Breves Comentarios sobre las Relaciones Brasil - Asia
Henrique Altemani de Oliveira
Durante las décadas del '50 al '70 no se puede pensar propiamente
en una relación Brasil-Asia.
A pesar de estar presente en los discursos, especialmente
a partir de la política externa independiente, se constata
solamente una interacción en el plano multilateral de construcción
de una agenda política común a los países en desarrollo en
el proceso de defensa de la instauración de un nuevo orden
económico internacional. En aquel período, la relación de
Brasil con la región asiática estuvo básicamente restringida
a sus relaciones con Japón. Desde la década de los '60, las
relaciones económicas entre Brasil y Japón tuvieron un incremento
significativo, a medida que este último asumía un importante
papel como el segundo mercado para las exportaciones brasileras
y el tercer mayor inversor externo en Brasil. Sin embargo,
el estudio de estas relaciones apunta al hecho que su incremento
se debió, principalmente, a las iniciativas japonesas. En
la mayoría de las veces, Brasil consideró la opción japonesa
como residual, en un segundo plano en relación a los países
occidentales. En esta línea de raciocinio se deduce que las
exportaciones brasileras a Japón son, en su mayoría, determinadas
claramente por las inversiones de este país, las cuales privilegian
la producción de insumos industriales vitales para la economía
japonesa y la relocalización de las llamadas sunset industries,
cuyos elevados gastos en energía, mano de obra e impacto ambiental
no permiten que la producción en Japón mantenga su competitividad.
No obstante con las crisis de los años '80, independiente
de las transformaciones del escenario internacional, Brasil
deja de ser atractivo para los intereses japoneses. Asi, a
inicios de los '90, el proceso de redefinición de las prioridades
de la política exterior brasilera parece no haber conseguido
aún definir sus estrategias de estrechamiento de vínculos
con Japón, aún cuando existe un gran interés por ampliar los
lazos y los vínculos comerciales con Asia. Horizaka caracteriza
las relaciones de Japon con América Latina de la siguiente
forma: En primer lugar, esta relación comprende solamente
las relaciones económico-comerciales. Sin embargo, la importancia
del diálogo político, de la negociación diplomática y las
relaciones culturales no pueden ser ignoradas. Las relaciones
japonesas con América Latina han sido en su mayoría económicas
u orientadas a los negocios. En segundo lugar, las relaciones
entre Japón y América Latina han sido altamente unilaterales.
Japón ha desempeñado un papel activo en el comercio, las inversiones
y el sector bancario privado. En tanto que los países latinoamericanos
se han comportado en forma pasiva en relación a Japón. Como
consecuencia de esta asimetría, las relaciones han tendido
a estancarse cuando Japón perdió su interés en esta área.
En este sentido, esas relaciones fueron seriamente afectadas
por la crisis latinoamericana de los años '80. De esta manera,
se deduce la existencia de un relativo interés entre una y
otra área, sin poder llegar a constituirse en una prioridad
relevante. Desde la perspectiva brasilera no hay dudas que
está presente el interés en el estrechamiento de relaciones,
considerando la gran demanda por las inversiones y por el
acceso a las tecnologías de punta en un mercado con alta capacidad
de consumo. Sin embargo, no se ha podido reemplazar la esfera
regional, que, siendo importante, no responde a la necesidades
impuestas por la magnitud de las transformaciones que se llevan
a cabo. Se establece así la hipótesis que se está retomando
el interés por el continente latinoamericano por parte de
Asia, y se están abriendo posibilidades para el establecimiento
de una nueva conexión asiática a partir de las inversiones
dirigidas a una integración productiva en sectores manufactureros
y con transferencia de tecnología y capacitación de recursos
humanos. En este sentido, el renovado interés japonés y asiático
por MERCOSUR parece ser parte del proyecto, pues la apertura
de sus economías y sus procesos de privatización están siendo
orientados para este mercado. Es decir, los actuales montos
de inversión se dirigen principalmente al mercado exportador.
De esta manera, MERCOSUR se presenta como un espacio potencial
e interesante para generar el establecimiento del denominado
networking empresarial con el resto del continente americano.
En lo referente a China, considerando el potencial de desarrollo
de las relaciones a largo plazo, la expresión "espacio estratégico"
acuñada por el Primer Ministro chino Zhu Rongji, ha sido ampliamente
utilizada por ambos países. Li Ruihuan al visitar Brasil intentó
definir la idea del espacio estratégico: "América Latina representa
una de las regiones más dinámicas del planeta en lo que se
refiere a desarrollo económico. En el plano político, la región,
y en particular Brasil, tiene una importante localización
estratégica en el mundo. Brasil es el mayor país en desarrollo
en el escenario latinoamericano y China es el mayor país en
desarrollo del mundo. Entre estos dos países existen variados
elementos en común: están empeñados en lograr un desarrollo
económico y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.
Por lo tanto, la cooperación tiene un significado muy importante
para ambos países, ya que entre ellos no existen conflictos
de intereses, pero si de complementación. Así, se perciben
horizontes muy promisorios para las relaciones entre nuestros
países, especialmente en el campo económico". El espacio estratégico
tiene un enfoque más definido en el área de la cooperación
técnica y científico-tecnológica. En esta área se encuentran
el mayor ámbito de relaciones entre ambos países: el trabajo
conjunto para el desarrollo de satélites de observación remota
(CBERS). En 1995 el proyecto fua ampliado, planeándose producir
otros dos satélites, aparte de los ya construidos. Estos permitirán
a ambos países no depender de terceros en cuanto a las imágenes,
pudiéndose incluso transformarse de usuarios en vendedores
de este tipo de servicio. En el plano general, se acostumbra
señalar que Brasil considera a Asia como un espacio prioritario.
Sin embargo, al referirse al continente asiático esto no parece
claro, pues están reflejados sólo Japón y China, por lo que
el espacio prioritario podría encaminarse hacia ambos, aunque
destacando el primero. Los comentarios son más amplios en
relación a China, señalándose que este sería el espacio estratégico.
Si consideramos que China posee una mayor autonomía política
en términos regionales, mientras que Japón aún muestra una
relativa dependencia política de Estados Unidos, se puede
establecer una hipótesis en el sentido que la política exterior
de Brasil prioriza a Japón en los temas económicos y a China
en las cuestiones políticas. Aunque los intereses brasileros
en relación a Asia Pacífico pueden ser claramente perceptibles,
se detecta un continuo impasse. Este implica una gran dificultad
al definir los mecanismos de ampliación de las relaciones.
A pesar de que algunos términos han sido acuñados (espacios
operacionales y, actualmente con mayor énfasis, espacio estratégico)
y son utilizados con relativa frecuencia, el gobierno, aparentemente,
no ha resuelto como instrumentalizar y/o estimular estos espacios.
En otras palabras, ¿debe el gobierno brasilero responsabilizarse
por la actuación empresarial en la región o quizás ese costo
debe ser absorbido por los sectores implicados?. Tal dificultad
implica, por una parte, la imposibilidad gubernamental de
destinar recursos para este tipo de acción producto de problemas
internos. Por otro lado, existe un desconocimiento o distanciamiento
de las realidades de los diferentes países asiáticos. En términos
políticos, la indefinición puede ser endosada al papel ejercido
por Estados Unidos en la región y a su actual relación con
Japón y China. Se puede especular que se está utilizando un
modelo de inercia, por cuanto no existe la necesidad de posicionarse
de manera más clara en el objetivo. Quizás se pueda razonar
que, en cuanto a Japón, la relación de Brasil carece de activismo,
rigiéndose sólo por factores coyunturales o por iniciativas
japonesas. Con respecto a China, a pesar de las declaraciones
que lo rechazan, persiste la perspectiva que la globalización
no beneficia de la misma forma a todos y que, a mediano plazo,
habrá que retornar a las cuestiones estructurales de la relación
norte-sur, siendo China un espacio fundamental (si no estratégico)
en esta acción. En lo referente al sudeste asiático, las iniciativas
que están presentes son residuales, teniendo cierto privilegio
dentro de una estrategia de profundización del proceso de
integración regional, una relación más estrecha entre MERCOSUR
y ASEAN.
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Brief Remarks on Brazil - Asia Relations
Henrique Altemani de Oliveira
From the '50s into the '70s, one cannot
really think of a Brazil-Asia relationship as such. Despite
appearing in the respective discourses, especially with the
beginning of independent foreign policy, the only actual interaction
on a multilateral level deals with the construction of a common
political agenda for developing countries that intended to
defend the installment of a new international economic order.
At that time, Brazil's relationship with Asia was basically
restricted to bilateral relations with Japan. During the 1960s,
economic ties between Brazil and Japan experienced a significant
increase, with Japan becoming not only the second-largest
market for Brazilian exports, but also the third largest foreign
investor in Brazil.
However, a study of these economic relations points out that
their increase was primarily due to Japanese initiatives.
Usually, Brazil considered the Japanese option as residual,
on a second plane in comparison to Western countries. Using
this line of reasoning, the deduction can be made that the
majority of Brazilian exports to Japan were clearly determined
by Japan's own investments in Brazil. Furthermore, those investments
favored both the production of industrial materials vital
to the Japanese economy and the relocation of the so-called
sunset industries, whose elevated costs in energy, labor and
environmental impact did not allow production in Japan to
maintain its competitiveness. Nonetheless, with the crises
of the 1980s, and independent of the changes on the international
scene, Japanese interests no longer found Brazil attractive.
At the start of the 1990s, the process of redefining priorities
for Brazilian foreign policy seems not to have achieved a
definition of its strategies for tightening links with Japan,
despite the great interest that exists in expanding commerical
links and ties with Asia. Horizaka characterizes Japan's relations
with Latin America in the following manner: First, this dynamic
only takes into account commercial-economic relations. However,
the importance of political dialogue, diplomatic negotiation
and cultural relations cannot be ignored. Japanese relations
with Latin America have been, for the most part, economic
or oriented toward business. Secondly, relations between Japan
and Latin America have been highly unilateral. Japan has carried
out an active role in trade, investment and the private banking
sector. Latin American countries have mostly behaved in a
passive fashion with regards to Japan. As a result of this
assymetry, relations have tended to stagnate when Japan has
lost interest in the area. In this sense, those relations
were seriously affected by the Latin American crisis of the
1980s. Thus, the existence of a relative interest between
the two areas can be deduced, but it is an interest as yet
unable to constitute a relevant priority. From the Brazilian
perspective, there is no doubt that an interest in strengthening
relations exists, particularly considering the high demand
in Brazil for investment and for access to the latest technology
in a domestic market with high consumption capacity. Still,
the regional sphere has yet to be replaced by any other actor,
and while important, this reduced sphere does not respond
adequately to the necessities imposed by the magnitude of
the transformations being carried out. The hypothesis is established,
then, that Asia is once again taking interest in Latin America.
This rekindled interest is opening up possibilities for the
establishment of a new Asian connection, one based on investment
aimed at the productive integration of manufacturing sectors,
on the transfer of technology and on the training of human
resources. In this sense, the renewed Japanese and Asian interest
in MERCOSUR seems to be part of the overall project, as the
opening of South American economies and the processes of privatization
are being oriented toward this market. That is, current investment
amounts are directed primarily toward the export market. In
this way, MERCOSUR presents itself as a potential and interesting
space for generating the establishment of business networking
with the rest of the American continent. In reference to China,
considering the potential for long term development of bilateral
relations, the expression "strategic space," coined by Chinese
Prime Minister Zhu Rongji, has been widely used by both countries.
Li Ruihuan, upon visiting Brazil, tried to define the idea
of strategic space: "Latin America represents one of the most
dynamic regions on the planet in terms of economic development.
Politically, the region, and in particular Brazil, also has
an important global strategic location. Brazil is the largest
developing country within Latin America, while China is the
largest developing country in the world. Various common elements
exist between these two countries: they are determined to
achieve economic development and to improve the living conditions
of their populations. Cooperation, then, has a very important
significance for both countries, as there exist no conflicts
of interest between them, but yes a certain complementary
relationship. Thus, very promising horizons can be seen for
relations between our countries, especially in the economic
sector." Strategic space has a more defined focus in terms
of technical and technological-scientific cooperation. In
this area, the greatest example of relations between the two
countries is found: the joint work being done for the development
of remote observation satellites (CBERS). In 1995 the project
was extended, with plans to produce another two satellites
in addition to those already constructed. These satellites
will allow both countries to no longer depend on third parties
for images, capable even of transforming them from mere users
into providers of this type of service. In general, it is
usual to posit that Brazil considers Asia a priority sphere.
However, when speaking of the Asian continent as a whole,
this becomes less clear. Only Japan and China actually enjoy
concrete, meaningful relations with Brazil, so much so that
the priority sphere could be applied toward only these two
nations, emphasizing the former. Remarks regarding China are
more extensive, demonstrating that this country is a strategic
space. If we consider that China possesses a greater degree
of political autonomy in regional terms, while Japan still
shows a relative political dependence on the United States,
a hypothesis could be established that Brazil's foreign policy
prioritizes Japan in economic matters, but China in political
issues. Although Brazilian interests with respect to Asia's
Pacific Rim can be clearly perceived, a continual impasse
is noted. This implies a significant problem when trying to
define the mechanisms for expanding relations between the
two areas. Despite the fact that some phrases have been coined
(operational spaces and, currently with greater emphasis,
strategic space) and are used with relative frequency, the
government apparently has not resolved how to utilize and/or
stimulate these spaces. In other words, should the Brazilian
government assume responsibility for business performance
in the region, or should that cost be absorbed by the specific
sectors affected? Such a difficult question involves, on one
hand, the impossibility of the government to earmark resources
for this type of action as a result of internal problems.
On the other hand, there exists a disregard for or distancing
from the realities of the different Asian countries. In political
terms, this lack of definition could be attributed to the
role played by the United States in the region, and its current
relations with Japan and China. One could speculate that the
U.S. is using a model of inertia in such a way that there
is no need to take a clearer position regarding the objective.
It is reasonable to assume that, in terms of Japan, Brazil's
relation lacks activism, guided only by specific, opportune
moments or by Japanese initiatives. With respect to China,
despite declarations to the contrary, the position that globalization
does not benefit everyone in the same way, and that in the
medium term structural issues regarding the North-South relationship
will have to be reviewed, persists. China is a fundamental
space (if not strategic) for this action. In reference to
Southeast Asia, the initiatives that exist are residual, enjoying
a certain privilege within the strategy of deepening the process
of regional integration, represented by a tighter relationship
between MERCOSUR and ASEAN.
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Brasil y Japón: ¿la aproximación de
las antípodas?
Alexandre Ratsuo Uehara
Este año se celebran los 90 años de la inmigración japonesa
a Brasil, iniciada en 1908 con la llegada del buque Kasato
Maru al puerto de Santos. Desde entonces, ambos países han
desarrollado una relación de aproximaciones y de distancias,
caracterizada por cuatro períodos: 1) el primero hasta la
Segunda Guerra Mundial; 2) el segundo entre los años 1950-1980;
3) el tercero durante la década de 1980; y 4) el último, en
los años 1990. A lo largo de todo el primer período, las actividades
de los inmigrantes japoneses estuvieron ligadas de modo directo
o indirecto al sector agrícola. Muchos fueron a las plantaciones
de café, en el interior de Sao Paulo, pero otros contribuyeron
también en la expansión, diversidad y mejoría del cultivo
de otros productos agrícolas. Entretanto, a pesar de la llegada
de los inmigrantes japoneses a Brasil, hasta la década del
'30, éste era visto como "un pequeño país, extraño y misterioso,
ubicado en un lugar distante del globo " (Komiya, 1996 :37).
Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que no hubo
un conflicto directo entre los dos países, las relaciones
diplomáticas Brasil - Japón fueron interrumpidas. Solamente
en 1952, después de hacerse conocido el Tratado de San Francisco
que restablecía la soberanía de Japón, las relaciones bilaterales
fueron retomadas. De este modo se inicia una nueva etapa y
el factor económico, estimulado por el crecimiento de la economía
japonesa, adquiere una mayor importancia. Las empresas niponas
pasan a invertir en el exterior, concentrando el flujo de
capital en Estados Unidos, Brasil e Indonesia, países que
presentaban obstáculos menores a sus iniciativas. En la década
de los '50, un factor que contribuyó para atraer empresas
japonesas al país fue el Plan de Metas de Jucelino Kubitschek.
