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Síntesis de la Economía Real.
Síntesis Internacional -
Junio 1998

Tras la reunión de mayo de la Reserva Federal, la tasa de Fed Funds siguió inalterada en 5.5%, dando por tierra nuevamente con los pronósticos que vaticinaban una suba. Los fundamentos para tal determinación, en opinión de los analistas, eran claros: el crecimiento del PBI correspondiente al primer trimestre del año fue corregido del 4.3% al 4.8%, en abril la tasa de desempleo habría registrado un nuevo mínimo para ubicarse en 4.3% (el nivel más bajo de los últimos 28 años), los ingresos de los trabajadores del sector no agropecuario mostraron en abril un crecimiento anual del 4.4%, el Indice de Confianza de los Consumidores se encuentra próximo al máximo de los últimos 30 años y el gasto se mantiene robusto. Como si ello fuera poco, la productividad creció en el primer trimestre del año sólo 0.2% en tanto que los costos unitarios lo hicieron en 2.2%.

Ante estas evidencias es conveniente preguntarse que motivó la determinación del FOMC (Federal Open Market Committee). En primer lugar, la corrección del crecimiento del primer trimestre se habría originado en un clima particularmente benigno. En segundo término, algunos indicadores apuntan hacia una posible desaceleración de la economía: el Departamento de Comercio informó que el inicio de construcción de nuevas viviendas cayó en abril por segundo mes consecutivo 2.3% y los beneficios de las corporaciones luego de impuestos mostraron en el primer trimestre un descenso, luego de haber caído también en los últimos 3 meses de 1997, 2.2%. Adicionalmente, el fuerte crecimiento del PBI en los últimos dos trimestres se explicaría por la fuerte acumulación de inventarios. Para algunos, ello daría lugar a una apreciable desaceleración del crecimiento en lo que resta del año.

A estas evidencias habría que agregar otros factores que apuntalarían esta corrección. Se espera que los balances de las empresas de mediados de año contribuyan a descomprimir la situación en el mercado de activos. Desde el punto de vista académico esto ha originado una interesante discusión: debe o no ser considerado el crecimiento del mercado accionario como un objetivo explícito de política monetaria?. Para los sostenedores de esta teoría sólo basta mirar lo que ocurrió en Japón a fines de los ochenta: consumidores eufóricos y empresas con excesiva confianza provocaron un fuerte crecimiento del endeudamiento privado. Cuando la burbuja del mercado inmobiliario explotó se encontraron sin poder honrar las obligaciones contraídas. Sin embargo, puntualizan los críticos de esta teoría, no es el caso de los EE.UU.. Si bien el nivel de deuda en este caso es elevado, llegando por encima del 20% del ingreso, gran parte de este nivel se explica por la utilización del financiamiento de tarjetas de crédito por lo que no puede interpretarse como deuda pura. Desde esta posición, se estima que si el mercado accionario perdiese entre un 10% y 15%, el impacto sobre el nivel de endeudamiento sería mínimo (2).

Otro aspecto que convalidaría la actitud de la Reserva Federal es que todavía la economía estadounidense no fue alcanzada por la crisis asiática. Sólo algunos síntomas estarían comenzando a percibirse: el déficit comercial llegó en marzo a US$ 13.000 millones, totalizando para el trimestre US$ 36.800 millones, equivalente a un aumento del 26% en relación a igual período de 1997. Las exportaciones a la cuenca del Pacífico mostraron una caída del 15% en tanto que las importaciones aumentaron un 11%. A pesar de lo expresado, en la medida que la crisis asiática tarde en hacerse sentir y que los beneficios declarados en los balances de mitad de año sean mayores que los esperados, la Reserva Federal puede verse obligada a actuar.
En tal caso, la suba de tasas será inevitable (3).

