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Síntesis
de la Economía Real.
Síntesis Internacional - Agosto
1999
Los interrogantes pasan
ahora por saber si la Reserva federal practicará un nuevo
ajuste ascendente a la tasa de interés dado que la lectura
de los distintos indicadores conocidos en los últimos días
muestra facetas encontradas. Mientras que el PBI estadounidense
creció en el segundo trimestre del año por debajo de lo esperado,
sólo 2.3% contra 3.4% proyectado, los costos laborales (Employment
Cost Index o ECI) sufrieron un fuerte aumento en igual período.
Pero, paradójicamente, un análisis más detallado permite inferir
que la menor tasa de crecimiento del producto no es tan benigna
como se piensa, ni tampoco el aumento del ECI es tan dramático
como parece. Claro está, que cuando se observa el bajo crecimiento
de la productividad, el panorama es otro.
Por otra parte, los índices de la NAPM (National Association
of Producer Managers) muestran comportamientos que no permiten
extraer una conclusión definitiva. Así como la producción
habría disminuído, si se considera que el Indice de Fábricas
cayó en julio a 53.4 frente al 57 de junio, el Indice de Precios
para el sector industrial aumentó para llegar a 54.7 en julio
frente a 53.5 de junio.
No es de extrañar entonces que los mercados se manejaran con
una elevada volatilidad "intradiaria" detrás de la cual pueden
percibirse dos tendencias subyacentes: el aumento de la tasa
de interés, traducido por la elevación del rendimiento de
los USTB a 30 años, y el retroceso del dólar, especialmente
frente al yen y, en menor medida, frente al euro.
Estas tendencias en los mercados cambiarios es demostrativa
de otro elemento no menos importante y que estaría marcando
un punto de inflexión. En Europa la recuperación se hace cada
vez más sostenida y por otra parte, Japón parece, por ahora,
haber atravesado lo peor de su crisis recesiva a juzgar por
la recuperación del Indice de Confianza de los Consumidores.
Por lo tanto existen menos incentivos a invertir en los EE.UU
y mayores a invertir en las respectivas economías domésticas.
De ahí la importancia de la decisión de la Reserva Federal
en cuanto a la magnitud en que decida elevar la tasa de Fondos
Federales. Una suba considerable llevaría a suponer que el
organismo monetario considera necesario generar una significativa
desaceleración de la economía y podría dar lugar a un masivo
retiro de inversores extranjeros con desfavorables consecuencias
para los mercados de bonos y acciones y una fuerte corrección
del dólar en el mercado cambiario.
Por el contrario, un ajuste moderado permitiría atenuar la
retirada de los activos financieros estadounidenses dando
lugar a una suave corrección del dólar. Esto último posibilitaría
corregir el fuerte desequilibrio de la balanza comercial que
ha venido creciendo en forma sostenida en los últimos años
y que para 1999 seproyecta a US$ 300000 millones. Pero vale
la pena reiterar, todo dependerá en definitiva de la interpretación
que hagan los inversores extranjeros de la decisión de Greenspan
y sus colegas.
En la Unión Europea la recuperación se encuentra dando paso
a un significativo proceso de expansión. No obstante, no por
ello debe suponerse que, al contrario de lo que ocurría meses
atrás cuando la deflación era un peligro más que potencial,
el proceso puede ser ahora interrumpido por un rebrote inflacionario.
Por el contrario, el Banco central Europeo difícilmente necesite
elevar, en lo que resta del año, sus tasas de interés.
Estados Unidos
La ansiedad de los mercados ha comenzado a evidenciarse
con mayor intensidad a juzgar
por la volatilidad reinante desde el último aumento de la
tasa de Fondos Federales practicado
por la Reserva Federal. Si bien el organismo anunció la adopción
de un criterio "neutral" (1),
las últimas presentaciones públicas de Alan Greenspan, con
reiteradas advertencias de una
nueva intervención inmediata en caso de que las circunstancias
así lo requirieran,
más indicadores económicos que no permiten anticipar el probable
comportamiento
de los precios, justifican esta evolución.
En principio, los dos últimos indicadores, que se encuentran
entre la serie de los más importantes, provocaron reacciones
encontradas: el crecimiento del PBI en el segundo trimestre
se ubicó en 2.3% (lo que trajo alivio), en tanto que los costos
laborales registraron un aumento del 1.1%, el mayor incremento
trimestral de los últimos 8 años (lo que provocó desazón).
