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Síntesis
de la Economía Real.
Síntesis Internacional - Diciembre
1997
Estados
Unidos
El año concluirá, seguramente, sin que la Reserva Federal
modifique la tasa de los Fondos Federales, en la actualidad
de 5.5%. Esta actitud estaría justificada por la evolución
de la economía estadounidense así como por el inquietante
contexto internacional. La crisis del sudeste asiático extendió
su ámbito geográfico para convertirse en una crisis asiática.
Aunque hay excepciones, nadie puede garantizar la inmunidad
las economías no afectadas aún. Los indicadores de la economía
norteamericana siguen sin manifestar presiones inflacionarias,
pese
a que en noviembre la tasa de desempleo volvió a sorprender
al ubicarse en 4.6%, el nivel mínimo de los últimos 24 años.
En el tercer trimestre, la productividad creció a una tasa
del 4.5% a.a., el mayor crecimiento registrado en los últimos
cinco años. Los costos de la mano de obra cayeron 0.3% en
igual período, la primera baja desde el segundo trimestre
de 1994. Ello se refleja en índices de inflación más que favorables:
hasta octubre, los precios al consumidor registraron sólo
un aumento de 1.6% en tanto que los precios al productor retrocedieron
0.9%. La producción industrial creció en octubre un 0.5%,
variación similar a la del mes anterior, en tanto que la utilización
de la capacidad instalada alcanzó en el mismo mes 84.3%, su
mayor nivel desde marzo de 1995. Los pronósticos para el año
entrante son alentadores. El Departamento de Comercio proyecta
que más del 80% del sector manufacturero y todos los sectores
de grandes servicios crecerán. Si bien el informe fue elaborado
con anterioridad a la irrupción de la crisis asiática, se
estima innecesaria una corrección dado que el menor comercio
con dicha región se vería suficientemente compensado con mayores
exportaciones a los países de Europa. A lo sumo, se estima
que el crecimiento podría verse afectado en un cuarto de punto
porcentual. Por su parte, la OCDE pronosticó una tasa de crecimiento
del 2.75% para 1998 sin modificaciones sustanciales en materia
de inflación.
Cabe preguntarse si el "nuevo paradigma", o modo de funcionamiento
de la economía -sustentado en la desregulación de los mercados
pero fundamentalmente en un espectacular crecimiento de la
productividad- es lo que permite explicar este ciclo expansivo
prolongado de la economía estadounidense sin el surgimiento
de presiones inflacionarias. Para algunos no y argumentan
que la actual situación por la que atraviesa la economía se
debe a una conjunción de factores: el citado aumento de la
productividad, un dólar fuerte que abarató la disponibilidad
de productos extranjeros, menores costos laborales por el
lado del seguro social, la flexibilidad del mercado laboral
y la falta de sincronía de los ciclos económicos entre los
países desarrollados que posibilitó el mantenimiento de bajos
precios para las materias primas.
Europa
Aisladas por el momento de la crisis internacional, las economías
europeas aceleran las medidas tendientes a lograr el ingreso
a la Unión Monetaria en tiempo y forma. Lo cual no significa
que las dudas y las pujas internas hayan desaparecido. Al
respecto, el Consejo de Asesores Económicos del gobierno alemán
señaló que, difícilmente, Alemania pueda cumplir con la meta
del 3% de déficit fiscal como proporción del PBI de acuerdo
a lo establecido en Maastricht. Se cree que éste será de 3.1%
en 1997 y de 2.8% recién en 1998. Su pronóstico tampoco fue
alentador respecto del desempleo: pese a un crecimiento del
3% del PBI en 1998, éste aumentaría a 11.6%, luego de llegar
a 11.4% en 1997 con aumento del PBI del 2.5%. Es por ello
que el Primer Ministro alemán, Helmut Kohl, estaría presionando
para apresurar reformas en los regímenes impositivo y previsional.
El funcionario sostiene que, dada la gravedad de la situación,
no deberían postergarse las modificaciones hasta después de
las elecciones previstas para septiembre del año próximo.