Una rápida revisión de los indicadores permiten afirmar que el tren europeo definitivamente se encuentra en marcha. Pero en este caso, el problema no sería uno de dirección: el problema es la velocidad. En Alemania el PBI mostró un crecimiento del 2.4% anual en el último trimestre de 1997. En el primero de éste año la variación fue del 3.8%. En la ex Alemania Oriental la perfomance para el primer trimestre fue más destacada, 4%. Dada esta evolución se espera un descenso en la tasa de desempleo. La fuerza impulsora de este comportamiento es la exportación. En el primer trimestre del año creció un 13.4% en relación a igual período del año anterior.

En Francia, el crecimiento del primer trimestre fue del 0.6% en relación al período anterior donde llegó a 0.8%. En éste último período la recuperación se basó en las exportaciones. Con la crisis asiática ya profundizada, en el primer trimestre de éste año, la demanda doméstica fue la fuerza impulsora, con un aumento del 1.2%. De acuerdo con estadísticas oficiales, las exportaciones de productos industriales disminuyeron su crecimiento a sólo 0.8% en el primer trimestre del 98, frente a un aumento del 3.3% en el último de 1997. Si de productos manufacturados se trata, la tasa de aumento disminuyó a sólo 0.8% en los tres primeros meses del año frente a 4% en los últimos tres meses del 97. Según fuentes oficiales, este sería todo el impacto negativo que Francia recibiría como consecuencia de la crisis asiática. Sin embargo, el resto de los países de la Unión Europea se encuentra creciendo a un ritmo mayor que el de las economías centrales. En Holanda, durante el primer trimestre de éste año el crecimiento del PBI fue de 4.2%, el mayor de los últimos siete años. El consumo privado mostró un aumento de volumen del 2.9% en el mismo período. Las compras de bienes durables crecieron un 3.8% mientras que el número de desempleados se encuentra en su nivel mínimo desde 1981. Irlanda creció en 1997 un 8.3%. En Finlandia, la tasa de crecimiento del PBI se aproxima al 6% anual.

Tanto en España (4) como en Portugal se ubica en el entorno del 4% (5). La posibilidad de recalentamiento se ve incrementada por otro factor. Ahora que desapareció el riesgo devaluatorio, el "hot money" se encuentra ingresando a un ritmo bastante acelerado. Sólo los fondos mutuales italianos totalizaron US$ 25.200 millones en abril (6). La cuestión a resolver es como con la entrada en vigencia del Banco Central Europeo y las tasas de interés convergiendo a los niveles alemanes, apenas por debajo del 4%, será posible para estos países evitar el recalentamiento de la economía. Por lo pronto, esta tarea quedaría reservada para la política fiscal. Si bien en el corto plazo queda algún margen de maniobra a través del incremento de las alícuotas impositivas y recorte de algunos gastos, las presiones subyacentes por el lado de los gastos previsionales y en seguridad social, restringe marcadamente el menú de opciones en el mediano plazo.


Sorpresivamente, el Banco de Inglaterra decidió aumentar sus tasas de interés por primera vez en siete meses. Fundamentó su decisión en dos motivos: las recientes negociaciones salariales que pondrían en peligro el logro de su objetivo inflacionario del 2.5% para el año y el retroceso de la libra esterlina en las últimas semanas. El incremento fue de 25 puntos básicos de 7% a 7.25%. La decisión despertó las protestas del sector manufacturero que se encuentra apremiado por el aumento de la libra lo que generó la pérdida de mercados de exportación. En los últimos días de mayo la economía rusa enfrentó una seria crisis. Sus orígenes deben buscarse en la extrema sensibilidad de los mercados luego de los acontecimientos del Sudeste Asiático y en la fuerte baja de los precios de los principales productos de exportación, el petróleo y el gas.

