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Síntesis de la Economía Real.
Síntesis Internacional -
Septiembre 1997

Estados Unidos: sin novedades en el frente
La Reserva Federal dejó inalteradas las tasas de interés de corto plazo y continuó con su actitud de espera sobre indicadores más definitivos acerca del curso de la actividad económica.
Para algunos analistas, la decisión de no innovar se basó en dos aspectos: los indicadores económicos no mostraron una tendencia unívoca que anuncien el despertar de presiones inflacionarias. Por otro lado, parece haber resultado conveniente esperar a que decanten
los efectos de la huelga de los trabajadores de UPS para evaluar su impacto sobre la coyuntura.

La opinión de Greenspan y de otros miembros del Fed es que la ganancias de productividad de la economía se encuentran fuertemente subestimadas y que éstas han contribuido a contener una eventual inflación. Los datos son coherentes con esa opinión: el dato sobre el crecimiento del PBI correspondiente al segundo trimestre del año fue corregido y resultó una tasa anual de 3.6% superior al 2.2% informado anteriormente. Ello representa un crecimiento anualizado del producto del 4.3% para el primer semestre de 1997. Simultáneamente, el Indice de Precios al Productor registró un nuevo retroceso y dio lugar a que la deflación se extendiese por séptimo mes consecutivo. El resto de los indicadores, de los numerosos con que los analistas siguen la marcha de la economía estadounidense, muestra algunas cifras encontradas, tal como ocurrió en los últimos meses.

El sector manufacturero mostró en julio un crecimiento firme dado que las órdenes de bienes y equipos de producción a la industria registraron un crecimiento del 0.2% respecto de junio lo que dio lugar a un récord de US$ 330.300 millones. También en julio, si bien el ingreso personal alcanzó un aumento del 0.1% mensual, inferior a lo esperado, los gastos personales registraron una suba del 0.8%, por encima de lo pronosticado. Pero, por otra parte, los reclamos realizados por primera vez para acogerse a los beneficios del seguro de desempleo se incrementaron en la última semana de agosto en 2.000 pedidos, lo que llevó a la cifra total de beneficiarios a 326.000.

Algunos analistas prefieren ser cautelosos a la espera de que los efectos de la reciente, y hasta cierto punto exitosa, huelga de los trabajadores de UPS (United Parcel Service) decanten. Más allá de la incidencia directa sobre los indicadores de la medida de fuerza/ que involucró a 190.000 trabajadores, existe la posibilidad que ello implique una reversión en la tendencia del mercado de trabajo observada en los últimos años. El éxito de una medida de fuerza, luego de varios fracasos/, podría implicar el resurgimiento de la sindicalización de la fuerza laboral que de más de 17.5 millones de trabajadores en 1983 cayó a 16.2 millones en 1996. La central de trabajadores anunció una agresiva campaña para aumentar el número de afiliados y la encuestas de opinión marcan una actitud favorable hacia los sindicatos. Además, hay condiciones a favor de ello -el desempleo se ubica próximo al 4.8%, un bajo nivel que aumenta el poder de negociación de los sindicatos-. Pero, en cualquier caso, se admite que estos efectos podrían hacerse sentir sólo en el mediano plazo. De todos modos, algunos analistas prevén que recién hacia fin de año, las condiciones de la economía mostrarían un recalentamiento que induciría a la autoridad monetaria a incrementar la tasa de corto plazo en ¼ de punto.

EMU: ahora más factible
En los primeros días de septiembre, el Primer Ministro alemán Helmut Kohl y el Ministro de Finanzas, Theo Waigel, se vieron forzados a emitir una declaración conjunta en la cual reafirmaron el compromiso alemán de cumplir los criterios acordados en Maastrich para la entrada en vigencia de la Unión Monetaria Europea. Esta actitud obedeció más a las diferencias planteadas en el terreno político con vistas a las elecciones de septiembre de 1998 que a dificultades en el terreno económico. Al contrario, los últimos indicios sugieren que el déficit del sector público se ubicará dentro de lo estipulado en el acuerdo, 3% y, con más razón, por el hecho que la Agencia Estadística de la Unión Europea ordenó a Alemania excluir la deuda del sistema público hospitalario del cálculo del déficit. Como consecuencia de ello, el desequilibrio se ubicaría en 2.9% del PBI, una cifra holgada en relación a la considerada unos meses atrás.

Mientras, en Francia prosiguen las tensiones entre las dos fuerzas políticas que constituyen la base gubernamental pero, recientemente, hay una relativamente mayor convergencia. El Presidente Chirac alertó sobre los peligros del programa de creación de 350.000 puestos de trabajo en el ámbito de la administración pública promovido por el recientemente electo Primer Ministro. Pero, a la vez, el Primer Ministro Jospin parecería haber flexibilizado parte de las propuestas lanzadas en plena campaña electoral, especialmente en lo relacionado con las privatizaciones/. En este sentido, el gobierno allanó el camino para proceder a la venta de la totalidad del paquete accionario de GAN -un grupo asegurador-, consintió disminuir su participación a menos del 50% en el grupo Thomson-CSF y pondrá en venta, por una suma estimada en US$ 6.000 millones, el 20% del paquete accionario de France Telécom.