En las décadas de los '60 y '70, fue la búsqueda por parte
de Japón de un socio alternativo la que estimuló y consolidó
la inserción de sus inversiones en Brasil. Al final de la
década de los '70, la relación Brasil - Japón vivía un proceso
de intensificación y profundización de las relaciones económicas,
con óptimas expectativas a futuro, sostenidas, particularmente,
por las inversiones japonesas. Un ejemplo es el proyecto CARAJAS,
en que Japón aplicó, financió y contribuyó a misiones de investigación
para su exploración. Sólo en financiamientos fueron destinados
US$ 47,7 millones. Otro proyecto importante fue la CENIBRA,
fundada en 1973, que hoy cuenta con el 48,52% de su capital
administrado por el consorcio japonés JBP-Japan Brazilian
Pulp and Papers Resources Co. Durante la década de los '80,
entretanto, hubo una reversión en el proceso de aproximación
en las relaciones nipo-brasileñas experimentadas en los años
'70, motivadas por factores brasileños y japoneses. En el
caso de Brasil hubo problemas producto de la deuda externa,
de los elevados índices inflacionarios y la inestabilidad
política y económica. Por parte de Japón, las empresas sufrieron
un cambio en sus prioridades, pues se concentraron en la defensa
de los mercados para sus productos y no en el manejo de materias
primas y recursos naturales. Esos factores implicaron que
la relación nipo-brasileña pasara a un segundo plano. En los
años '90, la estabilidad política y monetaria brasileña hizo
surgir expectativas de un nuevo rumbo en las relaciones bilaterales.
Además, factores sociales, aunque no determinantes, también
influyeron en la relación. Actualmente, la denominada comunidad
nikkei -descendientes de japoneses- participa no sólo en la
agricultura, sino también en otros segmentos de la sociedad
brasileña. Un ejemplo es la participación de los descendientes
en las universidades. Según una encuesta realizada en 1996
en la Universidad de São Paulo -la más grande de Brasil-,
aproximadamente un 6% de su cuerpo docente está constituido
por descendientes de japoneses. Lo anterior es significante,
por cuanto que la colonia japonesa en Brasil es levemente
superior al millón y medio de personas. Otro factor que tuvo
una importancia significativa en los años '90 fue el llamado
fenómeno dekassegui -término utilizado para designar los brasileños
descendientes de japoneses inmigrantes en Japón-. Ese fenómeno
tuvo su inicio en los años '80, y siguió una tendencia creciente
hasta 1991, cuando la emisión de visas por parte del Consulado
japonés en Brasil llegó a 61.500 1/. Actualmente, según datos
divulgados en julio de 1998, la población total de dekasseguis
llega a 230 mil personas 2/, y ha influido en las relaciones
nipo-brasileñas en los campos social, político y económico.
En el campo social, una consecuencia preocupante para Brasil
fue la separación de los lazos familiares, causados por el
traslado de miembros de la familia a Japón. Actualmente, un
problema que llama la atención es el de los trabajadores brasileños
desempleados en Japón -estimados en 30 mil-. En el campo económico,
el fenómeno dekassegui tuvo un importante papel en los flujos
de capitales hacia Brasil en los años '90. Las llamadas remesas
unilaterales formadas por el ahorro enviado al país por los
dekasseguis, llegaron a un monto de US$ 3,974 mil millones
en 1995 3/. Ese volumen de capital es superior al triple del
volumen de inversiones directas japonesas realizadas en Brasil
en el año de 1997 -el mayor de los años 1990-, de aproximadamente
US$ 1,12 billones 4/. Las empresas japonesas han señalado,
en forma cautelosa, que deben realizar nuevas inversiones
en el país. Según Kotaro Horisaka (1998:5), ya hay un cambio
en el comportamiento de las empresas japonesas. En 1997, hubo
un crecimiento de 46% en el volumen de inversiones directas
japonesas en Brasil, llegando a un valor de 145,1 mil millones
de yens -cinco veces mayor que el realizado en 1995-. El nuevo
escenario brasileño de mayor estabilidad política y baja inflación
viene generando un aumento en la credibilidad, fruto de las
recientes visitas de políticos y misiones de empresas japonesas
en búsqueda de informaciones y oportunidades de negocios en
Brasil. El retorno a la credibilidad quizás sea el punto central
para la intensificación de las relaciones japonesas con Brasil
y, por extensión, con países sudamericanos. Por lo tanto,
las empresas japonesas piden que los miembros de MERCOSUR
se comprometan con: "...integración regional transparente
y abierta; estabilización política, económica y social; adopción
y consolidación de las instituciones del MERCOSUR, tales como
leyes, inversiones, sistema financiero, fiscal, estadístico,
entre otros " (Mizuno 1998:5). La credibilidad exige además
de normas, un mayor conocimiento entre los socios, a lo cual
puede contribuir una aproximación política. En este momento,
intereses convergentes pueden proporcionar condiciones para
eso. Un ejemplo concreto son las candidaturas de Japón y Brasil
a asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la Organización
de las Naciones Unidas. Además, las alteraciones ocurridas
en las relaciones internacionales con el fin de la guerra
fría abren espacios en el campo político para una intensificación
de la relación bilateral. Es así que "el final de la guerra
fría abrió la posibilidad de una política externa japonesa
más independiente" (Haggard, 1996:6), y la posibilidad de
una profundización en las relaciones Japón-Brasil. Pues, muchas
veces, el hecho "del establishment japonés y los formuladores
de la política externa de Japón tienen siempre una tendencia
a pensar que Latinoamérica es el patio de los Estados Unidos..."
(Hoisaka,1993:51), fue considerado como un factor limitante
para la integración japonesa con Latinoamérica. Para Brasil,
la relación con Japón puede ser vista como un contrapunto
para su relación con Estados Unidos. Barbara Stallings y Gabriel
Székely (1993), escribieron sobre las relaciones entre Japón,
Estados Unidos y Latinoamérica. Estudiando esta relación triangular
aportaron tres escenarios; dos basados en la noción de rivalidad
y un tercero de cooperación entre Estados Unidos y Japón.
El detalle es que en todos esos modelos, Latinoamérica aparece
como agente pasivo, lo que no es necesariamente una verdad.
La región posee una de las asociaciones económicas regionales
más destacadas de la década de los '90, el MERCOSUR, producto
del crecimiento de los flujos comerciales intra y extraregionales.
En los seis primeros años de la década de los '90, el volumen
intra-regional de comercio de bienes se cuadruplicó, pasando
de US$ 4,12 mil millones a US$ 16,77 mil millones, lo que
permitió ampliar las oportunidades de negocios y llamando
la atención de otros socios fuera de la región, incluyendo
a Japón. Hoy, a pocos meses del siglo XXI, Japón no es más
el país extraño y mucho menos distante, aunque quizás un tanto
misterioso por su cultura distinta. Existen factores que proporcionan
a Brasil una ventana de oportunidades para la ampliación de
su relación con Japón, facilitada incluso, por el éxito obtenido,
hasta el momento en el enfrentamiento de las repercusiones
de la crisis asiática. Todavía, la intensificación de las
relaciones nipo-brasileñas no es una realidad, y muchos obstáculos
aún deben ser enfrentados. NOTAS 1/ Datos del
Consulado Geral do Japão em São Paulo. "Emisión de visas japoneses
para brasileños".
In: http: //www.mofa.go.jp/region/latin/image/f-5-p.jpeg.
2/ "Empresas pagam para imigrantes desempregados voltarem
ao país de Tóquio". Folha de São Paulo julio 7, 1998. Caderno
Cotidiano pagina:3-6. 3/ Caixa do BC em moeda forte recua
para US$ 70,9 bi, apesar de investimento doreto recorde de
US$ 3 bi.". Folha de São Paulo, Caderno Dinheiro pagina. 2-1
julio 17, 1998. 4/ Horiasaka (1998 :5 ).
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Brazil
and Japan: Bringing the Antipodes Closer Together?
Alexandre Ratsuo Uehara
It began in 1908 with the arrival of the ship Kasato
Maru at Santos. Since then, these two countries have developed
a relationship involving both rapprochement and distancing,
divided into four periods: 1) the first one lasted up until
World War II; 2) the second one covered the period 1950-1980;
3) the third covered the eighties; and 4) the last one covers
the nineties. Throughout the first period, the activities
of Japanese immigrants were linked directly or indirectly
to agriculture. Many went to coffee plantations located further
inland from São Paulo, whereas others helped to expand, diversify
and improve the crops of other agricultural products. In spite
of the arrival of Japanese immigrants to Brazil, up to the
thirties, Brazil was considered to be "a small, strange and
mysterious country, located in some distant part of the globe
" (Komiya, 1996 :37). During World War II, despite the fact
that there was no direct conflict between Japan and Brazil,
diplomatic relations between both countries were broken off
to be reestablished only in 1952, when the San Francisco Treaty
reinstating the sovereignty of Japan was made known. A new
phase began and economic factors --stimulated by the growth
of Japanese economy-- became more important. Japanese companies
began to invest abroad, concentrating their capital flows
in the United States, Brazil and Indonesia, where there were
less obstacles to their initiatives. In the fifties, one factor
that helped attract Japanese companies to Brazil was the Goals
Plan implemented by Juscelino Kubitschek. In the sixties and
seventies, Japan's search for an alternative partner was the
factor that stimulated and consolidated Japanese investments
in Brazil. In the late seventies, Brazil and Japan were intensifying
and deepening their economic relations. Expectations about
Brazil-Japan relations were optimistic at the time, sustained
particularly by Japanese investments. One example of this
is the Carajás project, where Japan applied, financed and
contributed through research missions to its exploration.
Financing alone amounted to US$ 47.7 million. Another important
project was Cenibra, founded in 1973. At present, 48.52% of
its capital is managed by the Japanese consortium JBP-Japan
Brazilian Pulp and Papers Resources Co. During the eighties,
there was a setback in the rapprochement between Japan and
Brazil compared with the seventies, motivated by issues on
both sides. Brazil had foreign debt problems, high inflation
rates and political and economic instability. Japanese companies
experienced a change in priorities, assigning considerable
interest to defending markets for their products instead of
to managing raw materials and natural resources. These factors
placed helped decrease the importance of relations between
Japan and Brazil. In the nineties, Brazilian political and
monetary stability gave rise to expectations of a new course
in relations between Brazil and Japan. Furthermore, social
factors, although not crucial, influenced the relationship
between both two countries. At present, the so-called nikkei
community --i.e. people of Japanese ancestry-- plays an important
role not only in agriculture but also in other segments of
Brazilian society. One example is the involvement of ethnic
Japanese in university life. According to a survey conducted
in 1996 at the Universidad de São Paulo --the largest in Brazil--
approximately 6% of the teaching staff is formed by descendants
of Japanese immigrants. This is a significant figure, bearing
in mind the fact that the Japanese community in Brazil amounts
to slightly over 1.5 million people. Another significant factor
in the nineties was the so-called "dekassegui situation" a
term used to designate Brazilians descended from Japanese
immigrants and who are living in Japan. This situation began
developing in the eighties, following a growing trend up to
1991, when the Japanese Consulate in Brazil awarded a total
of 61.500 visas 1/. At present, according to data published
in July 1998, the total population of dekasseguis amounts
to 230,000 individuals 2/, and this has influenced relations
between Japan and Brazil in social, political and economic
terms. In the social sphere, one cause for concern felt in
Brazil is the break-up of family ties produced by the departure
of family members for Japan. One of the problems that attracts
attention at present is that of unemployed Brazilian workers
in Japan --estimated at 30,000. This fact has mobilized Brazilian
politicians and diplomats in that country and also the Japanese
government. In the economic field, the dekassegui played an
important role in capital inflows to Brazil in the nineties.
The so-called unilateral remittances --i.e. savings sent back
by the dekasseguis-- amounted to US$ 3.974 billion in 1995
3/. This volume is three times as high as that of direct Japanese
investment in Brazil in 1997 --the highest in the nineties--
which amounted to approximately US$ 1.12 billion 4/. Japanese
companies have cautiously stated that they must make new investments
in Brazil. According to Kotaro Horisaka (1998:5), the behavior
of Japanese companies has already changed. In 1997, the volume
of direct Japanese investment in Brazil grew by 46% to Yen
145.1 billion --an amount five times higher than that invested
in 1995. The new Brazilian scenario, marked by higher political
stability and lower inflation has been generating more credibility,
as shown by the recent visits by politicians and missions
sent by Japanese companies to Brazil in search for information
and business opportunities. Recovered credibility is perhaps
the main reason for enhanced Japanese relations with Brazil
and, by extension, with South American countries. Therefore,
Japanese companies ask MERCOSUR members to commit to: "...transparent
and open regional integration; political, economic and social
stability; the adoption and consolidation of MERCOSUR institutions,
such as laws, investments, and financial, tax, and statistical
systems, among others " (Mizuno 1998:5). Credibility requires,
in addition to standards, better knowledge among partners,
to which political rapprochement can contribute. At this point
in time, converging interests may provide the necessary conditions
for this. One concrete example is the candidacy of Japan and
Brazil to permanent seats on the Security Council of the United
Nations. Furthermore, changes in international relations after
the end of the Cold War open up room in the political arena
for enhanced bilateral relations. "The end of the Cold War
has opened up the political possibility of a more independent
Japanese foreign policy" (Haggard, 1996:6), and the possibility
of enhanced relations between Japan and Brazil. Because, frequently,
the fact that "the Japanese establishment and foreign policy
makers tend to think that Latin America is the backyard of
the United States..." (Hoisaka,1993:51), was singled out as
the factor that limits Japanese integration with Latin America.
For Brazil, the relationship with Japan may be viewed as a
counterpoint to its relations with the United States. Barbara
Stallings and Gabriel Székely (1993), wrote about relations
between Japan, the United States and Latin America. The analysis
of this triangular relationship produced three possibilities,
two of them based on the idea of rivalry and the third on
the idea of cooperation between the United States and Japan.
The issue is that, in all these models, Latin America appears
as a passive agent, which is not necessarily true. The region
possesses one of the most outstanding economic groupings in
the nineties --i.e. MERCOSUR-- due to the growth of intra
and extra-regional trade flows. In the first six years of
the nineties, intra-regional trade volumes increased four-fold,
from US$ 4.12 billion to US$ 16.77 billion, thereby increasing
the business opportunities and attracting the attention of
other partners from beyond the region, including Japan. At
present, therefore, two years before the Twenty-first century,
Japan is no longer a strange and much less a distant country,
although perhaps a little mysterious due to its different
culture. Some factors provide Brazil with a window of opportunity
to expand its relations with Japan, eased by the success secured
up to now in dealing with the consequences of the Asian crisis.
The enhancement of relations between Japan and Brazil is still
not a reality and there are still many obstacles to be tackled.
NOTES 1/ Data from the Consulado Geral do Japão em São Paulo.
" Emisión de visas Japanese para Brasileños ". In: http: //www.mofa.go.jp/region/latin/image/f-5-p.jpeg.
2/ "Empresas pagam para imigrantes desempregados voltarem
ao país de Tóquio". Folha de São Paulo, July 7, 1998. Caderno
Cotidiano pages:3-6. 3/ Caixa do BC em moeda forte recua para
US$ 70,9 bi, apesar de investimento doreto recorde de US$
3 bi.". Folha de São Paulo, Caderno Dinheiro pagina. 2-1 July
17, 1998. 4/ Horiasaka (1998 :5 )
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El
Logro de una relación pacífica a través del Estrecho de Taiwan
Dr. Koo Chen-fu
Las relaciones entre Taiwan y China han sido "cercanas
pero lejanas". Los contactos del tipo persona a persona comenzaron
sólo hace una década. Sin embargo, ambos gobiernos permanecen
lejos uno de otro. En octubre último, como Presidente de la
Fundación para los Intercambios a través de los Estrechos
(SEF), realice una visita considerada de "revolucionaria"
a China, con el objetivo de lograr un mejor entendimiento
entre ambas naciones. En este viaje me reuní con el Señor
Wang Daohan, Presidente de la Asociación para las Relaciones
a través de los Estrechos de Taiwan (ARATS). Aquella fue la
primera vez, desde el mayo de 1995, que SEF y ARATS fueron
capaces de intercambiar opiniones en relación a asuntos fundamentales.