Adicionalmente, deben considerarse: un muy elevado nivel de endeudamiento (deuda externa en US$ 140.000 millones e interna U$S 60.000 millones); un bajo nivel de reservas (US$ 14.500 millones de los cuales US$ 5.000 millones en oro); serias dificultades para recaudar impuestos y para controlar el gasto público (en 1997 el resultado primario fue negativo en -1.7% del PBI, llegando el déficit total a 6.1%) (7). Como consecuencia de la crisis el mercado accionario se desplomó y el riesgo país se incrementó fuertemente. La reacción de las autoridades no se hizo esperar. El Banco Central debió salir en defensa del rublo e incrementó a 150% la tasa de interés (8). Dado que estas medidas por sí solas no hubieran sido suficientes para restaurar la confianza, el gobierno debió actuar en el frente fiscal.

En este sentido, recortó gastos por cerca de US$ 10.000 millones a la par que anunció medidas para incrementar los ingresos fiscales: realizará un seguimiento muy detallado de los 1.000 principales contribuyentes, acelerará la elaboración de la ley de quiebras, reducirá las exenciones al gravamen sobre los combustibles, permitirá el acceso a los oleoductos sólo a aquellas empresas que se encuentren al día con sus impuestos y pondrá en venta la participación estatal en las 10 mayores empresas (9). Aún cuando con posterioridad a estos anuncios la calma pareció retornar a los mercados, en los cuales Rusia efectuó exitosamente una colocación de eurobonos por US$ 1.250 millones, todavía resta conocerse cuál será la actitud del FMI, que muchos inversores miran con ansiedad (10).

En Japón, el escenario recesivo va cobrando mayor fuerza con el paso del tiempo, máxime cuando la Agencia de Planificación Económica anunció que en el primer trimestre de 1998, el PBI mostró un retroceso del 1.3%. En el mes de abril, los préstamos del sector bancario cayeron un 2.5% frente a igual mes de 1997, en tanto que en marzo habían caído 1.6%; las órdenes para nuevas máquinas y equipos retrocedieron en marzo un 5.2% y si bien las ventas de las grandes tiendas aumentaron en abril frente a un año atrás 7.4%, el dato es escasamente significativo ya que está influido por la fuerte caída de 1997 cuando se elevó el impuesto al consumo. Los precios al consumidor aumentaron en abril 0.4% contra abril 1997, pero si se excluyen los medicamentos, en realidad retroceden 0.1%. Además, las exportaciones que el año pasado impulsaron a la actividad económica, mostraron su primera caída en los últimos tres años, de 1.7% en abril. Las ventas al resto de Asia retrocedieron 18% (11). Sin embargo, la caída de las importaciones en 13.8% (originada en la debilidad de los precios del petróleo que fueron un 38% más bajos) le permitieron seguir obteniendo superávit comercial por casi US$ 9.000 millones. Pero el dato más representativo está dado por la evolución del desempleo. Por tercer mes consecutivo, aumentó en abril ubicándose en el 4.1%, el mayor nivel desde que comenzó a llevarse el registro en 1953, y se espera que, para la primavera boreal, se ubique incluso por encima de la tasa de desempleo de Estados Unidos.

Los sucesivos paquetes fiscales implementados no pudieron hasta el momento sacar a la economía de la senda recesiva y ello encontraría varias explicaciones. En primer lugar, el "timing" de lanzamiento de los paquetes de impulso fiscal fue inadecuado (demasiado tarde y demasiado poco y además el aumento del impuesto al consumo fue inconsistente), la población cuenta con un promedio de edad muy elevado por lo que su propensión a ahorrar es elevada y por último, la situación actual con desempleo en aumento tiende a exacerbar esta tendencia. Este exceso de ahorro debería ser compensado por un mayor gasto del sector público, aún a un costo mayor en términos de inflación (12). Pero no sería el único. El yen podría depreciarse aún más frente al dólar. En este sentido los pronósticos no son precisamente alentadores. A fines de mayo ya se pronosticaba un dólar de yens 180 hacia final de año (13). Como corolario se desprende que el precio a pagar por la recuperación japonesa estaría dado por un aún mayor superávit comercial de éste país.