Quizás más importante aún desde la perspectiva de los empresarios es la admisión por parte del ministro de Finanzas, Strauss-Kahn, de aliviar el fuerte incremento en la alícuota de ganancias para las grandes corporaciones en la medida que éstas incrementen sus inversiones y aumenten sus puestos de trabajo. No obstante, los empresarios prefieren esperar a que se publique el próximo 24 de septiembre la propuesta para el presupuesto del año entrante para conocer si el gobierno está dispuesto a realizar los mismos esfuerzos que el sector privado en materia de austeridad. Disipada la incertidumbre en Alemania (al menos por ahora) y con un programa socialista "suavizado" en Francia, la discusión entre los analistas se ha centrado en la debilidad o fortaleza con la que nacería el euro.
Quienes creen que el euro nacerá débil respecto del marco alemán sostienen tres razones, a saber:
1- que entre los 11 miembros que integrarían la unión en enero de 1999, se encontrarían países con monedas históricamente débiles como la peseta, el escudo y la lira;

2- Europa, en su totalidad, presenta problemas estructurales tales como el gasto excesivo en seguridad social que conlleva un elevado desempleo y escaso crecimiento económico y,

3- a diferencia del dólar o el marco, que han probado ser fuertes y por eso demandados por los bancos centrales, el euro nacerá "sin pedigree".

Si bien es difícil negar estos argumentos lo mismo ocurre con aquellos favorables al euro como una moneda fuerte. Al respecto, se señala que los países que integrarán la unión poseen, conjuntamente, una posición netamente superavitaria en la cuenta corriente del balance de pagos cercana a los US$ 100.000 millones. Asimismo, difícilmente el banco central europeo adopte una política complaciente en materia de inflación: en los últimos años la cultura de los bancos centrales se ha modificado positivamente en este sentido y no cabría suponer desvío alguno.
Si la política monetaria, tal como se espera, no deja margen para la inflación, no quedará otro camino para los miembros de la unión que estimular el crecimiento mediante la reducción de impuestos, para lo cual deberán recortar el gasto público. Como último argumento, que en definitiva inclinaría la balanza en favor del euro fuerte, la importancia comercial de los países integrantes es tan significativa que cabe esperar que la moneda asumirá un papel tan fuerte
en el comercio mundial como el que en la actualidad posee el dólar.

Sudeste Asiático: aunque circunscripta, la crisis todavía perdura
El cuadro de dificultades por las que atravesaró, y que continúa atravesando, un grupo significativo de países de la región tiene varios aspectos que destacar. El efecto "contagio" que se desencadenó con posterioridad al fracaso de la defensa del baht tailandés, la rapidez de su propagación a países con condiciones macroeconómicas fundamentales sólidas y el fracaso de los mecanismos elaborados luego de la crisis mexicana, son todos elementos que requieren ser analizados particularmente aún cuando sea difícil separarlos para identificar su responsabilidad específica. No obstante, es conveniente realizar una sucinta enumeración de ellos.

En principio, es posible hallar elementos comunes en los cuatro países más afectados por la crisis: Tailandia, Filipinas, Indonesia y Malasia. Todos se caracterizaban por un elevado endeudamiento externo, significativos déficits en cuenta corriente, elevada proporción de préstamos del sistema bancario destinados a financiar una burbuja especulativa en el sector inmobiliario, tipos de cambio ligados al dólar y exportaciones decrecientes. Entonces, surge la duda acerca de porqué la crisis tailandesa fue más pronunciada que en el resto de los países.

Al respecto, se señala que en éste país las exportaciones evolucionaban más desfavorablemente que en el resto. Por otra parte, su sistema cambiario era el más rígido. Adicionalmente, habían aspectos de naturaleza política cuyo papel no fue menor en la erupción de la crisis/. Hasta que punto el nexo entre sectores del poder y el sistema financiero existió es difícil precisarlo pero, de hecho el 5 de agosto, el gobierno tailandés anunció que le había otorgado préstamos por US$ 19.000 millones (cerca de 10% del PBI) en un intento por evitar su caída/.