También fue la primera vez en más de cinco años que los lideres
de SEF y ARATS se reunieron después de la reunión de Singapore
en abril 1993. Lo más relevante de este encuentro fue el hecho
que por primera vez desde 1949 una delegación del gobierno
de Taiwan se reunió con una alta autoridad dirigencial de
Beijing, el Presidente Jiang Zemin. En la reunión con el Señor
Wang Daohan en Shanghai, se logró como resultado el consenso
en cuatro puntos relevantes: En primer lugar, la continuidad
del diálogo a través de los Estrechos para que las negociaciones
bilaterales avancen; en segundo lugar, se concluyó que es
necesario promover el intercambio de visitas entre los miembros
de SEF y ARATS; en tercer lugar, por medio de los intercambios
a través del Estrecho se puede avanzar en la solución de los
temas funcionales; y en ultimo lugar, se estableció que el
Señor Wang Daohan visite próximamente Taiwan. Lo anterior
contó con el apoyo del Señor Jiang Zemin y podría realizarse
en el curso de 1999. No cabe duda que la visita del Señor
Wang a Taipei será una visita de buena intención, entendiendo
la importancia de la paz, lo cual conducirá al establecimiento
de la confianza mutua y al resurgimiento de una interacción
institucionalizada entre Beijing y Taipei. Como consecuencia,
la comunicación a través de los estrechos se normalizaría
gradualmente después del histórico viaje del señor Wang, y
propendría a una relación de trabajo común con objetivos concretos
entre ambas partes. Es comprensible que miembros del gobierno
de Beijing deseen negociaciones preliminares sobre asuntos
políticos. Sin embargo es necesario limitar los temas a los
cuales nos convoca la reunión, ya que la falta de confianza
mutua ha impedido una normal relación a través de los estrechos.
Sin la confianza mutua, las negociaciones sobre temas políticos,
probablemente nos llevarían a una situación de retroceso en
la relación. Como dice un dicho Chino y occidental: "la prisa
causa desperdicio", por lo que es necesario en estos momentos
un proceso de construcción de medidas de confianza mutua,
un proceso marcado por el dialogo continuo, implementando
los acuerdos previos y solucionando los problemas de baja
naturaleza política. Bajo el escenario actual de relaciones,
el comenzar la discusión de temas en la alta política sería
contraproducente. A corto plazo, Taipei y Beijing deberían
buscar una mejor atmósfera en las relaciones. Ello podría
comenzar por mostrar respeto el uno al otro. Por ejemplo,
Taipei respeta lo que Beijing ha logrado en los últimos 20
años, por lo que sería deseable que se nos reconociese lo
logrado en Taiwan en los aspectos políticos, económicos y
culturales. El considerar todo lo realizado por Taipei como
una "independencia Taiwanesa", y descalificar todo lo obrado
pone en peligro la reunificación nacional. Según un estudio
de opinión publica en Taiwan, realizado por diferentes instituciones,
tal actitud sólo puede generar sentimientos nacionales en
la isla que conduzcan hacia una alienación y generen tendencias
contrarias a la reunificación nacional. Tales observaciones
implican que el momentum hacia la plena reunificación puede
ser generado solamente si nuestras experiencias individuales,
tanto como la realidad política de un gobierno dividido a
través de los estrechos de Taiwan, puede ser respetado. A
largo plazo, la democratización está inevitablemente conectada
a la reunificación. Si miramos atrás en la historia, vemos
que el pueblo de Taiwan ha experimentado un gobierno colonial
por demasiado tiempo. La isla es ahora una plena democracia
y no hay razón para que su población acepte un gobierno central
con procesos de decisiones autoritarios. Sin el mando del
derecho, Beijing no será capaz de convencer a la población
de Taipei que las decisiones tomadas por Beijing respecto
de Taiwan serán respetadas a futuro. Lo que deseo subrayar
es lo siguiente: La democratización es una tendencia global
que no puede ser detenida por nadie. La historia del éxito
del proceso de democratización de Taiwan en los últimos veinte
años prueba que la democracia funciona y funciona bien en
un lugar donde viven los Chinos. Estados Unidos y la República
de China son a largo plazo aliados. Lo que nos unió por tantos
años fue no solamente un interés común, sino las cualidades
compartidas. Estados Unidos cumplen un rol fundamental en
la relación triangular Washington-Beijing-Taipei. Es por ello
muy importante que Estados Unidos mantenga una política balanceada
respecto de Taiwan y China. La crisis de los estrechos de
Taiwan de 1995-1996 mostró al mundo que Beijing no vacilaría
en usar la fuerza para alcanzar sus objetivos. Hasta hoy día,
China no ha usado la fuerza en contra de Taiwan. Esa actitud
beligerante es antagónica al pueblo de Taiwan, y cualquier
potencial conflicto militar seguramente pondrá en peligro
la estabilidad de las relaciones triangulares. La paz y la
estabilidad de la región de Asia y Pacifico también dependen
de la seguridad de Taiwan para asegurar la disuasión hacia
China. De tal forma, manifestamos nuestro apoyo a la política
de Estados Unidos en cuanto a sus esfuerzos por integrar a
China en la comunidad internacional. Taipei está pronto a
cooperar en tal misión como miembros de la región de Asia
y Pacifico, con la finalidad de comenzar un nuevo siglo con
una mentalidad abierta y de carácter recíproco.
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Achieving
a Peaceful Relationship across the Strait of Taiwan
Dr. Koo Chen-fu
Relations between China and Taiwan have been "so near, so
yet far." People-to-people contacts began only a decade ago.
Nonetheless, both governments remain distanced from each other.
Last October, as Charmain of the Straits Exchange Foundation
(SEF), I made a visit to China many considered "revolutionary",
with the aim of achieving a better understanding between both
nations. During that trip, I met with Mr. Wang Daohan, Charmain
of the Association for Relations Across the Taiwan Straits
(ARATS). That was the first time, since May 1995, that SEF
and ARATS were capable of exchanging opinions on fundamental
issues. It was also the first time in more than five years
that leaders from both SEF and ARATS met after their meeting
in Singapore in April 1993. The most important aspect of this
encounter was the fact that for the first time since 1949
an official Taiwanese government delegation met with a high-ranking
political authority from Beijing, President Jiang Zemin. In
the meeting with Mr. Wang Daohan in Shanghai, a consensus
on four relevant matters was reached: first, the need for
the continuity of dialogue across the Straits so bilateral
negotiations can advance; second, we concluded that it is
necessary to promote visitor exchanges between members of
SEF and ARATS; third, through exchanges across the Strait,
we can make progress toward the solution of functional issues;
and last, it was decided that Mr. Wang Daohan will visit Taiwan
very soon. The achievements outlined above enjoyed the support
of Mr. Jiang Zemin, and they could be implemented throughout
1999. There is no doubt that the visit of Mr. Wang to Taipei
will be a well-intentioned one, understanding the importance
of peace in the region, but it may also lead the way in the
establishment of mutual trust and the resurgence of an institutionalized
interaction between Beijing and Taipei. Consequently, communication
across the straits would gradually normalize after this historic
trip of Mr. Wang, and a tendency to create a relationship
based on common tasks and concrete goals between both countries
would begin. It is understandable that members of Beijing's
government wish to have preliminary negotiations regarding
political matters. However, it is also necessary to limit
the issues to those that bring us to the meeting in the first
place, as the lack of mutual trust has historically impeded
normal relations across the straits. Without that mutual trust,
negotiations on political issues would most likely bring us
to a deterioration of our relationship. As the Chinese and
Western saying alerts us, "haste makes waste." For that reason,
at this time a process of building instruments of mutual trust
is necessary, a process marked by continuous dialogue, the
implementation of previous agreements and the solution of
problems with relatively low political content. Given the
current state of relations, beginning a discussion of highly
political matters would be counterproductive. In the short
term, Taipei and Beijing should seek a better atmosphere for
relations. Such an atmosphere could begin to take hold by
showing a simple mutual respect. For example, Taipei respects
what Beijing has achieved in the last 20 years. Thus, it would
be desirable that they recognize us for all that Taiwan has
achieved in its political, economic and cultural fields. Considering
all of Taipei's successes merely a demonstration of "Taiwanese
independence," and consequently dismissing all that has been
done, endangers any possibility of national reunification.
According to a public opinion study in Taiwan, taken by several
different institutions, such an attitude can only generate
nationalist sentiment on the island, leading to alienation
from the mainland and generating tendencies contrary to the
goal of national reunification. Such observations imply that
the momentum toward full reunification can be generated only
if our individual experiences as nations, as well as the political
reality of a government divided by the Straits of Taiwan,
can be respected. In the long term, democratization is inevitably
linked to reunification. If we look back in history, we find
that the Taiwan people have experienced a colonial government
for far too long. The island is now a full-fledged democracy,
and there is no reason for its population to accept a central
government with authoritarian modes of decision-making. Without
the rule of law, Beijing will be unable to convince the Taipei
population that decisions taken by Beijing with respect to
Taiwan will be respected in the future. What I wish to emphasize
is this: democratization is a global tendency that cannot
be stopped by anyone. The history of success of the Taiwanese
democratization process over the last twenty years proves
that democracy works, and works well, in a place where the
Chinese live. The United States and the Republic of China
are, in the long term, allies. What united us for so many
years was not only a common interest, but also shared characteristics.
The United States plays a fundamental role in the triangular
relationship Washington-Beijing-Taipei. For that reason, it
is crucial that the United States maintain a balanced policy
regarding both Taiwan and China. The crisis in the Straits
of Taiwan during 1995-1996 showed the world that Beijing would
not vacillate in using force to meet its objectives. So far,
China has not used force against Taiwan. That belligerent
attitude is antagonizing to the people of Taiwan, and any
potential military conflict will surely endanger the stability
of that triangular relation. Peace and security in the Asia-
Pacific region also depend on the security and ability of
Taiwan to ensure a deterrent force toward China. In that sense,
we declare our support of U.S. policy in its efforts to integrate
China into the international community. Taipei will soon be
cooperating on that mission as members of the Asia-Pacific
region, with the aim of starting a new century with a mentality
both open and reciprocal in nature.
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Intercambios
entre América Latina y la Cuenca del Pacífico desde California
Augusto Soto Alvarez
Los crecientes vínculos comerciales y políticos de América
Latina con el Asia de la Cuenca del Pacífico necesariamente
derivan hacia el intercambio académico entre ambos continentes
y generan una nueva instancia, a su vez llamada a tener un
efecto en las relaciones. El establecimiento de una red académica
se halla en una fase inicial en nuestro continente y se ve
apoyada a partir de valiosos proyectos paralelos como el surgido
en el Centro de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos (CILAS)
de la Universidad de California en San Diego, la ciudad estadounidense
ya constituida en modelo de urbe abierta a la tecnología y
al ámbito del Asia Pacífico en el contexto del estado de California.
Esto es, en un vértice clave entre el mundo angloamericano,
asiático e hispánico. En efecto, la notable presencia en la
costa Oeste de estudiantes asiáticos y estadounidenses de
ascendencia asiática, el constante flujo de una inmigración
laboral mexicana de proporciones en una zona con fuertes raíces
hispánicas, demuestran que es prioritario, aunque en absoluto
privativo de América Latina, dedicarse a estudiar y promover
sus propios contactos en la región de la Cuenca del Pacífico.
La iniciativa de San Diego, bajo el nombre de "Proyecto sobre
América Latina y la Cuenca del Pacífico" se viene realizando
desde hace dos años en las dependencias del CILAS . En torno
a este proyecto se han congregado en California representantes
de la actividad privada y miembros de importantes centros
de las Américas y Asia. Entre éstos se cuentan el Instituto
Matías Romero de México, la Universidad Estadual de Campinas
de Sao Paulo, el Centro de Estudios Peruanos de Lima, el flamante
Centro de Estudios Asiáticos del Instituto de Estudios Internacionales
de la Universidad de Chile, y representantes del Instituto
de América Latina de la Academia China de Ciencias Sociales,
la Universidad Sofía de Japón, la Universidad Chulalongkorn
de Tailandia e instituciones estadounidenses. El primer encuentro
de dos meses, durante febrero y marzo de 1997, se dedicó a
la "Integración Regional en las Américas y en la Cuenca del
Pacífico". El segundo año concentró la atención en los "Encuentros
Culturales" y se consolidó en una serie de pasos, el primero
de los cuales fue un taller abocado a tratar temas como las
imágenes estereotipadas que reciben los escolares latinoamericanos
sobre Asia y viceversa en los manuales de educación primaria
y secundaria. Específicamente se focalizó en lo que decían
y no decían los textos sobre las respectivas regiones, se
escudriñaron los probables prejuicios mutuos y se recomendaron
medidas a adoptar para un mejor acercamiento. En este contexto,
cada participante inició investigaciones relativas a las relaciones
comparadas entre ambos continentes, que han de derivar en
nuevas líneas de investigación. Este autor abordó el tema
de las implicancias culturales en los intercambios económicos
entre Chile y China . A la vez, los participantes integraron
seminarios, donde se analizaron los valores sociales comparados,
las imágenes literarias del "otro", los contenidos de los
filmes y la TV, las reglas y papeles de los géneros y los
códigos en los lugares de trabajo de empresas en que participan
latinoamericanos y asiáticos, en que en el contexto del diálogo
América Latina - Asia. En la revisión empírica del material
escolar fue de notar el exclusivismo como un rasgo importante
de la autopercepción, por lo demás compartida por cada país
asiático. En otras palabras, cada nación se ve a sí misma
como un caso especial debido a circunstancias presentes e
incluso pretéritas. Estas se encarnan, por ejemplo, en la
grandeza territorial, poblacional y de recursos brasileña;
en el rico pasado cultural y en la privilegiada situación
geográfica mexicana entre América Latina y América del Norte;
en el centralismo irradiador y en las proverbiales dimensiones
chinas; en la peculiar insularidad y homogeneidad japonesas;
en el carácter singular chileno derivado de su ubicación geográfica
y extendida costa Pacífica; en la independencia tailandesa
frente a las potencias coloniales decimonónicas, entre otras
autopercepciones. Estas no son siempre captadas por los países
vecinos y mucho menos por los alejados pueblos de uno y otro
lado de la Cuenca del Pacífico. Es obvio que tales percepciones,
o en ciertos casos, su carencia, inciden en el incipiente
diálogo de naciones e incluso en las iniciativas comerciales.
Pese al extendido desconocimiento de Asia en nuestro continente,
ha quedado claro que los países de habla hispana miembros
de APEC y el gravitante Brasil -cuyo peso específico se proyecta
también hacia el Pacífico- disponen de una base importante
de conocimiento proporcionado en el currículo escolar de primaria
y secundaria. Por cierto, esta base no basta. Ha de ser solidificada
en unos medios en que se suceden tres planos culturales: el
del propio país, el influjo estadounidense y la referencia
europea. Pese a la inclusión de Asia en los manuales, ésta
no está integrada en los medios de comunicación ni en la cultura
de masas, ni en la formación de élite, cosa que no es ninguna
sorpresa al tratarse de realidades lejanas y abstrusas. Sin
embargo, la globalización de las comunicaciones que irrumpe
con fuerza a partir de esta década altera el valor de las
distancias. El proyecto impulsado en la Universidad de California
en San Diego e iniciativas similares de distinto calibre que
emprenden los países latinoamericanos del Pacífico han de
coordinarse y tener un efecto multiplicador, especialmente
ahora en que la crisis económica mundial nos pone a prueba
frente a la reciente alternativa estratégica y económica que
representan para nosotros los países asiáticos. Gracias al
intercambio de ideas en el CILAS, este autor está convencido
de la necesidad de adoptar medidas adicionales para que los
países latinoamericanos nos acerquemos más a Oriente. He aquí
algunas proposiciones:
1. Considerar la alteración de partes del currículo escolar.
Como consecuencia de la globalización más pronto que tarde
el sistema educativo deberá afrontar el reforzamiento en la
enseñanza del inglés en primaria y secundaria y la inclusión
de los idiomas asiáticos principales en el currículo universitario.
2. Crear un espacio para Asia en los medios de comunicación
de masas. La difusión de lenguas y culturas ayuda a estrechar
la brecha de entendimiento. Aquí el gobierno y el sector privado
son las naturales fuentes de financiamiento. En la próxima
década los países asiáticos pueden encontrar interesante apoyar
la idea.
3. Reforzar la cobertura de noticias generales y especializadas.
Con el objeto de identificar oportunidades para los países
latinoamericanos sería aconsejable crear un consorcio de especialistas
de la región que sirva a las embajadas de los países del Pacífico
americano y el MERCOSUR.
4. Formar con urgencia a estudiantes universitarios, del mundo
de los negocios y de la diplomacia en asuntos asiáticos, en
vista de la diversidad y las probables oportunidades ofrecidas
por un espacio en el que vive más de un cuarto de la población
mundial.