En Italia, pese a la acelerada convergencia de los indicadores
hacia los criterios de Maastricht, comenzaron a hacerse sentir
algunas voces de dudas. Los críticos advierten que, más que
tratarse de una reforma estructural y sustentable en el largo
plazo, el menor desequilibrio fiscal se registra por simple
"cosmética". Habitualmente, antes de finalizar el año fiscal,
el Parlamento italiano analiza el presupuesto y asigna partidas
a las diferentes agencias estatales. Dichas partidas
se encuentran en poder del Tesoro y son retiradas por las
agencias a medida que ellas lo van requiriendo.
En la actualidad, los fondos retenidos compulsivamente por
el Tesoro italiano ascienden a 140.000 miles de millones de
Liras. Según los analistas, sin decisión política mediante,
las agencias lograrán liberar sólo la décima parte de dichos
fondos y, así, el déficit ascendería a 3.8% del PBI, que excede
el requisito de ingreso a la Unión Monetaria. En Francia,
el gobierno socialista del Primer Ministro Jospin anunció
que el déficit fiscal se ubicará en 3.1% del PBI, unos FFr
270000 millones (US$ 46400 millones) frente a uno proyectado
inicialmente de FFr 285000 millones. La economía registrará
un crecimiento del 2.3%. El menor desequilibrio de las cuentas
públicas se originaría en recortes de gastos por FFr 30000
millones, mejoras en los ingresos tributarios como consecuencia
de la recuperación y menores egresos por los servicios de
la deuda pública. No obstante, y como resabio de un mal manejo
por parte de las administraciones anteriores, el estado francés
debe continuar con la privatización de activos sin hacerlo
en las mejores condiciones. La Unión Europea acaba de aprobar
al gobierno francés un paquete de ayuda por US$ 19200 millones
destinado a aliviar las finanzas del Credit Lyonnais pero
condicionado a que la institución bancaria sea privatizada.
A pesar de ello, si se deseara efectuar una privatización
medianamente exitosa, el banco debería ser recapitalizado
para lo cual serían necesarios fondos adicionales.
Por primera vez en los últimos 40 años, el desempleo fue el
tema central de una reunión de líderes de la Unión Europea
en Luxemburgo. Con 18 millones de desempleados, el punto se
ha convertido en un tema obligado de la agenda de la política
comunitaria dado que la tasa de desempleo no se redujo a pesar
de la fase favorable del ciclo económico. Como era de esperar,
las posiciones distaron de ser uniformes. Básicamente, la
propuesta británica de desregulación del mercado laboral se
vio confrontada con la posición franco-belga del modelo social
europeo. Por su parte, Alemania observó la posición francesa
como un factor que podría comprometer en el futuro el Pacto
de Estabilidad. Mientras que Francia percibe el acuerdo como
el primer paso hacia la coordinación de todos los aspectos
macroeconómicos, incluido el impositivo, tanto Alemania como
Gran Bretaña recalcaron que en materia de políticas de empleo
la responsabilidad recae sobre las autoridades nacionales.
Aún así, se adoptaron las siguientes disposiciones (algunas
de las cuales podrían ser interpretadas como meras expresiones
de deseos antes que como medidas factibles de ser concretadas):
mejorar la flexibilidad del mercado laboral; profundizar los
programas de entrenamiento vocacional; incrementar en los
gastos de investigación y desarrollo tendientes a fomentar
la creación de pequeñas empresas; aumentar la participación
de la población en edad de trabajar
en el empleo (del 60% actual al 70%); revertir la tendencia
actual hacia mayores impuestos
y cargas al trabajo (entre 1980 y 1995 pasaron del 35% al
42%); aumentar el número de desempleados que reciben entrenamiento
del 10% al promedio de los tres países donde dicho número
es más elevado a fin de llevarlo al 25% en los próximos 5
años y apoyar los proyectos intensivos en el uso de mano de
obra en el sector servicios tales como la salud y la educación.
Se estipuló, además, que los menores de 25 años, aquellos
que ingresan al mercado, deberán tener un oportunidad de trabajar
después de los 6 meses de estar sin hacerlo. Para los mayores
de 25 años el plazo alcanza a un año. Para que la anterior
enunciación no quede en la nada la Comisión Europea precisó
que todos los objetivos deberán ser cuantificables. Los respectivos
planes nacionales serán presentados en la próxima cumbre de
Cardiff en junio próximo, en tanto que la primera revisión
se llevará a cabo en Viena seis meses después.