El hecho de que los mecanismos de defensa no hayan funcionado tuvo varias connotaciones.
A diferencia de la crisis mexicana, la tailandesa no tomó por sorpresa al FMI que, desde aproximadamente un año atrás, venía formulando señales de alerta. Porqué el ataque especulativo contra el baht se desencadenó en el momento en que ocurrió parece obedecer a la estrategia seguida por los especuladores que no preanuncian sus movimientos con la intención de maximizar las posibilidades de éxito de su ataque. En todo caso el interrogante estaría dado por el fracaso de los mecanismos de defensa dispuestos entre los propios bancos centrales de la región, /consistentes en "repurchase agreements" hasta tanto se hubieran superado las dificultades . La respuesta puede estar dada por la debilidad de las condiciones macroeconómicas fundamentales sobre las que se intentó la defensa del baht, la debilidad de su "management" político y, por último, por el hecho que en materia de información el Banco Central tailandés no fue lo suficientemente transparente.

En efecto, si bien el Banco Central de Tailandia informaba periódicamente cual era su nivel de reservas externas, no aclaraba la proporción de las mismas comprometidas en los mercados de futuro para sostener al baht. Es por eso que, pese a concretar un acuerdo con el FMI por un préstamo de US$ 16.600-16.700 millones, los especuladores siguieron apostando, acertadamente, que la devaluación debía ser mayor para frenar la pérdida de reservas. Recién el 21 de agosto se brindó la información referida: sobre un nivel de reservas de US$ 32.400 millones a fines de junio, el Banco Central tenía contratos a futuro por un total de US$ 23.400 millones que vencerán en los próximos meses. De dicha cifra, US$ 8.600 millones sobre la plaza local y US$ 14.800 millones en contratos off-shore. Este hecho abre interrogantes acerca de si el monto del crédito facilitado por el organismo multilateral es suficiente para gestionar la salida de la crisis.

En principio, existiría una restricción (dada por los compromisos asumidos en el mercado de futuros) para cumplir con la cláusula referente al nivel de reservas pactada con el FMI, que establece un nivel por encima de US$ 23.000 millones/. Además, el acuerdo generará resistencias por las medidas de austeridad que contiene. Si bien las autoridades son optimistas en cuanto a las posibilidades de crecimiento de la economía, pronosticada alrededor del 4%, los analistas privados pronostican un crecimiento inferior a 2%. El déficit en cuenta corriente deberá reducirse a 5% del PBI en lo que resta del año y a 3% en 1998.

Por el lado fiscal, está el compromiso de recortar los gastos presupuestarios en US$ 3.000 millones y elevar la alícuota del impuesto al valor agregado de 7% a 10%. Si bien el gobierno aclaró que no recortará los gastos destinados a bienestar social, salud y educación, se comprometió a no subsidiar las tarifas públicas. Se prevé que la inflación estará entre 8%-9% anual y que las tasas de interés se mantendrán elevadas. Sin embargo, no todas son malas noticias para Tailandia. Luego de concretado el acuerdo con el FMI, la banca comercial japonesa, de la que se cree es titular del 50% de la deuda privada tailandesa, accedió a refinanciar el 80% de sus créditos. Al margen de los criterios políticos que puede implicar la decisión, lo cierto es que la renuencia de las instituciones niponas hubiera significado un golpe bajo a la economía en su conjunto, pero, más aún, para las 2.000 empresas japonesas con plantas en Tailandia que mantienen créditos pendientes.

Otro aspecto que despierta interrogantes está relacionado con la capacidad que tendrá Tailandia para revertir el proceso de caída de sus exportaciones. Hay quienes creen que ello ocurrirá luego de las fuertes devaluaciones. Otros dudan de ello debido a que consideran que las devaluaciones encarecen los insumos, especialmente partes y piezas electrónicas, provenientes de Taiwan, Japón y China, necesarios para producir gran parte de las exportaciones de manufacturas del país. Sólo mediante un proceso de reforma estructural, especialmente en el plano educativo, podría Tailandia generar productos con el suficiente valor agregado como para superar tal dificultad. Pero se trata de un proceso cuyos resultados sólo son mediatos.

En cuanto a la regionalización de la crisis, deben considerarse los elementos que contribuyeron
a su propagación. En primer lugar, y previo al problema, se practicaba una inadecuada supervisión bancaria/ en varios de los países involucrados que favoreció el endeudamiento externo con un tipo de cambio apreciado para lo cual no era necesario, supuestamente, realizar la correspondiente cobertura. En segundo lugar, el ataque especulativo se vio reforzado por la acción de empresas ansiosas de lograr cobertura una vez fracasadas las operaciones de salvataje por parte de los bancos centrales.

Dos casos, Singapur y Hong Kong, constituyen alguna garantía de que la propagación regional
de la crisis está contenida. Ambos cuentan con reservas y fundamentos económicos suficientemente sólidos como para frenar cualquier arremetida especulativa. En particular Hong Kong que, a casi dos meses del traspaso, cuenta con la segura disposición de China a no tolerar dificultad alguna por más transitoria que sea. Ya previno a los especuladores que a los US$ 80.000 millones de reservas de Hong Kong, agregaría cuando fuese necesario US$ 120.000 millones.

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