5. Diseñar un centro de informaciones latinoamericano o de
MERCOSUR para Asia en Shanghai. Un ente así está llamado a
convertirse en un punto de formación y encuentro. Podría tratarse
de una institución que ofreciese cursos a nivel de Master
para ejecutivos de alto nivel de compañías estatales, empresas
conjuntas o de la administración pública. Los seminarios pueden
incluir encuentros regulares con funcionarios gubernamentales
y ejecutivos de compañías locales y multinacionales. Aquí
los fondos gubernamentales, del sector privado y del Banco
Interamericano de Desarrollo son las naturales fuentes de
financiamiento.
6. Analizar el potencial representado por los asiáticos residentes
y los latinoamericanos de ascendencia asiática en nuestro
continente. No tiene pérdida incluir a miembros destacados
de estos grupos en instituciones relevantes vinculadas a las
relaciones bilaterales.
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Exchanges between
Latin America and the Pacific Basin from California
Augusto Soto Alvarez
Growing political and business links between Latin
America and Asian nations bordering the Pacific Basin lead
to academic exchanges between both continents and generate
a new channel, which will also have an effect on the relationship
between both areas. This academic network is in its preliminary
stages in our continent and it is backed by valuable projects.
One of these is the project implemented by the Center for
Iberian and Latin American Studies (CILAS), University of
California-San Diego. San Diego is a U.S city that has become
the model of a town open to technology and to the sphere of
Asia Pacific in the context of the state of California. In
other words, it is a major meeting point for the Anglo-American,
Asian and Hispanic worlds. Indeed, the notable presence on
the West Coast of Asian students and U.S. students with an
Asian background, the constant and considerable flow of immigrant
workers from Mexico in an area with strong Hispanic roots
are proof of the fact that studying and promoting their own
contacts with the Pacific Basin is a priority that is not
limited to Latin America. The San Diego initiative, i.e. the
"Project on Latin America and the Pacific Basin" has been
underway at CILAS for two years . Members of the private sector
and of important centers in the Americas and Asia have joined
forces on this project. They include the Instituto Matías
Romero (Mexico), the Universidad Estadual de Campinas (São
Paulo, Brazil), the Centro de Estudios Peruanos (Lima, Peru),
the newly created Centro de Estudios Asiáticos, Instituto
de Estudios Internacionales at the Universidad de Chile, and
representatives from the Latin American Institute of the Chinese
Academy of Social Sciences, the Sophia University (Japan),
the Chulalongkorn University (Thailand) and U.S. organizations.
The first two-month meeting, held in February-March 1997,
was dedicated to "Regional Integration in the Americas and
in the Pacific Basin". In the second year, attention focused
on "Cultural Meetings". These materialized in a series of
measures, the first of which was a workshop dedicated to subjects
such as the stereotypes that Latin American students are taught
about Asia and vice versa in primary and secondary education
textbooks. Specifically, work focused on what the textbooks
explicitly stated or omitted on different regions, possible
mutual prejudices were analyzed and potential measures were
recommended to improve relations. In this context, each participant
initiated research studies comparing relations between both
continents, which should give rise to new lines of research.
The author addressed the subject of the cultural implications
of the economic exchanges between Chile and China . The participants
also engaged in seminars where common social values were compared
as were the literary images of the "other", the contents of
films and TV, the rules and roles regarding gender and codes
in the work place in companies that employ Latin Americans
and Asians, in the context of the Latin America - Asia dialogue.
An empirical review of educational material showed that uniqueness
is a significant feature of self-perception, a view shared
by every Asian country. In other words, each nation views
itself as a special case due to its current and even past
circumstances. These views are reflected, for example, in
the grandeur of Brazil in terms of its territory, population
and resources, in the rich cultural past and the privileged
geographical position that Mexico occupies between Latin America
and North America; in the radiating centralism and in the
proverbial dimensions of China; in the peculiar insularity
and homogeneity of Japan; in the singular nature of Chile
stemming from its geographical location and extended Pacific
shoreline; in the independence of Thailand vis-à-vis Nineteenth
Century colonial powers, among other self-perceptions. These
are not always understood by neighboring countries and much
less by remote people located far on each side of the Pacific
Basin. Evidently, these perceptions, or in certain cases,
the lack thereof, have a bearing on the incipient dialogue
among nations and even on trade initiatives. Despite widespread
ignorance about Asia in our continent, it is clear that the
Spanish-speaking member countries of APEC and mighty Brazil
--whose specific weight also projects onto the Pacific-- have
included a significant knowledge base in their primary and
secondary education school curriculum. However, this knowledge
base is not enough. It must be solidified in the media along
three cultural lines: the country involved, the influence
of the United States, and the reference to Europe. Despite
having included Asia in the manuals, Asia does not form part
of the mass media nor of mass culture, and it is also not
part of top-level education. Not surprisingly so, considering
that Asia involves remote and abstruse realities. However,
the globalization of communications that burst out strongly
with the onset of the nineties, changes the meaning of distance.
The project promoted by the University of California-San Diego
and similar initiatives of different magnitude launched by
Latin American countries of the Pacific Rim must be coordinated
and produce a multiplier effect, especially now that the world-wide
economic crisis is testing us through the recent strategic
and economic alternative that Asian countries represent for
us. Thanks to the ideas shared at CILAS, this author is convinced
of the need to adopt additional measures for Latin American
countries to get closer to the East. Some proposals are offered
below:
1. Consider changing part of the school curriculum. As a result
of globalization the school system will --sooner rather than
later-- have to address the issue of reinforcing education
in the English language in primary and secondary school and
include the main Asian languages in the university curriculum.
2. Create a space for Asia in the mass media. The dissemination
of languages and cultures helps to bridge the gap that prevents
understanding. The government and the private sector are the
natural source of funding in this case. In the coming decade,
Asian countries may find it interesting to support the idea.
3. Reinforce coverage of general and specialized news. In
order to identify opportunities for Latin American countries,
it would be advisable to establish a consortium of specialists
from the region to provide services to the embassies of countries
located on the Pacific Rim in the Americas and to MERCOSUR.
4. Urgently provide training in Asian matters to university
students, and to members of the business and the diplomatic
world, in view of the diversity and the probable opportunities
offered by a region inhabited by over one fourth of the world's
population.
5. Design a Latin American or MERCOSUR center for Asia, located
in Shanghai. Such an organization is bound to become a training
center and meeting point. It could be an institution that
offers Master's Degrees for top level executives from state-owned
companies, from joint ventures or from government services.
Seminars could include regular meetings with government officials
and executives from local and multinational companies. In
this case, governments, the private sector and the Inter-American
Development Bank are the natural source of funding.
6. Analyze the potential that Asians residents and Latin Americans
of Asian origin represent in our continent. Only good can
come out of including outstanding members of these groups
in major institutions involved in bilateral relations.
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¿Japoneses en
Brasil o Brasileños en Japón? La Trayectoria de una Identidad
en un Movimiento Migratorio
Adriana Capuano de Oliveira
El texto presentado a continuación, esta basado en
una investigación sociológica en el contexto de la Maestría
en Sociología desarrollada en la UNICAMP, cuyo tema, dentro
del vasto campo de las migraciones internacionales, es el
estudio del flujo migratorio reciente de brasileños hacia
Japón (o dicho de forma más correcta, de nipo-brasileños1,
ya que el permiso para esta migración sólo es concedida a
este grupo de personas). Esta corriente migratoria viene llamando
la atención de los más diversos sectores de la sociedad brasileña
en los últimos tiempos, debido a las grandes proporciones,
que lentamente, viene tomando este movimiento, referido por
algunos autores como "fenómeno dekassegui" (Ninomiya, 1992;
Chigusa, 1994). Esta palabra del vocablo japonés, dekassegui,
originariamente significaba "salir de casa para trabajar afuera",
y se aplicaba para los japoneses que dejaban las regiones
atrasadas del norte y sur de Japón en búsqueda de mejores
condiciones de empleo y de supervivencia en las regiones más
industrializadas del centro, como Tokyo y Osaka, en épocas
de entresaca (Kawamura, 1994:410). Asimilado al idioma portugués,
y a la realidad brasileña, esta misma palabra asumió la representación
de estos nipo-brasileños que salen en la búsqueda de mejores
condiciones de empleo y de supervivencia en la tierra de sus
padres y abuelos, constituyendo de esa manera, un rasgo más
de la desterritorialización de trabajadores entre los diversos
flujos migratorios internacionales que están ocurriendo en
este fin de siglo, configurando un nuevo escenario mundial.
Dentro de este contexto, la condición de identidad de esta
población se torna como un punto importante de reflexión.
Como el propio título del trabajo ya lo dice, esta población
se caracteriza por ser considerada "japonesa" en Brasil, y
una vez en Japón, es caracterizada como "brasileña", y por
lo tanto, extranjera. Tal conjetura existe en relación a algunos
factores, que serán brevemente relatados a continuación2.
La corriente migratoria japonesa, en el contexto brasileño
se distinguió de otras corrientes migratorias en algunos aspectos,
como la temporalidad (ésta se caracteriza por ser una corriente
tardía si es comparada con otras como la alemana); la gran
diferencia cultural entre las dos sociedades en contacto,
principalmente en lo que dice respecto al idioma; el espíritu
extremadamente nacionalista con que llegaron los inmigrantes
japoneses a Brasil, fruto de la Era Meijí por la cual pasaba
Japón; el fuerte deseo de los inmigrantes de regresar a Japón,
haciendo de Brasil sólo un territorio transitorio, entre otros.
Tales aspectos ocasionaron efectos importantes y significativos
en la colonia japonesa en Brasil, donde sus descendientes
portan hoy en día algunas identidades específicas. Concretamente,
los hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes japoneses, portan
características físicas semejantes a las de los ciudadanos
japoneses, producto que el aislamiento de la colonia implicó
un gran número de matrimonios entre "sus iguales", y son identificados
hasta hoy como "japoneses". En el interior de la sociedad
brasileña, es un hecho muy común y una percepción constante
la presencia de estas personas que, nacidos en Brasil, hablan
el portugués y se comportan culturalmente como brasileños,
pero son llamados y considerados japoneses. El tema de la
identidad cultural de estos brasileños, descendientes de inmigrantes
japoneses, por lo tanto, se hace pertinente como un problema
de investigación en Brasil. Sin embargo, esta población está
emigrando actualmente a Japón, y una vez allí, las contradicciones
de su identidad se agravan aún más. Además de las condiciones
específicas de la inmigración japonesa hacia Brasil, como
fue brevemente relatada anteriormente, otro factor a considerar
dice relación con la formación del llamado carácter de identidad
nacional brasileño, que aquí se encuentra elaborado a través
del hito de la "unión de las tres razas": es decir, el amerindio,
el blanco colonizador (portugués), y el negro esclavo. De
cierta forma, este fue el modelo que se constituyó como hito
fundador del país, principalmente después del famoso libro
de Gilberto Freyre con el título "Casa Grande e Senzala",
donde el autor relata una visión romántica de la formación
del país desde los tiempos coloniales. Su visión es de armonía
y consagración de un nuevo pueblo, el pueblo brasileño -distinto
del portugués, pues es nacional- a través de la unión de estos
tres pueblos originarios. Entretanto, para los fines que nos
interesan, lo importante a ser percibido y resaltado, es que
dentro de esta concepción de Brasil, de pueblo brasileño -muy
difundida incluso internacionalmente-, la figura de un cuarto
tipo racial, en este caso, los asiáticos, mayoritariamente
representados aquí por los japoneses, no "corresponde" a la
visión idealizada del patrón de la identidad nacional brasileña.
Inmigrantes de otras regiones, además de Portugal, que se
establecieron aquí, pudieron traspasar sin mayores problemas
la barrera de pertenencia a este modelo. Los inmigrantes,
en su gran mayoría llegaban de Italia, España, Alemania y
de países árabes, y fueron incorporados a la parte blanca
de la población brasileña, sin embargo, a los japoneses esta
alternativa no les fue posible. Es necesario tener en cuenta,
en este ámbito, la importancia del concepto fenotípico dentro
de los patrones sociales brasileños, que es muy relevante,
pues aquí la característica racial es establecida a través
de los rasgos físicos de las personas. No ocurre como en otros
países donde esta característica racial se da en términos
sanguíneos o culturales (como es el caso clásico de la sociedad
estadounidense en relación a los negros, por ejemplo). Es
decir, los descendentes de japoneses nacidos en Brasil, por
parecer japoneses continúan siendo llamados "japoneses", aunque
culturalmente sus vidas ya estén muy distantes de Japón. La
marca de la presencia física muchas veces prevalece, y estas
personas son percibidas en el interior de la sociedad, por
lo general, como japoneses que residen en Brasil, así como
fueron sus abuelos y bisabuelos. Otros descendentes de otras
corrientes migratorias ya no pasan por la situación de la
misma forma, pues, una vez asimilada la cultura brasileña,
se incorporan, haciéndose parte de las llamadas razas fundadoras.
Esta sería, por lo tanto, una de las vertientes de la problemática
expuesta. En la otra variante, encontramos el incentivo al
aislamiento que parte dentro de la propia colonia japonesa,
factor recurrente de una serie de especificaciones originadas
desde la propia inmigración japonesa a Brasil, como ya fue
brevemente citada y también fruto de la herencia de la propia
tradición japonesa. Cuando estos brasileños, que aquí son
considerados japoneses, entran en tierra extranjera, que es
el propio Japón, se enfrentan con la experiencia singular
de ser reconocidos como típicamente brasileños, aunque físicamente
carguen los mismos rasgos y sean exactamente iguales a los
japoneses. La plena percepción de esta identidad brasileña
se da no solamente por el hecho de ser regularmente apuntados
por los japoneses como brasileños, sino también por el choque
cultural al enfrentarse a la cerrada sociedad japonesa, la
cual no comparte, en la gran mayoría de los casos, ni en costumbres,
ni en ideas, ni en el idioma. El tema de la diferenciación
generacional también debe ser tomada en consideración, pues
es de extrema importancia. Dependiendo de la generación a
que pertenecen los descendientes de japoneses -segunda, tercera
o cuarta- se da una mayor adaptación a los modos de vida y
patrones culturales brasileños y una mayor distancia de la
adquisición cultural de sus antepasados. Las generaciones
más recientes, llamadas de sansêis y yonsêis participan de
un modo de vida culturalmente brasileño en su gran mayoría,
salvo algunos casos donde aún persisten las condiciones de
comunidad de colonia cerrada, en general en las áreas rurales.
Por lo tanto, uno de los aspectos peculiares del movimiento
dekassegui, que hasta el momento ha sido poco abordado (la
mayoría de los debates en torno de este fenómeno se concentra
en las características económicas del proceso), es el tema
de la identidad cultural versus la conceptuación fenotípica.
Estos individuos se dan cuenta de esta realidad cuando están
con una población fenotípicamente semejante a ellos, se perciben
así, más extranjeros que nunca. El resultado de esta constatación,
se torna interesante cuando pensamos que hoy en día la mayoría
de los brasileños que emigran a Japón son personas muy jóvenes
?toda vez que Japón busca personas en el auge de su edad productiva
para trabajar allí, al mismo tiempo en que se hace necesario
una buena condición física para "soportar" todo tipo de trabajo
ofrecido, extremadamente pesado-. Es decir, en la mayoría
de los casos, descendientes de la tercera o cuarta generación,
que comparten un modo de vida brasileño y no japonés. Este
factor del idioma se presenta muestra claramente en los de
relatos personales presentados en forma de carta3, donde los
dekasseguis afirman recurrentemente su "brasilenidad". Las
manifestaciones de patriotismo brasileño en Japón, como el
uso de "pins" y "bottons" de la bandera brasileña, la concurrencia
a tiendas y restaurantes con productos brasileños, la búsqueda
del vestuario a la brasileña, la adquisición de ropas (principalmente
pantalones jeans) a precios muy altos, son algunos de los
aspectos relacionados al comportamiento que demuestran esta
realidad. Además de hechos más expresivos de estos dekasseguis,
que en su mayor parte, conviven y se relacionan solamente
con individuos brasileños, muchas veces debido a la barrera
lingüística , aunque no siempre es una regla. En la observación
de campo realizada4, la realidad de auto afirmación del ser
brasileño, que algunas veces puede ser muy penoso para estos
individuos que se consideraban japoneses aquí en Brasil y
se dan cuenta que la sociedad japonesa no los considera como
tales, algunos de los entrevistados relataron sus frustraciones,
comentado la sensación de sentirse "apátridas"5, otros, disconformes
con la discriminación presente en Japón, reforzaban enfáticamente
sus características brasileñas de aceptación y tolerancia
para con los otros pueblos, reafirmando continuamente su propia
identidad brasileña. Es por ello que no se concretice de hecho
el regreso del 100% de esta población emigrante, donde es
relevante el hecho que todos los entrevistados pretenden vivir
en Brasil a futuro, pues lo consideran su patria, y es donde
desean morir. Este aspecto se hace aún más intrigante cuando
es observado que buena parte de los issêis (nacidos en Japón
y habitantes en Brasil) también reflejan este mismo sentimiento.