Sin embargo, una vez analizadas las cifras muestran un panorama
contrario al que habría cabido suponer al principio. En realidad,
la desaceleración de la tasa de crecimiento del PBI en el
segundo trimestre al 2.3% frente 4.3% del primero, debe ser
causa de preocupación. Es que la "poda" a la tasa de crecimiento
surge de sustraer 0.9% originado en la variación de inventarios
y el fuerte aumento del déficit comercial, que restó al PBI
medio punto, elementos sin los cuales habría crecido un significativo
3.7%. La demanda interna que creció 6.8% en el primer trimestre,
aumentó 3.9% en el transcurso del segundo. Y esta tasa se
encuentra por encima del 3%, considerada por la FED como aquella
con la cual la economía puede crecer sin tener que soportar
amenazas inflacionarias.
El fuerte aumento de 1.1% del ECI es atribuíble a un rubro
específico, Finanzas, Seguros y Bienes Inmobiliarios, que
más que denotar una tendencia, pone en evidencia las fuertes
oscilaciones en los costos de empleo que provocan en estos
sectores la existencia de comisiones, bonificaciones y premios.
Sin el 3.0% de aumento de este sector, el ECI sufrió un aumento
del 0.9%, tal como había sido proyectado (2). Sin embargo,
la productividad del sector no agropecuario creció por debajo
de lo esperado, 1.3% anualizada frente al período anterior,
encendiendo nuevamente las luces de alarma. Las cifras que
elabora la National Association of Purchasing Managers (algo
así como la asociación de gerentes de compras de la industria)
no avalan una tendencia definitiva. El índice de producción
industrial retrocedió a 58.2 en julio fente a 63 de junio;
el índice de nuevas órdenes, indicativo de la situación actual
de la demanda, cayó a 54.4 en julio frente a 61.7
de junio; el índice de despachos de proveedores, que brinda
indicios sobre demanda contenida, creció a 54.2 en julio frente
a 53.1 del mes anterior y por último, el indice de inventarios
pasó
el último mes a 44.4 contra 44.1 de junio. Como se observa,
un panorama bastante confuso.
De todas formas, materializándose la desaceleración o
siendo inducida por la Reserva Federal,
se percibe que el mercado cambiario ha comenzado a tomar nota
de ello y de hecho, en las últimas semanas la tendencia del
dólar frente al yen y al euro ha comenzado a revertirse, sustentada
también en la mejores perspectivas de crecimiento para las
respectivas economías. Pero ello posee también una segunda
lectura: Estados Unidos ha financiado hasta el presente su
desequilibrio comercial con la colocación de activos financieros
en el exterior. Una salida masiva de inversores extranjeros
debilitaría considerablemente al dólar y agregaría presión
sobre su frente inflacionario interno. De ahí que la decisión
de la Reserva Federal en relación al aumento de la tasa de
interés no sólo sea importante en cuanto al momento en que
decida efectuarla sino también por la magnitud que tenga el
aumento (3).
Unión Europea
La recuperación de la economía europea ha perdido su carácter
incipiente para dar paso
a un sostenido proceso expansivo: a la mejora de las condiciones
en los mercados externos, debido a la superación de la crisis
y a las ganancias de competitividad ocasionadas
por el retroceso del euro, debe agregarse una demanda interna
(4) que sigue sostenida a juzgar por el comportamiento
de los índices de confianza de los consumidores y la producción
industrial en cada uno de los países de la Unión Monetaria
Europea (UME).
La conjunción de estos elementos permitirían pronosticar
que durante el segundo trimestre
del año el crecimiento, originalmente previsto en el entorno
del 2%, bien podría ubicarse
por encima del 3%. Ante este panorama, no son pocos los que
se preguntan hasta qué punto
el Banco Central Europeo (BCE) se abstendrá de intervenir,
revirtiendo lo que en su oportunidad fue calificada como "una
agresiva política de reducción de tasas". Si bien no existen
razones
para pensar que el BCE no sigue atentamente los indicadores
claves que alertan sobre la inflación potencial con considerable
anticipación (un revés a poco tiempo de haber entrado
en funcionamiento sería fatal para su credibilidad), la evolución
de algunos de ellos puede
inducir a error si no se los analiza con cautela.
