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Asia - América Latina
Publicación Cuatrimestral

VOLUMEN 7 Nº 1, enero-abril de 1999

Breves Comentarios sobre las Relaciones Brasil - Asia
(english version)
Henrique Altemani de Oliveira
Brasil y Japón: ¿la aproximación de las antípodas?
(english version)
Alexandre Ratsuo Uehara
El Logro de una Relación Pacífica a través del Estrecho de Taiwan
(english version)
Dr. Koo Chen-fu

VOLUMEN 6 Nº 3, setiembre-diciembre de 1999

Intercambios entre América Latina y la Cuenca del Pacífico desde California
(english version)
Augusto Soto Alvarez
¿Japoneses en Brasil o Brasileños en Japón? La Trayectoria de una Identidad en un Movimiento Migratorio
(english version)
Adriana Capuano de Oliveira

VOLUMEN 6 Nº 1, enero-abril de 1998

¿Cómo ha resistido Taiwan ante la Crisis Financiera de Asia?
(english version) Chien-jen Chen

El Foro Regional de ASEAN como Sistema de Seguridad Cooperativa en el sudeste asiático
(english version) Martín Pérez Le-Fort

El XXXI Encuentro de PBEC en Chile
(english version) Andrés Angulo Farmer



VOLUMEN 6 Nº 2, mayo-agosto de 1998

Argentina y la región Asia ? Pacífico: 1990-1997
(english version) Sergio Cesarín

Reflexiones acerca de la Unificación China
Lee Teng Hui
El incierto futuro de la Política Industrial japonesa en el contexto de la Globalización
Lily M. Bravo


VOLUMEN 5 Nº 1, enero-abril de 1997


Mundos que vuelven
(english version)
Josep M. Fradera

Negociaciones respecto a la soberanía del archipiélago de las Spratly
(english version)
Martín Pérez Le-Fort
La CEIBS de Shanghai, referencia para América Latina en sus relaciones con China
(english version)
Augusto Soto Alvarez



VOLUMEN 5 Nº 3, setiembre-diciembre de 1997

El interminable contencioso ruso-japonés sobre las Kuriles
(english version) Jordi Masachs i Castell

Una perspectiva de la cumbre chino-norteamericana
(english version) Augusto Soto Alvarez

¿Revive el ABC? El cono sur a comienzos de siglo
(english version) Joaquín Fermandois

Breves Comentarios sobre las Relaciones Brasil - Asia
Henrique Altemani de Oliveira
Durante las décadas del '50 al '70 no se puede pensar propiamente en una relación Brasil-Asia.
A pesar de estar presente en los discursos, especialmente a partir de la política externa independiente, se constata solamente una interacción en el plano multilateral de construcción de una agenda política común a los países en desarrollo en el proceso de defensa de la instauración de un nuevo orden económico internacional. En aquel período, la relación de Brasil con la región asiática estuvo básicamente restringida a sus relaciones con Japón. Desde la década de los '60, las relaciones económicas entre Brasil y Japón tuvieron un incremento significativo, a medida que este último asumía un importante papel como el segundo mercado para las exportaciones brasileras y el tercer mayor inversor externo en Brasil. Sin embargo, el estudio de estas relaciones apunta al hecho que su incremento se debió, principalmente, a las iniciativas japonesas. En la mayoría de las veces, Brasil consideró la opción japonesa como residual, en un segundo plano en relación a los países occidentales. En esta línea de raciocinio se deduce que las exportaciones brasileras a Japón son, en su mayoría, determinadas claramente por las inversiones de este país, las cuales privilegian la producción de insumos industriales vitales para la economía japonesa y la relocalización de las llamadas sunset industries, cuyos elevados gastos en energía, mano de obra e impacto ambiental no permiten que la producción en Japón mantenga su competitividad. No obstante con las crisis de los años '80, independiente de las transformaciones del escenario internacional, Brasil deja de ser atractivo para los intereses japoneses. Asi, a inicios de los '90, el proceso de redefinición de las prioridades de la política exterior brasilera parece no haber conseguido aún definir sus estrategias de estrechamiento de vínculos con Japón, aún cuando existe un gran interés por ampliar los lazos y los vínculos comerciales con Asia. Horizaka caracteriza las relaciones de Japon con América Latina de la siguiente forma: En primer lugar, esta relación comprende solamente las relaciones económico-comerciales. Sin embargo, la importancia del diálogo político, de la negociación diplomática y las relaciones culturales no pueden ser ignoradas. Las relaciones japonesas con América Latina han sido en su mayoría económicas u orientadas a los negocios. En segundo lugar, las relaciones entre Japón y América Latina han sido altamente unilaterales. Japón ha desempeñado un papel activo en el comercio, las inversiones y el sector bancario privado. En tanto que los países latinoamericanos se han comportado en forma pasiva en relación a Japón. Como consecuencia de esta asimetría, las relaciones han tendido a estancarse cuando Japón perdió su interés en esta área. En este sentido, esas relaciones fueron seriamente afectadas por la crisis latinoamericana de los años '80. De esta manera, se deduce la existencia de un relativo interés entre una y otra área, sin poder llegar a constituirse en una prioridad relevante. Desde la perspectiva brasilera no hay dudas que está presente el interés en el estrechamiento de relaciones, considerando la gran demanda por las inversiones y por el acceso a las tecnologías de punta en un mercado con alta capacidad de consumo. Sin embargo, no se ha podido reemplazar la esfera regional, que, siendo importante, no responde a la necesidades impuestas por la magnitud de las transformaciones que se llevan a cabo. Se establece así la hipótesis que se está retomando el interés por el continente latinoamericano por parte de Asia, y se están abriendo posibilidades para el establecimiento de una nueva conexión asiática a partir de las inversiones dirigidas a una integración productiva en sectores manufactureros y con transferencia de tecnología y capacitación de recursos humanos. En este sentido, el renovado interés japonés y asiático por MERCOSUR parece ser parte del proyecto, pues la apertura de sus economías y sus procesos de privatización están siendo orientados para este mercado. Es decir, los actuales montos de inversión se dirigen principalmente al mercado exportador. De esta manera, MERCOSUR se presenta como un espacio potencial e interesante para generar el establecimiento del denominado networking empresarial con el resto del continente americano. En lo referente a China, considerando el potencial de desarrollo de las relaciones a largo plazo, la expresión "espacio estratégico" acuñada por el Primer Ministro chino Zhu Rongji, ha sido ampliamente utilizada por ambos países. Li Ruihuan al visitar Brasil intentó definir la idea del espacio estratégico: "América Latina representa una de las regiones más dinámicas del planeta en lo que se refiere a desarrollo económico. En el plano político, la región, y en particular Brasil, tiene una importante localización estratégica en el mundo. Brasil es el mayor país en desarrollo en el escenario latinoamericano y China es el mayor país en desarrollo del mundo. Entre estos dos países existen variados elementos en común: están empeñados en lograr un desarrollo económico y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Por lo tanto, la cooperación tiene un significado muy importante para ambos países, ya que entre ellos no existen conflictos de intereses, pero si de complementación. Así, se perciben horizontes muy promisorios para las relaciones entre nuestros países, especialmente en el campo económico". El espacio estratégico tiene un enfoque más definido en el área de la cooperación técnica y científico-tecnológica. En esta área se encuentran el mayor ámbito de relaciones entre ambos países: el trabajo conjunto para el desarrollo de satélites de observación remota (CBERS). En 1995 el proyecto fua ampliado, planeándose producir otros dos satélites, aparte de los ya construidos. Estos permitirán a ambos países no depender de terceros en cuanto a las imágenes, pudiéndose incluso transformarse de usuarios en vendedores de este tipo de servicio. En el plano general, se acostumbra señalar que Brasil considera a Asia como un espacio prioritario. Sin embargo, al referirse al continente asiático esto no parece claro, pues están reflejados sólo Japón y China, por lo que el espacio prioritario podría encaminarse hacia ambos, aunque destacando el primero. Los comentarios son más amplios en relación a China, señalándose que este sería el espacio estratégico. Si consideramos que China posee una mayor autonomía política en términos regionales, mientras que Japón aún muestra una relativa dependencia política de Estados Unidos, se puede establecer una hipótesis en el sentido que la política exterior de Brasil prioriza a Japón en los temas económicos y a China en las cuestiones políticas. Aunque los intereses brasileros en relación a Asia Pacífico pueden ser claramente perceptibles, se detecta un continuo impasse. Este implica una gran dificultad al definir los mecanismos de ampliación de las relaciones. A pesar de que algunos términos han sido acuñados (espacios operacionales y, actualmente con mayor énfasis, espacio estratégico) y son utilizados con relativa frecuencia, el gobierno, aparentemente, no ha resuelto como instrumentalizar y/o estimular estos espacios. En otras palabras, ¿debe el gobierno brasilero responsabilizarse por la actuación empresarial en la región o quizás ese costo debe ser absorbido por los sectores implicados?. Tal dificultad implica, por una parte, la imposibilidad gubernamental de destinar recursos para este tipo de acción producto de problemas internos. Por otro lado, existe un desconocimiento o distanciamiento de las realidades de los diferentes países asiáticos. En términos políticos, la indefinición puede ser endosada al papel ejercido por Estados Unidos en la región y a su actual relación con Japón y China. Se puede especular que se está utilizando un modelo de inercia, por cuanto no existe la necesidad de posicionarse de manera más clara en el objetivo. Quizás se pueda razonar que, en cuanto a Japón, la relación de Brasil carece de activismo, rigiéndose sólo por factores coyunturales o por iniciativas japonesas. Con respecto a China, a pesar de las declaraciones que lo rechazan, persiste la perspectiva que la globalización no beneficia de la misma forma a todos y que, a mediano plazo, habrá que retornar a las cuestiones estructurales de la relación norte-sur, siendo China un espacio fundamental (si no estratégico) en esta acción. En lo referente al sudeste asiático, las iniciativas que están presentes son residuales, teniendo cierto privilegio dentro de una estrategia de profundización del proceso de integración regional, una relación más estrecha entre MERCOSUR y ASEAN.

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Brief Remarks on Brazil - Asia Relations
Henrique Altemani de Oliveira
From the '50s into the '70s, one cannot really think of a Brazil-Asia relationship as such. Despite appearing in the respective discourses, especially with the beginning of independent foreign policy, the only actual interaction on a multilateral level deals with the construction of a common political agenda for developing countries that intended to defend the installment of a new international economic order. At that time, Brazil's relationship with Asia was basically restricted to bilateral relations with Japan. During the 1960s, economic ties between Brazil and Japan experienced a significant increase, with Japan becoming not only the second-largest market for Brazilian exports, but also the third largest foreign investor in Brazil.
However, a study of these economic relations points out that their increase was primarily due to Japanese initiatives. Usually, Brazil considered the Japanese option as residual, on a second plane in comparison to Western countries. Using this line of reasoning, the deduction can be made that the majority of Brazilian exports to Japan were clearly determined by Japan's own investments in Brazil. Furthermore, those investments favored both the production of industrial materials vital to the Japanese economy and the relocation of the so-called sunset industries, whose elevated costs in energy, labor and environmental impact did not allow production in Japan to maintain its competitiveness. Nonetheless, with the crises of the 1980s, and independent of the changes on the international scene, Japanese interests no longer found Brazil attractive. At the start of the 1990s, the process of redefining priorities for Brazilian foreign policy seems not to have achieved a definition of its strategies for tightening links with Japan, despite the great interest that exists in expanding commerical links and ties with Asia. Horizaka characterizes Japan's relations with Latin America in the following manner: First, this dynamic only takes into account commercial-economic relations. However, the importance of political dialogue, diplomatic negotiation and cultural relations cannot be ignored. Japanese relations with Latin America have been, for the most part, economic or oriented toward business. Secondly, relations between Japan and Latin America have been highly unilateral. Japan has carried out an active role in trade, investment and the private banking sector. Latin American countries have mostly behaved in a passive fashion with regards to Japan. As a result of this assymetry, relations have tended to stagnate when Japan has lost interest in the area. In this sense, those relations were seriously affected by the Latin American crisis of the 1980s. Thus, the existence of a relative interest between the two areas can be deduced, but it is an interest as yet unable to constitute a relevant priority. From the Brazilian perspective, there is no doubt that an interest in strengthening relations exists, particularly considering the high demand in Brazil for investment and for access to the latest technology in a domestic market with high consumption capacity. Still, the regional sphere has yet to be replaced by any other actor, and while important, this reduced sphere does not respond adequately to the necessities imposed by the magnitude of the transformations being carried out. The hypothesis is established, then, that Asia is once again taking interest in Latin America. This rekindled interest is opening up possibilities for the establishment of a new Asian connection, one based on investment aimed at the productive integration of manufacturing sectors, on the transfer of technology and on the training of human resources. In this sense, the renewed Japanese and Asian interest in MERCOSUR seems to be part of the overall project, as the opening of South American economies and the processes of privatization are being oriented toward this market. That is, current investment amounts are directed primarily toward the export market. In this way, MERCOSUR presents itself as a potential and interesting space for generating the establishment of business networking with the rest of the American continent. In reference to China, considering the potential for long term development of bilateral relations, the expression "strategic space," coined by Chinese Prime Minister Zhu Rongji, has been widely used by both countries. Li Ruihuan, upon visiting Brazil, tried to define the idea of strategic space: "Latin America represents one of the most dynamic regions on the planet in terms of economic development. Politically, the region, and in particular Brazil, also has an important global strategic location. Brazil is the largest developing country within Latin America, while China is the largest developing country in the world. Various common elements exist between these two countries: they are determined to achieve economic development and to improve the living conditions of their populations. Cooperation, then, has a very important significance for both countries, as there exist no conflicts of interest between them, but yes a certain complementary relationship. Thus, very promising horizons can be seen for relations between our countries, especially in the economic sector." Strategic space has a more defined focus in terms of technical and technological-scientific cooperation. In this area, the greatest example of relations between the two countries is found: the joint work being done for the development of remote observation satellites (CBERS). In 1995 the project was extended, with plans to produce another two satellites in addition to those already constructed. These satellites will allow both countries to no longer depend on third parties for images, capable even of transforming them from mere users into providers of this type of service. In general, it is usual to posit that Brazil considers Asia a priority sphere. However, when speaking of the Asian continent as a whole, this becomes less clear. Only Japan and China actually enjoy concrete, meaningful relations with Brazil, so much so that the priority sphere could be applied toward only these two nations, emphasizing the former. Remarks regarding China are more extensive, demonstrating that this country is a strategic space. If we consider that China possesses a greater degree of political autonomy in regional terms, while Japan still shows a relative political dependence on the United States, a hypothesis could be established that Brazil's foreign policy prioritizes Japan in economic matters, but China in political issues. Although Brazilian interests with respect to Asia's Pacific Rim can be clearly perceived, a continual impasse is noted. This implies a significant problem when trying to define the mechanisms for expanding relations between the two areas. Despite the fact that some phrases have been coined (operational spaces and, currently with greater emphasis, strategic space) and are used with relative frequency, the government apparently has not resolved how to utilize and/or stimulate these spaces. In other words, should the Brazilian government assume responsibility for business performance in the region, or should that cost be absorbed by the specific sectors affected? Such a difficult question involves, on one hand, the impossibility of the government to earmark resources for this type of action as a result of internal problems. On the other hand, there exists a disregard for or distancing from the realities of the different Asian countries. In political terms, this lack of definition could be attributed to the role played by the United States in the region, and its current relations with Japan and China. One could speculate that the U.S. is using a model of inertia in such a way that there is no need to take a clearer position regarding the objective. It is reasonable to assume that, in terms of Japan, Brazil's relation lacks activism, guided only by specific, opportune moments or by Japanese initiatives. With respect to China, despite declarations to the contrary, the position that globalization does not benefit everyone in the same way, and that in the medium term structural issues regarding the North-South relationship will have to be reviewed, persists. China is a fundamental space (if not strategic) for this action. In reference to Southeast Asia, the initiatives that exist are residual, enjoying a certain privilege within the strategy of deepening the process of regional integration, represented by a tighter relationship between MERCOSUR and ASEAN.

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Brasil y Japón: ¿la aproximación de las antípodas?
Alexandre Ratsuo Uehara
Este año se celebran los 90 años de la inmigración japonesa a Brasil, iniciada en 1908 con la llegada del buque Kasato Maru al puerto de Santos. Desde entonces, ambos países han desarrollado una relación de aproximaciones y de distancias, caracterizada por cuatro períodos: 1) el primero hasta la Segunda Guerra Mundial; 2) el segundo entre los años 1950-1980; 3) el tercero durante la década de 1980; y 4) el último, en los años 1990. A lo largo de todo el primer período, las actividades de los inmigrantes japoneses estuvieron ligadas de modo directo o indirecto al sector agrícola. Muchos fueron a las plantaciones de café, en el interior de Sao Paulo, pero otros contribuyeron también en la expansión, diversidad y mejoría del cultivo de otros productos agrícolas. Entretanto, a pesar de la llegada de los inmigrantes japoneses a Brasil, hasta la década del '30, éste era visto como "un pequeño país, extraño y misterioso, ubicado en un lugar distante del globo " (Komiya, 1996 :37). Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que no hubo un conflicto directo entre los dos países, las relaciones diplomáticas Brasil - Japón fueron interrumpidas. Solamente en 1952, después de hacerse conocido el Tratado de San Francisco que restablecía la soberanía de Japón, las relaciones bilaterales fueron retomadas. De este modo se inicia una nueva etapa y el factor económico, estimulado por el crecimiento de la economía japonesa, adquiere una mayor importancia. Las empresas niponas pasan a invertir en el exterior, concentrando el flujo de capital en Estados Unidos, Brasil e Indonesia, países que presentaban obstáculos menores a sus iniciativas. En la década de los '50, un factor que contribuyó para atraer empresas japonesas al país fue el Plan de Metas de Jucelino Kubitschek. En las décadas de los '60 y '70, fue la búsqueda por parte de Japón de un socio alternativo la que estimuló y consolidó la inserción de sus inversiones en Brasil. Al final de la década de los '70, la relación Brasil - Japón vivía un proceso de intensificación y profundización de las relaciones económicas, con óptimas expectativas a futuro, sostenidas, particularmente, por las inversiones japonesas. Un ejemplo es el proyecto CARAJAS, en que Japón aplicó, financió y contribuyó a misiones de investigación para su exploración. Sólo en financiamientos fueron destinados US$ 47,7 millones. Otro proyecto importante fue la CENIBRA, fundada en 1973, que hoy cuenta con el 48,52% de su capital administrado por el consorcio japonés JBP-Japan Brazilian Pulp and Papers Resources Co. Durante la década de los '80, entretanto, hubo una reversión en el proceso de aproximación en las relaciones nipo-brasileñas experimentadas en los años '70, motivadas por factores brasileños y japoneses. En el caso de Brasil hubo problemas producto de la deuda externa, de los elevados índices inflacionarios y la inestabilidad política y económica. Por parte de Japón, las empresas sufrieron un cambio en sus prioridades, pues se concentraron en la defensa de los mercados para sus productos y no en el manejo de materias primas y recursos naturales. Esos factores implicaron que la relación nipo-brasileña pasara a un segundo plano. En los años '90, la estabilidad política y monetaria brasileña hizo surgir expectativas de un nuevo rumbo en las relaciones bilaterales. Además, factores sociales, aunque no determinantes, también influyeron en la relación. Actualmente, la denominada comunidad nikkei -descendientes de japoneses- participa no sólo en la agricultura, sino también en otros segmentos de la sociedad brasileña. Un ejemplo es la participación de los descendientes en las universidades. Según una encuesta realizada en 1996 en la Universidad de São Paulo -la más grande de Brasil-, aproximadamente un 6% de su cuerpo docente está constituido por descendientes de japoneses. Lo anterior es significante, por cuanto que la colonia japonesa en Brasil es levemente superior al millón y medio de personas. Otro factor que tuvo una importancia significativa en los años '90 fue el llamado fenómeno dekassegui -término utilizado para designar los brasileños descendientes de japoneses inmigrantes en Japón-. Ese fenómeno tuvo su inicio en los años '80, y siguió una tendencia creciente hasta 1991, cuando la emisión de visas por parte del Consulado japonés en Brasil llegó a 61.500 1/. Actualmente, según datos divulgados en julio de 1998, la población total de dekasseguis llega a 230 mil personas 2/, y ha influido en las relaciones nipo-brasileñas en los campos social, político y económico. En el campo social, una consecuencia preocupante para Brasil fue la separación de los lazos familiares, causados por el traslado de miembros de la familia a Japón. Actualmente, un problema que llama la atención es el de los trabajadores brasileños desempleados en Japón -estimados en 30 mil-. En el campo económico, el fenómeno dekassegui tuvo un importante papel en los flujos de capitales hacia Brasil en los años '90. Las llamadas remesas unilaterales formadas por el ahorro enviado al país por los dekasseguis, llegaron a un monto de US$ 3,974 mil millones en 1995 3/. Ese volumen de capital es superior al triple del volumen de inversiones directas japonesas realizadas en Brasil en el año de 1997 -el mayor de los años 1990-, de aproximadamente US$ 1,12 billones 4/. Las empresas japonesas han señalado, en forma cautelosa, que deben realizar nuevas inversiones en el país. Según Kotaro Horisaka (1998:5), ya hay un cambio en el comportamiento de las empresas japonesas. En 1997, hubo un crecimiento de 46% en el volumen de inversiones directas japonesas en Brasil, llegando a un valor de 145,1 mil millones de yens -cinco veces mayor que el realizado en 1995-. El nuevo escenario brasileño de mayor estabilidad política y baja inflación viene generando un aumento en la credibilidad, fruto de las recientes visitas de políticos y misiones de empresas japonesas en búsqueda de informaciones y oportunidades de negocios en Brasil. El retorno a la credibilidad quizás sea el punto central para la intensificación de las relaciones japonesas con Brasil y, por extensión, con países sudamericanos. Por lo tanto, las empresas japonesas piden que los miembros de MERCOSUR se comprometan con: "...integración regional transparente y abierta; estabilización política, económica y social; adopción y consolidación de las instituciones del MERCOSUR, tales como leyes, inversiones, sistema financiero, fiscal, estadístico, entre otros " (Mizuno 1998:5). La credibilidad exige además de normas, un mayor conocimiento entre los socios, a lo cual puede contribuir una aproximación política. En este momento, intereses convergentes pueden proporcionar condiciones para eso. Un ejemplo concreto son las candidaturas de Japón y Brasil a asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Además, las alteraciones ocurridas en las relaciones internacionales con el fin de la guerra fría abren espacios en el campo político para una intensificación de la relación bilateral. Es así que "el final de la guerra fría abrió la posibilidad de una política externa japonesa más independiente" (Haggard, 1996:6), y la posibilidad de una profundización en las relaciones Japón-Brasil. Pues, muchas veces, el hecho "del establishment japonés y los formuladores de la política externa de Japón tienen siempre una tendencia a pensar que Latinoamérica es el patio de los Estados Unidos..." (Hoisaka,1993:51), fue considerado como un factor limitante para la integración japonesa con Latinoamérica. Para Brasil, la relación con Japón puede ser vista como un contrapunto para su relación con Estados Unidos. Barbara Stallings y Gabriel Székely (1993), escribieron sobre las relaciones entre Japón, Estados Unidos y Latinoamérica. Estudiando esta relación triangular aportaron tres escenarios; dos basados en la noción de rivalidad y un tercero de cooperación entre Estados Unidos y Japón. El detalle es que en todos esos modelos, Latinoamérica aparece como agente pasivo, lo que no es necesariamente una verdad. La región posee una de las asociaciones económicas regionales más destacadas de la década de los '90, el MERCOSUR, producto del crecimiento de los flujos comerciales intra y extraregionales. En los seis primeros años de la década de los '90, el volumen intra-regional de comercio de bienes se cuadruplicó, pasando de US$ 4,12 mil millones a US$ 16,77 mil millones, lo que permitió ampliar las oportunidades de negocios y llamando la atención de otros socios fuera de la región, incluyendo a Japón. Hoy, a pocos meses del siglo XXI, Japón no es más el país extraño y mucho menos distante, aunque quizás un tanto misterioso por su cultura distinta. Existen factores que proporcionan a Brasil una ventana de oportunidades para la ampliación de su relación con Japón, facilitada incluso, por el éxito obtenido, hasta el momento en el enfrentamiento de las repercusiones de la crisis asiática. Todavía, la intensificación de las relaciones nipo-brasileñas no es una realidad, y muchos obstáculos aún deben ser enfrentados. NOTAS 1/ Datos del Consulado Geral do Japão em São Paulo. "Emisión de visas japoneses para brasileños".
In: http: //www.mofa.go.jp/region/latin/image/f-5-p.jpeg. 2/ "Empresas pagam para imigrantes desempregados voltarem ao país de Tóquio". Folha de São Paulo julio 7, 1998. Caderno Cotidiano pagina:3-6. 3/ Caixa do BC em moeda forte recua para US$ 70,9 bi, apesar de investimento doreto recorde de US$ 3 bi.". Folha de São Paulo, Caderno Dinheiro pagina. 2-1 julio 17, 1998. 4/ Horiasaka (1998 :5 ).

