, Indonesia, Rusia y otras, trasladándose luego a Corea y agravando una depresión que arrastra desde varios años la economía japonesa. Todo el conjunto de naciones en problemas, incluyendo estas dos últimas, representan aproximadamente una cuarta parte del producto mundial (especialmente por Japón y Corea), por lo que podría afirmarse que la crisis aún no alcanzó una escala planetaria desde el punto de vista del producto mundial y la dinámica que siguen las economías europeas y Estados Unidos, -si bien en las últimas semanas las previsiones de crecimiento de estas economías se ajustaron hacia abajo, distan de ser consideradas recesivas y aún se encuentran por encima del crecimiento registrado en la década del 80´-. Recordemos además, que China se está posicionando entre los países con mayor capacidad para impulsar la demanda mundial de productos (a diferencia de Japón que nunca pudo cumplir este papel), y que a pesar de la crisis que afecta la región aún continúa creciendo a valores cercanos a los dos dígitos. Si bien en estos momentos los efectos de la crisis parecen extenderse hacia el mundo desarrollado, la posibilidad de que los países centrales comiencen a importar crisis de países emergentes abre una nueva área en el análisis económico de las crisis internacionales.


Unión Europea: comenzaron a corregirse a la baja los pronósticos de crecimiento
La Unión Europea (UE) se ha mostrado, hasta el presente, relativamente inmune a la crisis internacional. Aún cuando sus mercados bursátiles se vieron arrastrados por la ola vendedora de los últimos días de agosto/primeros de septiembre (5), el nivel de actividad continúa firme especialmente en las denominadas economías periféricas. Y ello se debe a que tal como ocurriera en la segunda mitad de 1997, se sustenta en la fortaleza de la demanda interna, sin presiones inflacionarias y con disminución del desempleo (para la UE 11 la tasa de inflación en junio se ubicó en 1.4%, la tasa de desempleo en 11.2% contra 11.6% de 1997, y en conjunto la economía mostraba un crecimiento del 3.5% en el primer trimestre de 1998 contra igual período del año anterior).

¿Quiere decir ello que la Unión Monetaria Europea (UME) posee el horizonte despejado en vísperas de su materialización?. No precisamente. Con sólo comparar el panorama vigente 1 año atrás se puede apreciar un drástico cambio en las condiciones de la economía internacional. En principio son estas mismas condiciones las que estarían pesando para una modificación del crecimiento para lo que resta de este año y el entrante: el crecimiento de 3.0% para 1998 ha sido corregido a la baja, esperándose uno ubicado entre 2.0% y 2.5% en tanto que para 1999 se redujo de 3.2% a 2.5%. Y ello siempre y cuando la crisis quede relativamente circunscripta. Sobre este último aspecto podría efectuarse otra extensión.

Hasta el presente, la refinanciación unilateral, léase default, decretada por las autoridades rusas, más sus efectos derivados (6), involucraría una suma estimada en US$ 200000 millones.
Si bien los bancos alemanes son los más afectados, la existencia de garantía estatal minimiza
la posibilidad de que sus consecuencias se hagan sentir sobre la economía germana. No obstante, cabría preguntarse que ocurriría si la crisis se extendiera a los países de Europa Oriental donde otros bancos europeos, además de los alemanes, realizaron fuertes inversiones pero para
los que no rige un sistema de garantías.

En este sentido debe destacarse también que si bien el futuro Banco Central Europeo (BCE) será el responsable de la política monetaria, sólo actuará como asesor de las autoridades nacionales que en definitiva se encargarán de supervisar sus respectivos sistemas financieros. Un recrudecimiento de la crisis, en la medida que afecte a las instituciones bancarias, podría llegar a contraponer los objetivos de política interna con los del BCE (los motivos serían los acostumbrados: to big to fail, compra de la cartera de un banco afectado por parte de un banco oficial, etc.).