No es necesario comentar que, en el transcurso de las entrevistas,
se llegó, en algún momento, a abordar la diferencia entre
ellos, los dekasseguis brasileños y los japoneses, principalmente
en lo referido a los afectos y sentimientos. Hoy en día, en
Japón, existe la presencia de una verdadera colonia brasileña,
la que divulga el modo de ser y la cultura brasileña. Y es
interesante verificar que quienes están cargando este Brasil
para Japón son estos dekasseguis, ¿los tales "japoneses"?.
Esto quizás sirva de gran incentivo para la revalidación de
estos paradigmas. Es interesante pensar que quién esta cambiando
esta relación entre Brasil y Japón son los dekasseguis. Ellos
traen mucho más que dinero para Brasil, y llevan mucho más
que brazos para el trabajo en Japón. Traen también el reconocimiento
de una patria y llevan un país dentro de una sociedad tan
homogénea. Son rostros japoneses llevando un Brasil en su
interior.
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Japanese in
Brazil or Brazilians in Japan? The Course Followed by Identity
in a Migration Adriana Capuano
de Oliveira
The following text is based on a sociological research study
conducted as part of the Master's Degree course in Sociology
at UNICAMP. Within the vast subject of international migration,
the study analyzes recent migratory flows by Brazilian citizens
to Japan (or, more precisely, by Nippo-Brazilians1, since
only individuals of Japanese ancestry are granted immigration
permits). In recent times, this migratory trend has been attracting
attention from different sectors of Brazilian society due
to the growing magnitude gradually acquired by this movement.
It is described by some authors as the "dekassegui situation"
(Ninomiya, 1992; Chigusa, 1994). Dekassegui is a term that
comes from a Japanese word which originally means "leaving
home to work elsewhere". It was applied to Japanese people
who left backward areas in the north and south of Japan seeking
better employment and living standards in the more industrialized
regions of central Japan, such as Tokyo and Osaka, in times
of thinning (Kawamura, 1994:410). Assimilated into Portuguese
and to Brazilian reality, this same word began to mean Nippo-Brazilians
who leave Brazil in search of better working and living conditions
in the land of their parents and grandparents. They therefore
add a further feature to the de-territorialization of workers
to the different international migratory flows which are underway
at the end of the century and are giving rise to a new world
scenario. In this context, the identity of this population
is worth reflecting upon. As the title to this study states,
this population group is noted for being considered "Japanese"
in Brazil. But once in Japan, they are characterized differently,
i.e. "Brazilian" and, therefore, foreign. This assumption
is based on certain factors which will be described briefly
below2. Japanese immigration to Brazil was different from
other migratory flows in certain aspects such as timing (it
took place later than others, such as, for example, German
immigration); the major cultural differences between the two
societies that came into contact --primarily in terms of the
language; the extremely nationalistic spirit that Japanese
immigrants who came to Brazil brought with them as a result
of the Meiji reign in force in Japan at the time; the strong
wish of immigrants to return to Japan, making Brazil merely
a temporary dwelling place, among others. These matters had
important and significant effects on the migrants' descendants.
They marked the Japanese community in Brazil giving it a specific
identity, which their descendants bear to this day. Placing
the issue on a more objective level, the study analyzes the
actual and contemporary situation of the identity of these
individuals --i.e. the children, grandchildren and great-grandchildren
of Japanese immigrants. Because their descendants physically
resemble Japanese people --due to the isolation of the immigrant
communities in Brazil which led to a considerable number of
marriages "among equals"-- they are singled out, even now,
as "Japanese". It is quite common in Brazilian society to
perceive and call these individuals "Japanese" despite the
fact that they speak Portuguese and, culturally speaking,
they behave like Brazilians. The cultural identify of these
Brazilians of Japanese ancestry is, therefore, a relevant
research problem in Brazil. However, this population group
is currently emigrating to Japan, and once there, their contradictions
in terms of identity become worse. In addition to the specific
circumstances under which Japanese migration to Brazil took
place --as briefly described above-- another factor to be
considered is how the so-called national identity of Brazilians
is formed. This is based on the idea of a "union of three
races", i.e. American Indians, white (Portuguese) colonizers
and black slaves. To some extent, this was the model established
as the founding milestone of the country, especially after
the publication of "Casa Grande e Senzala", a famous book
by Gilberto Freyre, in which he provides a romantic description
of how the country was formed from colonial times onwards.
His view is one of harmony and consolidation of a new people
--the Brazilians-- who are different from the Portuguese,
because this is a national group, resulting from the union
of these three original peoples. For the purposes of this
study, the fact worth emphasizing is that for this view of
Brazil and Brazilians --which is quite widespread, even internationally--
the presence of a fourth race --Asians, represented primarily
by the Japanese-- does not "fit in" with the idealized view
of Brazilian national identity. Immigrants from regions other
than Portugal who settled in Brazil were able to overcome
without difficulty the barrier that this model presents. Immigrants
--primarily from Italy, Spain, Germany and Arab countries--
were absorbed into the white population of Brazilian society.
However, this alternative was not open to the Japanese. The
importance of phenotype in Brazilian social patterns needs
to be taken into account. It is highly significant because
racial characteristics are established on the basis of individual
physical features. It does not apply to other features, as
in other countries where this racial feature is expressed
in terms of blood or culture (as in the classic case of the
United States with regard to African Americans, for instance).
In other words, individuals of Japanese ancestry born in Brazil,
due to their Japanese features, continue to be called "Japanese",
although culturally their lives are far removed from Japan.
The mark imposed by physical appearance frequently prevails
and these people are viewed in society, in general, as Japanese
people living in Brazil, as were their grandparents and great-grandparents.
Descendants of other migratory flows no longer go through
this situation in the same manner because, once they have
assimilated into Brazilian culture, they form part of the
so-called founding races. This is, therefore, one of the trends
of the theme set forth above. The incentive for isolation
within the Japanese community itself is a different line.
This is a recurring factor in a series of specifications originated
by Japanese immigrants to Brazil, as briefly described above
and it is the outcome of Japanese tradition itself. When these
Brazilians --locally considered Japanese-- go to Japan, they
face the singular experience of being acknowledged as typically
Brazilian, although they share identical physical features
with the Japanese. Perception of this Brazilian identity is
based not only on the fact that they are regularly singled
out as Brazilians by the Japanese, but also because of cultural
clashes when they encounter the closed Japanese society, with
whom they do not share --in most cases-- customs, ideas and
even that most basic of factors, language. Differences between
generations should also be taken into account because of their
significance. Depending on whether the individuals involved
are second, third, or fourth generation, they are more adapted
to the Brazilian lifestyle and cultural patterns and they
are more distanced from the culture of their ancestors. The
lifestyle of recent generations --called sansêis and yonsêis--
is mostly Brazilian in cultural terms, except for some cases
in which the conditions of a closed community still persist,
generally in rural areas. Thus, one of the peculiarities of
the dekassegui movement, which up to now has not been analyzed
sufficiently (most debates on this subject center on the economic
features of the process), is that of cultural identity versus
phenotypic conceptualization. These individuals realize this
reality more emphatically when they find themselves among
a population that looks like them and that makes them feel
more foreign than ever before. This fact is interesting if
we realize that, at present, most Brazilians who emigrate
to Japan are very young since Japan wants people in their
productive prime to work there. This is in addition to the
need for good physical fitness to be able to "take " whatever
work is offered. In other words, in most cases, this involves
third or fourth generation descendants who live according
to the Brazilian lifestyle and not the Japanese one. The language
itself is an expression of this reality. This becomes quite
evident, for instance, in personal descriptions in letters3,
in which the dekasseguis repeatedly reaffirm their Brazilian
identity. Expressions of Brazilian patriotism in Japan, such
as the use of "pins" and "buttons" of the Brazilian flag,
going to shops that sell Brazilian products and to Brazilian
restaurants, the search for Brazilian-style clothing, purchasing
clothing (mainly jeans) at extremely high prices, are some
of the behavior-related patterns that illustrate this reality.
An additional and highly telling fact about these dekasseguis
is that, for the most part, they coexist and relate solely
to other Brazilians, frequently because of the language barrier,
although this is not always the rule. This self-affirmation
of being Brazilian became evident during fieldwork4. It can
sometimes be very painful for these individuals who considered
themselves Japanese in Brazil to realize that Japanese society
does not consider them as such. Some of the people interviewed
described their frustration, and commented that they felt
"stateless"5. Others, displeased with discrimination in Japan,
emphatically reinforced their Brazilian features of acceptance
and tolerance towards others, continually reaffirming their
own Brazilian identity. This is why the return of 100% of
the population who emigrates from Brazil is not permanent.
One relevant fact is that all the people interviewed stated
that they intended to live in Brazil in future because they
believe that Brazil is their own country and they would like
to die there. This aspect becomes even more intriguing if
we observe that a good number of issêis (people born in Japan
who live in Brazil) also express this same feeling. It goes
without saying that, in the course of the interviews, the
differences between the Brazilian dekasseguis and the Japanese
came up, principally in terms of feelings and affections.
Currently in Japan there is a real Brazilian community, disseminating
the Brazilian culture and way of being. It is interesting
--and even ironic-- to see that those who are bringing this
Brazil into Japan are the dekasseguis, the so-called "Japanese".
This may prove to be a major incentive to revalidate these
paradigms. It is interesting to observe the dekasseguis changing
the relationship between Brazil and Japan. They provide much
more than money to Brazil, and they take with them more than
their ability to work in Japan. They also bring the acknowledgement
of a native land and carry within them an entire country into
such a homogeneous society. These are Japanese faces carrying
Brazil inside.
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Argentina
y La Región Asia-Pacífico: 1990-1997
Sergio M. Cesarin
El análisis sobre la dinámica situación política y económica
de la región Asia Pacífico se ha constituido en la República
Argentina en uno de los capítulos más relevantes de estudio
durante los últimos años debido a que, al reconocido protagonismo
de un "superpoder económico" como el Japón, se le suma la
transformación experimentada por las economías asiáticas de
reciente industrialización (NIC's), la política de apertura
y modernización aplicada en la República Popular China desde
1978 y la aceleración de los procesos regionales de cooperación
económica. De acuerdo al debate al que aún asistimos, los
"valores compartidos", las concepciones, creencias, conductas
prevalentes en las sociedades, individuos y a nivel de las
elites políticas asiáticas, conformaron el entramado básico
sobre el cual se asentó el éxito de los "modelos de crecimiento
económico". Producto de una "vía asiática" de desarrollo caracterizada
por su espíritu inclusivo, la construcción de un proyecto
entendido como colectivo, ha tenido como uno de sus ejes el
rol preminente del Estado como articulador de intereses sectoriales
y proveedor del "sentido estratégico" de las iniciativas adoptadas.
Esta profunda transformación interna está asociada, asimismo,
a la proyección externa de los vínculos políticos y económicos
tanto a nivel bilateral como multilateral en el marco de procesos
convergentes de apertura, liberalización, internacionalización
comercial, financiera y tecno-científica observados. A partir,
especialmente, de los cambios políticos producidos luego del
desmembramiento de la URSS, la región Asia Pacífico ha diversificado
su apertura proyectando sus renovadas capacidades políticas
y económicas en dos planos: el intraregional, cuya expresión
concreta son los esfuerzos orientados a profundizar los niveles
de cooperación e integración económica prexistentes, y el
extraregional, entendiendo ésta como la propensión a complementar
los crecientes niveles de interdependencia económica con la
diversificación de los vínculos externos como una respuesta
al surgimiento de iniciativas de cooperación e integración
económica en diferentes áreas del planeta . Antes que excluyentes,
ambas dimensiones son complementarias. Este espacio de multidimensionalidad
que desde la "fortaleza de los modelos asiáticos" se planteó
al resto del mundo, ofreció una oportunidad excepcional para
América Latina y Argentina en particular, pensada en términos
instrumentales como de reforzamiento de sus capacidades de
proyección internacional y como un factor relevante para la
diversificación de sus relaciones exteriores hacia áreas consideradas
"no tradicionales para la política exterior argentina", enriqueciendo
así sus oportunidades de inserción internacional dinámica;
proceso que a comienzos de la década del 90 no puede desligarse
de los cambios producidos en el escenario mundial posteriores
a la finalización de la guerra fría.
* Nota del Editor: El presente artículo corresponde
al resumen de un documento más amplio que próximamente será
publicado en extenso. 1. A los efectos del presente trabajo
Asia Pacífico comprende: Japón, la R.P.China, Hong Kong (China),
Taiwán, Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas, Brunei,
Corea, Vietnam y Singapur. Se hará referencia a Estados o
países en el contexto del análisis político sobre la región,
en tanto utilizaré el concepto de economías al incluir las
unidades de análisis citadas en el marco de los procesos regionales
de cooperación económica. 2. En este sentido son destacables
las iniciativas de vinculación con la Unión Europea e institucionalizadas
a través del Foro Europa Asia, y a nivel comercial con el
NAFTA. 3. Durante la primera etapa del primer gobierno del
Presidente Carlos Menem, el peso de las iniciativas de relación
con Asia recayó en el Ministerio de Economía y su eje central
fue el Japón. Posteriormente, China y la ASEAN recuperan posiciones
en el diseño general de una política económica internacional
ligada en gran medida a los determinantes juicios e iniciativas
del ex Ministro de Economía Domingo Cavallo. 4. Desde el punto
de vista externo la adopción del Plan de Convertibilidad a
partir de 1992, significó un "punto de inflexión" en la historia
económica de la Argentina que otorgó la ganancia de "estabilidad"
necesaria para gerenciar estos procesos. 5. Debe asimismo
considerarse el "temprano" establecimiento de relaciones diplomáticas
entre la República Argentina y el Imperio del Japón en 1898
y con el Gobierno de la República de China en 1928. 6. Una
adecuada perspectiva al respecto la ofrece: Dragones, tigres
y jaguares: Relaciones América Latina-Asia Pacífico, más allá
de la crisis, Carlos J. Moneta, (Compilador), IRIAP, Editorial
Corregidor, 1998.
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Argentina and the Asia-Pacific Region:
1990-1997
Sergio M. Cesarin
In Argentina, the analysis of the dinamic political and economic
situation in the Asia-Pacific region has become one of the
most important study issues in recent years. This is because,
in addition to the leading role played by Japan -an acknowledged
"economic superpower"- one must consider the changes experienced
by the newly industrialized Asian economies (NICs), the deregulation
and modernization policies implemented by the People's Republic
of China from 1978 onwards, and the growing speed of regional
economic cooperation processes. According to the debate that
is still underway, "shared values", concepts, beliefs, and
behaviors that are prevalent among Asian societies, individuals
and Asian political elites, form the basic framework for the
success of the "economic growth models". This is the outcome
of an "Asian route" to development which is characterized
by its inclusive spirit and which was handled as a collective
experience. In this scheme, the state was allowed to play
a prominent role in coordinating sectoral interests and in
providing "strategic guidance" for the initiatives adopted.
This major domestic transformation is also linked to the external
projection of bilateral and multilateral political and economic
links in the context of simultaneous processes involving opening
up the countries, introducing liberalization and enhancing
international trade, finances, and technical and scientific
exchanges. Based especially on the political changes that
have taken place after the fall of the Soviet Union, the Asia-Pacific
region has diversified its deregulation, projecting its renovated
political and economic capacities along two levels: an intra-regional
level which materializes in efforts aimed at expanding existing
levels of cooperation and economic integration, and an extra-regional
level, i.e. the tendency to supplement growing economic inter-dependency
with more extensive external links as a way to respond to
emerging initiatives aimed at cooperation and economic integration
in different parts of the world . Both dimensions, rather
than being mutually exclusive, are mutually supplementary.
The multi-dimensional aspect described above was presented
to the rest of the world from the standpoint of the strength
of the Asian models and it provided an exceptional opportunity
for Latin America in general --and Argentina in particular--
as an instrument to reinforce international projection capabilities
and as an important factor for Argentinean foreign policy
to diversify its foreign affairs by including "non-traditional
areas". This allowed Argentina to enhance its opportunities
to play an active and dynamic role on the international scene.