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Brazil and Japan: Bringing the Antipodes Closer Together?
Alexandre Ratsuo Uehara
It began in 1908 with the arrival of the ship Kasato Maru at Santos. Since then, these two countries have developed a relationship involving both rapprochement and distancing, divided into four periods: 1) the first one lasted up until World War II; 2) the second one covered the period 1950-1980; 3) the third covered the eighties; and 4) the last one covers the nineties. Throughout the first period, the activities of Japanese immigrants were linked directly or indirectly to agriculture. Many went to coffee plantations located further inland from São Paulo, whereas others helped to expand, diversify and improve the crops of other agricultural products. In spite of the arrival of Japanese immigrants to Brazil, up to the thirties, Brazil was considered to be "a small, strange and mysterious country, located in some distant part of the globe " (Komiya, 1996 :37). During World War II, despite the fact that there was no direct conflict between Japan and Brazil, diplomatic relations between both countries were broken off to be reestablished only in 1952, when the San Francisco Treaty reinstating the sovereignty of Japan was made known. A new phase began and economic factors --stimulated by the growth of Japanese economy-- became more important. Japanese companies began to invest abroad, concentrating their capital flows in the United States, Brazil and Indonesia, where there were less obstacles to their initiatives. In the fifties, one factor that helped attract Japanese companies to Brazil was the Goals Plan implemented by Juscelino Kubitschek. In the sixties and seventies, Japan's search for an alternative partner was the factor that stimulated and consolidated Japanese investments in Brazil. In the late seventies, Brazil and Japan were intensifying and deepening their economic relations. Expectations about Brazil-Japan relations were optimistic at the time, sustained particularly by Japanese investments. One example of this is the Carajás project, where Japan applied, financed and contributed through research missions to its exploration. Financing alone amounted to US$ 47.7 million. Another important project was Cenibra, founded in 1973. At present, 48.52% of its capital is managed by the Japanese consortium JBP-Japan Brazilian Pulp and Papers Resources Co. During the eighties, there was a setback in the rapprochement between Japan and Brazil compared with the seventies, motivated by issues on both sides. Brazil had foreign debt problems, high inflation rates and political and economic instability. Japanese companies experienced a change in priorities, assigning considerable interest to defending markets for their products instead of to managing raw materials and natural resources. These factors placed helped decrease the importance of relations between Japan and Brazil. In the nineties, Brazilian political and monetary stability gave rise to expectations of a new course in relations between Brazil and Japan. Furthermore, social factors, although not crucial, influenced the relationship between both two countries. At present, the so-called nikkei community --i.e. people of Japanese ancestry-- plays an important role not only in agriculture but also in other segments of Brazilian society. One example is the involvement of ethnic Japanese in university life. According to a survey conducted in 1996 at the Universidad de São Paulo --the largest in Brazil-- approximately 6% of the teaching staff is formed by descendants of Japanese immigrants. This is a significant figure, bearing in mind the fact that the Japanese community in Brazil amounts to slightly over 1.5 million people. Another significant factor in the nineties was the so-called "dekassegui situation" a term used to designate Brazilians descended from Japanese immigrants and who are living in Japan. This situation began developing in the eighties, following a growing trend up to 1991, when the Japanese Consulate in Brazil awarded a total of 61.500 visas 1/. At present, according to data published in July 1998, the total population of dekasseguis amounts to 230,000 individuals 2/, and this has influenced relations between Japan and Brazil in social, political and economic terms. In the social sphere, one cause for concern felt in Brazil is the break-up of family ties produced by the departure of family members for Japan. One of the problems that attracts attention at present is that of unemployed Brazilian workers in Japan --estimated at 30,000. This fact has mobilized Brazilian politicians and diplomats in that country and also the Japanese government. In the economic field, the dekassegui played an important role in capital inflows to Brazil in the nineties. The so-called unilateral remittances --i.e. savings sent back by the dekasseguis-- amounted to US$ 3.974 billion in 1995 3/. This volume is three times as high as that of direct Japanese investment in Brazil in 1997 --the highest in the nineties-- which amounted to approximately US$ 1.12 billion 4/. Japanese companies have cautiously stated that they must make new investments in Brazil. According to Kotaro Horisaka (1998:5), the behavior of Japanese companies has already changed. In 1997, the volume of direct Japanese investment in Brazil grew by 46% to Yen 145.1 billion --an amount five times higher than that invested in 1995. The new Brazilian scenario, marked by higher political stability and lower inflation has been generating more credibility, as shown by the recent visits by politicians and missions sent by Japanese companies to Brazil in search for information and business opportunities. Recovered credibility is perhaps the main reason for enhanced Japanese relations with Brazil and, by extension, with South American countries. Therefore, Japanese companies ask MERCOSUR members to commit to: "...transparent and open regional integration; political, economic and social stability; the adoption and consolidation of MERCOSUR institutions, such as laws, investments, and financial, tax, and statistical systems, among others " (Mizuno 1998:5). Credibility requires, in addition to standards, better knowledge among partners, to which political rapprochement can contribute. At this point in time, converging interests may provide the necessary conditions for this. One concrete example is the candidacy of Japan and Brazil to permanent seats on the Security Council of the United Nations. Furthermore, changes in international relations after the end of the Cold War open up room in the political arena for enhanced bilateral relations. "The end of the Cold War has opened up the political possibility of a more independent Japanese foreign policy" (Haggard, 1996:6), and the possibility of enhanced relations between Japan and Brazil. Because, frequently, the fact that "the Japanese establishment and foreign policy makers tend to think that Latin America is the backyard of the United States..." (Hoisaka,1993:51), was singled out as the factor that limits Japanese integration with Latin America. For Brazil, the relationship with Japan may be viewed as a counterpoint to its relations with the United States. Barbara Stallings and Gabriel Székely (1993), wrote about relations between Japan, the United States and Latin America. The analysis of this triangular relationship produced three possibilities, two of them based on the idea of rivalry and the third on the idea of cooperation between the United States and Japan. The issue is that, in all these models, Latin America appears as a passive agent, which is not necessarily true. The region possesses one of the most outstanding economic groupings in the nineties --i.e. MERCOSUR-- due to the growth of intra and extra-regional trade flows. In the first six years of the nineties, intra-regional trade volumes increased four-fold, from US$ 4.12 billion to US$ 16.77 billion, thereby increasing the business opportunities and attracting the attention of other partners from beyond the region, including Japan. At present, therefore, two years before the Twenty-first century, Japan is no longer a strange and much less a distant country, although perhaps a little mysterious due to its different culture. Some factors provide Brazil with a window of opportunity to expand its relations with Japan, eased by the success secured up to now in dealing with the consequences of the Asian crisis. The enhancement of relations between Japan and Brazil is still not a reality and there are still many obstacles to be tackled.
NOTES 1/ Data from the Consulado Geral do Japão em São Paulo. " Emisión de visas Japanese para Brasileños ". In: http: //www.mofa.go.jp/region/latin/image/f-5-p.jpeg. 2/ "Empresas pagam para imigrantes desempregados voltarem ao país de Tóquio". Folha de São Paulo, July 7, 1998. Caderno Cotidiano pages:3-6. 3/ Caixa do BC em moeda forte recua para US$ 70,9 bi, apesar de investimento doreto recorde de US$ 3 bi.". Folha de São Paulo, Caderno Dinheiro pagina. 2-1 July 17, 1998. 4/ Horiasaka (1998 :5 )
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El Logro de una relación pacífica a través del Estrecho de Taiwan
Dr. Koo Chen-fu
Las relaciones entre Taiwan y China han sido "cercanas pero lejanas". Los contactos del tipo persona a persona comenzaron sólo hace una década. Sin embargo, ambos gobiernos permanecen lejos uno de otro. En octubre último, como Presidente de la Fundación para los Intercambios a través de los Estrechos (SEF), realice una visita considerada de "revolucionaria" a China, con el objetivo de lograr un mejor entendimiento entre ambas naciones. En este viaje me reuní con el Señor Wang Daohan, Presidente de la Asociación para las Relaciones a través de los Estrechos de Taiwan (ARATS). Aquella fue la primera vez, desde el mayo de 1995, que SEF y ARATS fueron capaces de intercambiar opiniones en relación a asuntos fundamentales. También fue la primera vez en más de cinco años que los lideres de SEF y ARATS se reunieron después de la reunión de Singapore en abril 1993. Lo más relevante de este encuentro fue el hecho que por primera vez desde 1949 una delegación del gobierno de Taiwan se reunió con una alta autoridad dirigencial de Beijing, el Presidente Jiang Zemin. En la reunión con el Señor Wang Daohan en Shanghai, se logró como resultado el consenso en cuatro puntos relevantes: En primer lugar, la continuidad del diálogo a través de los Estrechos para que las negociaciones bilaterales avancen; en segundo lugar, se concluyó que es necesario promover el intercambio de visitas entre los miembros de SEF y ARATS; en tercer lugar, por medio de los intercambios a través del Estrecho se puede avanzar en la solución de los temas funcionales; y en ultimo lugar, se estableció que el Señor Wang Daohan visite próximamente Taiwan. Lo anterior contó con el apoyo del Señor Jiang Zemin y podría realizarse en el curso de 1999. No cabe duda que la visita del Señor Wang a Taipei será una visita de buena intención, entendiendo la importancia de la paz, lo cual conducirá al establecimiento de la confianza mutua y al resurgimiento de una interacción institucionalizada entre Beijing y Taipei. Como consecuencia, la comunicación a través de los estrechos se normalizaría gradualmente después del histórico viaje del señor Wang, y propendría a una relación de trabajo común con objetivos concretos entre ambas partes. Es comprensible que miembros del gobierno de Beijing deseen negociaciones preliminares sobre asuntos políticos. Sin embargo es necesario limitar los temas a los cuales nos convoca la reunión, ya que la falta de confianza mutua ha impedido una normal relación a través de los estrechos. Sin la confianza mutua, las negociaciones sobre temas políticos, probablemente nos llevarían a una situación de retroceso en la relación. Como dice un dicho Chino y occidental: "la prisa causa desperdicio", por lo que es necesario en estos momentos un proceso de construcción de medidas de confianza mutua, un proceso marcado por el dialogo continuo, implementando los acuerdos previos y solucionando los problemas de baja naturaleza política. Bajo el escenario actual de relaciones, el comenzar la discusión de temas en la alta política sería contraproducente. A corto plazo, Taipei y Beijing deberían buscar una mejor atmósfera en las relaciones. Ello podría comenzar por mostrar respeto el uno al otro. Por ejemplo, Taipei respeta lo que Beijing ha logrado en los últimos 20 años, por lo que sería deseable que se nos reconociese lo logrado en Taiwan en los aspectos políticos, económicos y culturales. El considerar todo lo realizado por Taipei como una "independencia Taiwanesa", y descalificar todo lo obrado pone en peligro la reunificación nacional. Según un estudio de opinión publica en Taiwan, realizado por diferentes instituciones, tal actitud sólo puede generar sentimientos nacionales en la isla que conduzcan hacia una alienación y generen tendencias contrarias a la reunificación nacional. Tales observaciones implican que el momentum hacia la plena reunificación puede ser generado solamente si nuestras experiencias individuales, tanto como la realidad política de un gobierno dividido a través de los estrechos de Taiwan, puede ser respetado. A largo plazo, la democratización está inevitablemente conectada a la reunificación. Si miramos atrás en la historia, vemos que el pueblo de Taiwan ha experimentado un gobierno colonial por demasiado tiempo. La isla es ahora una plena democracia y no hay razón para que su población acepte un gobierno central con procesos de decisiones autoritarios. Sin el mando del derecho, Beijing no será capaz de convencer a la población de Taipei que las decisiones tomadas por Beijing respecto de Taiwan serán respetadas a futuro. Lo que deseo subrayar es lo siguiente: La democratización es una tendencia global que no puede ser detenida por nadie. La historia del éxito del proceso de democratización de Taiwan en los últimos veinte años prueba que la democracia funciona y funciona bien en un lugar donde viven los Chinos. Estados Unidos y la República de China son a largo plazo aliados. Lo que nos unió por tantos años fue no solamente un interés común, sino las cualidades compartidas. Estados Unidos cumplen un rol fundamental en la relación triangular Washington-Beijing-Taipei. Es por ello muy importante que Estados Unidos mantenga una política balanceada respecto de Taiwan y China. La crisis de los estrechos de Taiwan de 1995-1996 mostró al mundo que Beijing no vacilaría en usar la fuerza para alcanzar sus objetivos. Hasta hoy día, China no ha usado la fuerza en contra de Taiwan. Esa actitud beligerante es antagónica al pueblo de Taiwan, y cualquier potencial conflicto militar seguramente pondrá en peligro la estabilidad de las relaciones triangulares. La paz y la estabilidad de la región de Asia y Pacifico también dependen de la seguridad de Taiwan para asegurar la disuasión hacia China. De tal forma, manifestamos nuestro apoyo a la política de Estados Unidos en cuanto a sus esfuerzos por integrar a China en la comunidad internacional. Taipei está pronto a cooperar en tal misión como miembros de la región de Asia y Pacifico, con la finalidad de comenzar un nuevo siglo con una mentalidad abierta y de carácter recíproco.
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Achieving a Peaceful Relationship across the Strait of Taiwan
Dr. Koo Chen-fu
Relations between China and Taiwan have been "so near, so yet far." People-to-people contacts began only a decade ago. Nonetheless, both governments remain distanced from each other. Last October, as Charmain of the Straits Exchange Foundation (SEF), I made a visit to China many considered "revolutionary", with the aim of achieving a better understanding between both nations. During that trip, I met with Mr. Wang Daohan, Charmain of the Association for Relations Across the Taiwan Straits (ARATS). That was the first time, since May 1995, that SEF and ARATS were capable of exchanging opinions on fundamental issues. It was also the first time in more than five years that leaders from both SEF and ARATS met after their meeting in Singapore in April 1993. The most important aspect of this encounter was the fact that for the first time since 1949 an official Taiwanese government delegation met with a high-ranking political authority from Beijing, President Jiang Zemin. In the meeting with Mr. Wang Daohan in Shanghai, a consensus on four relevant matters was reached: first, the need for the continuity of dialogue across the Straits so bilateral negotiations can advance; second, we concluded that it is necessary to promote visitor exchanges between members of SEF and ARATS; third, through exchanges across the Strait, we can make progress toward the solution of functional issues; and last, it was decided that Mr. Wang Daohan will visit Taiwan very soon. The achievements outlined above enjoyed the support of Mr. Jiang Zemin, and they could be implemented throughout 1999. There is no doubt that the visit of Mr. Wang to Taipei will be a well-intentioned one, understanding the importance of peace in the region, but it may also lead the way in the establishment of mutual trust and the resurgence of an institutionalized interaction between Beijing and Taipei. Consequently, communication across the straits would gradually normalize after this historic trip of Mr. Wang, and a tendency to create a relationship based on common tasks and concrete goals between both countries would begin. It is understandable that members of Beijing's government wish to have preliminary negotiations regarding political matters. However, it is also necessary to limit the issues to those that bring us to the meeting in the first place, as the lack of mutual trust has historically impeded normal relations across the straits. Without that mutual trust, negotiations on political issues would most likely bring us to a deterioration of our relationship. As the Chinese and Western saying alerts us, "haste makes waste." For that reason, at this time a process of building instruments of mutual trust is necessary, a process marked by continuous dialogue, the implementation of previous agreements and the solution of problems with relatively low political content. Given the current state of relations, beginning a discussion of highly political matters would be counterproductive. In the short term, Taipei and Beijing should seek a better atmosphere for relations. Such an atmosphere could begin to take hold by showing a simple mutual respect. For example, Taipei respects what Beijing has achieved in the last 20 years. Thus, it would be desirable that they recognize us for all that Taiwan has achieved in its political, economic and cultural fields. Considering all of Taipei's successes merely a demonstration of "Taiwanese independence," and consequently dismissing all that has been done, endangers any possibility of national reunification. According to a public opinion study in Taiwan, taken by several different institutions, such an attitude can only generate nationalist sentiment on the island, leading to alienation from the mainland and generating tendencies contrary to the goal of national reunification. Such observations imply that the momentum toward full reunification can be generated only if our individual experiences as nations, as well as the political reality of a government divided by the Straits of Taiwan, can be respected. In the long term, democratization is inevitably linked to reunification. If we look back in history, we find that the Taiwan people have experienced a colonial government for far too long. The island is now a full-fledged democracy, and there is no reason for its population to accept a central government with authoritarian modes of decision-making. Without the rule of law, Beijing will be unable to convince the Taipei population that decisions taken by Beijing with respect to Taiwan will be respected in the future. What I wish to emphasize is this: democratization is a global tendency that cannot be stopped by anyone. The history of success of the Taiwanese democratization process over the last twenty years proves that democracy works, and works well, in a place where the Chinese live. The United States and the Republic of China are, in the long term, allies. What united us for so many years was not only a common interest, but also shared characteristics. The United States plays a fundamental role in the triangular relationship Washington-Beijing-Taipei. For that reason, it is crucial that the United States maintain a balanced policy regarding both Taiwan and China. The crisis in the Straits of Taiwan during 1995-1996 showed the world that Beijing would not vacillate in using force to meet its objectives. So far, China has not used force against Taiwan. That belligerent attitude is antagonizing to the people of Taiwan, and any potential military conflict will surely endanger the stability of that triangular relation. Peace and security in the Asia- Pacific region also depend on the security and ability of Taiwan to ensure a deterrent force toward China. In that sense, we declare our support of U.S. policy in its efforts to integrate China into the international community. Taipei will soon be cooperating on that mission as members of the Asia-Pacific region, with the aim of starting a new century with a mentality both open and reciprocal in nature.