Adicionalmente también debe analizarse la posibilidad de que la UME crezca al ritmo previsto originalmente (3%). En tal caso, las tasa de interés, inusualmente baja para tan sostenido nivel
de crecimiento - la tasa de corto plazo, que sirve de guía como aquella a la que deberán converger las de la restantes economías de la Unión Monetaria se encuentra en la actualidad en 3.3% cercano a los mínimos de la posguerra - debería ajustarse en alza (7). Lo cual significaría que la única región no afectada significativamente por los acontecimientos pone freno a su nivel de actividad (8). En otras palabras, la Unión Europea perdería su oportunidad en asumir el liderazgo
de la reactivación a escala global.

¿Queda margen alguno para no desaprovechar la oportunidad?. La alternativa estaría dada
por la política fiscal, no tanto en los países "core" de la UME sino en los periféricos. Sin embargo queda por preguntarse hasta qué punto las autoridades de estos países se encuentran dispuestas
a endurecer la política fiscal, y afrontar los consiguientes costos políticos, en momentos
en que el desempleo se encuentra en retroceso en buena parte de ellos.

El nacimiento del euro tendrá lugar en un momento en el cual la contraposición de objetivos se constituirá en una dura prueba para los directivos del BCE, máxime cuando sus prioridades pueden resultar contrarias a las de las respectivas autoridades nacionales.

Box II. Impacto de la crisis rusa: vínculos comerciales externos
El impacto de la crisis rusa tendrá un alcance variado que dependerá de la interacción comercial de Rusia con cada uno de los países de Europa del Este. Rusia modificó su patrón de comercio
en los últimos años y lo orientó hacia la U.E, de tal manera que sólo importa un 5% de productos originados en Europa del Este, comparado con un 75% de productos provenientes de la U.E; semejante tendencia se verifica también para el sector exportador. En cuanto a los lazos comerciales, según el Deutsche Bank, los países que más se verían afectados son: Bulgaria,
los Estados Bálticos y principalmente Ucrania, mientras el efecto sobre la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovenia sería más limitado. Durante 1997, Rusia demandó un 8.5%
de las exportaciones de Polonia (que implica un 1.5% de su PBI), un 5% del total de exportaciones de Hungría (que representa un 2.5% del PBI húngaro) y un 7.9% de las de Bulgaria. En el caso
de Ucrania, las exportaciones que tienen por destino Rusia representan un 12% de su PBI o un 26.2% del total de sus exportaciones. En el Báltico (Lituania y Estonia) un 25% (o más) de sus productos fueron exportados a Rusia. Algunas instituciones, ya pronostican un declive en las proyecciones de crecimiento del producto bruto interno: para Europa Central serán entre un 0.5%
y 1% inferiores a las estimadas originalmente. De esta manera, se plantean dos escenarios,
por un lado países como Polonia, Hungría y la República Checa que poseen más capacidad para transitar la crisis, pues las estadísticas denotan, que dichos países intercambian más fluidamente con la U.E y han realizado importantes reestructuraciones en sus economías, razón por la cual, mientras la crisis no afecte marcadamente a las economías de Europa del Oeste, no se verán fuertemente afectados en sus saldos comerciales. Por otro lado, Ucrania y algunos países Bálticos que no ha realizado ninguna modificación importante en términos económicos y acentuaron
o mantuvieron su dependencia comercial con Rusia. Además, la estabilidad depende también de los compromisos y vínculos externos asumidos por cada país. En tal sentido, Finlandia se ha visto menos expuesta fruto de su incorporación al EMU. En el caso de Turquía, organismos oficiales señalan que las exportaciones a Rusia caerán más de $700 millones dólares en el último semestre de 1998, cifra relevante si se considera que el intercambio bilateral con Rusia era de $4.000 millones de dólares en 1997. Pero el principal declive comercial, proviene de la economía informal, pues, Turquía suplía una alta proporción de la demanda rusa (principalmente cueros, textiles, artículos para la construcción) en este mercado y a partir de la crisis, la caída en la demanda juntamente con restricciones sobre las importaciones han desplazado la demanda rusa al consumo de productos asiáticos. En cuanto a la composición del comercio de Rusia, se puede mencionar que el petróleo y el gas constituyen el 50% de los ingresos por exportaciones de la economía rusa. Le siguen en orden de magnitud: recursos minerales (aluminio, niquel, metales ferrosos), cereales y algunos productos manufacturados. Por otra parte, si se analiza el patrón de importaciones del año 1996, se verifica que el 26% de las importaciones totales corresponden a maquinarias, aparatos mecánicos y eléctricos que provienen en su mayoría de EEUU y el 13% son combustibles elaborados provenientes de dicho país y de Venezuela.