Asia
Como se advierte, el título de esta sección esta vez no hace
referencia al Sudeste Asiático sino a toda la región. Es que
pone en evidencia dos hechos: la fuerza con la que se propagó
la crisis y el denominador común de la economía recientemente
alcanzada, más específicamente Corea del Sur, con aquellas
en las que los problemas recrudecieron a partir de la mitad
de año. En este sentido, los ataques especulativos no constituyen
los fenómenos desencadenantes de las crisis sino que, por
el contrario, representan sólo un síntoma: la fragilidad de
sus sistemas financieros. El caso coreano es aun más delicado
por sus repercusiones internacionales. Se trata de una economía
mucho mayor que las de otros países que la antecedieron durante
este año en episodios de crisis financieras. Si se considera
su PBI, ésta es la décimo primera economía mundial.
En consecuencia, su caída podría tener una fuerte propagación.
Las exportaciones coreanas compiten con las japonesas en numerosos
mercados, por lo que una devaluación pronunciada de su moneda,
el won, podría arrastrar al yen. Asimismo, los bancos europeos
son los mayores prestamistas de Corea por lo que un colapso
de sus carteras podrían afectarlos seriamente, más aún cuando
la próxima entrada del euro promete reducir considerablemente
sus márgenes de ganancias. La evolución reciente de la economía
despertó temores. En la primera semana de noviembre, el mercado
bursátil mostraba un retroceso del 21% en relación a su nivel
de inicio de 1997. El último dato sobre reservas externas
con que se contaba era de octubre, US$ 35000 millones, por
debajo del límite necesario para financiar 3 meses de importaciones
aconsejado por los organismos internacionales. La deuda externa
totalizaba US$ 151000 millones, no muy grave si se lo compara
con exportaciones anuales de US$ 130000 millones, pero sí
si se considera que la deuda de corto plazo ascendía, según
las informaciones oficiales iniciales a US$ 65700 millones.
El sector empresario, que durante años sustentó su crecimiento
en un creciente nivel de endeudamiento, se encuentra afectado
por una fuerte ola de quiebras. Las instituciones bancarias,
que no tenían sus créditos colateralizados, sufrieron una
considerable merma en sus activos. Tardiamente, el gobierno
envió un proyecto al Parlamento para otorgarle al banco central
mayores poderes de supervisión porque la crisis ya estaba
avanzada. El 17 de noviembre el won se desplomó. La renuncia
del Ministro de Finanzas estuvo acompañada por el anuncio
de que las autoridades diseñaban un paquete de medidas destinado
a restaurar la confianza externa. El sistema bancario quedó
sometido a una creciente exposición debido a la ola de bancarrotas.
Como consecuencia de ello comenzó a percibirse un "credit
crunch" (reticencia de los bancos a otorgar créditos) y, simultáneamente,
su costo de financiamiento en el exterior comenzó a elevarse
considerablemente. El nuevo Ministro de Finanzas dió a conocer
el plan de ajuste destinado a facilitar un futuro acuerdo
con el FMI. Básicamente, consistía en ampliar la banda de
fluctuación del won del 2.5% diario al 10%, en la apertura
del mercado de bonos colateralizados a los inversores extranjeros,
en el aliento al fondeo en el exterior de las corporaciones
estatales, al fomento de la colaboración entre el Banco de
Corea, la Reserva Federal y el Banco de Japón (a lo que ambas
instituciones asintieron... previo acuerdo con el FMI), la
creación de una agencia oficial destinada a la compra de la
cartera irregular de las instituciones crediticias, el aliento
a la fusión de entidades financieras y la adquisición por
parte de terceros, la solicitud a las aerolíneas coreanas
para que vendan aviones o que los entreguen en leasing a cambio
de divisas y a evitar que las empresas petroleras adquieran
crudo en el exterior utilizando las reservas externas. La
resistencia de los bancos centrales extranjeros a comprometerse
en una operación de salvataje sin la intervención del organismo
multilateral forzó a Corea a terminar solicitando la ayuda
del FMI. El acuerdo se concretó en la primera semana de diciembre.