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Intercambios entre América Latina y la Cuenca del Pacífico desde California
Augusto Soto Alvarez
Los crecientes vínculos comerciales y políticos de América Latina con el Asia de la Cuenca del Pacífico necesariamente derivan hacia el intercambio académico entre ambos continentes y generan una nueva instancia, a su vez llamada a tener un efecto en las relaciones. El establecimiento de una red académica se halla en una fase inicial en nuestro continente y se ve apoyada a partir de valiosos proyectos paralelos como el surgido en el Centro de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos (CILAS) de la Universidad de California en San Diego, la ciudad estadounidense ya constituida en modelo de urbe abierta a la tecnología y al ámbito del Asia Pacífico en el contexto del estado de California. Esto es, en un vértice clave entre el mundo angloamericano, asiático e hispánico. En efecto, la notable presencia en la costa Oeste de estudiantes asiáticos y estadounidenses de ascendencia asiática, el constante flujo de una inmigración laboral mexicana de proporciones en una zona con fuertes raíces hispánicas, demuestran que es prioritario, aunque en absoluto privativo de América Latina, dedicarse a estudiar y promover sus propios contactos en la región de la Cuenca del Pacífico. La iniciativa de San Diego, bajo el nombre de "Proyecto sobre América Latina y la Cuenca del Pacífico" se viene realizando desde hace dos años en las dependencias del CILAS . En torno a este proyecto se han congregado en California representantes de la actividad privada y miembros de importantes centros de las Américas y Asia. Entre éstos se cuentan el Instituto Matías Romero de México, la Universidad Estadual de Campinas de Sao Paulo, el Centro de Estudios Peruanos de Lima, el flamante Centro de Estudios Asiáticos del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, y representantes del Instituto de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales, la Universidad Sofía de Japón, la Universidad Chulalongkorn de Tailandia e instituciones estadounidenses. El primer encuentro de dos meses, durante febrero y marzo de 1997, se dedicó a la "Integración Regional en las Américas y en la Cuenca del Pacífico". El segundo año concentró la atención en los "Encuentros Culturales" y se consolidó en una serie de pasos, el primero de los cuales fue un taller abocado a tratar temas como las imágenes estereotipadas que reciben los escolares latinoamericanos sobre Asia y viceversa en los manuales de educación primaria y secundaria. Específicamente se focalizó en lo que decían y no decían los textos sobre las respectivas regiones, se escudriñaron los probables prejuicios mutuos y se recomendaron medidas a adoptar para un mejor acercamiento. En este contexto, cada participante inició investigaciones relativas a las relaciones comparadas entre ambos continentes, que han de derivar en nuevas líneas de investigación. Este autor abordó el tema de las implicancias culturales en los intercambios económicos entre Chile y China . A la vez, los participantes integraron seminarios, donde se analizaron los valores sociales comparados, las imágenes literarias del "otro", los contenidos de los filmes y la TV, las reglas y papeles de los géneros y los códigos en los lugares de trabajo de empresas en que participan latinoamericanos y asiáticos, en que en el contexto del diálogo América Latina - Asia. En la revisión empírica del material escolar fue de notar el exclusivismo como un rasgo importante de la autopercepción, por lo demás compartida por cada país asiático. En otras palabras, cada nación se ve a sí misma como un caso especial debido a circunstancias presentes e incluso pretéritas. Estas se encarnan, por ejemplo, en la grandeza territorial, poblacional y de recursos brasileña; en el rico pasado cultural y en la privilegiada situación geográfica mexicana entre América Latina y América del Norte; en el centralismo irradiador y en las proverbiales dimensiones chinas; en la peculiar insularidad y homogeneidad japonesas; en el carácter singular chileno derivado de su ubicación geográfica y extendida costa Pacífica; en la independencia tailandesa frente a las potencias coloniales decimonónicas, entre otras autopercepciones. Estas no son siempre captadas por los países vecinos y mucho menos por los alejados pueblos de uno y otro lado de la Cuenca del Pacífico. Es obvio que tales percepciones, o en ciertos casos, su carencia, inciden en el incipiente diálogo de naciones e incluso en las iniciativas comerciales. Pese al extendido desconocimiento de Asia en nuestro continente, ha quedado claro que los países de habla hispana miembros de APEC y el gravitante Brasil -cuyo peso específico se proyecta también hacia el Pacífico- disponen de una base importante de conocimiento proporcionado en el currículo escolar de primaria y secundaria. Por cierto, esta base no basta. Ha de ser solidificada en unos medios en que se suceden tres planos culturales: el del propio país, el influjo estadounidense y la referencia europea. Pese a la inclusión de Asia en los manuales, ésta no está integrada en los medios de comunicación ni en la cultura de masas, ni en la formación de élite, cosa que no es ninguna sorpresa al tratarse de realidades lejanas y abstrusas. Sin embargo, la globalización de las comunicaciones que irrumpe con fuerza a partir de esta década altera el valor de las distancias. El proyecto impulsado en la Universidad de California en San Diego e iniciativas similares de distinto calibre que emprenden los países latinoamericanos del Pacífico han de coordinarse y tener un efecto multiplicador, especialmente ahora en que la crisis económica mundial nos pone a prueba frente a la reciente alternativa estratégica y económica que representan para nosotros los países asiáticos. Gracias al intercambio de ideas en el CILAS, este autor está convencido de la necesidad de adoptar medidas adicionales para que los países latinoamericanos nos acerquemos más a Oriente. He aquí algunas proposiciones:
1. Considerar la alteración de partes del currículo escolar. Como consecuencia de la globalización más pronto que tarde el sistema educativo deberá afrontar el reforzamiento en la enseñanza del inglés en primaria y secundaria y la inclusión de los idiomas asiáticos principales en el currículo universitario.
2. Crear un espacio para Asia en los medios de comunicación de masas. La difusión de lenguas y culturas ayuda a estrechar la brecha de entendimiento. Aquí el gobierno y el sector privado son las naturales fuentes de financiamiento. En la próxima década los países asiáticos pueden encontrar interesante apoyar la idea.
3. Reforzar la cobertura de noticias generales y especializadas. Con el objeto de identificar oportunidades para los países latinoamericanos sería aconsejable crear un consorcio de especialistas de la región que sirva a las embajadas de los países del Pacífico americano y el MERCOSUR.
4. Formar con urgencia a estudiantes universitarios, del mundo de los negocios y de la diplomacia en asuntos asiáticos, en vista de la diversidad y las probables oportunidades ofrecidas por un espacio en el que vive más de un cuarto de la población mundial.
5. Diseñar un centro de informaciones latinoamericano o de MERCOSUR para Asia en Shanghai. Un ente así está llamado a convertirse en un punto de formación y encuentro. Podría tratarse de una institución que ofreciese cursos a nivel de Master para ejecutivos de alto nivel de compañías estatales, empresas conjuntas o de la administración pública. Los seminarios pueden incluir encuentros regulares con funcionarios gubernamentales y ejecutivos de compañías locales y multinacionales. Aquí los fondos gubernamentales, del sector privado y del Banco Interamericano de Desarrollo son las naturales fuentes de financiamiento.
6. Analizar el potencial representado por los asiáticos residentes y los latinoamericanos de ascendencia asiática en nuestro continente. No tiene pérdida incluir a miembros destacados de estos grupos en instituciones relevantes vinculadas a las relaciones bilaterales.
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Exchanges between Latin America and the Pacific Basin from California
Augusto Soto Alvarez
Growing political and business links between Latin America and Asian nations bordering the Pacific Basin lead to academic exchanges between both continents and generate a new channel, which will also have an effect on the relationship between both areas. This academic network is in its preliminary stages in our continent and it is backed by valuable projects. One of these is the project implemented by the Center for Iberian and Latin American Studies (CILAS), University of California-San Diego. San Diego is a U.S city that has become the model of a town open to technology and to the sphere of Asia Pacific in the context of the state of California. In other words, it is a major meeting point for the Anglo-American, Asian and Hispanic worlds. Indeed, the notable presence on the West Coast of Asian students and U.S. students with an Asian background, the constant and considerable flow of immigrant workers from Mexico in an area with strong Hispanic roots are proof of the fact that studying and promoting their own contacts with the Pacific Basin is a priority that is not limited to Latin America. The San Diego initiative, i.e. the "Project on Latin America and the Pacific Basin" has been underway at CILAS for two years . Members of the private sector and of important centers in the Americas and Asia have joined forces on this project. They include the Instituto Matías Romero (Mexico), the Universidad Estadual de Campinas (São Paulo, Brazil), the Centro de Estudios Peruanos (Lima, Peru), the newly created Centro de Estudios Asiáticos, Instituto de Estudios Internacionales at the Universidad de Chile, and representatives from the Latin American Institute of the Chinese Academy of Social Sciences, the Sophia University (Japan), the Chulalongkorn University (Thailand) and U.S. organizations. The first two-month meeting, held in February-March 1997, was dedicated to "Regional Integration in the Americas and in the Pacific Basin". In the second year, attention focused on "Cultural Meetings". These materialized in a series of measures, the first of which was a workshop dedicated to subjects such as the stereotypes that Latin American students are taught about Asia and vice versa in primary and secondary education textbooks. Specifically, work focused on what the textbooks explicitly stated or omitted on different regions, possible mutual prejudices were analyzed and potential measures were recommended to improve relations. In this context, each participant initiated research studies comparing relations between both continents, which should give rise to new lines of research. The author addressed the subject of the cultural implications of the economic exchanges between Chile and China . The participants also engaged in seminars where common social values were compared as were the literary images of the "other", the contents of films and TV, the rules and roles regarding gender and codes in the work place in companies that employ Latin Americans and Asians, in the context of the Latin America - Asia dialogue. An empirical review of educational material showed that uniqueness is a significant feature of self-perception, a view shared by every Asian country. In other words, each nation views itself as a special case due to its current and even past circumstances. These views are reflected, for example, in the grandeur of Brazil in terms of its territory, population and resources, in the rich cultural past and the privileged geographical position that Mexico occupies between Latin America and North America; in the radiating centralism and in the proverbial dimensions of China; in the peculiar insularity and homogeneity of Japan; in the singular nature of Chile stemming from its geographical location and extended Pacific shoreline; in the independence of Thailand vis-à-vis Nineteenth Century colonial powers, among other self-perceptions. These are not always understood by neighboring countries and much less by remote people located far on each side of the Pacific Basin. Evidently, these perceptions, or in certain cases, the lack thereof, have a bearing on the incipient dialogue among nations and even on trade initiatives. Despite widespread ignorance about Asia in our continent, it is clear that the Spanish-speaking member countries of APEC and mighty Brazil --whose specific weight also projects onto the Pacific-- have included a significant knowledge base in their primary and secondary education school curriculum. However, this knowledge base is not enough. It must be solidified in the media along three cultural lines: the country involved, the influence of the United States, and the reference to Europe. Despite having included Asia in the manuals, Asia does not form part of the mass media nor of mass culture, and it is also not part of top-level education. Not surprisingly so, considering that Asia involves remote and abstruse realities. However, the globalization of communications that burst out strongly with the onset of the nineties, changes the meaning of distance. The project promoted by the University of California-San Diego and similar initiatives of different magnitude launched by Latin American countries of the Pacific Rim must be coordinated and produce a multiplier effect, especially now that the world-wide economic crisis is testing us through the recent strategic and economic alternative that Asian countries represent for us. Thanks to the ideas shared at CILAS, this author is convinced of the need to adopt additional measures for Latin American countries to get closer to the East. Some proposals are offered below:
1. Consider changing part of the school curriculum. As a result of globalization the school system will --sooner rather than later-- have to address the issue of reinforcing education in the English language in primary and secondary school and include the main Asian languages in the university curriculum.
2. Create a space for Asia in the mass media. The dissemination of languages and cultures helps to bridge the gap that prevents understanding. The government and the private sector are the natural source of funding in this case. In the coming decade, Asian countries may find it interesting to support the idea.
3. Reinforce coverage of general and specialized news. In order to identify opportunities for Latin American countries, it would be advisable to establish a consortium of specialists from the region to provide services to the embassies of countries located on the Pacific Rim in the Americas and to MERCOSUR.
4. Urgently provide training in Asian matters to university students, and to members of the business and the diplomatic world, in view of the diversity and the probable opportunities offered by a region inhabited by over one fourth of the world's population.
5. Design a Latin American or MERCOSUR center for Asia, located in Shanghai. Such an organization is bound to become a training center and meeting point. It could be an institution that offers Master's Degrees for top level executives from state-owned companies, from joint ventures or from government services. Seminars could include regular meetings with government officials and executives from local and multinational companies. In this case, governments, the private sector and the Inter-American Development Bank are the natural source of funding.
6. Analyze the potential that Asians residents and Latin Americans of Asian origin represent in our continent. Only good can come out of including outstanding members of these groups in major institutions involved in bilateral relations.
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¿Japoneses en Brasil o Brasileños en Japón? La Trayectoria de una Identidad en un Movimiento Migratorio
Adriana Capuano de Oliveira
El texto presentado a continuación, esta basado en una investigación sociológica en el contexto de la Maestría en Sociología desarrollada en la UNICAMP, cuyo tema, dentro del vasto campo de las migraciones internacionales, es el estudio del flujo migratorio reciente de brasileños hacia Japón (o dicho de forma más correcta, de nipo-brasileños1, ya que el permiso para esta migración sólo es concedida a este grupo de personas). Esta corriente migratoria viene llamando la atención de los más diversos sectores de la sociedad brasileña en los últimos tiempos, debido a las grandes proporciones, que lentamente, viene tomando este movimiento, referido por algunos autores como "fenómeno dekassegui" (Ninomiya, 1992; Chigusa, 1994). Esta palabra del vocablo japonés, dekassegui, originariamente significaba "salir de casa para trabajar afuera", y se aplicaba para los japoneses que dejaban las regiones atrasadas del norte y sur de Japón en búsqueda de mejores condiciones de empleo y de supervivencia en las regiones más industrializadas del centro, como Tokyo y Osaka, en épocas de entresaca (Kawamura, 1994:410). Asimilado al idioma portugués, y a la realidad brasileña, esta misma palabra asumió la representación de estos nipo-brasileños que salen en la búsqueda de mejores condiciones de empleo y de supervivencia en la tierra de sus padres y abuelos, constituyendo de esa manera, un rasgo más de la desterritorialización de trabajadores entre los diversos flujos migratorios internacionales que están ocurriendo en este fin de siglo, configurando un nuevo escenario mundial. Dentro de este contexto, la condición de identidad de esta población se torna como un punto importante de reflexión. Como el propio título del trabajo ya lo dice, esta población se caracteriza por ser considerada "japonesa" en Brasil, y una vez en Japón, es caracterizada como "brasileña", y por lo tanto, extranjera. Tal conjetura existe en relación a algunos factores, que serán brevemente relatados a continuación2. La corriente migratoria japonesa, en el contexto brasileño se distinguió de otras corrientes migratorias en algunos aspectos, como la temporalidad (ésta se caracteriza por ser una corriente tardía si es comparada con otras como la alemana); la gran diferencia cultural entre las dos sociedades en contacto, principalmente en lo que dice respecto al idioma; el espíritu extremadamente nacionalista con que llegaron los inmigrantes japoneses a Brasil, fruto de la Era Meijí por la cual pasaba Japón; el fuerte deseo de los inmigrantes de regresar a Japón, haciendo de Brasil sólo un territorio transitorio, entre otros. Tales aspectos ocasionaron efectos importantes y significativos en la colonia japonesa en Brasil, donde sus descendientes portan hoy en día algunas identidades específicas. Concretamente, los hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes japoneses, portan características físicas semejantes a las de los ciudadanos japoneses, producto que el aislamiento de la colonia implicó un gran número de matrimonios entre "sus iguales", y son identificados hasta hoy como "japoneses". En el interior de la sociedad brasileña, es un hecho muy común y una percepción constante la presencia de estas personas que, nacidos en Brasil, hablan el portugués y se comportan culturalmente como brasileños, pero son llamados y considerados japoneses. El tema de la identidad cultural de estos brasileños, descendientes de inmigrantes japoneses, por lo tanto, se hace pertinente como un problema de investigación en Brasil. Sin embargo, esta población está emigrando actualmente a Japón, y una vez allí, las contradicciones de su identidad se agravan aún más. Además de las condiciones específicas de la inmigración japonesa hacia Brasil, como fue brevemente relatada anteriormente, otro factor a considerar dice relación con la formación del llamado carácter de identidad nacional brasileño, que aquí se encuentra elaborado a través del hito de la "unión de las tres razas": es decir, el amerindio, el blanco colonizador (portugués), y el negro esclavo. De cierta forma, este fue el modelo que se constituyó como hito fundador del país, principalmente después del famoso libro de Gilberto Freyre con el título "Casa Grande e Senzala", donde el autor relata una visión romántica de la formación del país desde los tiempos coloniales. Su visión es de armonía y consagración de un nuevo pueblo, el pueblo brasileño -distinto del portugués, pues es nacional- a través de la unión de estos tres pueblos originarios. Entretanto, para los fines que nos interesan, lo importante a ser percibido y resaltado, es que dentro de esta concepción de Brasil, de pueblo brasileño -muy difundida incluso internacionalmente-, la figura de un cuarto tipo racial, en este caso, los asiáticos, mayoritariamente representados aquí por los japoneses, no "corresponde" a la visión idealizada del patrón de la identidad nacional brasileña. Inmigrantes de otras regiones, además de Portugal, que se establecieron aquí, pudieron traspasar sin mayores problemas la barrera de pertenencia a este modelo. Los inmigrantes, en su gran mayoría llegaban de Italia, España, Alemania y de países árabes, y fueron incorporados a la parte blanca de la población brasileña, sin embargo, a los japoneses esta alternativa no les fue posible. Es necesario tener en cuenta, en este ámbito, la importancia del concepto fenotípico dentro de los patrones sociales brasileños, que es muy relevante, pues aquí la característica racial es establecida a través de los rasgos físicos de las personas. No ocurre como en otros países donde esta característica racial se da en términos sanguíneos o culturales (como es el caso clásico de la sociedad estadounidense en relación a los negros, por ejemplo). Es decir, los descendentes de japoneses nacidos en Brasil, por parecer japoneses continúan siendo llamados "japoneses", aunque culturalmente sus vidas ya estén muy distantes de Japón. La marca de la presencia física muchas veces prevalece, y estas personas son percibidas en el interior de la sociedad, por lo general, como japoneses que residen en Brasil, así como fueron sus abuelos y bisabuelos. Otros descendentes de otras corrientes migratorias ya no pasan por la situación de la misma forma, pues, una vez asimilada la cultura brasileña, se incorporan, haciéndose parte de las llamadas razas fundadoras. Esta sería, por lo tanto, una de las vertientes de la problemática expuesta. En la otra variante, encontramos el incentivo al aislamiento que parte dentro de la propia colonia japonesa, factor recurrente de una serie de especificaciones originadas desde la propia inmigración japonesa a Brasil, como ya fue brevemente citada y también fruto de la herencia de la propia tradición japonesa. Cuando estos brasileños, que aquí son considerados japoneses, entran en tierra extranjera, que es el propio Japón, se enfrentan con la experiencia singular de ser reconocidos como típicamente brasileños, aunque físicamente carguen los mismos rasgos y sean exactamente iguales a los japoneses. La plena percepción de esta identidad brasileña se da no solamente por el hecho de ser regularmente apuntados por los japoneses como brasileños, sino también por el choque cultural al enfrentarse a la cerrada sociedad japonesa, la cual no comparte, en la gran mayoría de los casos, ni en costumbres, ni en ideas, ni en el idioma. El tema de la diferenciación generacional también debe ser tomada en consideración, pues es de extrema importancia. Dependiendo de la generación a que pertenecen los descendientes de japoneses -segunda, tercera o cuarta- se da una mayor adaptación a los modos de vida y patrones culturales brasileños y una mayor distancia de la adquisición cultural de sus antepasados. Las generaciones más recientes, llamadas de sansêis y yonsêis participan de un modo de vida culturalmente brasileño en su gran mayoría, salvo algunos casos donde aún persisten las condiciones de comunidad de colonia cerrada, en general en las áreas rurales. Por lo tanto, uno de los aspectos peculiares del movimiento dekassegui, que hasta el momento ha sido poco abordado (la mayoría de los debates en torno de este fenómeno se concentra en las características económicas del proceso), es el tema de la identidad cultural versus la conceptuación fenotípica. Estos individuos se dan cuenta de esta realidad cuando están con una población fenotípicamente semejante a ellos, se perciben así, más extranjeros que nunca. El resultado de esta constatación, se torna interesante cuando pensamos que hoy en día la mayoría de los brasileños que emigran a Japón son personas muy jóvenes ?toda vez que Japón busca personas en el auge de su edad productiva para trabajar allí, al mismo tiempo en que se hace necesario una buena condición física para "soportar" todo tipo de trabajo ofrecido, extremadamente pesado-. Es decir, en la mayoría de los casos, descendientes de la tercera o cuarta generación, que comparten un modo de vida brasileño y no japonés. Este factor del idioma se presenta muestra claramente en los de relatos personales presentados en forma de carta3, donde los dekasseguis afirman recurrentemente su "brasilenidad". Las manifestaciones de patriotismo brasileño en Japón, como el uso de "pins" y "bottons" de la bandera brasileña, la concurrencia a tiendas y restaurantes con productos brasileños, la búsqueda del vestuario a la brasileña, la adquisición de ropas (principalmente pantalones jeans) a precios muy altos, son algunos de los aspectos relacionados al comportamiento que demuestran esta realidad. Además de hechos más expresivos de estos dekasseguis, que en su mayor parte, conviven y se relacionan solamente con individuos brasileños, muchas veces debido a la barrera lingüística , aunque no siempre es una regla. En la observación de campo realizada4, la realidad de auto afirmación del ser brasileño, que algunas veces puede ser muy penoso para estos individuos que se consideraban japoneses aquí en Brasil y se dan cuenta que la sociedad japonesa no los considera como tales, algunos de los entrevistados relataron sus frustraciones, comentado la sensación de sentirse "apátridas"5, otros, disconformes con la discriminación presente en Japón, reforzaban enfáticamente sus características brasileñas de aceptación y tolerancia para con los otros pueblos, reafirmando continuamente su propia identidad brasileña. Es por ello que no se concretice de hecho el regreso del 100% de esta población emigrante, donde es relevante el hecho que todos los entrevistados pretenden vivir en Brasil a futuro, pues lo consideran su patria, y es donde desean morir. Este aspecto se hace aún más intrigante cuando es observado que buena parte de los issêis (nacidos en Japón y habitantes en Brasil) también reflejan este mismo sentimiento. No es necesario comentar que, en el transcurso de las entrevistas, se llegó, en algún momento, a abordar la diferencia entre ellos, los dekasseguis brasileños y los japoneses, principalmente en lo referido a los afectos y sentimientos. Hoy en día, en Japón, existe la presencia de una verdadera colonia brasileña, la que divulga el modo de ser y la cultura brasileña. Y es interesante verificar que quienes están cargando este Brasil para Japón son estos dekasseguis, ¿los tales "japoneses"?. Esto quizás sirva de gran incentivo para la revalidación de estos paradigmas. Es interesante pensar que quién esta cambiando esta relación entre Brasil y Japón son los dekasseguis. Ellos traen mucho más que dinero para Brasil, y llevan mucho más que brazos para el trabajo en Japón. Traen también el reconocimiento de una patria y llevan un país dentro de una sociedad tan homogénea. Son rostros japoneses llevando un Brasil en su interior.