Monitoreo del Asia-Pacífico
En el Asia Pacífico, como respuesta a la situación de crisis que enfrenta la región se está produciendo un replanteo cauteloso, que por ahora es más de mecanismos de administración económica que de elaboración de nuevas políticas macroeconómicas. Y debe destacarse que nuevas visiones, a la luz de la experiencia y perspectivas orientales, están siendo analizadas por los organismos internacionales en una búsqueda conjunta de soluciones que eviten el descontrol de crisis fulminantes. En el cuadro de la situación asiática se destacan los siguientes hechos:

• La situación en Japón. "Japón no está en medio de una espiral deflacionaria sino al borde de la espiral"; con estas palabras Taichi Sakaiya Ministro de la Agencia de Planeamiento Económico (APE) reconoció a principios de septiembre la necesidad de su país de tomar medidas más drásticas para enfrentar la crisis. El Banco de Japón redujo la tasa de interés al 0,25% como medio de reactivar la economía. La disminución de la demanda interna, a pesar de las medidas de estímulo al consumo tomadas hasta ahora, con un índice de precios mayoristas que cayó el 2,1% en los últimos doce meses, está siendo compensada parcialmente por el aumento de las exportaciones, beneficiadas por la caída del valor del yen. Aunque en general se coincide en que en esas condiciones el yen debería caer hasta el rango de 150/160 Y/USD ese movimiento podría estar demorado por la simultánea debilidad de la moneda de los Estados Unidos.

Los datos del PBI de Japón del segundo semestre muestran una declinación del 0,8% con respecto
a los del primer trimestre mientras la tasa de ahorro interno continúa creciendo, ya que los consumidores gastan cada vez porciones menores de sus ingresos.

El debilitamiento - momentáneo - de las presiones sobre el yen japonés alejan también momentáneamente las presiones sobre el renminbi yuan. La economía china mantiene pese a todo un nivel de actividad excepcional en términos de la región y globales: una tasa de crecimiento de entre el 6 y el 7% para todo el año. Las inversiones en agosto muestran un crecimiento del 26,9% con relación a agosto de 1997, llevando el crecimiento anual de las inversiones en activos fijos
al 17,4% - y superando el objetivo oficial para 1998 que proyecta su crecimiento al 15%-.

En lo que va del año el gobierno chino ha decidido profundizar medidas anticíclicas "keynesianas". En la segunda semana de septiembre se anunció que el gasto en inversión pública, originalmente previsto en US$ 750 mil millones para los próximos tres años pasaría a ser de US$ 1.200 mil millones. En términos anuales esto equivale a un gasto de 40% del PBI total de la economía (aunque sería menor del 20% si se mide el PBI según la paridad de poder adquisitivo -PPA-) .
Ante la disminución en el ritmo de ingresos de flujos financieros externos el peso de los recursos para financiar un programa de esa magnitud debería recaer sobre el ahorro interno. La situación ha llevado a que junto con las instrucciones al sistema bancario -oficial- para facilitar el acceso al crédito a las empresas estatales, se estaría definiendo una moderación en el proceso de reformas en el sector estatal. La prioridad es claramente el sostenimiento del nivel de actividad y el control de la creciente desocupación.