Es la mayor operación de salvataje realizada hasta el presente
y totaliza US$ 55000 millones. El FMI aportaría US$ 21000
millones (se desembolsarían en tres años por tramos), US$
10000 millones provendrían del Banco Mundial y US$ 4000 millones
por el Asean Development Bank. A dicho monto debería agregarse,
con carácter de complementarios y como recursos de última
instancia, US$ 20000 millones que serían aportados por los
países del G-7 (excluida Italia e incluida Australia y en
tanto y en cuanto prosiguiera el monitoreo del FMI).
Entre otras, las principales medidas a adoptar serían: eliminación
de los subsidios a los grandes conglomerados industriales
"chaebol", reducción del gasto público, incremento de las
tasas impositivas, liquidación, absorción y fusión de las
entidades financieras en problemas, eliminación de las barreras
que dificultan el ingreso de las importaciones y redefinición
del rol del Banco de Corea. El acuerdo tuvo un punto adicional,
que podría considerarse atípico: dos de los tres candidatos
a la presidencia se comprometieron a través de al firma de
sendos documentos a respetar lo pactado. Sin embargo, la crisis
se vio agravada inesperadamente en la segunda semana de diciembre.
Las autoridades coreanas habrían omitido incluir en la deuda
de corto plazo US$ 51200 millones, correspondientes a las
empresas radicadas en el país pero con casa matriz en el exterior,
es decir, deuda correspondiente a "no residentes". Con una
deuda de corto plazo que ahora totaliza US$ 116900 millones
y con reservas externas en un nivel mínimo, todas las condiciones
del paquete de ayuda tendrán que ser reprogramadas lo que
comportará mayores condicionamientos a la política económica
y una mayor propagación de los efectos negativos hacia las
economías vecinas. Aún cuando para muchos constituye una sorpresa,
el sistema financiero japonés tampoco estuvo a salvo de la
crisis. Más precisamente, de una nueva crisis, aunque esta
vez de carácter sistémico y explicada sólo en parte por lo
que ocurre en otros países vecinos. Aunque la banca japonesa,
individualmente considerada, es la mayor acreedora de Corea,
sus préstamos sólo representan el 35% de la deuda bancaria
de aquel país, contra el 50% que poseen los bancos europeos.
Japón
Distribución
de créditos de la Banca Japonesa en el Sudeste Asiático
(en %)
|
País
|
Porcentaje
|
Tailandia
|
14.2
|
Singapur
|
22.2
|
Corea del Sur
|
9.2
|
China
|
6.7
|
Hong Kong
|
33.0
|
Indonesia
|
8.3
|
Otros
|
6.4
|
Total
|
100.0
|
Fuente: CEP en base a datos del Financial Times.
Para identificar los detonantes de la situación actual quizás
sea necesario retrotraerse al mes de abril cuando el Gobierno
decidió aumentar el impuesto al consumo del 3% al 5% en una
economía que manifestaba una considerable desaceleración de
la actividad económica. Desde entonces, las ventas minoristas
cayeron mes tras mes. En octubre, la venta de automotores
mostró una retracción del 17% respecto de igual período del
año anterior, en tanto que se observaban numerosas quiebras
de empresas del sector de la construcción. Un mecanismo perverso
entró aquí en acción. La banca comercial y de inversión, las
compañías aseguradoras y los "brokers" poseen significativas
carteras de acciones que utilizan como reservas ocultas ("hidden
reserves"). Cuando predomina una tendencia alcista en el mercado,
la mejora patrimonial no puede asentarse como ganancias hasta
que se proceda a la venta de esas carteras.
Cuando, por el contrario, el mercado bursátil retrocede, la
pérdida se asienta directamente. Ello generó un círculo vicioso
debido a que la baja de las acciones incentiva a las instituciones
a reducir sus pérdidas, liquidando sus posiciones. Esto incrementa
las ventas y estimula nuevas bajas. En tal sentido, se estima
que el Long Term Credit Bank of Japan vendió hasta el presente
¥ 400000 millones en acciones (luego de haber vendido cerca
de ¥ 300000 millones en 1996), el Industrial Bank of Japan
¥ 50000 millones y el Nippon Credit Bank cerca de ¥ 700000
millones. El Indice Nikkei registró un máximo en el año de
20681,07 puntos y un mínimo, en los últimos días de 15082,52.
Según los analistas, un Nikkei por debajo de los 16100 puntos
(la cifra es de 15700 puntos para las aseguradoras) daría
lugar a que numerosos bancos liquidaran sus activos para cumplir
con los requerimientos internacionales de adecuación de capital.