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Japanese in Brazil or Brazilians in Japan? The Course Followed by Identity in a Migration Adriana Capuano de Oliveira
The following text is based on a sociological research study conducted as part of the Master's Degree course in Sociology at UNICAMP. Within the vast subject of international migration, the study analyzes recent migratory flows by Brazilian citizens to Japan (or, more precisely, by Nippo-Brazilians1, since only individuals of Japanese ancestry are granted immigration permits). In recent times, this migratory trend has been attracting attention from different sectors of Brazilian society due to the growing magnitude gradually acquired by this movement. It is described by some authors as the "dekassegui situation" (Ninomiya, 1992; Chigusa, 1994). Dekassegui is a term that comes from a Japanese word which originally means "leaving home to work elsewhere". It was applied to Japanese people who left backward areas in the north and south of Japan seeking better employment and living standards in the more industrialized regions of central Japan, such as Tokyo and Osaka, in times of thinning (Kawamura, 1994:410). Assimilated into Portuguese and to Brazilian reality, this same word began to mean Nippo-Brazilians who leave Brazil in search of better working and living conditions in the land of their parents and grandparents. They therefore add a further feature to the de-territorialization of workers to the different international migratory flows which are underway at the end of the century and are giving rise to a new world scenario. In this context, the identity of this population is worth reflecting upon. As the title to this study states, this population group is noted for being considered "Japanese" in Brazil. But once in Japan, they are characterized differently, i.e. "Brazilian" and, therefore, foreign. This assumption is based on certain factors which will be described briefly below2. Japanese immigration to Brazil was different from other migratory flows in certain aspects such as timing (it took place later than others, such as, for example, German immigration); the major cultural differences between the two societies that came into contact --primarily in terms of the language; the extremely nationalistic spirit that Japanese immigrants who came to Brazil brought with them as a result of the Meiji reign in force in Japan at the time; the strong wish of immigrants to return to Japan, making Brazil merely a temporary dwelling place, among others. These matters had important and significant effects on the migrants' descendants. They marked the Japanese community in Brazil giving it a specific identity, which their descendants bear to this day. Placing the issue on a more objective level, the study analyzes the actual and contemporary situation of the identity of these individuals --i.e. the children, grandchildren and great-grandchildren of Japanese immigrants. Because their descendants physically resemble Japanese people --due to the isolation of the immigrant communities in Brazil which led to a considerable number of marriages "among equals"-- they are singled out, even now, as "Japanese". It is quite common in Brazilian society to perceive and call these individuals "Japanese" despite the fact that they speak Portuguese and, culturally speaking, they behave like Brazilians. The cultural identify of these Brazilians of Japanese ancestry is, therefore, a relevant research problem in Brazil. However, this population group is currently emigrating to Japan, and once there, their contradictions in terms of identity become worse. In addition to the specific circumstances under which Japanese migration to Brazil took place --as briefly described above-- another factor to be considered is how the so-called national identity of Brazilians is formed. This is based on the idea of a "union of three races", i.e. American Indians, white (Portuguese) colonizers and black slaves. To some extent, this was the model established as the founding milestone of the country, especially after the publication of "Casa Grande e Senzala", a famous book by Gilberto Freyre, in which he provides a romantic description of how the country was formed from colonial times onwards. His view is one of harmony and consolidation of a new people --the Brazilians-- who are different from the Portuguese, because this is a national group, resulting from the union of these three original peoples. For the purposes of this study, the fact worth emphasizing is that for this view of Brazil and Brazilians --which is quite widespread, even internationally-- the presence of a fourth race --Asians, represented primarily by the Japanese-- does not "fit in" with the idealized view of Brazilian national identity. Immigrants from regions other than Portugal who settled in Brazil were able to overcome without difficulty the barrier that this model presents. Immigrants --primarily from Italy, Spain, Germany and Arab countries-- were absorbed into the white population of Brazilian society. However, this alternative was not open to the Japanese. The importance of phenotype in Brazilian social patterns needs to be taken into account. It is highly significant because racial characteristics are established on the basis of individual physical features. It does not apply to other features, as in other countries where this racial feature is expressed in terms of blood or culture (as in the classic case of the United States with regard to African Americans, for instance). In other words, individuals of Japanese ancestry born in Brazil, due to their Japanese features, continue to be called "Japanese", although culturally their lives are far removed from Japan. The mark imposed by physical appearance frequently prevails and these people are viewed in society, in general, as Japanese people living in Brazil, as were their grandparents and great-grandparents. Descendants of other migratory flows no longer go through this situation in the same manner because, once they have assimilated into Brazilian culture, they form part of the so-called founding races. This is, therefore, one of the trends of the theme set forth above. The incentive for isolation within the Japanese community itself is a different line. This is a recurring factor in a series of specifications originated by Japanese immigrants to Brazil, as briefly described above and it is the outcome of Japanese tradition itself. When these Brazilians --locally considered Japanese-- go to Japan, they face the singular experience of being acknowledged as typically Brazilian, although they share identical physical features with the Japanese. Perception of this Brazilian identity is based not only on the fact that they are regularly singled out as Brazilians by the Japanese, but also because of cultural clashes when they encounter the closed Japanese society, with whom they do not share --in most cases-- customs, ideas and even that most basic of factors, language. Differences between generations should also be taken into account because of their significance. Depending on whether the individuals involved are second, third, or fourth generation, they are more adapted to the Brazilian lifestyle and cultural patterns and they are more distanced from the culture of their ancestors. The lifestyle of recent generations --called sansêis and yonsêis-- is mostly Brazilian in cultural terms, except for some cases in which the conditions of a closed community still persist, generally in rural areas. Thus, one of the peculiarities of the dekassegui movement, which up to now has not been analyzed sufficiently (most debates on this subject center on the economic features of the process), is that of cultural identity versus phenotypic conceptualization. These individuals realize this reality more emphatically when they find themselves among a population that looks like them and that makes them feel more foreign than ever before. This fact is interesting if we realize that, at present, most Brazilians who emigrate to Japan are very young since Japan wants people in their productive prime to work there. This is in addition to the need for good physical fitness to be able to "take " whatever work is offered. In other words, in most cases, this involves third or fourth generation descendants who live according to the Brazilian lifestyle and not the Japanese one. The language itself is an expression of this reality. This becomes quite evident, for instance, in personal descriptions in letters3, in which the dekasseguis repeatedly reaffirm their Brazilian identity. Expressions of Brazilian patriotism in Japan, such as the use of "pins" and "buttons" of the Brazilian flag, going to shops that sell Brazilian products and to Brazilian restaurants, the search for Brazilian-style clothing, purchasing clothing (mainly jeans) at extremely high prices, are some of the behavior-related patterns that illustrate this reality. An additional and highly telling fact about these dekasseguis is that, for the most part, they coexist and relate solely to other Brazilians, frequently because of the language barrier, although this is not always the rule. This self-affirmation of being Brazilian became evident during fieldwork4. It can sometimes be very painful for these individuals who considered themselves Japanese in Brazil to realize that Japanese society does not consider them as such. Some of the people interviewed described their frustration, and commented that they felt "stateless"5. Others, displeased with discrimination in Japan, emphatically reinforced their Brazilian features of acceptance and tolerance towards others, continually reaffirming their own Brazilian identity. This is why the return of 100% of the population who emigrates from Brazil is not permanent. One relevant fact is that all the people interviewed stated that they intended to live in Brazil in future because they believe that Brazil is their own country and they would like to die there. This aspect becomes even more intriguing if we observe that a good number of issêis (people born in Japan who live in Brazil) also express this same feeling. It goes without saying that, in the course of the interviews, the differences between the Brazilian dekasseguis and the Japanese came up, principally in terms of feelings and affections. Currently in Japan there is a real Brazilian community, disseminating the Brazilian culture and way of being. It is interesting --and even ironic-- to see that those who are bringing this Brazil into Japan are the dekasseguis, the so-called "Japanese". This may prove to be a major incentive to revalidate these paradigms. It is interesting to observe the dekasseguis changing the relationship between Brazil and Japan. They provide much more than money to Brazil, and they take with them more than their ability to work in Japan. They also bring the acknowledgement of a native land and carry within them an entire country into such a homogeneous society. These are Japanese faces carrying Brazil inside.
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Argentina y La Región Asia-Pacífico: 1990-1997
Sergio M. Cesarin
El análisis sobre la dinámica situación política y económica de la región Asia Pacífico se ha constituido en la República Argentina en uno de los capítulos más relevantes de estudio durante los últimos años debido a que, al reconocido protagonismo de un "superpoder económico" como el Japón, se le suma la transformación experimentada por las economías asiáticas de reciente industrialización (NIC's), la política de apertura y modernización aplicada en la República Popular China desde 1978 y la aceleración de los procesos regionales de cooperación económica. De acuerdo al debate al que aún asistimos, los "valores compartidos", las concepciones, creencias, conductas prevalentes en las sociedades, individuos y a nivel de las elites políticas asiáticas, conformaron el entramado básico sobre el cual se asentó el éxito de los "modelos de crecimiento económico". Producto de una "vía asiática" de desarrollo caracterizada por su espíritu inclusivo, la construcción de un proyecto entendido como colectivo, ha tenido como uno de sus ejes el rol preminente del Estado como articulador de intereses sectoriales y proveedor del "sentido estratégico" de las iniciativas adoptadas. Esta profunda transformación interna está asociada, asimismo, a la proyección externa de los vínculos políticos y económicos tanto a nivel bilateral como multilateral en el marco de procesos convergentes de apertura, liberalización, internacionalización comercial, financiera y tecno-científica observados. A partir, especialmente, de los cambios políticos producidos luego del desmembramiento de la URSS, la región Asia Pacífico ha diversificado su apertura proyectando sus renovadas capacidades políticas y económicas en dos planos: el intraregional, cuya expresión concreta son los esfuerzos orientados a profundizar los niveles de cooperación e integración económica prexistentes, y el extraregional, entendiendo ésta como la propensión a complementar los crecientes niveles de interdependencia económica con la diversificación de los vínculos externos como una respuesta al surgimiento de iniciativas de cooperación e integración económica en diferentes áreas del planeta . Antes que excluyentes, ambas dimensiones son complementarias. Este espacio de multidimensionalidad que desde la "fortaleza de los modelos asiáticos" se planteó al resto del mundo, ofreció una oportunidad excepcional para América Latina y Argentina en particular, pensada en términos instrumentales como de reforzamiento de sus capacidades de proyección internacional y como un factor relevante para la diversificación de sus relaciones exteriores hacia áreas consideradas "no tradicionales para la política exterior argentina", enriqueciendo así sus oportunidades de inserción internacional dinámica; proceso que a comienzos de la década del 90 no puede desligarse de los cambios producidos en el escenario mundial posteriores a la finalización de la guerra fría.
* Nota del Editor: El presente artículo corresponde al resumen de un documento más amplio que próximamente será publicado en extenso. 1. A los efectos del presente trabajo Asia Pacífico comprende: Japón, la R.P.China, Hong Kong (China), Taiwán, Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas, Brunei, Corea, Vietnam y Singapur. Se hará referencia a Estados o países en el contexto del análisis político sobre la región, en tanto utilizaré el concepto de economías al incluir las unidades de análisis citadas en el marco de los procesos regionales de cooperación económica. 2. En este sentido son destacables las iniciativas de vinculación con la Unión Europea e institucionalizadas a través del Foro Europa Asia, y a nivel comercial con el NAFTA. 3. Durante la primera etapa del primer gobierno del Presidente Carlos Menem, el peso de las iniciativas de relación con Asia recayó en el Ministerio de Economía y su eje central fue el Japón. Posteriormente, China y la ASEAN recuperan posiciones en el diseño general de una política económica internacional ligada en gran medida a los determinantes juicios e iniciativas del ex Ministro de Economía Domingo Cavallo. 4. Desde el punto de vista externo la adopción del Plan de Convertibilidad a partir de 1992, significó un "punto de inflexión" en la historia económica de la Argentina que otorgó la ganancia de "estabilidad" necesaria para gerenciar estos procesos. 5. Debe asimismo considerarse el "temprano" establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Imperio del Japón en 1898 y con el Gobierno de la República de China en 1928. 6. Una adecuada perspectiva al respecto la ofrece: Dragones, tigres y jaguares: Relaciones América Latina-Asia Pacífico, más allá de la crisis, Carlos J. Moneta, (Compilador), IRIAP, Editorial Corregidor, 1998.
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Argentina and the Asia-Pacific Region: 1990-1997
Sergio M. Cesarin
In Argentina, the analysis of the dinamic political and economic situation in the Asia-Pacific region has become one of the most important study issues in recent years. This is because, in addition to the leading role played by Japan -an acknowledged "economic superpower"- one must consider the changes experienced by the newly industrialized Asian economies (NICs), the deregulation and modernization policies implemented by the People's Republic of China from 1978 onwards, and the growing speed of regional economic cooperation processes. According to the debate that is still underway, "shared values", concepts, beliefs, and behaviors that are prevalent among Asian societies, individuals and Asian political elites, form the basic framework for the success of the "economic growth models". This is the outcome of an "Asian route" to development which is characterized by its inclusive spirit and which was handled as a collective experience. In this scheme, the state was allowed to play a prominent role in coordinating sectoral interests and in providing "strategic guidance" for the initiatives adopted. This major domestic transformation is also linked to the external projection of bilateral and multilateral political and economic links in the context of simultaneous processes involving opening up the countries, introducing liberalization and enhancing international trade, finances, and technical and scientific exchanges. Based especially on the political changes that have taken place after the fall of the Soviet Union, the Asia-Pacific region has diversified its deregulation, projecting its renovated political and economic capacities along two levels: an intra-regional level which materializes in efforts aimed at expanding existing levels of cooperation and economic integration, and an extra-regional level, i.e. the tendency to supplement growing economic inter-dependency with more extensive external links as a way to respond to emerging initiatives aimed at cooperation and economic integration in different parts of the world . Both dimensions, rather than being mutually exclusive, are mutually supplementary. The multi-dimensional aspect described above was presented to the rest of the world from the standpoint of the strength of the Asian models and it provided an exceptional opportunity for Latin America in general --and Argentina in particular-- as an instrument to reinforce international projection capabilities and as an important factor for Argentinean foreign policy to diversify its foreign affairs by including "non-traditional areas". This allowed Argentina to enhance its opportunities to play an active and dynamic role on the international scene. The latter process cannot be viewed separately from the changes that took place in the early nineties on the world scene after the end of the Cold War. In this sense, the fact of understanding the new map of world relationships, the beginning of a process to restructure the national economy , and the opening up of the Argentinean economy to international trade and investment flows early in the current decade also helped to enhance political and economic links with the Asia-Pacific region. In this process, Argentina perceived a potential double benefit: i) one related to its commercial involvement thanks to the dynamism of the domestic markets of Asian economies and ii) another involving the opportunities that Asia-Pacific countries themselves offered as "exporters of investment capital" needed by Argentina to support a major overhaul of its production system . Specifically, in the early nineties, the development of new areas on which to project national political and economic interests was not initially conceived in a "contextual vacuum". Rather, the emphasis was on a historical perspective of rapprochement . In other words, to a great extent, this was also the outcome of the assumption, by Argentina, that in the course of their respective "histories", Argentina and the Asian countries had employed similar approaches to their political, economic and social ideas, which were expressed through coincidences that, among other initiatives, allowed adopting a common approach to world power and world order, and the need to foster equitable economic development on a world-wide level and encourage cooperation among nations that had less relative power. The foregoing actions are proof of the convergence of their interests in the course of almost half a century of history . They also gave sense to the need to strengthen Argentina's involvement in Asia through the existing "mutual views". Looking at these from the "mutually exemplary role" that each sub-region exercises with regard to its counterpart , these were also part of the basic fabric of ideas that guided the design of a strategy for special relationships between Argentina and the Asian countries. Asia-Pacific, for example, provided us with a series of attributes (behavioral and attitudinal variables) capable of setting an example for Argentina, such as: i) self-confidence in its own ability to instigate economic and social development, ii) the existing domestic order which was functional for the rapid processes of capital accumulation, iii) the use of a broad base of human resources and the social capital available even despite a relative shortage of natural resources, iv) broad margins for selective government "strategy-oriented" intervention, in the context of development models based on "national capitalism", v) a strong coordination between national business circles and government agencies in general (part of the virtuous circle of economic growth), vi) the emphasis on intellectual development based on inter-generational thinking and, vii) the "tension" over fair distribution of the national income translated into economic policies aiming to build "more equitable" societies. In view of these characteristics, Latin America in general --and Argentina in particular- shared a similar history with the Asian peoples by reason of having been subject to "colonial rule", and experiencing the "imposed" condition of economic underdevelopment, the perception regarding the articulation of their external interests according to a "dependence matrix" with the hegemonic powers, as opposed to the deficiencies of Asian economies, the appeal generated by their natural resource endowment and economic potential, their highly qualified professional and intellectual classes, the stabilization of domestic political conflicts, the decrease in levels of international conflict expected in the long term (as opposed to Asia where conflicts might increase) and, primarily, a history of "construction of consensus" on a regional level enriched by the establishment of inter-government regional associations dedicated to negotiating and solving conflicts, an arena in which Argentina has historically played a leading role . Evidently, despite the added advantage that these ideas implied for designing a policy of specific relationships between Argentina and Asian countries, the challenges set forth were not minor ones in terms of analytical thought, considering the initial resources and capacities. However, based on the assumption that the benefits would exceed the costs of these initiatives and understanding that the effort of this multiple insertion would make it easier to spread out the political and economic risk for Argentina, a new strategy was designed for relationships with Asian and Pacific States early in the decade. Therefore, designing a foreign policy aimed specifically at helping Argentina strengthen its links with the Asia-Pacific region should include speeding up the analytical process on this issue based on a tactical matrix that includes deepening political links and a strategic approach based on possible "future scenarios" that contemplate the materialization of a new world order and regional power in Asia including patterns of influence and prestige which are not the same as the ones that prevailed during the Cold War.
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Reflexiones acerca de la Unificación China
Sr. Lee Teng Hui
Con la reciente visita del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a China continental,
se avizoran nuevos cambios en las relaciones entre Washington y Pekín. En el continente,
el mandatario estadounidense proclamó mensajes de democracia, libertad, derechos humanos, economía de mercado, sociedad abierta, y diálogo pacífico. Esta visita ha sido foco
de preocupación, pues todos esperaban que ella conduciría a una China continental más diversificada, democrática y libre, que retornaría al lado correcto de la historia.
Nos hemos percatado del posible impacto que las observaciones del Presidente Clinton pueden tener sobre la interacción a través del Estrecho de Taiwán, como también sobre nuestros esfuerzos para promover la diplomacia pragmática. Las agencias de gobierno de la República
de China involucradas, ciertamente no ignorarán la importancia que esto reviste y que los encargados públicos de estos acontecimientos evaluarán los efectos y responderán apropiadamente. Sin embargo, a la luz de los fuertes lazos y estrecha amistad entre la República de China y Estados Unidos, como también nuestros ideales e interés en común en la prosecución de la democracia, la libertad, los derechos humanos, la paz y la prosperidad, confiamos en que
a través de la cooperación y los esfuerzos de ambas naciones, las relaciones entre la República
de China y los Estados Unidos seguirán creciendo firmemente. Sólo permitiendo el incremento
de las relaciones entre ambos, el mejoramiento de las relaciones a través del Estrecho, y el desarrollo de relaciones entre Estados Unidos y la República Popular China para proceder en interconexión, podemos establecer a lo que el Presidente Clinton se refirió en octubre pasado como una estructura saludable para una relación triangular. Y sólo de esta manera podremos asegurar la paz y la prosperidad en la región de Asia-Pacífico. La República de China en Taiwán