La continuación de la incertidumbre en la situación económica del Asia Pacífico se refleja en las fuertes variaciones en las estimaciones de la evolucion de sus economías, tanto entre fuentes oficiales y privadas como en las sucesivas estimaciones de una misma fuente. El gobierno de las Filipinas, por ejemplo, estima que en 1999 el PBI crecerá el 3,4%, mientras analistas privados estiman una caída del 1,7%. Las cifras del segundo semestre de Japón en cuanto a evolución de su PBI e inversiones privadas (en este último caso una caída del 9,4% con respecto igual período de 1997) sorprendieron aún a los más pesimistas. Las tendencias en general han sido revisadas a la baja con algunas excepciones como ser el mencionado caso de las inversiones en China.

El aspecto positivo que se vislumbra en las economías asiáticas es que frente a la caída de los precios en dólares de las exportaciones los países de la región han reaccionado con considerables aumentos de los volúmenes de sus ventas al exterior. Al producirse una disminución de la demanda interna por la desaceleración de las economías y las devaluaciones, al mismo tiempo se han reducido los déficits comerciales y de cuenta corriente.

Box 3. Evolución de las reservas internacionales más allá de la crisis mundial
Las reservas internacionales de cada país son conformadas por distintos activos internacionales como bonos y divisas, que se acumulan según el resultado de los intercambios comerciales, préstamos internacionales, inversiones directas y otros movimientos de divisas. Junto con los otros componentes del activo de un banco central alimentan la creación primaria de dinero y por lo tanto es uno de los determinantes del grado de liquidez de una economía. Cuando el régimen cambiario es de paridad fija o de flotación entre bandas, la suficiencia de reservas mejora la credibilidad y estabilidad del tipo de cambio ya que constituye el respaldo ante las operaciones de cambio de la moneda interna. En momentos de pánico y corridas cambiarias como los que actualmente se están viviendo, la evolución de las reservas de un país es una variable crucial para juzgar la vulnerabilidad de una economía ante corridas cambiaras o ataques especulativos a su moneda. Especialmente a partir del inicio de la crisis a mediados de 1997 con la devaluación del baht tailandés, el agravamiento regional a partir de la devaluación en Corea a fines de 1997, y el recrudecimiento en agosto debido a la devaluación del rublo, la información semanal o incluso diaria sobre el stock y evolución de las reservas es un dato muy preciado. En este apartado observamos la evolución de carácter más estructural de las reservas internacionales siguiendo una muestra internacional entre los años 1992 y 1998, que abarca las principales economías mundiales y las emergentes más destacadas. El primer resultado al que se arriba es que las reservas han registrado una tendencia creciente tanto en los países avanzados como en los emergentes. Para la muestra que abarca 44 naciones que representan más del 90% del producto mundial, las reservas internacionales crecieron 79.7%, tasa superior al 10% anual entre 1992 y 1998. Sin embargo, para el conjunto de 25 países emergentes de la muestra, las reservas internacionales más que se duplicaron, creciendo 1.6 veces (17% anual), mientras que las correspondientes a las naciones desarrolladas crecieron casi un 40% (5.4% anual). El fuerte crecimiento de las reservas es una muestra del intento de las economías por mejorar la solidez de sus monedas, a la vez que reflejan la creciente globalización financiera de la economía, y el rápido aumento de los flujos de comercio e inversiones extranjeras dirigidas a las economías emergentes. El fenomenal aumento de las reservas en los países emergentes representa las dos caras de la moneda de la creciente movilidad internacional del capital. Por un lado, gracias a las crecientes inversiones externas, financieras y directas, préstamos y otros factores, aumenta la disponibilidad interna de dinero, pero por otro aumenta la exposición de la economía a las fluctuaciones bruscas de los capitales internacionales. Durante 1998, con posterioridad a los severos ataques cambiarios que sufrieron la mayoría de las economías asiáticas y algunas economías latinoamericanas como Brasil durante 1997, las reservas del conjunto de países emergentes continuaron aumentando aunque a un ritmo del 9.5% anual, la mitad del alcanzado en el período 92-98. En cambio en las naciones avanzadas han disminuido aproximadamente un 3%, especialmente justificadas por el caso de Japón, que registra el mayor drenaje de reservas de la muestra (14.000 millones de dólares). Entre los países latinoamericanos se destaca la disminución de las reservas en Chile y Venezuela, afectados por la importante vinculación comercial del primero con la región asia-pacífico y el segundo por la caída internacional en los precios del petróleo. A esto debe añadirse la pérdida de reservas en Brasil durante las últimas semanas que alcanzaron valores cercanos a 20.000 millones de dólares y en la actualidad se encuentran en torno a los 51.000 millones.


