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Síntesis
de la Economía Real.
Síntesis Internacional - Enero-Febrero
1998
Estados
Unidos
La economía estadounidense muestra a través de los últimos
indicadores, evidencias contundentes de que 1997 ha sido un
año de expansión sumamente notable. Al respecto, el Departamento
de Comercio informó que la tasa de crecimiento anual del PBI
fue para 1997 superior a la esperada, al ubicarse en 3.8%,
la mayor de la última década (el crecimiento del último trimestre
del año fue del 4.3% frente al período anterior). En diciembre,
el Indice de Confianza de los Consumidores registró también
el valor máximo de los últimos 28 años al ubicarse en 134,5
con un incremento de 6.4 puntos, impulsado por el optimismo
reinante ante las perspectivas del mercado laboral. Algunas
cifras hablan por sí solas. En diciembre, la economía generó
nuevos puestos de trabajo en el sector no agropecuario para
370.000 personas, acumulando en el año 3.2 millones, pese
al incremento marginal de la tasa de desempleo en diciembre
al 4.7% frente al 4.6% de noviembre. Por su parte, los salarios
crecieron 3.3% en el transcurso de 1997, el mayor incremento
anual desde 1993.
Las ventas minoristas, corregidas por estacionalidad, mostraron
un aumento del 0.7% más impulsadas por automotores que por
bienes durables. Considerando estos últimos la suba es de
sólo 0.2%. Aún cuando las órdenes para construcción de bienes
durables registraron en el último mes de 1997 la mayor caída
de los últimos 6 años, 6.1%, la cifra debe ser analizada con
cautela. La declinación fue originada en una caída del 74%
en las órdenes de construcción de aviones y partes que durante
octubre y noviembre habían registrado sendos picos de variación
del 200%.
Si se elimina el extremadamente volátil sector transporte,
las órdenes para bienes durables crecieron 0.4%. Las de maquinaria
industrial 2.1% y las de equipos electrónicos 1.3%.
Si otro hubiera sido el contexto internacional, las expectativas
de un aumento de tasas de interés se verían confirmadas en
el corto plazo. Sin embargo, el mismo Alan Greenspan, Presidente
de la Reserva Federal, pronosticó que debido a la crisis asiática
la economía experimentaría una desaceleración que se haría
sentir con más crudeza en la segunda mitad del año. De todas
maneras calificó esta circunstancia como saludable para evitar
presiones inflacionarias, aún cuando los precios al consumidor
sólo aumentaron 0.1% y los mayoristas retrocedieron 0.2% en
diciembre. Anteriormente, otro funcionario de dicho organismo,
Lawrence Meyer un reconocido "halcón" en materia de política
antinflacionaria, había proyectado un desaceleración de la
tasa de crecimiento ubicada entre 0.5% y 0.75% para 1998.
Estas declaraciones, además de brindar cierta calma a los
mercados responden a lo que varios economistas del sector
privado demandaban.
Es decir, una visión del Fed más equilibrada, con capacidad
de reaccionar tanto ante el surgimiento de presiones inflacionarias
como ante una eventual irrupción de fuerzas deflacionistas
sustentadas en los acontecimientos del sudeste asiático. De
hecho, en la reunión de comienzos de febrero, la Reserva Federal
decidió no modificar la tasa de interés, en la actualidad
en el 5.5% desde marzo de 1997.
Por primera vez en las últimas tres décadas, el presupuesto
estadounidense para el año 1999 (el año fiscal comienza en
octubre de 1998) registraría superávit. La cifra se situaría
en US$ 9500 millones para elevarse en el 2002 a US$ 90.000
millones hasta acumular un total de US$ 218.800 millones en
los próximos 5 años. No obstante, el Presidente Clinton estadounidense
afirmó que dichos superávits serán utilizados en un fondo
de reserva hasta que el sistema de seguridad social sea definitivamente
reestructurado. Simultáneamente, una propuesta del Secretario
del Tesoro, Lawrence Summers, habría sido recibida favorablemente
en el Congreso. Básicamente, consiste en el otorgamiento de
fondos al FMI por US$ 18.000 millones (de los contribuyentes
estadounidenses) destinados al paquete de ayuda financiera
a los países del sudeste asiático.
El funcionario indicó que si bien la economía estadounidense
se encontraba en buena forma para soportar los efectos de
la crisis, los costos potenciales serían muchos mayores si
el FMI no puede restaurar la estabilidad y la crisis se propaga
a otros mercados emergentes.