The latter process cannot be viewed separately from the changes
that took place in the early nineties on the world scene after
the end of the Cold War. In this sense, the fact of understanding
the new map of world relationships, the beginning of a process
to restructure the national economy , and the opening up of
the Argentinean economy to international trade and investment
flows early in the current decade also helped to enhance political
and economic links with the Asia-Pacific region. In this process,
Argentina perceived a potential double benefit: i) one related
to its commercial involvement thanks to the dynamism of the
domestic markets of Asian economies and ii) another involving
the opportunities that Asia-Pacific countries themselves offered
as "exporters of investment capital" needed by Argentina to
support a major overhaul of its production system . Specifically,
in the early nineties, the development of new areas on which
to project national political and economic interests was not
initially conceived in a "contextual vacuum". Rather, the
emphasis was on a historical perspective of rapprochement
. In other words, to a great extent, this was also the outcome
of the assumption, by Argentina, that in the course of their
respective "histories", Argentina and the Asian countries
had employed similar approaches to their political, economic
and social ideas, which were expressed through coincidences
that, among other initiatives, allowed adopting a common approach
to world power and world order, and the need to foster equitable
economic development on a world-wide level and encourage cooperation
among nations that had less relative power. The foregoing
actions are proof of the convergence of their interests in
the course of almost half a century of history . They also
gave sense to the need to strengthen Argentina's involvement
in Asia through the existing "mutual views". Looking at these
from the "mutually exemplary role" that each sub-region exercises
with regard to its counterpart , these were also part of the
basic fabric of ideas that guided the design of a strategy
for special relationships between Argentina and the Asian
countries. Asia-Pacific, for example, provided us with a series
of attributes (behavioral and attitudinal variables) capable
of setting an example for Argentina, such as: i) self-confidence
in its own ability to instigate economic and social development,
ii) the existing domestic order which was functional for the
rapid processes of capital accumulation, iii) the use of a
broad base of human resources and the social capital available
even despite a relative shortage of natural resources, iv)
broad margins for selective government "strategy-oriented"
intervention, in the context of development models based on
"national capitalism", v) a strong coordination between national
business circles and government agencies in general (part
of the virtuous circle of economic growth), vi) the emphasis
on intellectual development based on inter-generational thinking
and, vii) the "tension" over fair distribution of the national
income translated into economic policies aiming to build "more
equitable" societies. In view of these characteristics, Latin
America in general --and Argentina in particular- shared a
similar history with the Asian peoples by reason of having
been subject to "colonial rule", and experiencing the "imposed"
condition of economic underdevelopment, the perception regarding
the articulation of their external interests according to
a "dependence matrix" with the hegemonic powers, as opposed
to the deficiencies of Asian economies, the appeal generated
by their natural resource endowment and economic potential,
their highly qualified professional and intellectual classes,
the stabilization of domestic political conflicts, the decrease
in levels of international conflict expected in the long term
(as opposed to Asia where conflicts might increase) and, primarily,
a history of "construction of consensus" on a regional level
enriched by the establishment of inter-government regional
associations dedicated to negotiating and solving conflicts,
an arena in which Argentina has historically played a leading
role . Evidently, despite the added advantage that these ideas
implied for designing a policy of specific relationships between
Argentina and Asian countries, the challenges set forth were
not minor ones in terms of analytical thought, considering
the initial resources and capacities. However, based on the
assumption that the benefits would exceed the costs of these
initiatives and understanding that the effort of this multiple
insertion would make it easier to spread out the political
and economic risk for Argentina, a new strategy was designed
for relationships with Asian and Pacific States early in the
decade. Therefore, designing a foreign policy aimed specifically
at helping Argentina strengthen its links with the Asia-Pacific
region should include speeding up the analytical process on
this issue based on a tactical matrix that includes deepening
political links and a strategic approach based on possible
"future scenarios" that contemplate the materialization of
a new world order and regional power in Asia including patterns
of influence and prestige which are not the same as the ones
that prevailed during the Cold War.
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Reflexiones acerca de la Unificación
China
Sr. Lee Teng Hui
Con la reciente visita del presidente de Estados Unidos, Bill
Clinton, a China continental,
se avizoran nuevos cambios en las relaciones entre Washington
y Pekín. En el continente,
el mandatario estadounidense proclamó mensajes de democracia,
libertad, derechos humanos, economía de mercado, sociedad
abierta, y diálogo pacífico. Esta visita ha sido foco
de preocupación, pues todos esperaban que ella conduciría
a una China continental más diversificada, democrática y libre,
que retornaría al lado correcto de la historia.
Nos hemos percatado del posible impacto que las observaciones
del Presidente Clinton pueden tener sobre la interacción a
través del Estrecho de Taiwán, como también sobre nuestros
esfuerzos para promover la diplomacia pragmática. Las agencias
de gobierno de la República
de China involucradas, ciertamente no ignorarán la importancia
que esto reviste y que los encargados públicos de estos acontecimientos
evaluarán los efectos y responderán apropiadamente. Sin embargo,
a la luz de los fuertes lazos y estrecha amistad entre la
República de China y Estados Unidos, como también nuestros
ideales e interés en común en la prosecución de la democracia,
la libertad, los derechos humanos, la paz y la prosperidad,
confiamos en que
a través de la cooperación y los esfuerzos de ambas naciones,
las relaciones entre la República
de China y los Estados Unidos seguirán creciendo firmemente.
Sólo permitiendo el incremento
de las relaciones entre ambos, el mejoramiento de las relaciones
a través del Estrecho, y el desarrollo de relaciones entre
Estados Unidos y la República Popular China para proceder
en interconexión, podemos establecer a lo que el Presidente
Clinton se refirió en octubre pasado como una estructura saludable
para una relación triangular. Y sólo de esta manera podremos
asegurar la paz y la prosperidad en la región de Asia-Pacífico.
La República de China en Taiwán
no ha escatimado esfuerzos para establecer la confianza mutua
y aumentar la interacción positiva entre ambos lados del Estrecho
de Taiwán. Aunque hace tres años Pekín suspendió unilateralmente
las conversaciones bilaterales, Taipei nunca ha abandonado
la esperanza de diálogo. En abril de este año, la Fundación
para los lntercambios a Través del Estrecho
y la Asociación para las Relaciones a Través del Estrecho
de Taiwán sostuvieron conversaciones
y llegaron a un acuerdo para que el Sr. Koo Chen-fu visite
China continental próximamente.
Es mi más ferviente esperanza que se aprovechará esta oportunidad
para un intercambio franco de puntos de vista, a fin de reanudar
las consultas institucionalizadas y formular un proyecto factible
para el mejoramiento de las relaciones bilaterales y la reunificación
democrática de China. En este aspecto, durante la última década,
el gobierno de la República de China ha seguido una política
positiva y pragmática hacia el continente, en un esfuerzo
para promover una interacción saludable a través del Estrecho
y procurar la reunificación democrática.
Ya en mayo de 1991, declaré el fin del Período de Movilización
para la Supresión de la Rebelión Comunista, renunciando formalmente
con ello al uso de la fuerza como medio para resolver el asunto
de la reunificación. También, en esta última década, la República
de China ha establecido el Consejo de Unificación Nacional,
el Consejo para Asuntos Continentales y la Fundación para
los Intercambios a través del Estrecho. Hasta el presente,
ambos lados han sostenido dieciocho rondas de conversaciones.
Al mismo tiempo, hemos trabajado activamente para construir
las bases legales necesarias y situar los intercambios a través
del Estrecho en un marco legal apropiado. Desde 1987 hasta
comienzos del presente año, los residentes de Taiwán han realizado
más de 12 millones de viajes a China continental.
En 1997, el monto del intercambio comercial entre ambos lados
había llegado a los US$26,4 billones -dieciséis veces mayor
que las cifras de 1987-. Mientras, empresarios de Taiwán decidieron
invertir más de US$38,1 billones en China continental, haciendo
de ella la segunda mayor fuente de inversión externa. El gobierno
de la República de China también ha elevado numerosas propuestas
concretas y amistosas concernientes a asuntos tales como reuniones
entre altos líderes, cooperación en el área internacional,
un centro de transbordo mar adentro, intercambios culturales,
cooperación agrícola, y la reforma de las empresas estatales.
Creándose así una nueva oportunidad para la competencia pacífica
a través del Estrecho. Lo que es lamentable, sin embargo,
es que las autoridades de Pekín nunca han estado dispuestas
a librarse de su rígida mentalidad. No sólo han sido incapaces
de enfrentar con firmeza el estado de los intercambios del
sector privado a través del Estrecho y responder a las bien
intencionadas expectativas de la República de China, sino
que ellos han intensificado la promoción de una política hacia
Taiwán limitando las relaciones internacionales, suprimiendo
las Fuerzas Armadas,
y enlazando ambas economías. Esto ha obstaculizado y obstruido
el desarrollo de relaciones normales a través del Estrecho,
forzándonos a adoptar una política de contragolpe, enfatizando
la "paciencia sobre la prisa" y el "progreso continuo para
el largo plazo".
El año pasado, las autoridades de China continental convocaron
al 15º Congreso Nacional del Partido Comunista Chino y a la
Primera Sesión Plenaria de la Novena Asamblea del Pueblo,
durante la cual fue formado su nuevo mando.
Es nuestra esperanza que esta nueva jefatura afrontará pragmáticamente
las tendencias globales de democracia, globalización e información
en el siglo XXI, y demostrará amplitud de mente
y una visión necesaria para originar una nueva era de reciprocidad
y confianza mutua entre
Taipei y Pekín.
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El Incierto Futuro de la Política
Industrial Japonesa en el Contexto de la Globalización
Lily M. Bravo
No cabe dudas que nos encontramos en medio de un cambio profundo
y cualitativo de la economía internacional. Este está conduciendo
al mundo hacia una nueva economía política que demanda "nuevos
instrumentos, nuevas políticas públicas y nuevas racionalidades"
(Gutiérrez y Rojas: 1997, p.1) para la acción y legitimación
de los Estados. En este sentido, se conciben como los principales
promotores de esta nueva economía política internacional a
los dramáticos cambios provocados por los vertiginosos avances
en las tecnologías de la información y el proceso de la revolución
tecnológica en su totalidad que se han llevado a cabo desde
comienzos de la década del sesenta. Asimismo, han estado dando
lugar a organizaciones industriales mundiales diferentes y
provocando cambios importantes en el rol del gobierno en el
desarrollo económico. Hasta comienzos de la década actual
Japón y ciertos países de Asia sorprendían al mundo con su
particular concepción de las estrategias desarrollistas. Japón
era el líder de un modelo interesante de desarrollo conocido
como la Bandada de Gansos Voladores, donde el desarrollo de
la economía japonesa estaba promoviendo el desarrollo del
resto de las economías de Asia. En forma particular, los japoneses
confiaban en un rol estratégico del Estado en el desarrollo
industrial, asumiendo que la industrialización era uno de
los pilares del éxito del desarrollo económico y el crecimiento
sostenido. El rol del Estado se expresaba explícitamente en
la formulación e implementación de una política industrial
que junto con una política comercial coherente y una política
financiera altamente regulada promovería el crecimiento y
competitividad en industrias seleccionadas, consideradas esenciales
para economías de industrialización tardía. Para tales efectos,
los objetivos de la política industrial japonesa fueron: la
concentración económica para alcanzar una economía de producción
de gran escala como también poder bruto de negocio, guiar
el desarrollo de Japón para convertirlo en una de las principales
naciones industrializadas, proteger a Japón de las vicisitudes
de la economía mundial y la incursión de foráneos, y controlar
los mercados extranjeros y las fuentes de abastecimiento (Gibney:
1998, p.244). Los principios de la política industrial japonesa
nunca fueron modificados y de hecho, permanecen prácticamente
intactos hasta la actualidad. Aunque la política industrial
ha enfrentado al menos tres reformas estructurales desde 1955
producto de los cambios tanto en el contexto interno como
externo, estos principios ya no son aplicables a Japón y sus
necesidades como lo fueron hace medio siglo atrás, especialmente,
después de transformarse desde una economía tardía a la segunda
potencia económica mundial. Como resultado, desde mediados
de la década de los ochenta, hemos evidenciado serias inconsistencias
y supuestos errados en la política industrial que han sido
contraproducentes para los objetivos que Japón debiera alcanzar
en una economía globalizada. Según el artículo de Frank Gibney,
Whither Deregulation? An Epilogue to Japan's Industrial Policy,
la esencia de la globalización para el Estado japonés es la
expansión de la posición de la inversión extranjera directa
japonesa, como también, la coordinación de su comercio y la
inversión extranjera. De ser así, todos los sectores en la
economía japonesa y sus subsidiarias en ultramar deben ser
coordinadas "globalmente". En este sentido, la política industrial
de Japón debe ser formulada tomando en consideración el contexto
internacional. Pareciera que después de que estalló la economía
de burbujas en Japón y de endaka (apreciación del yen, especialmente
después de los Acuerdos del Plaza de 1985), el nuevo objetivo
de Japón fue convertirse en una nación de tipo "cuartel general"
de la producción en la economía mundial. Tal escenario requiere
un política industrial totalmente diferente que implicaría
reformas masivas a sus principios, instrumentos y alcance.
En resumen, si aceptamos que las consideraciones mencionadas
en los párrafos anteriores están inmersas en un proceso o
fenómeno aún mayor llamado "globalización", en términos generales,
se puede suponer que el rol del Estado estaría fundamentado
en la creación de instituciones líderes que contribuyan a
reducir las incertezas y complejidades de la globalización
(Gutiérrez y Rojas: 1997, p.2). Si el rol del Estado está
definido por la economía política internacional, el cambio
de paradigma que estamos enfrentando nos conduce inevitablemente
a una redefinición de su rol respecto a las formas y objetivos
de su intervención económica y su relación con el sector privado
(Boisier: 1996). La acción del Estado se ve legitimizada cuando
es capaz de producir ventajas competitivas (Porter: 1990).
Es decir, cuando logra generar un medio que permita la emergencia
de ventajas competitivas. El manejo de esta variable fue un
factor clave para el proceso de industrialización experimentado
por Japón y las economías del Sudeste de Asia. En estas últimas,
la intervención del Estado estuvo restringida a la creación
de compañías competitivas internacionalmente a través de la
utilización de los mecanismos del mercado (Vestal: 1994).
Sin embargo, la rapidez de los cambios, los avances en la
internacionalización del comercio y la producción, los aumentos
en la movilidad del capital y los desafíos implícitos en las
tecnologías de la información nos han guiado, en el transcurso
de las últimas décadas, al reconocimiento de la necesidad
de nuevas formas de intervención y regulación económica que
escapan a la responsabilidad exclusiva de los Estados-nación.
El rol del Estado en la estrategia de desarrollo debe estar
centrado principal en uno de "inteligencia". Para concluir
podemos decir que el proceso de globalización y los cambios
en la política mundial significan que el rol del Estado-nación
y sus instituciones están cambiando dramáticamente, tanto
en sus esferas y formas de acción interna como externa. Sin
embargo, también significan la necesidad de reformular las
políticas públicas de acuerdo con las demandas que imprimen
los cambios globales relacionados con las condiciones y factores
del desarrollo equitativo y el crecimiento sostenido. En este
sentido, y considerando que Japón ya es una economía madura,
una economía industrial, la política industrial no puede aún
servir como una estrategia de desarrollo debido a que sus
supuestos ya no son válidos tanto en el plano doméstico como
el internacional. Por una parte, en el plano interno una marcada
desincronización de las variables económicas y sociales se
ha producido ahora que la industria japonesa ha alcanzado
un nivel de suficiencia y madurez enfrentándose a los mercados
internacionales con sus propios méritos. Por otro parte, el
gobierno no parece haber alcanzado la "madurez" con la misma
rapidez, y le es bastante difícil comprender que su activa
intervención en los quehaceres de la economía ya no es necesaria
y que sus ciudadanos presentan nuevas demandas y necesidades.
En el plano externo, ni los burócratas ni los políticos pueden
manejar y administrar con éxito las nuevas realidades de poder
como tampoco las responsabilidades y escala de los temas y
requerimientos que los confrontan. Finalmente, cabe destacar
que en la realidad japonesa se ha quebrado el consenso tanto
en la formulación de políticas y en la toma de decisiones
como en los temas políticos en sí. La idea de que Japón podía
confiar y descansar en un consenso amplio para proteger sus
intereses nacionales y legitimar las acciones de sus burócratas
en la formulación política ha sido minado por la emergencia
de intereses especiales. Existe una lucha de poder entre las
elites. Por lo tanto, Japón no puede hoy respaldarse en sus
acuerdo institucionales tradicionales para condicionar y contener
las luchas de poder.