El caso del crecimiento de los agregados monetarios es
uno de ellos. Desde comienzos de año,
M3 ha crecido por encima del 5%, valor superior a la tasa
de crecimiento del 4.5% que el BCE considera prudente. Pero
gran parte de este crecimiento se encuentra explicado
por el considerable aumento de los créditos que no sólo fueron
a financiar la ola de fusiones
y adquisiciones desatada por la integración monetaria sino
también las inversiones directas
o de cartera en el exterior.
En lo que respecta a precios, el Indice Armonizado de
Precios al Consumidor (Harmonized Index
of Consumer Prices o HICP) muestra una desaceleración de la
tasa de inflación como consecuencia de la minirecesión que
atravesó la economía europea y los efectos de la desregulación
y la mayor competencia emanada de la entrada en vigencia de
la unión monetaria. Estos dos últimos aspectos son cruciales
en la evolución de los precios para el corto y mediano plazo.
De hecho
se esperan reducciones en las tarifas de determinados servicios
públicos como telecomunicaciones, transporte y otros que repercutirían
favorablemente sobre los índices
de precios (5).
Asimismo, la brecha entre el PBI actual y el PBI potencial
es aún bastante considerable como para que el pleno empleo
de los factores de producción termine repercutiendo en los
precios. En efecto, se presume que dada la actual situación
de la economía en el ciclo, ella debería crecer por el término
de dos años consecutivos a una tasa del 3.5% (para este año
la variación anual esperada del PBI de la UME es del 2%) para
cerrar la brecha con el PBI potencial. Como se infiere, el
BCE tiene por el momento muchos menos motivos para preocuparse
de un resurgimiento inflacionario de los que tuvo sobre finales
del año anterior referidos a la deflación.
Japón
El optimismo desatado por las cifras de crecimiento del
primer trimestre, muy por encima
de lo que se esperaba (6), se vio atemperado en los
últimos días por la evolución del yen frente
al dólar y por los últimos indicadores sobre el nivel de actividad
(ya que, vale la pena aclarar, estos últimos ponen en evidencia
una incipiente recuperación, quizás, demasiado incipiente).
No obstante, debe considerarse que estos hechos presentan
características contrapuestas
que es necesario analizar.
La apreciación de la moneda japonesa se debería tanto a factores
externos como internos. Dejando de lado que en algún momento
el abultado déficit en cuenta corriente estadounidense deberá
corregirse, que de efectuarse un ajuste alcista de las tasas
de interés Wall Street
se verá afectada negativamente y que las crisis, tanto de
orden político como económico
se han disipado, existen motivos domésticos para dicho comportamiento.
Entre ellos, la decisión del Banco de Japón de mantener las
tasas de interés reales nulas,
hasta que el peligro de deflación desaparezca, ha generado
la recuperación del mercado accionario
y con él, la atención de los inversores extranjeros.
Consecuencia: mayor ingreso de fondos al mercado accionario
japonés y apreciación del yen
que a comienzos de la primera semana de agosto cotizaba en
la proximidad de yens/US$ 114 (7). Sin embargo, esta
evolución puede tener efectos indeseados sobre el nivel de
actividad.
Dado que afectaría el balance comercial, que se estimaba hubiera
aportado menos de un punto porcentual al crecimiento del PBI
con una relación yen/US$ 130 y que ahora podría llegar a restar
con el actual nivel, reduciría los planes de inversión de
las empresas generando mayores problemas de endeudamiento
que repercutirían en el ya golpeado sector financiero. Aun
cuando estos efectos se harían sentir en el próximo año fiscal,
existiría uno mucho más inmediato.
Un yen fortalecido frente al dólar agregaría mayor presión
bajista a los precios prolongando
el período de deflación. Parece claro entonces que la respuesta
a gran parte de los problemas
de Japón pasa por la demanda doméstica (8). En el frente
monetario y externo los efectos parecen encontrados y de resultados
ambiguos hasta tanto no se conozca cuál será en definitiva
el que prevalecerá.
China
El acuerdo bilateral alcanzado entre China y Japón a mediados
de julio puso en evidencia el interés chino por allanar todos
los caminos que conducen a la Organización Mundial de Comercio.
El rechazo del Congreso estadounidense a la propuesta oriental
(9) se basó más en factores políticos que en económicos.
Ello se desprende del análisis del informe elaborado por el
Institute for International Economics (10). Según se
desprende de él, el acceso de China a la OMC produciría un
incremento de las exportaciones mundiales de bienes y servicios
a ese país de nada menos que US$ 21300 millones en los inmediato.