Notas
1 Una idea aproximada sobre las expectativas inflacionarias del mercado puede obtenerse a través de los TIPS, Treasury Indexed Price Securities (Bonos Indexados). A principios de 1997, cuando se realizó la primera licitación de TIPS a 10 años de plazo, la tasa de interés real era de 3.8%. A fines de agosto, se había reducido a sólo 1.43%, denotando un considerable retroceso de la tasa de inflación esperada por los agentes económicos.
2 Sin embargo este "flight to quality" bien podría estar inducido por los propios inversores estadounidenses y no extranjeros, ante la baja del mercado bursátil dado que es coincidente con el retroceso del dólar frente al marco alemán (los Bunds mostraron una fuerte baja de sus rendimientos a punto tal que el Bono a 10 años registró el rendimiento mínimo de la posguerra en 4.2%) y del yen.
3 El "timing" adecuado para la reducción de tasas no es una cuestión menor. La crisis del 30 se originó en parte ante la falta de visión de los bancos centrales para practicarla. En 1987, luego del "Black Monday" el FED redujo las tasas en un contexto de elevado crecimiento lo que originó las duras políticas monetarias de comienzos de los 90 para frenar la inflación. Asimismo cabría preguntarse, ¿se traduciría una reducción de tasas en un incremento del crédito dada la naturaleza tradicionalmente conservadora de los bancos acentuada por una coyuntura como la actual?.
4 Un relevamiento efectuado por la Reserva Federal en 1995 indicaba que el 41% de las familias estadounidenses eran propietarias de acciones en forma directa o indirecta (a través de fondos) en tanto que las tenencias accionarias representaban el 40% del total de los activos financieros.
Se supone que los porcentajes han aumentado considerablemente en los últimos años.
5 El europeo medio asigna en su cartera una proporción mucho menor de acciones que el estadounidense por lo que el efecto riqueza es de una magnitud relativa en el Viejo Continente.
6 Por un lado se encuentra el stock de deuda fácilmente cuantificable pero por otro deben contabilizarse las operaciones cambiarias pactadas a futuro con bancos rusos y otros tipos de préstamos.
7 A comienzos de septiembre se detectó una mayor amplitud entre las tasas de los denominados países periféricos de la UME (España, Irlanda, Italia y Portugal) y las alemanas. Ello podría estar denotando dos hechos: en primer término reflejando el "flight to quality" hacia los bonos alemanes, y/o en segundo lugar, porque los mercados infieren que la convergencia no tendrá lugar hacia fin de año. El fuerte crecimiento que registran estos países de por sí hace innecesario todo estímulo monetario.
8 Hasta el presente las autoridades del BCE parecen estar más preocupadas por un escenario de inflación que de recesión. De hecho, si los datos de julio en materia de inflación hubieran sido adoptados como criterio para ingresar a la UME, cuatro países (Portugal, España, Italia e Irlanda) no hubieran podido, al registrar variaciones de precios anuales por encima del criterio de 1.5%.



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