Europa
Cuando la crisis asiática cobraba fuerzas para dejar de ser
un problema meramente regional, los países europeos salieron
a reclamar tanto a Estados Unidos como a Japón un mayor protagonismo
en el escenario financiero internacional. Y en la medida que
el Sistema Monetario Europeo funcione como sus diseñadores
lo previeron, no cabe duda alguna que la gravitación europea
madurará por sí misma. No obstante, las preocupaciones que
aflijen a las distintas autoridades nacionales son lo suficientemente
importantes como para no disipar esfuerzos. Y paradójicamente,
estos problemas parecen reflejarse con mayor intensidad en
los países denominados "core" que en los periféricos.
En Alemania, los defensores a ultranza del criterio del 3%
a secas de déficit del sector público, para ingresar a la
Unión Monetaria podrían verse desencantados ante la perspectiva
de que la propia Alemania supere dicha relación, aunque sólo
sea marginalmente. Como si ello fuera poco, el gobierno de
Helmut Khol debió dar marcha atrás en su intento de reestructurar
el sistema impositivo. Dado el déficit previsional, consintió
por el momento elevar la alícuota del impuesto al valor agregado
del 15% al 16% a fin de evitar que las cargas fueran incrementadas
a niveles récord. Sin embargo, la situación del mercado laboral
sigue preocupando a punto tal que las autoridades se vieron
obligadas también a dar marcha atrás en su objetivo de reducir
sensiblemente el desempleo para el año 2000. Es que las cifras
de diciembre mostraron un aumento en el número de desempleados
de 20000 personas con lo cual la tasa de desempleo llegó a
un nuevo récord de posguerra: 4.55 millones de desempleados.
Sin embargo, no todo es desfavorable. El Instituto DIW, que
generalmente realiza los pronósticos más conservadores sobre
la marcha de la economía alemana, proyecta para el presente
año un crecimiento del 2.5% frente a un 2.2% estimado para
1997.
El déficit presupuestario registró en Francia un descenso
al ubicarse en los primeros 11 meses de 1997 en FFr 325.300
millones, FFr 4100 millones menos que en igual mes de 1996.
No obstante, la cifra se ubica unos FFr 55.000 millones por
encima de lo pronosticado para todo el año. Aún así, con estas
cifras, la relación déficit/PBI se ubicaría en 3.1% lo que
le permitiría ingresar en primera instancia en la Unión Monetaria
Europea. El Primer Ministro Jospin debió soportar, y resistir,
dado el estado precario de las finanzas públicas con vista
al EMU, una ofensiva de sindicatos y desempleados para aumentar
los beneficios a estos últimos. En cierta forma, estos reclamos
estarían poniendo de manifiesto una actitud sumamente rígida
de los gremios en la verdadera cuestión de fondo: la reducción
de la semana laboral a 35 horas para el año 2000 cuyo tratamiento
comenzó a fines de enero en el Parlamento.
De todas formas, el desempleo sigue ocupando el lugar prioritario
del gobierno. Para contrapesar la hostilidad del sector empleador
a la reducción de la semana laboral, el gobierno había prometido
ayuda financiera de FFr 9.000 por empleado a aquellas empresas
que reduzcan un 10% las horas semanales trabajadas y que incrementen
un 6% su nómina salarial. Una nueva iniciativa eleva la cifra
a FFr 13.000 para aquellas empresas en las que el 60% sea
fuerza laboral no especializada y donde el salario del 70%
de los trabajadores se encuentre cercano al mínimo. Si a ello
se agrega que recientemente el gobierno acordó aumentos de
salarios con los trabajadores estatales, más exactamente del
1.3% para 1998 y 1999 en línea con las estimaciones de inflación,
pero acordando también el pago de una suma fija, se infiere
que los sobresaltos que pasó el gobierno galo en materia de
cuentas fiscales podrían continuar en los años venideros.