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¿Cómo ha resistido Taiwan ante la
Crisis Financiera de Asia?
Chien-jen Chen
En la segunda mitad de 1997 el este de Asia experimentó una
importante crisis financiera. En países como Tailandia, Malasia,
Indonesia. Filipinas y Corea del Sur, las monedas cayeron
estrepitosamente y los mercados financieros se vieron colapsados.
La depreciación de la moneda y la caída de los valores en
los mercados financieros de Indonesia y Corea del Sur durante
la mitad del año fueron aproximadamente del 50 por ciento.
No obstante, durante este mismo período, la moneda de Taiwan
sólo experimentó una caída de un 15 por ciento, y su mercado
financiero sólo descendió en un 9 por ciento. Evidentemente,
el impacto de la crisis en Taiwan fue relativamente ligero.
La mayoría de los países del este de Asia sufrieron golpes
más que severos en sus mercados financieros; se encontraron
también con graves contratiempos en actividades productivas,
de consumo y de inversiones. Como resultado, han visto frenado
su crecimiento económico o éste ha sido incluso negativo.
En comparación, el sector financiero de Taiwan ha resultado
sólo ligeramente afectado y está comportándose correctamente
en lo esencial. El crecimiento económico de Taiwan en 1997
fue del 6,8 por ciento, los precios al consumo crecieron sólo
un 0.9 por ciento, y los precios de mercancías cayeron un
0.5 por ciento. Resulta evidente que la economía de Taiwan
siguió su curso durante la crisis financiera. ¿Pero cómo ha
conseguido la economía de Taiwan resistir ante una tempestad
a tan gran escala? - Durante muchos años, el ahorro nacional
bruto ha superado las inversiones domésticas brutas. En 1997,
por ejemplo, hubo un excedente de ahorro del 2,56 por ciento
del Producto Nacional Bruto. Las inversiones, tanto en el
sector público como en el privado, estuvieron esencialmente
financiadas por el ahorro doméstico local más que mediante
la constricción de deuda externa. - Taiwan ha contado durante
muchos años con superávit en su cuenta corriente (7.700 millones
de dólares en 1997), todo lo contrario de lo ocurrido en los
países afectados por la crisis financiera, que han sufrido
un enorme déficit en sus cuentas corrientes año tras año.
- La República de China sumó en 1997 83.500 millones de dólares
en reservas de divisas, suficientes para hacer frente a necesidades
de divisas para importaciones durante 8 meses; mientras, la
deuda externa del sector público de la República de China
fue sólo de 100 millones de dólares. A finales de 1997, las
instituciones financieras de Taiwan obtuvieron un total de
activos de 29.700 millones de dólares americanos, y un total
de pasivos de 29.300 millones, dejando por tanto un balance
positivo de 400 millones de dólares. - La República de China
ha adoptado también un recto y progresivo proceso de liberalización
financiera. Esto supuso en primer lugar la estabilización
de los precios de los productos, una liberalización del comercio
y el levantamiento de las restricciones en los tipos de interés
y en el tipo de cambio de divisas. El siguiente paso fue abrir
el flujo de capitales. Durante el período de crisis, la República
de China mantuvo un tipo de cambio flotante, a diferencia
de los sistemas vinculados al dólar de los países afectados
por la crisis financiera. - La República de China cuenta con
una saneada estructura para el financiamiento de actividades
empresariales. El sector bancario de Taiwan se mantiene en
buena forma. Durante 1997, los negocios en la isla hicieron
uso de un mercado financiero para cotizar, comerciar con productos
sin cotización oficial y aumentar los beneficios. Así, se
obtuvieron beneficios de unos 15.300 millones de dólares,
incrementando enormemente las tasas de capitalización. - La
estructura industrial de Taiwan está basada fundamentalmente
en pequeñas y medianas empresas, que representan cerca del
98 por ciento del total de empresas del país. Sus negocios
son bastante flexibles para responder a las crisis externas.
La economía de Taiwan ha crecido muy rápidamente durante la
última década. Hoy, cerca del 40 por ciento del total de las
exportaciones de Taiwan son productos intensivos en capital
y tecnología, mientras que los productos que requieren elevada
mano de obra representan menos del 20 por ciento de todo lo
que se exporta. La composición de las exportaciones del país
es cada vez más parecida a la de las naciones desarrolladas.
La razón principal de la crisis financiera sufrida por los
países del sudeste asiático ha sido la sacudida experimentada
en el mercado de exportaciones motivada por una demanda excesiva.
Por eso, los países realmente afectados han sido aquellos
situados en la misma región en la que se estaba suministrando
mano de obra barata. Hace unos diez años, Taiwan se vio forzado
a abandonar sus industrias de exportación tradicionales, y
ahora se ha convertido contracorriente en proveedor de materias
primas, componentes y equipamiento para exportación, y así
ha evitado que estos países lo excluyeran del mercado de exportaciones.
Nada de ello garantiza rigurosamente que Taiwan no vaya a
toparse con dificultades económicas en el futuro. Sin embargo,
su habilidad para resistir la crisis financiera asiática puede
ser interpretada como una afirmación de la solidez de la política
económica de la República de China. No obstante, más que sentirse
satisfecho, Taipei permanece deseoso de explorar caminos para
que el relativo poder financiero y los recursos de Taiwan
puedan ser utilizados para ayudar a que toda la región vuelva
sobre sus pasos, puesto que lo mejor para todas las naciones
es que haya una economía regional saludable. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) tiene como misión ayudar a aquellos países
que han sido seriamente afectados por la crisis financiera;
sin embargo, su capital es limitado. Taiwan está absolutamente
dispuesto a cargar con parte de este peso, pero desafortunadamente
en la actualidad no es miembro del FMI y sólo puede proporcionar
fondos limitados a través de canales indirectos que resultan
costosos. Esto resulta lamentable para aquellos países que
necesitan ayuda para recobrar la salud financiera. En beneficio
de tales países y del mundo en general, Taiwan debería ser
admitido en organizaciones económicas internacionales del
tipo OMC o el FMI en una fecha cercana.
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How Has Taiwan Weathered the Financial
Crisis in Asia?
Chien-jen Chen
East Asia experienced a significant financial crisis. In countries
such as Thailand, Malaysia, the Philippines and South Korea,
currencies crashed and financial markets collapsed. Currencies
depreciated and assets fell by approximately 50 percent on
the financial markets in Indonesia and South Korea in the
second half of the year. Nevertheless, in this same period,
Taiwanese currency fell by only 15 percent while the financial
market dropped by only 9 percent. Evidently, the impact of
the crisis on Taiwan was relatively slight. The financial
markets of most South East Asian countries suffered severe
blows. They also experienced major setbacks in activities
such as production, consumption and investment. Consequently,
their economic growth stopped or even became negative. Comparatively,
the Taiwanese financial sector suffered only slightly and,
essentially, it is performing adequately. In 1997, Taiwan
grew at a rate of 6.8 percent, retail prices rose only 0.9
percent and the price of goods dropped 0.5 percent. Evidently,
the Taiwanese economy was not swayed off course by the financial
crisis. But how has the Taiwanese economy managed to resist
such a large scale storm? For many years, gross national savings
surpassed gross domestic savings. In 1997, for example, savings
surpluses reached 2.56 percent of the Gross Domestic Product.
Investment, both in the public and in the private sector,
were essentially financed by local domestic savings rather
than by limiting the foreign debt. Taiwan has run a surplus
on its current account for many years (7.7 billion dollars
in 1997), the reverse of what happened to countries affected
by the financial crisis, which have run huge current account
deficits year after year. In 1997, foreign currency reserves
in the Republic of China totaled 83.5 billion dollars. This
amount is enough to cover its foreign currency needs for imports
for an eight month period. Meanwhile, the public sector's
foreign debt in the Republic of China amounted to a mere 100
million dollars. By the end of 1997, assets held by financial
institutions in Taiwan amounted to 29.7 billion United States
dollars and their total liabilities amounted to 29.3 billion,
which produces a positive balance of 400 million dollars.
The Republic of China has adopted a straightforward and progressive
process of financial deregulation. Prices were stabilized,
trade was deregulated and restrictions on interest rates and
currency exchange rates were lifted. Next, the economy was
opened up to the flow of foreign capital. During the crisis,
the Republic of China maintained a floating exchange rate,
as opposed to the dollar-pegged systems in use in the countries
affected by the financial crisis. The Republic of China has
an unencumbered structure for financing business activities.
Banking in Taiwan is in good shape. During 1997, business
transactions on the island made use of the financial market
for listing, trading in not officially listed products and
thus increase benefits. Profits of around 15.3 billion dollars
were obtained, thereby greatly increasing capitalization rates.
Taiwan's industrial structure is essentially based on small
and medium scale companies which represent around 98 percent
of the total number of companies in the country. They are
flexible enough to respond to external crises. Taiwan's economy
has grown quickly over the past decade. At present, over 40
percent of Taiwan's total exports are capital-intensive and
technology-intensive goods while labor-intensive products
represent less than 20 percent of total exports. The product
mix of goods exported by Taiwan is increasingly similar to
that of developed nations. The main reason under the financial
crisis of the South East Asian countries is the shock to export
markets due to excess demand. Consequently, countries that
were hit more strongly by the crisis are the ones located
in the same region that was supplying cheap labor. Some ten
years ago, Taiwan was forced to abandon its traditional export
industries and it has now turned into a provider of raw materials,
components and equipment for export. It has thus prevented
these countries from excluding it from the export market.
Strictly speaking, none of the above guarantees that Taiwan
will not run into economic difficulties in future. However,
its ability to resist the Asian financial crisis can be seen
as confirmation of the soundness of the economic policies
implemented by the Republic of China. Nevertheless, instead
of feeling satisfied, Taipei continues to want to explore
other routes to enable Taiwan's relative financial power and
resources to be used to help the entire region to retrace
its steps because a healthy regional economy is the best option
for all the nations in the area. The International Monetary
Fund (IMF) is in charge of helping the countries that were
severely affected by the financial crisis. However, its capital
is limited. Taiwan is fully willing to bear part of this burden
but, unfortunately, at present it is not a member of the IMF
and can only provide limited funds through indirect channels
which are quite costly. This is unfortunate for countries
that need help to regain their financial health. In benefit
of those countries and of the world in general- Taiwan should
be admitted to the international economic organizations such
as the WTO or the IMF at an early date.
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El Foro Regional de ASEAN Como Sistema
de Seguridad Cooperativa en el Sudeste Asiático
Martín Pérez Le-Fort
En los procesos de redefinición de los equilibrios estratégicos
vinculados al fin de la guerra fría un elemento digno de evaluación
es el rol que juegan los sistemas de seguridad cooperativa.
Ellos surgen de la necesidad de reemplazar las estructuras
de seguridad de la Guerra Fría por estructuras y procesos
multilaterales con las siguientes características: deben estar
adaptados hacia la confianza, más bien que hacia la disuasión;
deben en el mejor de los casos reemplazar o al menos coexistir
con alianzas bilaterales y finalmente; deben promover la seguridad
militar y no militar. Lo que caracteriza fundamentalmente
a la seguridad cooperativa es su enfoque gradual respecto
al desarrollo de estructuras multilaterales. Es un concepto
flexible que reconoce el valor de las vías de carácter bilateral
o de balance de poder como formas de contribuir a la seguridad
regional y mantenerlos, pero dando paso al multilateralismo
para que un proceso más flexible, informal y ad-hoc se desarrolle,
hasta que las condiciones para que sea institucionalizado
estén dadas. Un elemento operativo fundamental en la seguridad
cooperativa es crear "hábitos de diálogo" y moverse hacia
una participación inclusiva, complementada con un amplio intercambio
sobre temas de interés común en los planos gubernamental,
no gubernamental, privado, académico, etc. que no requieran
una formalización. Este proceso reconoce un aspecto fundamental
y, a veces, mal entendido: la primacía de los intereses de
los Estados y su obvia consecuencia: competencia, conflicto
de intereses, etc. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático
(ASEAN) ha logrado desarrollar una potencialidad implícita
desde su fundación en 1967, la cual es crear un entorno en
el cual la sobrevivencia de cada Estado sería asegurada a
través del fomento de la estabilidad regional y la limitación
de la competencia entre ellos. Aunque este propósito jamás
se planteó formalmente, si podía ser entendido como un elemento
político subyacente de dicha organización. Esta base "política"
permitió la generación del Foro Regional de la ASEAN, también
conocido como ARF. Este foro regional unido al ASEAN-ISIS
(ASEAN-Institutes of Strategic and International Studies)
y al CSCAP (The Council for Security Cooperation in the Asia
Pacific) conforman una importante arquitectura de seguridad
regional. Los objetivos iniciales implícitos en ASEAN, en
el ámbito de seguridad, eran regular sus conflictos internos
y lograr estabilidad regional, para evitar el involucramiento
de poderes externos tan propios de la guerra fría. Estos objetivos
se tradujeron en 1971 en la Declaración sobre la Zona de Paz,
Libertad y Neutralidad (ZOPFAN) y en el objetivo intermedio
de crear una Zona Libre de Armas Nucleares en el Sudeste Asiático
(expresado en la SEANWFZ en 1984), para restringir las opciones
nucleares de los poderes globales en la zona. El Tratado de
Amistad y Cooperación de 1976 dio las bases legales para el
ZOPFAN y junto con la Declaración de Concordia de la ASEAN
del mismo año, proveyeron de los instrumentos para manejar
el orden regional. La invasión de Camboya por Vietnam en 1978,
que reflejaba la disputa mayor entre los intereses de China
y de la URSS, trajo tensión a dicha región e hizo imposible
el implementar la ZOPFAN. Sin embargo, esto no fue obstáculo
para poner en práctica una serie de medidas y reuniones con
el fin de incrementar la cooperación y evitar el conflicto.
El intenso diálogo dio el sentido de compartir intereses y
valores comunes además de los propios intereses nacionales.
A pesar de mantener conflictos territoriales entre ellos,
los países miembros no contemplaron el uso de la fuerza para
resolver sus problemas, lo que proveyó una base de confianza.
El conflicto de Camboya fue la primera amenaza a la paz de
la región. ASEAN optó por aumentar la cooperación con actores
externos en el uso de una variedad de instrumentos políticos
económicos, diplomáticos y militares. La solución al problema
de Camboya en 1991 en el acuerdo de París siguió la formula
de la ASEAN que era: total retirada de las tropas vietnamitas
de Camboya, autodeterminación para el pueblo camboyano y finalmente,
una Camboya independiente y neutral. Este éxito generó confianza
en una práctica que permitió explorar nuevas posibilidades
en el ámbito del diálogo de seguridad regional, a pesar que
pueda evaluarse la solución de este conflicto como resultado
de los profundos cambios a nivel global producidos en este
período (entre los que se destaca la disolución de la URSS).
Dos factores contribuyeron a que el diálogo de seguridad a
nivel gubernamental se mantuviera bajo el auspicio de ASEAN:
La idea de compartir la carga de la presencia militar estadounidense
en la región, que derivó en discusiones respecto de lo que
quería ASEAN respecto a su seguridad y el propósito de un
número de países del Asia-Pacífico de desarrollar nuevas estructuras
multilaterales de seguridad regional que reemplazarán a las
estructuras de alianzas de los superpoderes generadas en la
guerra fría. La idea del Foro Regional de la ASEAN parte en
1990 con los discursos del Canciller australiano Gareth Evans
respecto a la idea de una seguridad común bajo el modelo de
la CSCE (Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa).
En un principio la idea parecía ser la de generar estructuras
similares en la zona, pero esto sólo se tradujo en la creación
de un foro respecto de la seguridad en el Asia-Pacífico. Para
ello se aprovecharon las Conferencias Postministeriales de
la ASEAN (ASEAN-PMC). En la ASEAN-PMC de 1991, se anunció
que podrían darse discusiones de seguridad en su seno. En
julio de 1993, ASEAN proclamó el establecimiento del Foro
Regional de la ASEAN (ARF), compuesto por 19 países incluyendo
a China y Estados Unidos. Su primera reunión de trabajo tuvo
lugar en Bangkok, en mayo de 1994. La disputa sobre el archipiélago
de las Spratly (Nansha), en el Mar del Sur de China, generó
la primera prueba para el Foro Regional de la ASEAN (ARF).
Dicho organismo (que incluye a no reclamantes y poderes externos)
expresó su preocupación por el conflicto, promocionando la
construcción de medidas de confianza para bajar el nivel de
tensión, para ello se planteó que el ARF sólo sería un foro
consultivo con el fin de incorporar a todos los actores involucrados.