En particular, de dicho incremento US$ 3100 millones (11)
corresponderían a exportaciones estadounidenses. Sin embargo,
otras estimaciones que visualizan los efectos desde el punto
de vista dinámico, tomando en cuenta las mayores inversiones
que la liberalización del mercado chino podría favorecer,
indican que para el año 2005 las exportaciones estadounidenses
podrían llegar a ubicarse en US$ 13000 millones (12).
Pese al fracaso de las recientes negociaciones se supone que
existen esfuerzos por ambas partes para llegar a un acuerdo
durante la reunión que la APEC celebrará a mediados de septiembre.
La intención sería la de concluir con los acuerdos antes que
una nueva ronda de negociaciones sobre comercio mundial comience
en los últimos días de noviembre.
Notas
1 Lo que significa
que aún no habían tomado decisión alguna sobre el próximo
ajuste.
2 En tanto y en cuanto el ECI crezca por debajo de
la productividad, la economía puede seguir creciendo a ritmo
sostenido sin desbordes de precios. Según los sostenedores
de la "Nueva Economía", en los últimos años se habría registrado
un fenomenal crecimiento de la productividad. Sin embargo,
Robert Gordon, un especialista en la materia de la Universidad
de Michigan, afirma que ello sólo se verificó en el rubro
"Computadoras" con un espectacular 41.7%. Entre el último
trimestre de 1995 y el primero de este año la productividad
del sector manufacturero creció un moderado 4.6%, pero en
el mismo período la productividad del sector no agropecuario
registró un aumento de sólo 2.15%, variación inferior al 2.6%
alcanzado entre el segundo trimestre de 1952 e igual período
de 1972.
3 Rumores originados en la primera semana de agosto
indicaban que la mayoría de los miembros del FOMC (Federal
Open Market Committee) se inclinaban por un incremento de
25 p.b..
4 Téngase presente que la demanda interna no hace
referencia a la demanda del país integrante de la unión bajo
consideración. En la actualidad, la demanda interna implica
un concepto mucho más amplio como la demanda intraeuropea.
5 Se espera una significativa reducción en las tárifas
de la energía eléctrica.
6 El crecimiento de 1.9% en el primer trimestre del
año no sólo superó ampliamente
las previsiones (el primer trimestre de crecimiento desde
el trimestre julio-septiembre de 1997) sino que también hechó
un manto de sospechas sobre la idoneidad del Bank of Japan
para efectuar
las mediciones.
7 A mediados de mayo la cotización de la moneda estadounidense
se ubicaba cercana a yens
124 y se presumía que llegaría a yens 140 para fin de año.
8 Los paquetes fiscales de estímulo lanzados hasta
el presente no han sido suficientes para acelerar la recuperación.
Por lo pronto,
el único efecto en firme que se ha logrado es el de un marcado
desmejoramiento de la situación fiscal para los próximos años.
9 Básicamente la propuesta incrementaba significativamente
las oportunidades de exportar
e invertir en China. Con el ingreso chino a la OMC, Estados
Unidos podría seguir aplicando
el mismo sistema de tarifas que viene aplicando sobre los
productos chinos desde 1980 pero, sobre una base permanente
en vez del sistema de renovación anual que se utiliza en la
actualidad.
China a su vez se vería liberada del sistema de cuotas que
rige bajo el Acuerdo Multifibras,
que esta siendo dejado de lado en el marco del Acuerdo de
la OMC sobre Vestimenta y Textiles, posibilitando así a China
competir libremente en el mercado estadounidenses con vestimentas
y confecciones. A su vez, Estados Unidos accedería a resolver
sus disputas comerciales con China en forma multilateral,
esto es como lo hace con los restantes 131 países miembros
de la OMC, en vez de hacerlo en forma bilateral como en la
actualidad.
10 Institute for International Economics, China and
the World Trade Organization: An Economic Balance Sheet, Daniel
Rosem Junio 1999. 11 Esta suma equivale al 13% de las
exportaciones estadounidenses de bienes y servicios a China
registradas en 1998.
12 El análisis sólo toma en cuenta los beneficios
"monetarios" por llamarlos de alguna manera.
Por supuesto ambos países se beneficiarían, como ocurre usualmente,
más allá del consiguiente aumento de sus flujos comerciales.
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