En dos países periféricos como España e Italia, la posibilidad
de ingresar en la Unión Monetaria desde el inicio aumentan
a medida que pasan los días. España registró una tasa de inflación
del 2% en 1997, muy por debajo del límite aceptado para el
ingreso al EMU. Italia presenta un panorama mejor que el esperado
a juzgar por la evolución de los mercados financieros que
han llevado a los precios de las acciones y de los bonos a
nuevos máximos en las últimas semanas. Por otra parte, debe
vencer la supuesta resistencia holandesa y alemana a ser un
país ingresante desde el inicio. Con tal fin, las autoridades
itálicas planean emitir en breve los lineamientos presupuestarios
para 1999. Por otra parte, los ministros de Finanzas de la
Unión Europea anunciaron que el déficit italiano esperado
para 1998 se ubicaría probablemente en 2.8% del PBI, apenas
por encima del 2.7% que según algunos habría alcanzado en
1997. Ambos, por debajo del de Alemania y Francia.
El Presidente elegido para el Banco Central Europeo (BCE),
el holandés Win Duisenberg, negó la posibilidad de recortar
su período a cargo de dicha institución para cederlo al candidato
propuesto por Francia, Trichet. Argumenta, y con razón, que
dicha actitud sembraría muchas dudas sobre la autonomía política
del organismo monetario. Más allá de cual sea la decisión
final, el hecho pone de relieve los potenciales problemas
que podrían presentarse en la Unión Monetaria Europea en caso
de que continúen las interferencias.
Asia
Lo ocurrido en las últimas semanas con la crisis del sudeste
asiático pondría de manifiesto, según algunos, que el principio
del fin de la crisis se encuentra muy próximo. Ello se debería
en gran parte a la sumatoria de una serie de factores: el
hecho de que se hubieran involucrado los gobiernos occidentales,
simbolizado por la intervención del presidente estadounidense,
el firme compromiso chino de no devaluar, la promesa de los
sindicatos coreanos que no obstaculizarían el programa de
ajuste en su país y los esfuerzos concertados entre la banca
internacional y los sectores privados de los países deudores
para refinanciar la deuda que vence en el corto plazo.
Con estos últimos pasos parecerían quedar atrás un conjunto
de elementos que, en su momento, contribuyeron a profundizar
la ya de por sí sumamente débil situación en los países de
la región: los compromisos coreanos finalmente resultaron
ser mucho mayores a los que se habían anunciado inicialmente;
la cartera irregular del sistema bancario japonés no se ubicaba
en una cifra próxima a los US$ 300.000 millones sino que casi
era del doble, US$ 583.000 millones; la resistencia, originada
en razones políticas, de encarar profundas reformas estructurales
en la economía de Indonesia y, por último, la agresiva posición
de Malasia al responsabilizar a los inversores extranjeros
por la crisis externa. Sumado a ello la posibilidad latente
de una devaluación del yuan chino y el consiguiente arrastre
del dólar de Hong Kong.
A priori, se podrían inferir dos impactos para el muy corto
plazo resultantes de la crisis. Algunos analistas dudan sobre
la posibilidad de que las exportaciones del sudeste asiático
"inunden" los mercados extranjeros pese a las devaluaciones
practicadas. Sencillamente, las empresas exportadoras no consiguen
financiamiento de sus exportaciones y por otra parte, numerosos
productos que se comercializan al exterior incorporan partes
de última tecnología de elevado valor y difíciles de importar.
Hasta ahora, el incremento de las ventas al exterior es sólo
marginal.
En segundo término, la presión bajista sobre el ya deprimido
precio del petróleo puede no ser menor. Es que todos los países
productores de la zona del Golfo son fuertes exportadores
al sudeste asiático. De hecho, Japón involucra a más del 50%
de las exportaciones. Para los analistas, es muy distinto
un contexto donde los precios son bajos porque se supera la
cuota previamente asignada por la Opep, que uno donde la demanda
se retrae por caída en el nivel de actividad exterior.
Brasil
Existe cierto consenso acerca de que la actual crisis ha afectado
de manera diferenciada (y seguirá haciéndolo) a los países
latinoamericanos. Por un lado, se encuentran aquellos países
más sensibles a las repercusiones sobre los flujos comerciales,
como es el caso de Venezuela y Chile, cuyas exportaciones
podrán quedar afectadas por la caída de los precios de sus
exportaciones. Otro conjunto de países lo constituyen aquellos
cuyas perspectivas dependen más de lo que acontecerá con los
flujos de capitales. Para éstos, importan las condiciones
financieras locales. Estas economías, como secuela de la crisis
mexicana de 1994-95 y como resultado de procesos autónomos
de reestructuración financiera, presentan un sistema financiero
más robusto, provisto de entidades más sanas y de regulaciones
prudenciales aptas para evitar una expansión excesiva del
sector, de modo de evitar que constituya un factor de desestabilización
como se observara en varios países del Sudeste asiático. Y,
bajo la hipótesis de que la crisis se encuentre contenida,
varios analistas sostienen que América Latina, en conjunto,
podría beneficiarse de la búsqueda por parte de los inversores
internacionales de plazas financieras de mejor calidad respecto
de los países del Sudeste asiático. Ese lugar sería ocupado
por Argentina, Brasil y México.