no ha escatimado esfuerzos para establecer la confianza mutua y aumentar la interacción positiva entre ambos lados del Estrecho de Taiwán. Aunque hace tres años Pekín suspendió unilateralmente las conversaciones bilaterales, Taipei nunca ha abandonado la esperanza de diálogo. En abril de este año, la Fundación para los lntercambios a Través del Estrecho
y la Asociación para las Relaciones a Través del Estrecho de Taiwán sostuvieron conversaciones
y llegaron a un acuerdo para que el Sr. Koo Chen-fu visite China continental próximamente.
Es mi más ferviente esperanza que se aprovechará esta oportunidad para un intercambio franco de puntos de vista, a fin de reanudar las consultas institucionalizadas y formular un proyecto factible para el mejoramiento de las relaciones bilaterales y la reunificación democrática de China. En este aspecto, durante la última década, el gobierno de la República de China ha seguido una política positiva y pragmática hacia el continente, en un esfuerzo para promover una interacción saludable a través del Estrecho y procurar la reunificación democrática.
Ya en mayo de 1991, declaré el fin del Período de Movilización para la Supresión de la Rebelión Comunista, renunciando formalmente con ello al uso de la fuerza como medio para resolver el asunto de la reunificación. También, en esta última década, la República de China ha establecido el Consejo de Unificación Nacional, el Consejo para Asuntos Continentales y la Fundación para los Intercambios a través del Estrecho. Hasta el presente, ambos lados han sostenido dieciocho rondas de conversaciones. Al mismo tiempo, hemos trabajado activamente para construir las bases legales necesarias y situar los intercambios a través del Estrecho en un marco legal apropiado. Desde 1987 hasta comienzos del presente año, los residentes de Taiwán han realizado más de 12 millones de viajes a China continental.
En 1997, el monto del intercambio comercial entre ambos lados había llegado a los US$26,4 billones -dieciséis veces mayor que las cifras de 1987-. Mientras, empresarios de Taiwán decidieron invertir más de US$38,1 billones en China continental, haciendo de ella la segunda mayor fuente de inversión externa. El gobierno de la República de China también ha elevado numerosas propuestas concretas y amistosas concernientes a asuntos tales como reuniones entre altos líderes, cooperación en el área internacional, un centro de transbordo mar adentro, intercambios culturales, cooperación agrícola, y la reforma de las empresas estatales. Creándose así una nueva oportunidad para la competencia pacífica a través del Estrecho. Lo que es lamentable, sin embargo, es que las autoridades de Pekín nunca han estado dispuestas a librarse de su rígida mentalidad. No sólo han sido incapaces de enfrentar con firmeza el estado de los intercambios del sector privado a través del Estrecho y responder a las bien intencionadas expectativas de la República de China, sino que ellos han intensificado la promoción de una política hacia Taiwán limitando las relaciones internacionales, suprimiendo las Fuerzas Armadas,
y enlazando ambas economías. Esto ha obstaculizado y obstruido el desarrollo de relaciones normales a través del Estrecho, forzándonos a adoptar una política de contragolpe, enfatizando
la "paciencia sobre la prisa" y el "progreso continuo para el largo plazo".
El año pasado, las autoridades de China continental convocaron al 15º Congreso Nacional del Partido Comunista Chino y a la Primera Sesión Plenaria de la Novena Asamblea del Pueblo, durante la cual fue formado su nuevo mando.
Es nuestra esperanza que esta nueva jefatura afrontará pragmáticamente las tendencias globales de democracia, globalización e información en el siglo XXI, y demostrará amplitud de mente
y una visión necesaria para originar una nueva era de reciprocidad y confianza mutua entre
Taipei y Pekín.
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El Incierto Futuro de la Política Industrial Japonesa en el Contexto de la Globalización
Lily M. Bravo
No cabe dudas que nos encontramos en medio de un cambio profundo y cualitativo de la economía internacional. Este está conduciendo al mundo hacia una nueva economía política que demanda "nuevos instrumentos, nuevas políticas públicas y nuevas racionalidades" (Gutiérrez y Rojas: 1997, p.1) para la acción y legitimación de los Estados. En este sentido, se conciben como los principales promotores de esta nueva economía política internacional a los dramáticos cambios provocados por los vertiginosos avances en las tecnologías de la información y el proceso de la revolución tecnológica en su totalidad que se han llevado a cabo desde comienzos de la década del sesenta. Asimismo, han estado dando lugar a organizaciones industriales mundiales diferentes y provocando cambios importantes en el rol del gobierno en el desarrollo económico. Hasta comienzos de la década actual Japón y ciertos países de Asia sorprendían al mundo con su particular concepción de las estrategias desarrollistas. Japón era el líder de un modelo interesante de desarrollo conocido como la Bandada de Gansos Voladores, donde el desarrollo de la economía japonesa estaba promoviendo el desarrollo del resto de las economías de Asia. En forma particular, los japoneses confiaban en un rol estratégico del Estado en el desarrollo industrial, asumiendo que la industrialización era uno de los pilares del éxito del desarrollo económico y el crecimiento sostenido. El rol del Estado se expresaba explícitamente en la formulación e implementación de una política industrial que junto con una política comercial coherente y una política financiera altamente regulada promovería el crecimiento y competitividad en industrias seleccionadas, consideradas esenciales para economías de industrialización tardía. Para tales efectos, los objetivos de la política industrial japonesa fueron: la concentración económica para alcanzar una economía de producción de gran escala como también poder bruto de negocio, guiar el desarrollo de Japón para convertirlo en una de las principales naciones industrializadas, proteger a Japón de las vicisitudes de la economía mundial y la incursión de foráneos, y controlar los mercados extranjeros y las fuentes de abastecimiento (Gibney: 1998, p.244). Los principios de la política industrial japonesa nunca fueron modificados y de hecho, permanecen prácticamente intactos hasta la actualidad. Aunque la política industrial ha enfrentado al menos tres reformas estructurales desde 1955 producto de los cambios tanto en el contexto interno como externo, estos principios ya no son aplicables a Japón y sus necesidades como lo fueron hace medio siglo atrás, especialmente, después de transformarse desde una economía tardía a la segunda potencia económica mundial. Como resultado, desde mediados de la década de los ochenta, hemos evidenciado serias inconsistencias y supuestos errados en la política industrial que han sido contraproducentes para los objetivos que Japón debiera alcanzar en una economía globalizada. Según el artículo de Frank Gibney, Whither Deregulation? An Epilogue to Japan's Industrial Policy, la esencia de la globalización para el Estado japonés es la expansión de la posición de la inversión extranjera directa japonesa, como también, la coordinación de su comercio y la inversión extranjera. De ser así, todos los sectores en la economía japonesa y sus subsidiarias en ultramar deben ser coordinadas "globalmente". En este sentido, la política industrial de Japón debe ser formulada tomando en consideración el contexto internacional. Pareciera que después de que estalló la economía de burbujas en Japón y de endaka (apreciación del yen, especialmente después de los Acuerdos del Plaza de 1985), el nuevo objetivo de Japón fue convertirse en una nación de tipo "cuartel general" de la producción en la economía mundial. Tal escenario requiere un política industrial totalmente diferente que implicaría reformas masivas a sus principios, instrumentos y alcance. En resumen, si aceptamos que las consideraciones mencionadas en los párrafos anteriores están inmersas en un proceso o fenómeno aún mayor llamado "globalización", en términos generales, se puede suponer que el rol del Estado estaría fundamentado en la creación de instituciones líderes que contribuyan a reducir las incertezas y complejidades de la globalización (Gutiérrez y Rojas: 1997, p.2). Si el rol del Estado está definido por la economía política internacional, el cambio de paradigma que estamos enfrentando nos conduce inevitablemente a una redefinición de su rol respecto a las formas y objetivos de su intervención económica y su relación con el sector privado (Boisier: 1996). La acción del Estado se ve legitimizada cuando es capaz de producir ventajas competitivas (Porter: 1990). Es decir, cuando logra generar un medio que permita la emergencia de ventajas competitivas. El manejo de esta variable fue un factor clave para el proceso de industrialización experimentado por Japón y las economías del Sudeste de Asia. En estas últimas, la intervención del Estado estuvo restringida a la creación de compañías competitivas internacionalmente a través de la utilización de los mecanismos del mercado (Vestal: 1994). Sin embargo, la rapidez de los cambios, los avances en la internacionalización del comercio y la producción, los aumentos en la movilidad del capital y los desafíos implícitos en las tecnologías de la información nos han guiado, en el transcurso de las últimas décadas, al reconocimiento de la necesidad de nuevas formas de intervención y regulación económica que escapan a la responsabilidad exclusiva de los Estados-nación. El rol del Estado en la estrategia de desarrollo debe estar centrado principal en uno de "inteligencia". Para concluir podemos decir que el proceso de globalización y los cambios en la política mundial significan que el rol del Estado-nación y sus instituciones están cambiando dramáticamente, tanto en sus esferas y formas de acción interna como externa. Sin embargo, también significan la necesidad de reformular las políticas públicas de acuerdo con las demandas que imprimen los cambios globales relacionados con las condiciones y factores del desarrollo equitativo y el crecimiento sostenido. En este sentido, y considerando que Japón ya es una economía madura, una economía industrial, la política industrial no puede aún servir como una estrategia de desarrollo debido a que sus supuestos ya no son válidos tanto en el plano doméstico como el internacional. Por una parte, en el plano interno una marcada desincronización de las variables económicas y sociales se ha producido ahora que la industria japonesa ha alcanzado un nivel de suficiencia y madurez enfrentándose a los mercados internacionales con sus propios méritos. Por otro parte, el gobierno no parece haber alcanzado la "madurez" con la misma rapidez, y le es bastante difícil comprender que su activa intervención en los quehaceres de la economía ya no es necesaria y que sus ciudadanos presentan nuevas demandas y necesidades. En el plano externo, ni los burócratas ni los políticos pueden manejar y administrar con éxito las nuevas realidades de poder como tampoco las responsabilidades y escala de los temas y requerimientos que los confrontan. Finalmente, cabe destacar que en la realidad japonesa se ha quebrado el consenso tanto en la formulación de políticas y en la toma de decisiones como en los temas políticos en sí. La idea de que Japón podía confiar y descansar en un consenso amplio para proteger sus intereses nacionales y legitimar las acciones de sus burócratas en la formulación política ha sido minado por la emergencia de intereses especiales. Existe una lucha de poder entre las elites. Por lo tanto, Japón no puede hoy respaldarse en sus acuerdo institucionales tradicionales para condicionar y contener las luchas de poder.
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¿Cómo ha resistido Taiwan ante la Crisis Financiera de Asia?
Chien-jen Chen
En la segunda mitad de 1997 el este de Asia experimentó una importante crisis financiera. En países como Tailandia, Malasia, Indonesia. Filipinas y Corea del Sur, las monedas cayeron estrepitosamente y los mercados financieros se vieron colapsados. La depreciación de la moneda y la caída de los valores en los mercados financieros de Indonesia y Corea del Sur durante la mitad del año fueron aproximadamente del 50 por ciento. No obstante, durante este mismo período, la moneda de Taiwan sólo experimentó una caída de un 15 por ciento, y su mercado financiero sólo descendió en un 9 por ciento. Evidentemente, el impacto de la crisis en Taiwan fue relativamente ligero. La mayoría de los países del este de Asia sufrieron golpes más que severos en sus mercados financieros; se encontraron también con graves contratiempos en actividades productivas, de consumo y de inversiones. Como resultado, han visto frenado su crecimiento económico o éste ha sido incluso negativo. En comparación, el sector financiero de Taiwan ha resultado sólo ligeramente afectado y está comportándose correctamente en lo esencial. El crecimiento económico de Taiwan en 1997 fue del 6,8 por ciento, los precios al consumo crecieron sólo un 0.9 por ciento, y los precios de mercancías cayeron un 0.5 por ciento. Resulta evidente que la economía de Taiwan siguió su curso durante la crisis financiera. ¿Pero cómo ha conseguido la economía de Taiwan resistir ante una tempestad a tan gran escala? - Durante muchos años, el ahorro nacional bruto ha superado las inversiones domésticas brutas. En 1997, por ejemplo, hubo un excedente de ahorro del 2,56 por ciento del Producto Nacional Bruto. Las inversiones, tanto en el sector público como en el privado, estuvieron esencialmente financiadas por el ahorro doméstico local más que mediante la constricción de deuda externa. - Taiwan ha contado durante muchos años con superávit en su cuenta corriente (7.700 millones de dólares en 1997), todo lo contrario de lo ocurrido en los países afectados por la crisis financiera, que han sufrido un enorme déficit en sus cuentas corrientes año tras año. - La República de China sumó en 1997 83.500 millones de dólares en reservas de divisas, suficientes para hacer frente a necesidades de divisas para importaciones durante 8 meses; mientras, la deuda externa del sector público de la República de China fue sólo de 100 millones de dólares. A finales de 1997, las instituciones financieras de Taiwan obtuvieron un total de activos de 29.700 millones de dólares americanos, y un total de pasivos de 29.300 millones, dejando por tanto un balance positivo de 400 millones de dólares. - La República de China ha adoptado también un recto y progresivo proceso de liberalización financiera. Esto supuso en primer lugar la estabilización de los precios de los productos, una liberalización del comercio y el levantamiento de las restricciones en los tipos de interés y en el tipo de cambio de divisas. El siguiente paso fue abrir el flujo de capitales. Durante el período de crisis, la República de China mantuvo un tipo de cambio flotante, a diferencia de los sistemas vinculados al dólar de los países afectados por la crisis financiera. - La República de China cuenta con una saneada estructura para el financiamiento de actividades empresariales. El sector bancario de Taiwan se mantiene en buena forma. Durante 1997, los negocios en la isla hicieron uso de un mercado financiero para cotizar, comerciar con productos sin cotización oficial y aumentar los beneficios. Así, se obtuvieron beneficios de unos 15.300 millones de dólares, incrementando enormemente las tasas de capitalización. - La estructura industrial de Taiwan está basada fundamentalmente en pequeñas y medianas empresas, que representan cerca del 98 por ciento del total de empresas del país. Sus negocios son bastante flexibles para responder a las crisis externas. La economía de Taiwan ha crecido muy rápidamente durante la última década. Hoy, cerca del 40 por ciento del total de las exportaciones de Taiwan son productos intensivos en capital y tecnología, mientras que los productos que requieren elevada mano de obra representan menos del 20 por ciento de todo lo que se exporta. La composición de las exportaciones del país es cada vez más parecida a la de las naciones desarrolladas. La razón principal de la crisis financiera sufrida por los países del sudeste asiático ha sido la sacudida experimentada en el mercado de exportaciones motivada por una demanda excesiva. Por eso, los países realmente afectados han sido aquellos situados en la misma región en la que se estaba suministrando mano de obra barata. Hace unos diez años, Taiwan se vio forzado a abandonar sus industrias de exportación tradicionales, y ahora se ha convertido contracorriente en proveedor de materias primas, componentes y equipamiento para exportación, y así ha evitado que estos países lo excluyeran del mercado de exportaciones. Nada de ello garantiza rigurosamente que Taiwan no vaya a toparse con dificultades económicas en el futuro. Sin embargo, su habilidad para resistir la crisis financiera asiática puede ser interpretada como una afirmación de la solidez de la política económica de la República de China. No obstante, más que sentirse satisfecho, Taipei permanece deseoso de explorar caminos para que el relativo poder financiero y los recursos de Taiwan puedan ser utilizados para ayudar a que toda la región vuelva sobre sus pasos, puesto que lo mejor para todas las naciones es que haya una economía regional saludable. El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene como misión ayudar a aquellos países que han sido seriamente afectados por la crisis financiera; sin embargo, su capital es limitado. Taiwan está absolutamente dispuesto a cargar con parte de este peso, pero desafortunadamente en la actualidad no es miembro del FMI y sólo puede proporcionar fondos limitados a través de canales indirectos que resultan costosos. Esto resulta lamentable para aquellos países que necesitan ayuda para recobrar la salud financiera. En beneficio de tales países y del mundo en general, Taiwan debería ser admitido en organizaciones económicas internacionales del tipo OMC o el FMI en una fecha cercana.
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How Has Taiwan Weathered the Financial Crisis in Asia?
Chien-jen Chen
East Asia experienced a significant financial crisis. In countries such as Thailand, Malaysia, the Philippines and South Korea, currencies crashed and financial markets collapsed. Currencies depreciated and assets fell by approximately 50 percent on the financial markets in Indonesia and South Korea in the second half of the year. Nevertheless, in this same period, Taiwanese currency fell by only 15 percent while the financial market dropped by only 9 percent. Evidently, the impact of the crisis on Taiwan was relatively slight. The financial markets of most South East Asian countries suffered severe blows. They also experienced major setbacks in activities such as production, consumption and investment. Consequently, their economic growth stopped or even became negative. Comparatively, the Taiwanese financial sector suffered only slightly and, essentially, it is performing adequately. In 1997, Taiwan grew at a rate of 6.8 percent, retail prices rose only 0.9 percent and the price of goods dropped 0.5 percent. Evidently, the Taiwanese economy was not swayed off course by the financial crisis. But how has the Taiwanese economy managed to resist such a large scale storm? For many years, gross national savings surpassed gross domestic savings. In 1997, for example, savings surpluses reached 2.56 percent of the Gross Domestic Product. Investment, both in the public and in the private sector, were essentially financed by local domestic savings rather than by limiting the foreign debt. Taiwan has run a surplus on its current account for many years (7.7 billion dollars in 1997), the reverse of what happened to countries affected by the financial crisis, which have run huge current account deficits year after year. In 1997, foreign currency reserves in the Republic of China totaled 83.5 billion dollars. This amount is enough to cover its foreign currency needs for imports for an eight month period. Meanwhile, the public sector's foreign debt in the Republic of China amounted to a mere 100 million dollars. By the end of 1997, assets held by financial institutions in Taiwan amounted to 29.7 billion United States dollars and their total liabilities amounted to 29.3 billion, which produces a positive balance of 400 million dollars. The Republic of China has adopted a straightforward and progressive process of financial deregulation. Prices were stabilized, trade was deregulated and restrictions on interest rates and currency exchange rates were lifted. Next, the economy was opened up to the flow of foreign capital. During the crisis, the Republic of China maintained a floating exchange rate, as opposed to the dollar-pegged systems in use in the countries affected by the financial crisis. The Republic of China has an unencumbered structure for financing business activities. Banking in Taiwan is in good shape. During 1997, business transactions on the island made use of the financial market for listing, trading in not officially listed products and thus increase benefits. Profits of around 15.3 billion dollars were obtained, thereby greatly increasing capitalization rates. Taiwan's industrial structure is essentially based on small and medium scale companies which represent around 98 percent of the total number of companies in the country. They are flexible enough to respond to external crises. Taiwan's economy has grown quickly over the past decade. At present, over 40 percent of Taiwan's total exports are capital-intensive and technology-intensive goods while labor-intensive products represent less than 20 percent of total exports. The product mix of goods exported by Taiwan is increasingly similar to that of developed nations. The main reason under the financial crisis of the South East Asian countries is the shock to export markets due to excess demand. Consequently, countries that were hit more strongly by the crisis are the ones located in the same region that was supplying cheap labor. Some ten years ago, Taiwan was forced to abandon its traditional export industries and it has now turned into a provider of raw materials, components and equipment for export. It has thus prevented these countries from excluding it from the export market. Strictly speaking, none of the above guarantees that Taiwan will not run into economic difficulties in future. However, its ability to resist the Asian financial crisis can be seen as confirmation of the soundness of the economic policies implemented by the Republic of China. Nevertheless, instead of feeling satisfied, Taipei continues to want to explore other routes to enable Taiwan's relative financial power and resources to be used to help the entire region to retrace its steps because a healthy regional economy is the best option for all the nations in the area. The International Monetary Fund (IMF) is in charge of helping the countries that were severely affected by the financial crisis. However, its capital is limited. Taiwan is fully willing to bear part of this burden but, unfortunately, at present it is not a member of the IMF and can only provide limited funds through indirect channels which are quite costly. This is unfortunate for countries that need help to regain their financial health. In benefit of those countries ­and of the world in general- Taiwan should be admitted to the international economic organizations such as the WTO or the IMF at an early date.
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El Foro Regional de ASEAN Como Sistema de Seguridad Cooperativa en el Sudeste Asiático
Martín Pérez Le-Fort