¿Sería éste el único costo a afrontar?. Desde el punto de vista del resto de las economías del Sudeste Asiático, no. Es que una considerable devaluación japonesa, principal socio comercial, invalidaría las que sufrieron (y en algunos casos continúan sufriendo) muchos de ellas. En Corea el PBI retrocedió 3.8% durante el primer trimestre del año. La inversión industrial cayó 41%, el consumo privado 10% y el desempleo alcanzó al 6.7% en abril, vaticinándose una tasa del 10% también para fines de 1998. Pese a que el gobierno inyectó recientemente wons 41.000 millones en el sistema bancario, la cifra sería insuficiente si se considera que la cartera irrecuperable del sistema ascendería a wons 118.000 millones. Por otra parte, aunque se arribó a un acuerdo con el FMI, los intereses de los distintos sectores podrían dilatar los intentos de reforma. Los "Chaebols" tratan de diluir sus deudas, los bancos sospechan que la quiebra de los grandes conglomerados "evaporaría" su capital arrastrándolos. Los sindicatos se resisten a los despidos. La burocracia gubernamental sostiene que algunos "chaebols" son demasiado grandes para caer, en tanto que la oposición se encuentra jugando un papel escasamente constructivo. Ya el Korean Development Institute, advirtió que de continuar estas divergencias la recesión podría llegar a prolongarse entre 3 y 5 años.

El recambio del ejecutivo en Indonesia contribuyó a descomprimir una situación realmente traumática. A la reanudación del apoyo de las instituciones multilaterales debe sumarse el acuerdo con la banca acreedora en los siguientes términos: los bancos se han comprometido a restaurar sus líneas de financiamiento; la deuda interbancaria de corto plazo será refinanciada en un plazo de hasta 4 años y por último, se creará la Indonesian Debt Restructuring Agency para ayudar a las empresas de manera tal que estas no cancelarán el principal de su deuda por el término de 3 años. Aún así, los indicadores no dejan ocultar el sombrío panorama de corto plazo: el PBI retrocedería un 12.8% en 1998 en tanto que la inflación se ubicaría en 48%.

Tailandia, país donde podría afirmarse que comenzó la crisis, es quizás el más adelantado en el plano de las reformas. El déficit en cuenta corriente que llegó a 8% en 1996 podría convertirse en un superávit del 7% al término de este año. Como consecuencia del leve aumento de las exportaciones (de US$ 55.000 millones en 1996 a US$ 58.000 millones pronosticados para 1998) pero de la drástica caída de las importaciones (de US$ 71.000 millones a US$ 51.000 millones en iguales períodos) los desembolsos de ayuda oficial hasta el presente han sido sólo modestos: US$ 10.200 millones. Sin embargo, se prevé una fuerte caída en la inversión privada, del 32 % del PBI a sólo el 16%, en tanto que el PBI retrocedería entre un 4% y un 5.5% en este año. Además de ello, la situación de las empresas privadas y de buena parte del sistema financiero sigue siendo muy problemática.

Por último, Malasia, donde la relación Crédito Doméstico/PBI llegó a un inédito 170%, el gobierno dispuso la creación de una compañía (Asset Management Company) con fondos privados para adquirir la cartera irregular del sistema bancario. Sólo una pequeña parte de los fondos, US$ 13 millones, provendrán de fuentes oficiales, el resto, entre US$ 1.000 a US$ 2.000 millones surgirán de la emisión de un bono soberano. De todas formas se estima que la tasa de crecimiento del PBI se desacelerará fuertemente: del 7.8% de 1997, se espera entre 2% y 3% para este año. Pero a modo de epílogo, no deberían descartarse nuevas oscilaciones, y de magnitud, si el yen sigue su retroceso. Y ello no sólo desde el punto de vista regional. Las repercusiones de la crisis japonesa pueden llegar a ser considerables por lo que no debería descartarse, a priori, la intervención de los restantes países del G7.

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