Pasado lo que se consideró el peor momento de la crisis financiera
internacional, en octubre, y tras nuevas turbulencias en el
mes de enero, desde la segunda quincena de enero varios indicadores
mostraron la recuperación de la confianza respecto de las
economías brasileña y argentina. Hacia fines de enero se habían
recuperado las cotizaciones de los títulos de deuda externa
y bajó el riesgo país. A fines de enero, Argentina hizo una
colocación exitosa de un título internacional por 400 millones
de Euros a 395 puntos básicos de spread y Brasil hizo lo mismo
en los primeros días de febrero, más de 540 millones de dólares
(500 millones de Euros) y pagó 390 puntos básicos de spread.
En Brasil, en diciembre y enero se interrumpió el flujo de
egresos netos de capitales registrado durante los dos meses
previos. En enero se interrumpió la perdida de reservas observada
los dos meses anteriores. Las cotizaciones del dólar a futuro
se encaminaron a la baja desde mediados de ese mes. Y, tal
como aconteció en la Argentina, a pesar del contexto internacional
desfavorable, continuaron los anuncios de inversiones privadas,
entre ellos algunos muy importantes por parte de firmas extranjeras.
Ello, sin contar la intención de muchas de ellas de participar
de las privatizaciones anunciadas por el gobierno las cuales,
dentro de las gestionadas en el Programa Nacional de Desestatizacao
(PND), serán de alrededor de 30 mil millones de dólares en
1998. Las cuentas fiscales tendieron a mejorar durante buena
parte de 1997. En los últimos meses, sin embargo, se observó
un deterioro que puede considerarse transitorio al progresar
la reforma admnistrativa y previsional y retomar el curso
de la política de tasas de interés seguido hasta octubre del
año pasado.
La mejora del resultado primario y operacional respecto de
lo observado en 1996 fue inferior a lo esperado. Sólo recientemente,
el gobierno ha podido dar impulso a las reformas administrativa
y previsional cuyo trámite parlamentario está aun incompleto
pero que, se descuenta, prosperará en ambos casos. Otro aspecto
del deterioro de las cuentas fiscales lo constituye el crecimiento
de la deuda pública interna de corto plazo. La deuda mobiliaria
federal saltó en los últimos dos meses del año de una proporción
del PBI cercana a 20% a más del 28%. Una parte de ese incremento
debe ser atribuido al mismo proceso de reforma fiscal (básicamente,
deuda de los estados absorbida por la Unión en el marco de
los programas de reestructuración de los pasivos de estos
últimos mantenidos con el gobierno federal). Otra, es el resultado
inevitable de la política monetaria vigente. Como se sabe,
a fines de octubre el Banco Central de Brasil elevó fuertemente
las tasas de interés. Así, la acumulación de un mayor volumen
de deuda y tasas de interés más elevadas contribuyeron al
deterioro del déficit operacional. En noviembre, el acumulado
de los últimos doce meses equivalía a 3.1% del PBI.
En el mes de enero, las autoridades monetarias brasileñas
practicaron ejercicios de sintonía fina a tono con las posibilidades
ofrecidas por el contexto internacional. En primer lugar,
se decidió alterar los límites superior e inferior de la banda
cambiaria, hecho que no implicó innovación alguna en la política
cambiaria practicada desde marzo de 1995. Se mantuvo el régimen
de ajustes permanentes sin regla de intervención explícita
que se orienta a obtener ganancias graduales del tipo de cambio
real. La recepción que estas medidas han tenido en el mercado
financiero brasileño ha sido positiva. Ello se manifiesta
en las cotizaciones de los mercados de futuro que reflejan
las expectativas de los agentes económicos. Así, la tasa de
devaluación esperada implícita en el mercado de dólar a futuro
se redujo sensiblemente en todos los plazos, encontrándose
en la actualidad en los niveles de la última semana de octubre,
período a partir del cual la crisis se manifestó con mayor
crudeza. Respecto de los contratos sobre tasa de interés futura
(DI) a 3 meses, el descenso es también pronunciado, pero aun
se ubica por encima de los niveles pre-crisis.