En los procesos de redefinición de los equilibrios estratégicos vinculados al fin de la guerra fría un elemento digno de evaluación es el rol que juegan los sistemas de seguridad cooperativa. Ellos surgen de la necesidad de reemplazar las estructuras de seguridad de la Guerra Fría por estructuras y procesos multilaterales con las siguientes características: deben estar adaptados hacia la confianza, más bien que hacia la disuasión; deben en el mejor de los casos reemplazar o al menos coexistir con alianzas bilaterales y finalmente; deben promover la seguridad militar y no militar. Lo que caracteriza fundamentalmente a la seguridad cooperativa es su enfoque gradual respecto al desarrollo de estructuras multilaterales. Es un concepto flexible que reconoce el valor de las vías de carácter bilateral o de balance de poder como formas de contribuir a la seguridad regional y mantenerlos, pero dando paso al multilateralismo para que un proceso más flexible, informal y ad-hoc se desarrolle, hasta que las condiciones para que sea institucionalizado estén dadas. Un elemento operativo fundamental en la seguridad cooperativa es crear "hábitos de diálogo" y moverse hacia una participación inclusiva, complementada con un amplio intercambio sobre temas de interés común en los planos gubernamental, no gubernamental, privado, académico, etc. que no requieran una formalización. Este proceso reconoce un aspecto fundamental y, a veces, mal entendido: la primacía de los intereses de los Estados y su obvia consecuencia: competencia, conflicto de intereses, etc. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) ha logrado desarrollar una potencialidad implícita desde su fundación en 1967, la cual es crear un entorno en el cual la sobrevivencia de cada Estado sería asegurada a través del fomento de la estabilidad regional y la limitación de la competencia entre ellos. Aunque este propósito jamás se planteó formalmente, si podía ser entendido como un elemento político subyacente de dicha organización. Esta base "política" permitió la generación del Foro Regional de la ASEAN, también conocido como ARF. Este foro regional unido al ASEAN-ISIS (ASEAN-Institutes of Strategic and International Studies) y al CSCAP (The Council for Security Cooperation in the Asia Pacific) conforman una importante arquitectura de seguridad regional. Los objetivos iniciales implícitos en ASEAN, en el ámbito de seguridad, eran regular sus conflictos internos y lograr estabilidad regional, para evitar el involucramiento de poderes externos tan propios de la guerra fría. Estos objetivos se tradujeron en 1971 en la Declaración sobre la Zona de Paz, Libertad y Neutralidad (ZOPFAN) y en el objetivo intermedio de crear una Zona Libre de Armas Nucleares en el Sudeste Asiático (expresado en la SEANWFZ en 1984), para restringir las opciones nucleares de los poderes globales en la zona. El Tratado de Amistad y Cooperación de 1976 dio las bases legales para el ZOPFAN y junto con la Declaración de Concordia de la ASEAN del mismo año, proveyeron de los instrumentos para manejar el orden regional. La invasión de Camboya por Vietnam en 1978, que reflejaba la disputa mayor entre los intereses de China y de la URSS, trajo tensión a dicha región e hizo imposible el implementar la ZOPFAN. Sin embargo, esto no fue obstáculo para poner en práctica una serie de medidas y reuniones con el fin de incrementar la cooperación y evitar el conflicto. El intenso diálogo dio el sentido de compartir intereses y valores comunes además de los propios intereses nacionales. A pesar de mantener conflictos territoriales entre ellos, los países miembros no contemplaron el uso de la fuerza para resolver sus problemas, lo que proveyó una base de confianza. El conflicto de Camboya fue la primera amenaza a la paz de la región. ASEAN optó por aumentar la cooperación con actores externos en el uso de una variedad de instrumentos políticos económicos, diplomáticos y militares. La solución al problema de Camboya en 1991 en el acuerdo de París siguió la formula de la ASEAN que era: total retirada de las tropas vietnamitas de Camboya, autodeterminación para el pueblo camboyano y finalmente, una Camboya independiente y neutral. Este éxito generó confianza en una práctica que permitió explorar nuevas posibilidades en el ámbito del diálogo de seguridad regional, a pesar que pueda evaluarse la solución de este conflicto como resultado de los profundos cambios a nivel global producidos en este período (entre los que se destaca la disolución de la URSS). Dos factores contribuyeron a que el diálogo de seguridad a nivel gubernamental se mantuviera bajo el auspicio de ASEAN: La idea de compartir la carga de la presencia militar estadounidense en la región, que derivó en discusiones respecto de lo que quería ASEAN respecto a su seguridad y el propósito de un número de países del Asia-Pacífico de desarrollar nuevas estructuras multilaterales de seguridad regional que reemplazarán a las estructuras de alianzas de los superpoderes generadas en la guerra fría. La idea del Foro Regional de la ASEAN parte en 1990 con los discursos del Canciller australiano Gareth Evans respecto a la idea de una seguridad común bajo el modelo de la CSCE (Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa). En un principio la idea parecía ser la de generar estructuras similares en la zona, pero esto sólo se tradujo en la creación de un foro respecto de la seguridad en el Asia-Pacífico. Para ello se aprovecharon las Conferencias Postministeriales de la ASEAN (ASEAN-PMC). En la ASEAN-PMC de 1991, se anunció que podrían darse discusiones de seguridad en su seno. En julio de 1993, ASEAN proclamó el establecimiento del Foro Regional de la ASEAN (ARF), compuesto por 19 países incluyendo a China y Estados Unidos. Su primera reunión de trabajo tuvo lugar en Bangkok, en mayo de 1994. La disputa sobre el archipiélago de las Spratly (Nansha), en el Mar del Sur de China, generó la primera prueba para el Foro Regional de la ASEAN (ARF). Dicho organismo (que incluye a no reclamantes y poderes externos) expresó su preocupación por el conflicto, promocionando la construcción de medidas de confianza para bajar el nivel de tensión, para ello se planteó que el ARF sólo sería un foro consultivo con el fin de incorporar a todos los actores involucrados. La meta del proceso fue la de establecer cooperación en un amplio rango en el Mar del Sur de China, en orden a construir medidas de confianza mutua y desarrollar la cooperación multilateral sobre las Spratly, además de disminuir las conductas agresivas de los reclamantes, lo que constituyó una estrategia novedosa y exitosa. La dificultad de llevar las disputas al nivel multilateral formal, no implica que los grupos de trabajo informales no puedan ayudar a disminuir las tensiones en períodos de crisis. El mantener el diálogo dificulta una salida brusca del proceso por parte de los actores más beligerantes. Lo fundamental en este caso es que a través de un proceso evolutivo de amplio alcance se ha logrado incorporar a todos los actores involucrados en la disputa sobre las Spratlys en un diálogo multilateral que ha ido limitando cada vez más las posibilidades de enfrentamiento militar. De esto podemos desprender que los sistemas de seguridad cooperativa cumplen un rol fundamental de estabilización durante los procesos de redefinición de equilibrios estratégicos en la pos guerra fría, ya que permiten la flexibilidad suficiente para evitar rupturas definitivas entre los actores comprometidos.
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The Regional ASEAN Forum as a Cooperative Security System in South East Asia
Martín Pérez Le-Fort
In the process of redefinition of strategic balances linked to the end of the Cold War, one issue that bears evaluation is the role played by cooperative security systems. They arose from the need to replace the security systems that were in place during the Cold War for multilateral structures with the following features: they must be aimed at trust rather than deterrence; at best, they must replace or at least coexist with bilateral alliances and, finally, they must promote military and non-military security. The characteristic feature of cooperative security is its gradual approach to the development of multilateral structures. It is a flexible concept that acknowledges the value of bilateral approaches or those involving a balance of power as a way to foster and maintain regional security. At the same time it is intended to give way to a multilateral approach to enable the development of a more flexible, informal and ad-hoc process until circumstances allow it to become part of the institutional framework. Developing "dialogue patterns" is an essential operative element in cooperative security as is moving toward comprehensive participation. This needs to be supplemented by extensive exchanges on issues of common interest in the sphere of government, non-government, private, and academic matters which do not require a formal organization. This process acknowledges an essential and frequently misinterpreted issue, namely, the supremacy of the interests of states and its obvious consequence: competition, conflict of interest and the like. The Association of South East Asian Nations (ASEAN) has managed to realize its implicit potential since its establishment in 1967, specifically by creating an environment in which the survival of each individual state should be ensured by fostering regional stability and by limiting competition between the countries. Although this goal has never been formally stated, it is probably one of the underlying political elements of ASEAN. This "political" basis allowed the ASEAN Regional Forum (ARF) to develop. The ARF, together with ASEAN-ISIS (ASEAN-Institutes of Strategic and International Studies) and CSCAP (the Council for Security Cooperation in the Asia Pacific) form an important regional security structure. The initial and implicit objectives sought by ASEAN in terms of security were to regulate internal conflicts in the area so as to prevent the involvement of non-regional powers, which were a typical feature of the Cold War. These goals translated into the Declaration on the Zone of Peace, Freedom and Neutrality in 1971 (ZOPFAN) and in the intermediate goal of creating the South East Asian Nuclear Weapons Free Zone (expressed through the SEANWFZ in 1984) intending to restrict the nuclear options available to the world powers in the area. The Friendship and Cooperation Treaty of 1976 created the legal bases for the ZOPFAN and, together with the Concord Declaration of ASEAN, also issued in 1984, provided the instruments to manage the regional order. The Vietnamese invasion of Cambodia in 1978, reflecting the larger conflict between the interests of China and the Soviet Union, created tension in the region and rendered the implementation of ZOPFAN impracticable. However, this was no obstacle to a series of measures and meetings aimed at enhancing cooperation and avoiding conflict. This intense dialogue gave rise to a feeling of shared common interests and values in addition to individual national interests. Despite persisting territorial conflicts, the member countries did not contemplate resorting to force to solve their problems, and this gave rise to a basis for trust. The Cambodian conflict was the first threat to peace in the region. ASEAN opted for enhancing cooperation with external actors through a series of political, economic, diplomatic and military instruments. The solution to the Cambodian issue in 1991 thanks to the Paris Agreement followed the ASEAN formula, namely: full withdrawal of Vietnamese troops from Cambodia, self-determination for the Cambodian people and an independent and neutral Cambodia. This success gave rise to confidence in a practice that permitted exploring new possibilities for dialogue on regional security, although the solution to this conflict can also be viewed as the outcome of the major global changes which occurred during this period (the most noteworthy of which was the disintegration of the Soviet Union). Two factors contributed to keeping the dialogue on security between governments under the auspices of ASEAN: One was the idea of sharing the burden of the United States military presence in the area, which gave rise to discussions on what ASEAN wanted in terms of its security, and the other was the goal of several Asian-Pacific countries that wanted to develop new regional security multilateral structures to replace the structures of alliances between the super powers generated in the course of the Cold War. The idea of the ASEAN Regional Forum was launched in 1990 in speeches delivered by the then Australian Minister of Foreign Affairs, Gareth Evans, who referred to the idea of a common security based on the model of the Conference on Security and Cooperation in Europe (CSCE). Initially, the idea appeared to be meant to create similar structures in the region but this only resulted in the establishment of a forum on security in the Asia-Pacific region. The post-ministerial ASEAN conferences were used for this purpose. An announcement was made at the 1991 ASEAN-PMC stating that discussions on security could take place there. In July 1993, ASEAN announced the establishment of the ASEAN Regional Forum (ARF) formed by 19 countries including China and the United States. The first working meeting of the ARF took place in Bangkok in May 1994. The debate on the Spratly Islands (Nansha) in the South China Sea was the first test for the ARF. The ARF (which includes non-claimants and foreign powers) expressed its concern over the conflict, promoting the development of confidence measures to reduce the conflict. The proposal made suggested that the ARF should only operate as a consultative forum in order to ensure the participation of all the actors involved. The goal of the process was to establish cooperation along a broad spectrum in the South China Sea so as to develop measures of mutual trust and encourage multilateral cooperation over the Spratly Islands, in addition to quelling the aggressive behavior of the claimants. This proved to be an innovative and successful strategy. The difficulties involved in taking disputes to a formal multilateral level does not imply that non-formal working groups are incapable of helping to ease the tension in times of crisis. Maintaining a dialogue makes it harder for the more belligerent actors to abruptly abandon the process. The crucial feature in this case is that, through a far-reaching process of evolution, all the actors involved in the dispute over the Spratlys have been able to participate in a multilateral dialogue which has increasingly limited the possibility of a military confrontation. We may therefore infer that cooperative security systems play an essential role in aiding stabilization in the course of redefining strategic balances in the post Cold War era since they allow enough flexibility to avoid definitive breakdowns among the actors involved.
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El XXXI Encuentro de PBEC en Chile
Andrés Angulo Farmer
Entre los días 22 y 27 de mayo se realizó en Santiago la XXXI Reunión Internacional Anual del Consejo Económico de la Cuenca del Pacífico (PBEC). El tema central del encuentro fue "Prosperidad en el Pacífico: Sosteniendo el Momentum hacia el Siglo XXI". Las conclusiones de esta reunión se entregarán a APEC, donde se espera que estas puedan incidir en las decisiones gubernamentales de cada uno de los miembros. Algunos de los tópicos analizados fueron: -. Identificar los principios básicos para el desarrollo del comercio electrónico. -. Hacer un llamado a APEC para que ejecute el acuerdo de Liberalización Sectorial Voluntaria, antes que se reúnan los ministros a fines de junio. -. Estudiar los efectos de la inversión externa directa y dar a conocer políticas para la liberalización de las telecomunicaciones en la región. -. PBEC estableció normas relativas a los principios de transparencia en la relación entre empresariado y gobierno, haciéndose hincapié en los esfuerzos para combatir la corrupción. Estos resultados de la reunión de empresarios de la Cuenca del Pacífico deberán traducirse en las acciones que adopten los gobiernos en el proceso de integración, en el que los miembros de PBEC están empeñados para aumentar el intercambio de productos e inversiones, abrir nuevos mercados y disminuir las barreras comerciales. El encuentro contó con la presencia del Presidente de Chile, Eduardo Frei, y los vicepresidentes de Perú, Ecuador y Argentina, el Secretario de Defensa de Estados Unidos y el Presidente de la Industria Automotriz Honda, líderes empresariales de PBEC y delegados de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, quienes fueron invitados como observadores, tanto para conocer las distintas oportunidades de comercio en Latinoamérica, como para establecer contactos. Tal como el tema central lo indica, en vistas del siglo XXI para consolidar el comercio en la región. Por cierto se debe considerar que los miembros de PBEC realizan negocios por más de 4 trillones de dólares y dan empleo a más de 10 millones de personas. La reunión estuvo marcada por la situación actual que vive la región de Asia Pacífico producto de la crisis económica, lo que aunque incidió en la ausencia de algunos personeros de esa región, permitió un conocimiento más estrecho de la situación que vive esa área. Además, durante la reunión, asumió como nuevo Presidente del Organismo el Sr. Helmut Sohmen, en reemplazo del Sr. Gary Tooker. Para Chile, el hecho de ser el país anfitrión tiene una relevancia muy especial. El año pasado fue sede de la XII Reunión de PECC y el recibir nuevamente a miembros del Asia Pacífico acentúa más las condiciones de componente de este sistema y lo posiciona como agente importante en la relación en la cuenca del Pacífico. La inserción chilena en esta región ha sido constante y hoy, pese a las dificultades por las que ella atraviesa, las acciones de los hombres de negocios junto a los estamentos gubernamentales e instituciones como APEC permitirán consolidar a esta zona como el epicentro de los negocios del Siglo 21.
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The XXXI Meeting of the PBEC in Chile
Andrés Angulo Farmer
The XXXI Meeting of the Pacific Basin Economic Council (PBEC) was held in Santiago on May 22-27. The main theme of the meeting was "Prosperity in the Pacific: Sustaining the Momentum into the XXI Century". The conclusions of this meeting will be delivered to APEC and they are expected to possibly influence the decisions to be adopted by each of the members. Some of the issues examined at the Meeting were: Identify the basic principles for the development of electronic trade. Calling on APEC to implement the Voluntary Sectoral Deregulation Agreement prior to the Ministers' meeting in late June. Study the effect of direct foreign investment, and disseminating policies for the deregulation of telecommunications in the region. PBEC established standards on the principles of transparency in the relationship between entrepreneurs and the government, emphasizing efforts aimed at fighting corruption. The outcome of the meeting of Pacific Basin entrepreneurs should be reflected in the actions undertaken by the governments in the process of integration, wherein PBEC members are intent on increasing trade in products and investment, on opening up new markets, and on reducing trade barriers. The Meeting was attended, among others, by the President of Chile ?Mr. Eduardo Frei-, the Vice-Presidents of Argentina, Ecuador, and Peru, the United States Secretary of Defense and the Chairman of Industria Automotriz Honda. Also present were business leaders and delegates from Argentina, Brazil, Paraguay and Venezuela. They were invited as observers to become acquainted with the different trade opportunities offered by Latin America and to establish contacts, as the title of the meeting states, on the threshold of the 21st century to consolidate trade in the region. A noteworthy fact is that PBEC members conduct business in excess of four trillion dollars and provide jobs for over 10 million people. The current situation in the Asia Pacific region as a consequence of the economic crisis was the dominant issue at the meeting. Although this prevented some officials from attending, it allowed for a closer understanding of the situation in that area. In the course of the Meeting, Mr. Helmut Sohmen took office as Chairman of the PBEC, replacing Mr. Gary Tooker. Hosting the meeting proved to be a particularly significant event for Chile. Last year, Chile hosted the Twelfth Meeting of the PECC and a new visit from members of the Asia Pacific emphasizes its situation as a member of this system and positions Chile as an important agent in relationships in the Pacific Basin. Chile has been uninterruptedly involved in this region and, despite current problems in the region, the actions of business people and of government and institutions such as APEC will help to consolidate this area as the focal point of business for the 21st century.
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El interminable contencioso ruso-japonés sobre las Kuriles
Jordi Masachs i Castell
La devolución de los irredentos Territorios del Norte o Kuriles del Sur es para Japón condición sine qua non para la negociación de cualquier convenio o pacto importante con Rusia. Son 4.996 Km2 de inhóspitas tierras volcánicas, cuyo valor estratégico ha quedado obsoleto desde que la supremacía de la aviación ha relativizado el otrora incontestable poderío naval. Su importancia actual radica en un delicado factor de consecuencias incalculables: el capital político, es decir, en los impredecibles efectos que un cambio de soberanía provocaría en la política interna de ambos países. El orgullo y el honor nacional, explican la cautela y la prudencia que muestran ambas partes en no parecer derrotadas o débiles. Rusia y Japón están obligadas a llegar a un acuerdo sin vencedores ni vencidos o, mejor, a uno en el que los dos países aparezcan como vencedores ante sus respectivas audiencias. En una cumbre, celebrada en Tokio el 18 de abril de 1991, Gorbachov y Kaifu, acordaron acelerar las negociaciones varias veces pospuestas tras la Segunda Guerra Mundial. Pero la extinción de la URSS, en diciembre de aquel año, paralizó la iniciativa. Tras una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, en enero de 1992, Yeltsin y Miyazawa deciden encontrarse en Tokio, pero, en el último momento, Yeltsin anula la cita. El desencuentro, percibido como una ofensa en Japón, y que en la práctica vuelve a estancar las negociaciones, es motivado por las convulsiones internas que padecen ambos países. En aquellos años, Japón pierde la estabilidad política, con la debacle del Partido Liberal Demócrata (PLD) o Jiminto, mayoritario en el poder desde 1955 a 1993, y entra en un período de crisis económica, que aún perdura. Por su parte, la Federación Rusa, en tránsito hacia el capitalismo, vive una situación caótica e inestable, salpicada por amenazas golpistas y proclive al descontento y a la violencia social. Apaciguados los problemas internos, Yeltsin y Hosokawa se reúnen en Tokio un año después, el 13 de octubre de 1993, y acuerdan reactivar -nuevamente- las relaciones bilaterales. Esta vez, deciden separar la disputa territorial de los acuerdos económicos y técnicos, que, no obstante, languidecen por el desinterés japonés. Rusia, además, se disculpa por los 600 mil prisioneros japoneses muertos en Siberia, se compromete a retirar efectivos militares de los territorios reclamados y reconoce los compromisos adquiridos en 1956. Por su parte, Japón, ofrece -cautelosamente- algo de ayuda, en un sabio goteo, a la espera de mayores concesiones. La cumbre de Krasnoyarsk, en noviembre de 1997, entre Yeltsin y Hashimoto, parece enlazar con esta tendencia. Sin embargo, el escenario asiático, con la debacle monetaria y económica de los principales clientes de Japón -receptores del 45% de sus exportaciones-, ha experimentado unos cambios de decorado que pueden favorecer, en el futuro, el lucrativo entendimiento que persigue Rusia. Estancada o en recesión, desde abril de 1991, la economía japonesa está abandonando su tradicional papel de locomotora económica. De momento, la única solución viable es la de siempre: el incremento de las exportaciones, pero, ¿hacia dónde?. Japón es un país que siempre ha evitado caer en un excesivo regionalismo que recorte sus posibilidades internacionales. Su expansión por el mundo y por el área del Pacífico no deja de crecer año tras año. Los mercados sudamericanos, estructuralmente débiles, absorberán a corto plazo un mayor volumen de exportaciones japonesas. Pero los mercados que, a pesar de los riesgos, ofrecen un mayor potencial para absorber nuevas y masivas exportaciones japonesas, a mediano y largo plazo, son el chino y el ruso. No sería extraño que en los próximos meses, si persiste o se agrava la actual coyuntura -soñada por Yeltsin- Japón se acercase presuroso a sus tradicionales enemigos. El tratado de paz con Rusia parece hoy más factible.
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The Unending Russian-Japanese Contention over the Kurils
Jordi Masachs i Castell
The return of the irredentist Northern Territories or the Southern Kurils is, for Japan, a sine qua non condition for the negotiation of any important pact or agreement with Russia. These territories constitute 4,996 Km' of inhospitable volcanic land, Whose strategic value has remained obsolete since the supre-macy of aviation relativized the otherwise-indisputable importance of naval power. Its current importance lies in a delicate factor of incalculable consequences: political capital. That is, in the unpredictable effects that a change in sovereignty would provoke in the domestic policies of both countries. Due to the pride and national honor, one can easily see why both sides use such high degrees of caution and prudence in order to show that they are neither weak nor defeated in any sense. Russia and Japan are obligated to teach an agreement that has neither winners nor losers, or better said, one in which both countries appear as winners before their respective national audiences. In a summit celebrated in Tokyo in April 18th, 1991, Gorbachev and Kaifu, agreed -as in this last one- to accelerate negotiations which had been postponed several times since the end of World War ll. The demise of the USSR in December of this year paralyzed this initiative. In a UN Security Council meeting in January 1992, Yeltsin and Miyazawa decided to meet once again in Tokyo, but at the last minute Yeltsin canceled the date. This failure to meet, perceived as a cultural offense in Japan, has once again stalled negotiations, though the move are motivated primarily by internal convulsions faced by both countries. At the time, Japan was losing political stability because of the debacle of the Liberal Democratic Party (LDP), or Jiminto, the representative majority since 1955 to 1993, and it was entering into a period of economic crisis that continues to endure. At the same time, the Russian Federation, in its transition toward capitalism, was living a chaotic and unstable situation, heightened by threats of a coup and tending to generate national discontent and social violence. With internal problems eased, Yeltsin and Hosokawa met in Tokyo one year later -October 13th, 1993- and agreed to reactivate -again- bilateral relations. This time, they decided to separate the territorial dispute from all technical and economic agreements, though these latter items remain languishing due to disinterest on the part of the Japanese. Russia also apologized for the 600,000 japanese prisoners killed in Siberia over the years, and promised to remove military personnel from the territories in question, recognizing bilateral agreements made prior to 1956. However, Japan offered very cautiously and wisely a small bit of help, hoping for greater concessions in the future. The Krasnoyarsk summit celebrated in November 1997 between Yeltsin and Hashimoto seemed to tie together these elements. However, the Asian scene, given the monetary and economic crisis faced by the principle clients of Japan -which receive 45% of its exports- has experienced some superficial changes which may favor, in the future, the lucrative understanding sought by Russia. Stagnant or in recession since April 1991, the Japanese economy is abandoning its traditional role of economic motor. At the moment, the only feasible economic solution is that of always: increase exports. The question is, to where? Japan has traditionally avoided falling into any type of excessive regionalism that might negatively affect its international possibilities. Its expansion throughout the world and throughout the Pacific Rim has continued to increase year after year. South American markets, though structurally weak, will absorb in the short term a higher volume of japanese exports. But those markets which, despite the risks, offer a greater potential for absorbing new and massive Japanese exports, in both the medium and the long term, belong to China and Russia. lt would not be strange that in the next few months, if the current situation persists or worsens -a situation dreamed of by Yeltsin- Japan promptly becomes closer to its traditional enemies. For that reason, a peace treaty with Russia seems more plausible today.
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Una perspectiva de la cumbre chino-norteamericana
Augusto Soto Alvarez