Si la calidad de la cartera crediticia es de por sí mala,
la institución cae en la insolvencia. Ejemplo: Yamaichi Securities.
Hacía seis años que se corrían rumores de fuertes pérdidas.
El primer golpe de magnitud fue recibido por Yamaichi en julio
de este año cuando se vio envuelta en prácticas de "sokaiya"
lo que obligó a su Presidente Honorario y a su Presidente
a presentar la renuncia al mes siguiente. En setiembre el
Presidente fue arrestado. A comienzos de noviembre la institución
desmintió la existencia de dificultades. Ese mismo mes, su
acción cayó de ¥ 500, nivel de comienzos de año, a ¥ 100.
El 22 de noviembre, Yamaichi Securities colapsa con pasivos
por ¥ 6000 miles de millones. Un factor que agravó por sí
sólo la crisis fue el descubrimiento de ¥ 264 miles de millones
en pérdidas ocultas mediante la práctica de "tobashi", luego
de que pasaran inadvertidas durante dos recientes inspecciones
realizadas por los organismos de contralor.
Si el caso anterior hubiera sido uno aislado, la conmoción
hubiera sido mucho menor. Pero en realidad el problema es
sistémico. El 12 de diciembre de 1994 quebraron el Tokyo Kyowa
Credit Union y el Anzen Credit Union; en julio de 1995 el
Cosmo Credit Union; en agosto de ese mismo año el Kizu Credit
Union y el Hyogo Bank; el diciembre el Osaka Credit Union;
en marzo de 1996, el Taihieyo Bank; en noviembre el Hanwa
Bank; en abril de este año la Nissan Mutual Life Insurance
seguida en mayo por Ogawa Securities; en octubre el Kyoto
Kyoei Bank; el 3 de noviembre la Sanyo Securities y el 17
el Hokkaido Takushoku Bank. En total 13 instituciones.
En un contexto donde la caída de entidades financieras es
moneda corriente, donde los organismos de supervisión y control
no llevan a cabo su tarea en forma eficiente, donde las agencias
de rating internacionales bajan la calificación de dichas
instituciones y donde paulatinamente el riesgo se traduce
en aumento en el costo de financiación internacional y en
algunos casos en el cierre de las líneas de financiamiento,
no es de extrañar el fuerte derrumbe que sacudió a la Bolsa
de Tokio sustentado en la fuerte baja del sector financiero.
Ya sea por acción, subestimando la verdadera magnitud de la
crisis, o por omisión, absteniéndose de utilizar fondos públicos
para evitarla las autoridades, en principio, no actuaron adecuadamente.
El peligro de una rápida propagación al resto de las instituciones
y la posibilidad de que las instituciones financieras japonesas
liquidaran sus posiciones de activos financieros internacionales,
desatando una crisis global, contribuyeron a revertir esta
situación.
En los primeros días de diciembre, las autoridades pusieron
en práctica las primeras medidas para calmar a los mercados.
Se inyectaron casi US$ 25000 millones destinados a bajar las
tasas interbancarias que habían trepado a niveles sorprendentes.
Por su parte el Bank of Japan, haciendo uso del artículo 20
de su carta orgánica, suministró créditos secretos y colateralizados,
en principio con acciones preferenciales; a las instituciones
más necesitadas. Lo cierto es que más allá de las acciones
coyunturales que adopten, Japón se verá enfrentado casi sin
salida
a la disyuntiva a la que se había opuesto sistemáticamente
por tanto tiempo: reestructurar
su excesivamente regulado sistema financiero, dotándolo de
mayor transparencia, permitir
el ingreso de instituciones extranjeras e implementar eficientes
mecanismos de supervisión bancaria. Por otra parte, dado que
la Deposit Insurance Corporation carece de los fondos para
garantizar los depósitos de ahorristas e inversores debido
a las crisis anteriores, el costo podría recaer en los contribuyentes
o alternativamente en un mayor nivel de endeudamiento del
estado. Algo no muy favorable, si se tiene en cuenta que en
los seis meses finalizados en setiembre el PBI mostró un retroceso
del 1.4%, cifras oficiales, confirmando los pronósticos recesivos
que
el Ministerio de Planeamiento había negado sistemáticamente
hasta entonces.