Días más tarde, se decidió la reducción de las tasas fijadas
por el Banco Central. En el caso de la TBC, el recorte fue
superior a lo esperado por los operadores financieros y la
reacción de éstos fue favorable. El Banco Central preservó
los altos niveles de tasas de interés. En la última reunión
del Comité de Política Monetaria, las tasas reguladas por
la entidad, la Tasa del Banco Central (TBC) y la Tasa Básica
de Asistencia (Tban) se fijaron en, respectivamente. El nivel
anterior era de 38 y 43%, respectivamente. Estas tasas regirán
hasta la próxima reunión del Comité, el próximo 4 de marzo.
El mercado, poco antes, había anticipado que la reducción
de la tasa de interés sería pequeña. En consecuencia, la reducción
fue mayor a lo esperado. Ocurre que el margen para reducciones
más importantes se encuentra limitado por la continuidad de
los desordenes financieros internacionales y la necesidad
de mantener la atracción de los títulos locales para los inversores
internacionales.
Recuérdese que en enero persistieron desórdenes financieros
en el Sudeste asiático y que Brasil registró varios días de
saldo negativo en el balance cambiario consolidado. La reducción
de las tasas de interés obedeció, predominantemente, a la
necesidad del gobierno de indicar su voluntad de continuar
con la reducción del costo del crédito mediante las sucesivas
reducciones que siguieron al alza abrupta decidida a fines
de noviembre. Así, se espera que alivie las presiones contractivas
sobre la actividad económica y el peso de la cuenta de intereses
servidos por la deuda pública. La cautela con la que el Banco
Central redujo la tasa de interés también estuvo influida
por una evolución indeseable de las cuentas fiscales. También
influyó que, aunque positivo, el ingreso de capitales de los
últimos dos meses no fue suficiente como para recuperar la
pérdida de reservas acumulada desde octubre.
Como se sabe, el gobierno enfrenta vencimientos voluminosos
de deuda interna en el corto plazo. Ello es motivo de preocupación.
Sin embargo, el mercado financiero local ha estado operando
con relativa tranquilidad. El Banco Central ha podido colocar
recientemente títulos - Letras del Tesoro Nacional y Notas
del Tesoro Nacional indexadas al tipo de cambio- con buena
aceptación por parte de los tomadores. El hecho que las autoridades
estén promoviendo la colocación de títulos indexados al dólar
(cerca del 15% de la deuda de corto plazo la constituyen títulos
de ese tipo) debe ser tomado como un indicador de la voluntad
del gobierno de sostener el actual régimen cambiario. En los
primeros días de febrero el Tesoro Nacional colocó Letras
a 98 y 180 días a tasas de 3.6 y 3.64 a.m., respectivamente,
superiores a las tasas que el mercado over de futuro estimaba
en ese momento. Los bancos han sido receptivos, dado que,
bajo el régimen de elevadas tasas de interés, hay menor interés
por la asunción de préstamos por parte del sector privado
no bancario y, en consecuencia, la liquidez disponible se
vuelca a los títulos públicos.
La expectativa es que el PBI caiga en el primer trimestre
de este año cerca de 2% respecto del último trimestre de 1997
y una ligera recuperación en el segundo trimestre. Por su
parte, la actividad industrial caerá en los dos primeros trimestres
del año para acumular una caída de más del 2.5% respecto del
mismo período del año anterior. Mientras la expectativa oficial
es de un crecimiento del PBI de 2% para todo el año, el sector
privado anticipa un crecimiento en el rango entre 1 y 2%.
La caída de la actividad económica observada en los últimos
meses fue otro efecto previsto de las medidas dispuestas para
enfrentar la crisis financiera internacional. En noviembre
y diciembre cayó la actividad industrial y aumentó el desempleo.
También aumentó la morosidad de los créditos concedidos por
el comercio a los consumidores. Aun no hay señales de problemas
en la cadena de pagos que comprometa al sistema financiero.
Por el momento, éste parece estar en buenas condiciones. El
menor nivel de actividad disminuirá la vulnerabilidad externa
si ésta se mide por la evolución del déficit en cuenta corriente
como porcentaje del PBI. El déficit comercial, que fuera próximo
a los 8400 millones de dólares en 1997, menor a lo esperado
inicialmente, se reducirá. Así, la cuenta corriente, luego
de haberse alcanzado un déficit de 4.2% del PBI en 1997, se
espera una reducción hasta 3.8%. Dado el volumen de IED esperado,
se cree que las necesidades de financiamiento externo serán
sólo de 1.5% del PBI.
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