La reciente cumbre chino-estadounidense -celebrada durante la visita del presidente chino, Jiang Zemin, a Estados Unidos entre el 28 de octubre y el 3 de noviembre de 1997- ha sido calificada como el primer encuentro entre superpotencias del siglo XXI. La decisión de celebrar reuniones periódicas y conectar un teléfono rojo entre ambas capitales parecería señalar una relación de significado global análoga a la mantenida por Washington y Moscú durante la Guerra Fría. Con estas cumbres, Washington intenta incluir a la potencia emergente en compromisos internacionales afines, como parte del denominado "constructive engagement". También, esta es una maniobra estratégica para evitar parte de la dispersión del poder que otorgan los presentes medios tecnológicos a entes sin fronteras en el gran espacio euroasiático y de Oriente Medio. La desintegración de la URSS y el integrismo islámico militante en Asia central favorecen esta vía. Por su parte, Pekín carece de otra alternativa que no sea continuar el acercamiento a Washington. De ello depende en gran parte el éxito de sus modernizaciones y su aceptación en organismos internacionales. Desde 1979 hasta hoy, las reformas impulsadas por Deng Xiaoping han logrado captar tecnología y capitales de las grandes multinacionales estadounidenses e introducir favorablemente la imagen de China en la opinión pública del otro lado del Pacífico, desde California hasta Washington. A su vez, en las urbes de la República Popular China (RPCh) la cultura de masas, el modo de vida y la educación universitaria estadounidense han pasado a ser considerados como una ventana al mundo. Junto a la difusión de series televisivas, el aprendizaje del inglés americano, el turismo y la creciente proliferación de cadenas alimentarias, han significado que el impacto cultural de Estados Unidos sea incontestable. Un gran desencanto mutuo surgió a partir de la represión del movimiento estudiantil de Tiananmen, en 1989. El resultante enfriamiento diplomático y el boicot comercial de Occidente, sumado a la caída del muro de Berlín fueron percibidos por Pekín como un intento de Washington y sus aliados de socavar los cimientos del campo socialista. Pero, a la postre, la Realpolitik en el Pacífico se impone al idealismo, la indecisión y el inmovilismo. La reciente cumbre chino-estadounidense fue la primera celebrada en Estados Unidos desde 1985. Entre los acuerdos logrados, el compromiso chino de no suministrar material nuclear a Irán y Pakistán y la reafirmación de la disponibilidad de Pekín a actuar en la pacificación de las dos Coreas demuestran ser para Washington más importantes que denunciar periódicamente la situación en el Tibet y la violación de los derechos humanos. Los chinos ya se han habituado a los vaivenes electorales de las distintas administraciones estadounidenses, a la existencia de diferentes grupos de presión y a un Congreso hostil. De allí el establecimiento de un lobby chino en la misma capital de Estados Unidos y la presencia activa del Consejo de Negocios Chino-Norteamericano. La cumbre Jiang-Clinton también ha señalado el levantamiento de la venta de productos nucleares de empresas estadounidenses a China, y una atmósfera propicia para una serie de acuerdos que involucran a multinacionales. Sin embargo, Washington tampoco deja de avanzar con su política de inclusión y contención en las fronteras mismas del país asiático, toda vez que ha definido la frontera de sus intereses vitales no sólo en el Golfo Pérsico, sino que también en el Mar de China e incluso en Asia central. Pero, precisamente, China y Estados Unidos podrían colisionar o enfrentarse en estos dos últimos escenarios. Se prevé que el Asia central se convertirá dentro de muy poco en una región de importancia geopolítica y económica donde pugnarán varias potencias. Para concluir, desde el punto de vista de la competencia inmediata, las cosas se presentan esplendorosas para la superpotencia del siglo XX. Según las proyecciones actuales, en al menos una generación no surgirá un rival que amenace el estatus de Estados Unidos como potencia global. Y es difícil que en tres décadas Pekín equipare a la vez sus indicadores de poder militar, económico, tecnológico y cultural con los de Washington. Tampoco parece factible su acercamiento al estándar de vida de Occidente, por lo menos de aquí a mitad del próximo siglo.
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A Perspective on the Chinese-North American Summit
Augusto Soto Alvarez
The recent Chinese-North American summit, celebrated during the visit of Chinese President Jiang Zemin to the United States between October 23 and November 3 of the past year, has been judged as the first meeting between superpowers of the 21st Century. The decision to convene occasional meetings and to connect a red phone between both capitals would seem to signal a relationship of global significance, quite analogous to that maintained between Washington and Moscow during the Cold War. With these summits, Washington attempts to include the emerging power in a set of similar international agreements, as part of so-called A constructive engagement. lt is also a strategic piece which aims to avoid part of the dispersion of power which current technological mediums grant to organisms without frontiers operating in the great space of Eurasia and in the Middle East. The disintegration of the USSR and the rise of militant Islamic fundamentalism in Asia favor this path. On its part, Peking lacks any other alternative aside from t hat of getting closer to Washington. A large part of its modernization success and its acceptance by international organisms depends precisely upon this rapprochement. From 1979 until now, the reforms promoted by Deng Xiao-Ping have succeeded in capturing both technology and capital from the great North American multinationals, trading in return the introduction of a favorable image of China in the public opinion on the other side of the Pacific, from California to Washington. At the same time, in the cities of the People's Republic of China, pop culture, the lifestyle, and the university education of the United States have been considered as windows to the world. With the diffusion of television series, the learning of American English, tourism and the increasing proliferation of fast food chains, has significated that the cultural impact of the United States becomes incontestable. A profound mutual disenchantment was spring out by the repression of the student movement in Tiananmen Square in 1989. The resulting diplomatic cold shoulder and com-mercial boycott from the West, added to the fall of the Berlin Wall, were perceived by Peking as an attempt by Washington and its allies to uproot the very foundations of the socialist camp. Still, despite the idealism, indecision and inaction characteristic of the region, Realpolitik does seem to be imposing itself in the Pacific. The recent Chinese-North American summit was the first celebrated in the United States since 1985. Among the achieved agreements, the Chinese promise to not supply nuclear materials to Iran and Pakistan, and the reaffirmation of Peking's availability to act in the peace process of the two Koreas, resulted apparently far more important to Washington than the occasional denouncing of the situation in Tibet or of the violation of human rights. The Chinese have become accustomed to the electoral seesawing of the various North American administrations, the existence of different pressure groups and a hostile Congress. For that reason, a Chinese lobby was established in the city of Washington itself, accompanied by the active presence of the Chinese-North American Business Council. The Jiang-Clinton summit also, saw a rise in the sales of US-manufactured nuclear products to China, and the creation of an atmosphere favorable to a future series of agreements involving multinationals. Nonetheless, Washington did not cease to advance its policy of inclusion and contention within China itself, as it does every time that it defines the limit of its vital interests not only as being in the Persian Gulf, but also in the China Sea and even in Central Asia. Still, precisely in these last two scenarios the US and China could collide with or confront each other. The conversion of Central Asia within a short period of time into a region of both geopolitical and economic importance was previewed, an environment where various powers most likely will compete. To conclude, from the point of view of immediate concerns, things seem splendid for the superpower of the 20th Century. According to current projections, no rival will emerge that could threaten the status of the US as global power for at least one generation. lt is also difficult for Peking to raise its indicators of military, economic, technological and cultural power to the levels of those of Washington within three decades. Nor does ¡t seem likely that its standard of living will come to approximate that of the West, at least not for the next fifty years.
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¿Revive el ABC? El cono sur a comienzos de siglo
Joaquín Fermandois
Cincuenta años después del Pacto de Río de Janeiro, parece ser que Washington está ensayando un nuevo tipo de política hacia América del Sur, particularmente en el Cono Sur: "Divide y reinarás". La agitación de la idea de un puesto permanente en el Consejo de Seguridad a Brasil;
la declaración de "aliado estratégico no OTAN" a Argentina; y, por último, la posibilidad de venta de armamento sofisticado a Chile, completaría el cuadro de esta política. Ante la posibilidad que MERCOSUR constituya un efectivo balance de poder a Estados Unidos, este último mantendría todavía unos ases en la manga. El ABC de MERCOSUR se diluiría como su antecesor. A comienzos de siglo parecía que al crecimiento del "coloso del norte" se opondría desde el Cono Sur una alianza entre Argentina, Brasil y Chile, o el "ABC". Esta idea continuó rondando, pero su efectividad fue casi nula debido a la escasa cooperación de estos países entre sí y, desde luego, por la total disparidad de tamaño. Desde fines de los ochenta, la combinación de re-democratización, fin de la Guerra Fría en el continente y reforma económica -que lleva implícita un alto pero variable grado de aceptación de la globalización- han alumbrado una interrelación y cooperación económica inédita en el continente. Sin embargo, frente a la posibilidad de que se produzca un tipo de asociación parecida a la Unión Europea, conspiran dos factores. En primer lugar no existe el apremio y el legado catastrófico de la segunda post-guerra en Europa. En segundo lugar, el grueso del intercambio de bienes e ideas no se realiza intra países MERCOSUR -aunque se ha incrementado-, sino que entre estos y los grandes espacios desarrollados. Por último, en esta última década los países en cuestión han expandido inmensamente sus vínculos económicos con Asia; en el caso particular de Chile, sólo sus exportaciones a Japón en algunos años han sido más cuantiosas que las dirigidas a Estados Unidos. La crisis actual en Asia, mirada en el mediano plazo, no puede ser más que un tropiezo inevitable de los que está erizado todo camino. Estos procesos, de desarrollo de vínculos con Europa y Asia, a largo plazo diversifican las opciones del Cono Sur de una manera que, en caso de abrupta necesidad, Washington no podría contar con la región como ha sido desde la Segunda Guerra Mundial. La política de los tres países de América del Sur avanza todavía tentativamente, y falta el tiempo de la institucionalización, tanto en la cooperación entre sí, como en la maduración de los lazos con los grandes centros de poder. Por otro lado, algo parecido se puede decir de Washington, que siempre ha tenido una atención oscilante hacia la región. Las acciones recientes, se deben menos al resultado de una política minuciosa, que a arbitrios ocasionales para sustituir una acción coherente que su sistema político no admite por el momento. Los Estados Unidos muestran su interés y esgrimen sus "regalos" como parte de su propia necesidad de no ser olvidados en su poder, pero no pierden de vista que desde esta zona, en lo inmediato, no puede surgir un peligro ni para su posición, ni para el desarrollo de su sociedad, narcotráfico aparte. Las "ofertas" diferentes a Brasil, Argentina y Chile son en parte "juego" de distracción, en parte decisiones "burocráticas" que siguen la inercia cambiante de las relaciones interamericanas de los noventa, pero difícilmente son fruto de un plan maestro. Los países del ABC no actúan de contrapeso a Washington, pero toda su actividad de esta época es un largo ensayo para el día en que el desarrollo, si llega, las deje transformadas en sociedades modernas. Además, tienen que avanzar en la cooperación, camino no carente de reservas íntimas, aunque se puedan superar. Cualquiera que espere definir las etapas de manera rápida y altisonante, se equivocará. No sólo en la región, sino que en el mundo, el sistema internacional se transforma lentamente; hasta donde se puede prever, la primera década del próximo siglo no será muy diferente a la actual.
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Does the ABC Live Again? The Southern Cone at the Beginning of the Century
Joaquín Fermandois
Fifty years after the Pact of Rio de Janeiro, it seems that Washington is writing a new policy with regard to South America, particularly the Southern Cone: a "divide and conquer". The agitation for Brazil to receive a permanent seat on the UN Security Council; declares. "non-NATO strategic ally" status for Argentina; and, finally, makes possible the recent sales of sophisticated weaponry to Chile, thus completing the picture of this policy. Barring the possibility that MERCOSUR comes to constitute an effective balance of power vis-á-vis the United States, the latter will continue to have some aces up its sleeve, and the ABC of MERCOSUR will dissolve in the same way as its predecessor. At the beginning of the century, it seemed that the growth of the "giant of the North" would be opposed and tempered by an alliance between Argentina, Brazil and Chile in the Southern Cone, or the "ABC". This idea continued to circulate throughout the century, but its effectiveness was nullified due to the scant amount of cooperation between those countries and, later on, the total disparity in size among them. Since the end of the eighties, the combination of redemocratization, the end of the Cold War in the continent, and the implementation of widespread economic reforms, which implicitly carry with them a high but variable degree of acceptance of globalization, have illuminated an economic interrelation and cooperation heretofore unseen on the continent. Nonetheless, two factors work against any possible production in South America of an association similar to that of the European Union. First, the pressure from and the catastrophic legacy of the post-Second World War era do not exist there as they do in Europe. Secondly, the grand majority of the exchange of ideas and goods are not realized among MERCOSUR nations, though it has been increasing, but rather between those countries and the great developed spaces of the world. Finally, in the last decade, the countries in question have expanded immensely their ties with Asia. In the particular case of Chile, its exports to only Japan have exceeded those to the United States in some recent years. The current crisis in Asia, looked at in the medium term, cannot be anything but an inevitable and temporary setback on a road which naturally has many ups and downs. These processes, of developing links with Europe and Asia, diversify in the long term the options of the Southern Cone in a way that, in the case of abrupt necessity, Washington would not necessarily be able to count on the region as it has since the Second World War. The policy of the three South American countries still advances very tentatively, and it lacks institutionality, both in terms of cooperation among the countries and in terms of the maturing of ties between them and the primary centers of global power On the other hand, something similar could be said of Washington, which has always shown a wavering attention toward the region. Recent actions are due less to a detailed policy than to the occasional arbitrary decisions emanating from the North American capital, acting as a substitute for the coherent action which its political system cannot admit for the moment. The United States shows its interest and flings about its "gifts" as part of its own necessity to ensure its power is not forgotten, but ¡t also has not lost sight of the fact that for the moment, no danger could emerge from this zone which would challenge its position or its society, the drug trafficking question apart. The different "offers" to Brazil, Argentina and Chile are partly a "game" of distraction and partly "bureaucratic" decisions which follow the changing inertia of interamerican relations in the nineties, yet they also appear unfortunately to be the fruit of a master plan. The ABC countries do not act to counterweight Washington, but all their recent activity is a testimony for the day in which development, if ¡t arrives, leaves them transformed into modern societies. They must also advance in terms of cooperation, a road not lacking some important and intimate reservations, but reservations which can nevertheless be overcome. Whoever wishes to define the current stages in a quick and high-sounding way would be wrong. Not only in this region, but also throughout the world, the international system transforms itself slowly, to the point that one can see that the first decade of the next century will not be vastly different from the current one.
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Mundos que vuelven
Josep M. Fradera
China y Europa estuvieron mucho tiempo unidas, o lo estuvieron por lo menos desde tiempo muy remoto. Sin embargo, el mundo moderno, el "mundo que se hizo pequeño" es una realidad muy distinta de la geológica duración de la gestión de los moldes culturales euroasiáticos. El mundo moderno, nos guste o no, nace con Colón, y nace de la expansión europea de fines de la Edad Media. Primero fue un largo periplo de exploración por el Mediterráneo, del que las expediciones de los Polo hacia la India no fueron más que episodios marginales. Después fue la exploración por la costa de Africa, lugar de oro, marfil y esclavos. Finalmente, Africa se alarga por las Azores y Madeira hasta el encuentro con "Cipango", el Japón soñado por el genial genovés, uno de los hombres más famosos de todos los tiempos, quizás porque fue el que cometió la más grande de las equivocaciones de que tenemos noticia. No tan sólo la cometió, sino que se empecinó en no reconocerlo aún cuando sus compatriotas y contemporáneos ya habían intuido lo que había pasado. Habían descubierto un continente que se interponía entre Europa y Asia. La formación de las Américas en los siglos XVI y XVII fue el resultado de aquella equivocación, pero no fue en absoluto un hecho al azar o arbitrario. Los europeos, españoles y portugueses primero, los norte europeos después, buscaban en Africa lo que encontrarían en proporciones mucho mayores en el Nuevo Mundo. Entre el siglo XVI y la segunda mitad del siglo XIX, las principales minas del mundo, el lugar donde se producía la plata que relacionaba culturas y civilizaciones, estaba en América. Y su explotación masiva es la razón que nos explica muchas de las características de las sociedades que los españoles construyeron en aquel espacio acabado de descubrir. La plata extraída en América, en México y Perú, era una mercancía de un carácter muy particular para los europeos de la época moderna. Agotadas sus minas de Silesia y Afganistán, la plata americana, abundante y susceptible de ser producida en grandes cantidades gracias al trabajo de los indios y al cambio técnico, era la mercancía que los europeos necesitaban para mantener su comercio suntuario a larga distancia con la China y con Asia en general. Aquella plata vehiculada por los europeos desde América hacia Asia sirvió para que China y el norte de la India articularan complejos sistemas tributarios. Era tanta la necesidad de la plata que les exigía aquella forma de construcción estatal, que su precio era casi siempre enormemente remunerador para los europeos. De esta forma adquirían además una cantidad de mercancías asiáticas muy por encima de lo que sus capacidades mercantiles les hubiesen permitido. La plata americana llegó a China por dos caminos: desde Europa, a través del Cercano Oriente; o directamente desde América, gracias a la ocupación permanente que los españoles hicieron de las Filipinas. En los siglos XVII y XVIII un enorme flujo de plata pasó por Manila hacia el sur de China y el Sudeste asiático. Es imposible de calcular las cantidades que circularon a través de una u otra vía, pero no está nada claro que la procedente directamente de Europa fuese más que la que llegaba por el Pacífico. Era tan importante esta última ruta, que las autoridades españolas y los comerciantes de Sevilla o Cádiz trataron siempre de limitar su alcance, preocupados como estaban de que el Imperio americano acabase gravitando hacia el Pacífico y Asia. Por esta razón, Felipe II prohibió de modo terminante los contactos directos entre el Perú (el principal productor de plata hasta el siglo XVIII) y Filipinas, y restringió el tráfico a una salida anual -la nao de Acapulco- desde Nueva España, el actual México, a Manila. El eje entre esta ciudad y México fue una de las arterias mercantiles más importantes del mundo a lo largo de varios siglos, hasta 1815 en realidad. Por ella no pasó tan sólo la plata: pasaron plata y mercancías, productos, alimentos, hombres, mujeres, y conocimientos. Cuando aquella ruta se cortó, en el momento de máximo esplendor del predominio del Atlántico, las cosas parecieron volver a su lugar, a un mundo en el que la comunicación principal era necesariamente de Europa hacia el oriente geográfico. Sin embargo, el estado de cosas jamás desapareció del todo, o quizás se mantenía oculto. Hoy, mucho tiempo después, las integraciones económicas en América y en el Sudeste asiático, el crecimiento espectacular de China, Corea y Japón están devolviendo al mundo una dimensión que se perdió en algún momento. Una dimensión con el Pacífico en el centro. Y sin ningún Felipe II para detener su imparable florecimiento.
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Returning Worlds
Josep M. Fradera
China and Europe were united for a long time, or at least were so since very ancient times. However, the modern world, "the world that grew small", offers a reality that differs greatly from the geological period when Euro-Asian cultural patterns developed. The modern world, whether we like it or not, was born with Columbus, and it was born out of the European expansion of the late Middle Ages. First came the long voyages, exploring the Mediterranean, among which the expeditions undertaken by the Polo family or the voyages towards India were but marginal episodes. Then came the exploratory voyages down the coast of Africa, a place of gold, ivory and slaves. Finally, Africa was extended by the Azores and Madeira to the encounter with "Cipango", the Japan that the Genoese genius dreamed of, one of the most famous men of all times perhaps because he made the biggest mistake ever known. He not only made that mistake --he also stubbornly refused to admit it, even when his fellow countrymen and contemporaries had already intuitively guessed what had happened. They had discovered a continent that stood between Europe and Asia. The development of the Americas in the course of the Sixteenth and Seventeenth Centuries was the outcome of that mistake but it was not, in any manner, a random or arbitrary event. Europeans, Spaniards and Portuguese first, and then Northern Europeans sought in Africa what they would find in much larger proportions in the New World. Between the Sixteenth Century and the second half of the Nineteenth Century, the main mines in the world --where the silver that linked cultures and civilizations was produced-- were located in America. And their massive exploitation is what accounts for many of the features of the societies that the Spaniards built in that recently discovered region. Silver extracted in America --in Mexico and Peru-- was an asset endowed with special features for modern Europeans. With their mines in Silesia and Afghanistan already depleted, American silver, abundantly available and offering possibilities for large-scale production thanks to the work of Indians and to technological improvements, was the asset that the Europeans needed to maintain their long distance trade of luxury items with China and also with Asia in general. That silver --conveyed by the Europeans from America to Asia-- helped to develop complex tax systems in China and Northern India. The need for silver required by that form of state construction was so great that silver prices generally involved huge returns for the Europeans. They were thus able to purchase, in addition, a considerable amount of Asian goods well above what their own trade capacity allowed. American silver reached China by two routes: from Europe, by way of the Near East, or directly from America, thanks to the permanent occupation of the Philippines by the Spaniards. In the Seventeenth and Eighteenth Centuries, a huge flow of silver passed through Manila towards the south of China and South-East Asia. The amounts that circulated through one or the other route are impossible to calculate, but it is not at all clear that silver arrived in larger quantities directly from Europe rather than via the Pacific. The latter route was so important, that the Spanish authorities and the merchants from Seville or Cadiz were constantly trying to limit its scope, concerned as they were about the fact that the American Empire was gravitating towards the Pacific and Asia. For this reason, Philip II strictly forbade all direct contact between Peru (the main silver producer up to the Eighteenth Century) and the Philippines, and limited traffic to one annual shipment --the Nao of Acapulco-- which traveled from New Spain (currently Mexico) to Manila. The axis joining this city and Mexico was one of the most important trade arteries in the world for several centuries, actually up to 1815. But this route was not only used to transport silver: it served to convey silver and goods, products, food, men, women and knowledge. When the route was cut off, at the peak of Spain's supremacy over the Atlantic, things appeared to go back to normal, to a world in which the main communication was necessarily from Europe towards its geographical orient. However, this state of things never disappeared entirely, or perhaps remained hidden. At present, a long time afterwards, the economic integration that is taking place between America and South-East Asia, the spectacular growth experienced by China, Korea and Japan are returning the world to a dimension that was lost for some time. A dimension with the Pacific at the center. And with no Philip the Second to hinder its unstoppable development.
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Negociaciones respecto a la soberanía del archipiélago de las Spratly*