Brasil
Como se mencionó en la Síntesis anterior, las autoridades
monetarias brasileñas decidieron a fines de octubre una elevación
muy abrupta de las tasas de interés (algo por encima del 4%
a.m.). Recientemente, dispusieron un ligera baja con la intención
de indicar su voluntad de rebajarlas en adelante. Adicionalmente,
anunciaron un paquete fiscal que entre aumento de ingresos
y recortes de gastos debiera, en principio, dar lugar a un
ahorro de 20 mil millones de dólares. Las autoridades se han
visto apresuradas por indicar un sendero de rebaja en las
tasas de interés dada el impacto desfavorable que la persistencia
de los niveles vigentes tendría sobre la cuenta de intereses
reales de la economía (previsto un sendero de inflación aun
en descenso). A la vez, las elevadas tasas de interés podrían
desalentar la actividad económica más allá de lo admisible
respecto del equilibrio de las cuentas externas y exacerbar
el desequilibrio fiscal de ocurrir una menor recaudación.
Se pronostica una contracción del nivel de actividad en el
primer trimestre de 1998.
La probabilidad de recesión es admitida por el gobierno que
espera una recuperación a partir
del segundo semestre del 98. Las proyecciones indican una
desacaleración concentrada
en el primer semestre del año pero que no consistirá en un
crecimiento negativo para el conjunto del año.
El déficit comercial de noviembre fue el segundo mayor del
año. De todos modos, se espera
que el déficit para 1997 no se aleje de los 10 mil millones
de dólares, inferior a los pronósticos realizados a principios
de año (cerca de 15 mil millones de dólares). Algunos analistas
lo atribuyen a anticipación de importaciones en respuesta
a la decisión de elevar el Arancel Externo Común.
No se manifiestan presiones inflacionarias pese al aumento
de impuestos y de los combustibles.
El panorama se ve favorecido porque se espera una buena siembra
de verano para la temporada 1997/98 que será cosechada en
el segundo trimestre del año entrante. Adicionalmente,
hay sobradas evidencias de desindexación salarial, afirmada
por la tendencia al crecimiento
del desempleo general de los últimos meses y de la caída del
empleo industrial desde hace
más de un año.
Como se mencionó, el ajuste fiscal anunciado quedará dedicado,
en buena parte, a compensar
el incremento de la cuenta de intereses reales que resulta
de la elevación fuerte de las tasas
de interés decidida por el Banco central a fines de octubre
y la expectativa de una inflación
en sostenida desaceleración. El gobierno ya cuenta con la
aprobación parlamentaria definitiva
del incremento del impuesto a la Renta de las Personas Físicas
-IRPF- (que incluye un aumento
de la alícuota de 15 a 20% sobre las aplicaciones financieras
en renta fija. Así, se considera más que compensada la pérdida
de recaudación en relación con la prevista en el paquete original
resultante de las modificaciones que se hicieran para su aceptación
parlamentaria. Se espera
que la modificación al IRPF implique un aumento en la recaudación
de 1800 millones de Reales mientras que tales modificaciones
representaron, oficialmente, una pérdida de recaudación adicional
de 1650 millones de Reales.
El Banco Central decidió a comienzos de diciembre una ligera
rebaja de las tasas de interés. Pero no ha explicitado una
regla que regirá las rebajas adicionales. El mercado de cambios
se ha movido con relativa tranquilidad en los últimos días.
El Banco Central debió en los últimos días de noviembre y
primeros días de diciembre comprar divisas para estabilizar
una oferta excedente de dólares, hecho que fue alentado por
la caída de las expectativas de devaluación (que se reflejaron
en la caída de los precios de los contratos a futuro). En
general, se ha recompuesto la expectativa de que el gobierno
perseguiría una devaluación nominal cercana al 7.5% en 1998,
tal como la realizada este año. El mercado evaluó en el mismo
sentido la disposición del Banco Central de fines de noviembre
pasado que duplicó los límites para posiciones vendidas mantenidas
por los bancos comerciales. Así, y dada la diferencia entre
la tasa en dólares y la tasa en Reales, se espera que los
bancos aumentarán su oferta de dólares, hecho que favorecerá,
a la vez, la recomposición de reservas por parte del Banco
Central.
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