Martín Pérez Le-Fort
La posguerra fría ha alterado de manera significativa la situación estratégica del Sudeste Asiático. Estados Unidos se encuentra abocado a sus problemas domésticos y europeos, disminuyendo el papel que jugaba en el área, aspecto que ha obligado a sus aliados en la región a plantearse asumir nuevas responsabilidades en materia de defensa y seguridad. Rusia redujo su presencia hasta abandonar del todo sus bases en Vietnam, lo que tuvo por consecuencia que este último país se viera enfrentado a una situación de creciente debilidad ante China, impulsándolo a optar por el ingreso a ASEAN como una alternativa militar y económica que garantice su seguridad. Por su parte, Japón tiene un papel económico importante en el área, pero aún se lo percibe como una amenaza, algunos actores ven con desconfianza la ampliación de sus responsabilidades militares, vistas como un potencial resurgimiento del militarismo en dicho país. ASEAN se presenta como el único actor regional económico y militar capaz de contrapesar la presencia de China en la zona y lograr establecer, a través de sus instancias, un marco de diálogo de seguridad con dicho país y buscar una salida pacífica a las controversias limítrofes en la región a través del Foro Regional de la ASEAN (ASEAN-ARF). Además, ha logrado incorporar a los países de Indochina a su órbita económica. Por su parte, India y Australia mantienen intereses en la zona, pero no tienen reclamos territoriales en ella. Las fuentes de la inestabilidad son variadas. Existen diversas percepciones. A China Popular, se la percibe con intenciones de llenar el vacío de poder dejado por Estados Unidos. China aspira a ser el principal poder regional y en esto juega un papel importante su proceso de modernización militar, que enfatiza el mejoramiento de su poderío naval y aéreo y un reordenamiento de su estructura de fuerzas, con el objetivo de proteger sus intereses económicos y territoriales, para mantener su estabilidad interna y por las lecciones aprendidas del conflicto del Golfo Pérsico respecto a la obsolescencia de su doctrina y equipamiento militar. Este proceso no es aislado. Muchas naciones asiáticas están modernizando sus fuerzas militares y han cambiado su orientación desde lo interno hacia las amenazas a la seguridad externa, particularmente de cara al potencial alejamiento militar de Estados Unidos y ante las numerosas disputas territoriales existentes. Cabe recordar que el Ejército Popular de Liberación (EPL) de la República Popular China es la fuerza armada más grande del mundo (2.930.000 hombres), aunque su armamento consiste mayormente en equipo convencional y sus tropas no están bien entrenadas en las tácticas de la contienda moderna. Para suplir esta desventaja, la República Popular China se encuentra abocada a un proceso de modernización militar que se refleja en un incremento del presupuesto destinado a estos fines en la década de los noventa, como consecuencia de la reforma del EPL iniciada en la década anterior. A grandes rasgos, dicha reforma estableció un cambio de la doctrina estratégica al reemplazar el concepto de la guerra popular por la guerra popular bajo condiciones modernas, caracterizada, por entre otras, la gran atención puesta en la guerra posicional, el armamento moderno y las fuerzas combinadas; la mayor atención al entrenamiento; los esfuerzos por adquirir armamento avanzado tanto de fuentes nacionales como extranjeras; la reorganización del EPL dentro de una fuerza más pequeña, joven y con mayor capacidad de respuesta; la rigidez de las calificaciones educacionales para los militares; la creación de unas fuerzas armadas más claramente diferenciadas del partido-gobierno; y, finalmente, el aumento del apoyo al desarrollo económico por parte de los militares. Dentro de este marco se da la disputa por el archipiélago de las Spratly (en el Mar del Sur de China). La disputa de estas islas ha llegado a ser un obstáculo para la creación de estructuras de seguridad multilaterales en la región. China, Vietnam, Taiwán, Filipinas, Malasia y Brunei reclaman todo o una parte de las Spratly y el área marítima circundante. Todos los reclamantes, excepto Brunei, tienen apostadas fuerzas militares en la zona. Los reclamos de soberanía están fundados en aspectos teóricos, necesidades indispensables, y el control y la ocupación efectiva. Se cree que el lecho marino circundante contiene petróleo y gas, aunque no hay acuerdo respecto al tamaño de las reservas de la zona (las estimaciones varían desde 1 millón a 17,2 millones de toneladas). Además, dichas islas tienen gran importancia para la defensa de las rutas marítimas y tienen un potencial de interdicción y vigilancia que puede afectar a las potencias mayores y menores. Asimismo, las disputas afectan los intereses económicos y de navegación de Japón y Estados Unidos. Con la ocupación del arrecife de Mischief por parte de la República Popular China, en febrero de 1995, se define una nueva fase en la disputa por el archipiélago. Por primera vez China aceptó presentarse como un reclamante ante Vietnam, destruyendo un mito respecto a su agresividad hacia este último Estado. China ha buscado restringir el diálogo al nivel bilateral y ha evitado formalizar las negociaciones multilaterales. El ASEAN-ARF ha expresado su preocupación promoviendo la construcción de medidas de confianza para bajar el nivel de tensión. Los esfuerzos en la búsqueda de soluciones han provocado varias instancias de acercamiento a nivel informal para evitar el uso de la fuerza, ampliar la cooperación y la autolimitación para no complicar la situación existente. Además, se han desarrollado una serie de reuniones no oficiales diseñadas para explorar las sensibilidades de los reclamantes respecto a dicho conflicto y elaborar mecanismos para disminuir la tensión y crear regímenes multilaterales para el desarrollo de recursos. Estas reuniones han tenido un carácter no gubernamental, lo que constituye una innovación en el manejo de disputas internacionales en esta área del mundo. La informalidad de este proceso ha constituido su fortaleza y debilidad. Los aspectos positivos han sido generar las posibilidades de discutir francamente los problemas, pero ello no ha obligado a la aceptación de las recomendaciones. Hay percepciones muy disímiles respecto a la evolución de esta disputa, en donde por un lado se aprecia la voluntad de dialogar, y por otro persisten profundas diferencias y no se descarta el uso de la fuerza si las relaciones entre los reclamantes se deterioran, afectando con ello la estabilidad no solo en la Cuenca del Pacífico, sino en el conjunto del sistema internacional. En chino el archipiélago de las Spratly se denomina Nansha. (Nota del editor).
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Negotiations concerning the sovereignty of the Spratly Islands*
Martín Pérez Le-Fort
The post-Cold War era has significantly altered the strategic situation of Southeast Asia. The United States is dedicated to its domestic and European concerns, and has diminished the role it played in the area. This has forced its allies in the region to consider the possibility of taking on new responsibilities in terms of defense and safety. Russia decreased its presence to the point of completely abandoning its military bases in Vietnam. As a result, Vietnam was placed in an increasingly weak position with regard to China, a fact that has prompted Vietnam to join ASEAN as a military and economic option to ensure its own safety. Moreover, Japan plays an important economic role in the area, but it is still viewed as a threat and the extension of its military responsibilities are observed with mistrust by some actors, since they are seen as evidence of a potential military revival in Japan. ASEAN appears as the region's sole economic and military actor capable of counteracting Chinese presence in the area and of establishing --through its channels-- the framework for a dialogue on safety with China in order to seek a peaceful solution to the border conflicts in the region by means of ASEAN Regional Forum (ASEAN-ARF). Furthermore, ASEAN has managed to bring the countries of Indochina into its economic sphere of influence. On the other hand, India and Australia still have interests there, but no territorial claims to the area. There are many sources of inestability. Also, there are different perceptions of the Popular Republic of China. It is seen as aspiring to fill the power void left by the United States. China yearns to be the main regional power and its process of military renovation plays an important role in this respect. It has stressed the improvement of its naval and airborne power and a reorganization of its forces in order to protect its economic and territorial interests and thus preserve domestic stability. The above stems from the lessons learned from the Persian Gulf conflict regarding the obsolescence of military doctrines and materiel. However, this is not an isolated process. Many Asian nations have upgraded their military forces and have changed their inward-looking approach to one that involves dealing with external threats, particularly in view of the potential military retreat of the United States and the numerous current territorial conflicts. One fact that must be kept in mind is that the People's Liberation Army (PLA) is the world's largest military force (i.e. 2,930,000 men strong), although most of its armament is conventional and its troops are not adequately trained in the tactics of modern warfare. To overcome this drawback, the People's Republic of China has set in motion a process of military renovation. It has allocated more funds to the military budget in the nineties as a result of the reforms introduced to the PLA in the eighties. In broad terms, this reform involved changing the strategic doctrine by replacing the concept of popular warfare for one of modern popular warfare. The latter's outstanding features are that it forcefully stresses positional warfare, modern armament and combined forces; it emphasizes training and efforts to acquire innovative armament from both domestic and foreign sources; it involves reorganizing the PLA into a smaller, younger force, with increased capacity to react; it means that more stringent educational qualifications are required from the military; and it involves establishing the armed forces as an entity more clearly set apart from the government party; and lastly, it entails increasing the military's support for economic development. The conflict over the Spratly Islands (located in the South China Sea) takes place in this context. This conflict has turned into an obstacle which hinders the creation of multilateral safety structures in the region. China, Vietnam, Taiwan, the Philippines, Malaysia and Brunei each claim all or part of the Spratly Islands and the surrounding maritime zone. All the claimants, with the exception of Brunei, have military forces posted in the area. Sovereignty claims are based on theoretical issues, essential needs, and control and effective occupation. The surrounding sea bed is believed to contain gas and oil, although there is no agreement on the size of the reserves available in the area. (Estimates range from one million to 17.2 million tons). Furthermore, the Spratly Islands are very important for the defense of maritime routes and offer a potential for interdiction and surveillance which may affect large and small powers alike. Furthermore, the conflict affects the economic and navigational interests of Japan and the United States. Through the occupation of the Mischief reef by the People's Republic of China, in February of 1995, a new stage in the conflict over the archipelago was launched. For the first time, China was willing to appear as a claimant in front of Vietnam, thereby destroying a myth about its aggressiveness towards the latter. China has attempted to restrict dialogue to bilateral talks and has avoided the formalization of multilateral talks. The ASEAN Regional Forum (ASEAN-ARF) has expressed its concern by promoting the development of measures of trust to reduce the tension. Efforts in the search for solutions have created various instances of rapprochement at informal levels which seek to avoid the use of force and encourage cooperation and self-restraint, so as to avoid complicating the current situation any further. In addition, a series of unofficial meetings have been conducted with a view to exploring the sensitivities of the claimants on the conflict and to prepare instruments to reduce tension and create multilateral methods to develop the resources. These meetings have not taken place at government level, which introduces an innovation in the handling of international conflicts in this region. The informality of this process has been both its strong and its weak feature. The positive side is that it has opened up the possibility for a frank discussion of the issues, but this has not made acceptance of recommendations mandatory. There are highly differing views on how this conflict will evolve. On the one hand, a willingness for dialogue appears to exist and, on the other, the use of force is not dismissed in the event that relations between the claimants deteriorate, altering the stability not only in the Southeast Asia, but also in the entire international system. *Editor's Note: In Chinese, the Archipelago of the Spratly Islands is known as Nansha.
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La CEIBS de Shanghai, referencia para América Latina en sus relaciones con China
Augusto Soto Alvarez
Hace pocos meses, en una visita a Shanghai, nos quedó más claro que nunca que la ciudad estratégicamente mejor situada de la República Popular China (RPCh) para acceder al gigantesco mercado, se ha posesionado de su papel y aspira a ser la más importante de Asia en un par de décadas, si no antes. Esto lo entendieron los profesores y directivos de distintas escuelas de negocios europeas ya a comienzos de la década de los ochenta, y gracias a su impulso y al de las autoridades chinas, se creó la China-Europe International Business School de Shanghai (CEIBS), en 1995. Este se ha convertido nada menos que en el proyecto más importante de la Unión Europea en la RPCh y en un punto de formación y de encuentro para los mandos gerenciales chinos y europeos de hoy y mañana. A la vez, se trata de la única escuela de negocios del país en la que enseñan especialistas de las más prestigiosas universidades del mundo. En consonancia con la apuesta por impulsar un centro de excelencia a nivel internacional, también participan profesores de escuelas de negocios norteamericanas. La CEIBS ofrece un master de dos años a tiempo completo al que asisten responsables del máximo nivel de gestión de empresas estatales, joint ventures, y de la Administración Pública. El Gobierno chino ha establecido que los directivos de las mil empresas estatales, de medianas a grandes, han de tener un MBA. Entre los cursos que ofrece la institución se cuenta el curso "China from the Inside", dirigido a ejecutivos occidentales. El programa se desarrolla cada doce meses en la megalópolis cuyo crecimiento anual ha sido de un 20% en los últimos dos años. La iniciativa se justifica "debido a la carencia china de una economía de mercado absolutamente desarrollada y a las diferencias culturales en relación con Occidente", afirman directivos de la institución. Las jornadas incluyen encuentros con funcionarios gubernamentales y ejecutivos de compañías multinacionales y locales en Pekín, Shanghai y Suzhou. Los profesores de la facultad acompañan a los participantes durante todo el programa. Las sesiones del año pasado, por ejemplo, contaron con el concurso de directores ejecutivos, presidentes, directores ejecutivos y consejeros corporativos de multinacionales como ARCO Chemical, Bausch & Lomb, Bayer, Ciba-Geigy, Compagnie de Suez, FAW-Volkswagen, Shell International y Siemens, entre otras. A comienzos de 1998 se prevé que el centro amplíe notablemente sus instalaciones y se traslade a una superficie de 40.000 metros cuadrados donada por las autoridades de Shanghai en el área de Pudong, la de mayor expansión arquitectónica del mundo. La continuidad geográfica a través de la masa terrestre euroasiática, las conexiones históricas y las relaciones comerciales unen mucho más a China con Europa que a aquella con América Latina. Aunque ciertamente aumentan los intercambios entre Pekín y el Nuevo Continente, flaquean y escasean muchos puntos de contacto. Han existido joint ventures entre empresas latinoamericanas y chinas, pero su destino es siempre incierto. Sin embargo, no cabe duda de que se multiplicarán las perspectivas de negocio en el futuro y que hay pasos estructurales que se deben dar hoy. En algún momento del próximo siglo, América Latina en su conjunto podría quedar absolutamente integrada a la dinámica del Asia Pacífico de la que actualmente participa tan activamente América del Norte. Las rutas aéreas directas que pronto piensa abrir Pekín, comenzando por Brasil y siguiendo con Chile, Argentina y Perú potenciarán los contactos. El turista y el inversor chino en masa en viajes exploratorios y de evaluación de proyectos por diversos países del mundo es un fenómeno que, según las proyecciones, será frecuente en pocos años. América Latina es una región desconocida de la que llegan teleseries, buen fútbol y las informaciones recurrentemente trágicas que recogen las agencias de noticias. Al otro lado del Pacífico, se habla del emergente gigante asiático, pero Nueva York, Miami y Europa aún mantienen un atractivo comprensible, aunque desmesurado, en los estamentos dirigentes, intelectuales y en el imaginario del vasto público. Europa y Estados Unidos tienen desde hace varias décadas centros de estudios chinos. Los de este último país se potenciaron cuando la renta per cápita y el nivel de vida de su población eran inferiores al promedio actual de un par de países latinoamericanos de la actualidad. Por lo tanto, no se trata de una utopía crear hoy un centro de informaciones y negocios en la capital o en la segunda ciudad de la próxima potencia del siglo XXI. Por cierto, de momento, es ilusorio aspirar a crear una suerte de CEIBS. Es factible establecer un centro continental en el cual se preparasen diplomáticos -aprendizaje del chino, por ejemplo-, ejecutivos e intelectuales para entrar en forma al país del colosal mercado, que también albergará a la mayor potencia científica. Un organismo así debiese contar con apoyo oficial chino y latinoamericano y con el de las grandes empresas de cada país. A su vez, ha de informar a parte de la élite industrial, diplomática e intelectual china de las posibilidades que ofrece el Nuevo Continente, acogiendo periódicamente a empresarios latinoamericanos que financien cursos y seminarios de actualidad. La institución debiese ser un difusor de las condiciones legales, la cultura de gerenciación y los idiomas de América Latina y viceversa. No es poco frecuente ver a un empresario latinoamericano que se queda en la superficie de una visita exploratoria a Pekín y con sueños que se evaporan por falta de formación, canalización y seguimiento de proyectos. Luego están las distancias entre ambos continentes, salvables eficientemente con una representación física e institucionalizada como la descrita y apoyada por las autopistas de la información. En el marco institucional, el MERCOSUR, el BID y otras instituciones regionales han de estar presentes, porque una participación activa, de proporciones y gerenciada de primera mano en Asia repercutirá en el desarrollo al otro extremo del Pacífico.
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The Shangai CEIBS, a Point of Reference for Latin America in its Relationship with China
Augusto Soto Alvarez
A few months ago, during a visit to Shanghai, we were able to understand more clearly than ever that this city, the best strategically positioned city in the People's Republic of (PRC) for access to a giant market, has taken possession of its role and aspires to become the most important city in Asia in a couple of decades, if not earlier. The professors and governing entities of different European business schools had grasped this fact quite clearly by the early eighties. Thanks to their encouragement and that of the Chinese authorities, the China-Europe International Business School of Shangai was established in 1995. The school has turned into no less than the most important project between the European Union and the PRC. It has become a training and meeting point for Chinese and European managers of the present and the future. Moreover, it is the only business school in China where the professors are specialists from the most prestigious universities in the world. In concert with the wager favoring the promotion of an international center of excellence, professors from U.S. business schools also participate. CEIBS offers a two-year full-time Master's course and it is attended by the upper level executives of government-owned companies, joint ventures, and the civil service. The Chinese government has determined that upper level executives working in the thousand government-owned companies, both medium- and small-sized, need to have an MBA. Among the courses offered by the institution is one addressed to Western executives called "China from the Inside". The program is carried out every 12 months at this megalopolis that has grown at a rate of 20% in the past two years. Justification for this initiative is based on "China's lack of a fully developed market economy and the cultural differences with the West" according to the institution's directors. The seminars include meetings with government officials and executives of local and multinational companies in Beijing, Shanghai and Suzhou. The School's professors guide the students throughout the full program. Last year's sessions, for example, included the participation of the executive directors, chairpersons, corporate executives and advisers of companies such as ARCO Chemical, Bausch & Lomb, Bayer, Ciba-Geigy, Compagnie de Suez, FAW-Volkswagen, Shell International and Siemens, among others. Early in 1998, the center is expected to enlarge its facilities considerably. It will move to a 40,000 square meter location in the Pudong area. The facilities, donated by the Shanghai authorities, will be the largest architectural accommodation in the world. Geographical continuity across the Eurasian land mass, historical connections, and trade relations place China much closer to Europe than to Latin America. Although exchanges between Beijing and the New Continent are undoubtedly on the rise, many points of contact are either lacking or not strong enough. Latin American and Chinese companies have entered into joint ventures in the past, but their future is always uncertain. Nevertheless, there is no doubt that business prospects will increase in future. Therefore, there are some structural measures that need to be adopted right now. Sometime in the coming century, Latin America as a whole might become fully integrated to the dynamics of the Asian Pacific region where North America is already actively involved. Direct airline traffic --which Beijing intends to launch first to Brazil and then to Chile, Argentina and Peru-- will enhance potential contacts. According to forecasts, travellers and Chinese investors journeying massively on trips to explore and to appraise potential projects in different countries is something that will become increasingly common in a few years. Latin America is an unfamiliar region known mostly for its "soap operas", football and the recurrently dramatic events picked up by the news agencies. On the other side of the Pacific there is talk of the emerging Asian giant, but New York, Miami and Europe still hold an understandable --albeit disproportionate-- attraction for the leading classes, intellectuals and the public at large. For several decades now, Europe and the United States have had centers devoted to Chinese Studies. These increased when the per capita income in China and the standard of living there were well below the current average of a couple of Latin American countries. Therefore, it is not unrealistic to think of establishing now a business and information center in the capital city or the second most important city of the future power of the Twenty-first century. Undoubtedly, it is too much to aspire to create an institution equivalent to CEIBS. However, it is reasonable to think about establishing a continental center to train diplomats --teaching them Chinese, for instance-- or executives and intellectuals to empower them to accost the most colossal market which will also have the biggest scientific powers. Such an institution should be endowed with official Chinese and Latin American support and also that of the major companies in each country. It should serve to inform part of the industrial, diplomatic and intellectual elite in China about the possibilities that the New Continent offers by regularly receiving Latin American business people who provide funding for courses and seminars on current trends. The institution should serve to disseminate knowledge on the legal situation, corporate culture and the languages that exist in Latin America, and vice versa. Latin American business people who are limited to "scratching the surface" on their exploratory visits to Beijing are a not uncommon occurrence. Their dreams evaporate due to lack of training, channeling and follow-up of projects. And then there is the distance between both continents, which can be efficiently spanned by means of a physical and institutional agency such as the one just described, aided by the information superhighways. In the institutional framework, MERCOSUR, the IADB and other regional agencies should participate because major, active involvement managed at first-hand in Asia will have an impact on development on the other side of the Pacific.
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