La meta del proceso fue la de establecer cooperación en un
amplio rango en el Mar del Sur de China, en orden a construir
medidas de confianza mutua y desarrollar la cooperación multilateral
sobre las Spratly, además de disminuir las conductas agresivas
de los reclamantes, lo que constituyó una estrategia novedosa
y exitosa. La dificultad de llevar las disputas al nivel multilateral
formal, no implica que los grupos de trabajo informales no
puedan ayudar a disminuir las tensiones en períodos de crisis.
El mantener el diálogo dificulta una salida brusca del proceso
por parte de los actores más beligerantes. Lo fundamental
en este caso es que a través de un proceso evolutivo de amplio
alcance se ha logrado incorporar a todos los actores involucrados
en la disputa sobre las Spratlys en un diálogo multilateral
que ha ido limitando cada vez más las posibilidades de enfrentamiento
militar. De esto podemos desprender que los sistemas de seguridad
cooperativa cumplen un rol fundamental de estabilización durante
los procesos de redefinición de equilibrios estratégicos en
la pos guerra fría, ya que permiten la flexibilidad suficiente
para evitar rupturas definitivas entre los actores comprometidos.
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The Regional ASEAN Forum as a Cooperative
Security System in South East Asia
Martín Pérez Le-Fort
In the process of redefinition of strategic balances linked
to the end of the Cold War, one issue that bears evaluation
is the role played by cooperative security systems. They arose
from the need to replace the security systems that were in
place during the Cold War for multilateral structures with
the following features: they must be aimed at trust rather
than deterrence; at best, they must replace or at least coexist
with bilateral alliances and, finally, they must promote military
and non-military security. The characteristic feature of cooperative
security is its gradual approach to the development of multilateral
structures. It is a flexible concept that acknowledges the
value of bilateral approaches or those involving a balance
of power as a way to foster and maintain regional security.
At the same time it is intended to give way to a multilateral
approach to enable the development of a more flexible, informal
and ad-hoc process until circumstances allow it to become
part of the institutional framework. Developing "dialogue
patterns" is an essential operative element in cooperative
security as is moving toward comprehensive participation.
This needs to be supplemented by extensive exchanges on issues
of common interest in the sphere of government, non-government,
private, and academic matters which do not require a formal
organization. This process acknowledges an essential and frequently
misinterpreted issue, namely, the supremacy of the interests
of states and its obvious consequence: competition, conflict
of interest and the like. The Association of South East Asian
Nations (ASEAN) has managed to realize its implicit potential
since its establishment in 1967, specifically by creating
an environment in which the survival of each individual state
should be ensured by fostering regional stability and by limiting
competition between the countries. Although this goal has
never been formally stated, it is probably one of the underlying
political elements of ASEAN. This "political" basis allowed
the ASEAN Regional Forum (ARF) to develop. The ARF, together
with ASEAN-ISIS (ASEAN-Institutes of Strategic and International
Studies) and CSCAP (the Council for Security Cooperation in
the Asia Pacific) form an important regional security structure.
The initial and implicit objectives sought by ASEAN in terms
of security were to regulate internal conflicts in the area
so as to prevent the involvement of non-regional powers, which
were a typical feature of the Cold War. These goals translated
into the Declaration on the Zone of Peace, Freedom and Neutrality
in 1971 (ZOPFAN) and in the intermediate goal of creating
the South East Asian Nuclear Weapons Free Zone (expressed
through the SEANWFZ in 1984) intending to restrict the nuclear
options available to the world powers in the area. The Friendship
and Cooperation Treaty of 1976 created the legal bases for
the ZOPFAN and, together with the Concord Declaration of ASEAN,
also issued in 1984, provided the instruments to manage the
regional order. The Vietnamese invasion of Cambodia in 1978,
reflecting the larger conflict between the interests of China
and the Soviet Union, created tension in the region and rendered
the implementation of ZOPFAN impracticable. However, this
was no obstacle to a series of measures and meetings aimed
at enhancing cooperation and avoiding conflict. This intense
dialogue gave rise to a feeling of shared common interests
and values in addition to individual national interests. Despite
persisting territorial conflicts, the member countries did
not contemplate resorting to force to solve their problems,
and this gave rise to a basis for trust. The Cambodian conflict
was the first threat to peace in the region. ASEAN opted for
enhancing cooperation with external actors through a series
of political, economic, diplomatic and military instruments.
The solution to the Cambodian issue in 1991 thanks to the
Paris Agreement followed the ASEAN formula, namely: full withdrawal
of Vietnamese troops from Cambodia, self-determination for
the Cambodian people and an independent and neutral Cambodia.
This success gave rise to confidence in a practice that permitted
exploring new possibilities for dialogue on regional security,
although the solution to this conflict can also be viewed
as the outcome of the major global changes which occurred
during this period (the most noteworthy of which was the disintegration
of the Soviet Union). Two factors contributed to keeping the
dialogue on security between governments under the auspices
of ASEAN: One was the idea of sharing the burden of the United
States military presence in the area, which gave rise to discussions
on what ASEAN wanted in terms of its security, and the other
was the goal of several Asian-Pacific countries that wanted
to develop new regional security multilateral structures to
replace the structures of alliances between the super powers
generated in the course of the Cold War. The idea of the ASEAN
Regional Forum was launched in 1990 in speeches delivered
by the then Australian Minister of Foreign Affairs, Gareth
Evans, who referred to the idea of a common security based
on the model of the Conference on Security and Cooperation
in Europe (CSCE). Initially, the idea appeared to be meant
to create similar structures in the region but this only resulted
in the establishment of a forum on security in the Asia-Pacific
region. The post-ministerial ASEAN conferences were used for
this purpose. An announcement was made at the 1991 ASEAN-PMC
stating that discussions on security could take place there.
In July 1993, ASEAN announced the establishment of the ASEAN
Regional Forum (ARF) formed by 19 countries including China
and the United States. The first working meeting of the ARF
took place in Bangkok in May 1994. The debate on the Spratly
Islands (Nansha) in the South China Sea was the first test
for the ARF. The ARF (which includes non-claimants and foreign
powers) expressed its concern over the conflict, promoting
the development of confidence measures to reduce the conflict.
The proposal made suggested that the ARF should only operate
as a consultative forum in order to ensure the participation
of all the actors involved. The goal of the process was to
establish cooperation along a broad spectrum in the South
China Sea so as to develop measures of mutual trust and encourage
multilateral cooperation over the Spratly Islands, in addition
to quelling the aggressive behavior of the claimants. This
proved to be an innovative and successful strategy. The difficulties
involved in taking disputes to a formal multilateral level
does not imply that non-formal working groups are incapable
of helping to ease the tension in times of crisis. Maintaining
a dialogue makes it harder for the more belligerent actors
to abruptly abandon the process. The crucial feature in this
case is that, through a far-reaching process of evolution,
all the actors involved in the dispute over the Spratlys have
been able to participate in a multilateral dialogue which
has increasingly limited the possibility of a military confrontation.
We may therefore infer that cooperative security systems play
an essential role in aiding stabilization in the course of
redefining strategic balances in the post Cold War era since
they allow enough flexibility to avoid definitive breakdowns
among the actors involved.
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El XXXI Encuentro de PBEC en Chile
Andrés Angulo Farmer
Entre los días 22 y 27 de mayo se realizó en Santiago la XXXI
Reunión Internacional Anual del Consejo Económico de la Cuenca
del Pacífico (PBEC). El tema central del encuentro fue "Prosperidad
en el Pacífico: Sosteniendo el Momentum hacia el Siglo XXI".
Las conclusiones de esta reunión se entregarán a APEC, donde
se espera que estas puedan incidir en las decisiones gubernamentales
de cada uno de los miembros. Algunos de los tópicos analizados
fueron: -. Identificar los principios básicos para el desarrollo
del comercio electrónico. -. Hacer un llamado a APEC para
que ejecute el acuerdo de Liberalización Sectorial Voluntaria,
antes que se reúnan los ministros a fines de junio. -. Estudiar
los efectos de la inversión externa directa y dar a conocer
políticas para la liberalización de las telecomunicaciones
en la región. -. PBEC estableció normas relativas a los principios
de transparencia en la relación entre empresariado y gobierno,
haciéndose hincapié en los esfuerzos para combatir la corrupción.
Estos resultados de la reunión de empresarios de la Cuenca
del Pacífico deberán traducirse en las acciones que adopten
los gobiernos en el proceso de integración, en el que los
miembros de PBEC están empeñados para aumentar el intercambio
de productos e inversiones, abrir nuevos mercados y disminuir
las barreras comerciales. El encuentro contó con la presencia
del Presidente de Chile, Eduardo Frei, y los vicepresidentes
de Perú, Ecuador y Argentina, el Secretario de Defensa de
Estados Unidos y el Presidente de la Industria Automotriz
Honda, líderes empresariales de PBEC y delegados de Argentina,
Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, quienes fueron invitados
como observadores, tanto para conocer las distintas oportunidades
de comercio en Latinoamérica, como para establecer contactos.
Tal como el tema central lo indica, en vistas del siglo XXI
para consolidar el comercio en la región. Por cierto se debe
considerar que los miembros de PBEC realizan negocios por
más de 4 trillones de dólares y dan empleo a más de 10 millones
de personas. La reunión estuvo marcada por la situación actual
que vive la región de Asia Pacífico producto de la crisis
económica, lo que aunque incidió en la ausencia de algunos
personeros de esa región, permitió un conocimiento más estrecho
de la situación que vive esa área. Además, durante la reunión,
asumió como nuevo Presidente del Organismo el Sr. Helmut Sohmen,
en reemplazo del Sr. Gary Tooker. Para Chile, el hecho de
ser el país anfitrión tiene una relevancia muy especial. El
año pasado fue sede de la XII Reunión de PECC y el recibir
nuevamente a miembros del Asia Pacífico acentúa más las condiciones
de componente de este sistema y lo posiciona como agente importante
en la relación en la cuenca del Pacífico. La inserción chilena
en esta región ha sido constante y hoy, pese a las dificultades
por las que ella atraviesa, las acciones de los hombres de
negocios junto a los estamentos gubernamentales e instituciones
como APEC permitirán consolidar a esta zona como el epicentro
de los negocios del Siglo 21.
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The XXXI Meeting of the PBEC in Chile
Andrés Angulo Farmer
The XXXI Meeting of the Pacific Basin Economic Council (PBEC)
was held in Santiago on May 22-27. The main theme of the meeting
was "Prosperity in the Pacific: Sustaining the Momentum into
the XXI Century". The conclusions of this meeting will be
delivered to APEC and they are expected to possibly influence
the decisions to be adopted by each of the members. Some of
the issues examined at the Meeting were: Identify the basic
principles for the development of electronic trade. Calling
on APEC to implement the Voluntary Sectoral Deregulation Agreement
prior to the Ministers' meeting in late June. Study the effect
of direct foreign investment, and disseminating policies for
the deregulation of telecommunications in the region. PBEC
established standards on the principles of transparency in
the relationship between entrepreneurs and the government,
emphasizing efforts aimed at fighting corruption. The outcome
of the meeting of Pacific Basin entrepreneurs should be reflected
in the actions undertaken by the governments in the process
of integration, wherein PBEC members are intent on increasing
trade in products and investment, on opening up new markets,
and on reducing trade barriers. The Meeting was attended,
among others, by the President of Chile ?Mr. Eduardo Frei-,
the Vice-Presidents of Argentina, Ecuador, and Peru, the United
States Secretary of Defense and the Chairman of Industria
Automotriz Honda. Also present were business leaders and delegates
from Argentina, Brazil, Paraguay and Venezuela. They were
invited as observers to become acquainted with the different
trade opportunities offered by Latin America and to establish
contacts, as the title of the meeting states, on the threshold
of the 21st century to consolidate trade in the region. A
noteworthy fact is that PBEC members conduct business in excess
of four trillion dollars and provide jobs for over 10 million
people. The current situation in the Asia Pacific region as
a consequence of the economic crisis was the dominant issue
at the meeting. Although this prevented some officials from
attending, it allowed for a closer understanding of the situation
in that area. In the course of the Meeting, Mr. Helmut Sohmen
took office as Chairman of the PBEC, replacing Mr. Gary Tooker.
Hosting the meeting proved to be a particularly significant
event for Chile. Last year, Chile hosted the Twelfth Meeting
of the PECC and a new visit from members of the Asia Pacific
emphasizes its situation as a member of this system and positions
Chile as an important agent in relationships in the Pacific
Basin. Chile has been uninterruptedly involved in this region
and, despite current problems in the region, the actions of
business people and of government and institutions such as
APEC will help to consolidate this area as the focal point
of business for the 21st century.
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El interminable contencioso ruso-japonés
sobre las Kuriles
Jordi Masachs i Castell
La devolución de los irredentos Territorios del Norte o Kuriles
del Sur es para Japón condición sine qua non para la negociación
de cualquier convenio o pacto importante con Rusia. Son 4.996
Km2 de inhóspitas tierras volcánicas, cuyo valor estratégico
ha quedado obsoleto desde que la supremacía de la aviación
ha relativizado el otrora incontestable poderío naval. Su
importancia actual radica en un delicado factor de consecuencias
incalculables: el capital político, es decir, en los impredecibles
efectos que un cambio de soberanía provocaría en la política
interna de ambos países. El orgullo y el honor nacional, explican
la cautela y la prudencia que muestran ambas partes en no
parecer derrotadas o débiles. Rusia y Japón están obligadas
a llegar a un acuerdo sin vencedores ni vencidos o, mejor,
a uno en el que los dos países aparezcan como vencedores ante
sus respectivas audiencias. En una cumbre, celebrada en Tokio
el 18 de abril de 1991, Gorbachov y Kaifu, acordaron acelerar
las negociaciones varias veces pospuestas tras la Segunda
Guerra Mundial. Pero la extinción de la URSS, en diciembre
de aquel año, paralizó la iniciativa. Tras una reunión del
Consejo de Seguridad de la ONU, en enero de 1992, Yeltsin
y Miyazawa deciden encontrarse en Tokio, pero, en el último
momento, Yeltsin anula la cita. El desencuentro, percibido
como una ofensa en Japón, y que en la práctica vuelve a estancar
las negociaciones, es motivado por las convulsiones internas
que padecen ambos países. En aquellos años, Japón pierde la
estabilidad política, con la debacle del Partido Liberal Demócrata
(PLD) o Jiminto, mayoritario en el poder desde 1955 a 1993,
y entra en un período de crisis económica, que aún perdura.
Por su parte, la Federación Rusa, en tránsito hacia el capitalismo,
vive una situación caótica e inestable, salpicada por amenazas
golpistas y proclive al descontento y a la violencia social.
Apaciguados los problemas internos, Yeltsin y Hosokawa se
reúnen en Tokio un año después, el 13 de octubre de 1993,
y acuerdan reactivar -nuevamente- las relaciones bilaterales.
Esta vez, deciden separar la disputa territorial de los acuerdos
económicos y técnicos, que, no obstante, languidecen por el
desinterés japonés. Rusia, además, se disculpa por los 600
mil prisioneros japoneses muertos en Siberia, se compromete
a retirar efectivos militares de los territorios reclamados
y reconoce los compromisos adquiridos en 1956. Por su parte,
Japón, ofrece -cautelosamente- algo de ayuda, en un sabio
goteo, a la espera de mayores concesiones. La cumbre de Krasnoyarsk,
en noviembre de 1997, entre Yeltsin y Hashimoto, parece enlazar
con esta tendencia. Sin embargo, el escenario asiático, con
la debacle monetaria y económica de los principales clientes
de Japón -receptores del 45% de sus exportaciones-, ha experimentado
unos cambios de decorado que pueden favorecer, en el futuro,
el lucrativo entendimiento que persigue Rusia. Estancada o
en recesión, desde abril de 1991, la economía japonesa está
abandonando su tradicional papel de locomotora económica.
De momento, la única solución viable es la de siempre: el
incremento de las exportaciones, pero, ¿hacia dónde?. Japón
es un país que siempre ha evitado caer en un excesivo regionalismo
que recorte sus posibilidades internacionales. Su expansión
por el mundo y por el área del Pacífico no deja de crecer
año tras año. Los mercados sudamericanos, estructuralmente
débiles, absorberán a corto plazo un mayor volumen de exportaciones
japonesas. Pero los mercados que, a pesar de los riesgos,
ofrecen un mayor potencial para absorber nuevas y masivas
exportaciones japonesas, a mediano y largo plazo, son el chino
y el ruso. No sería extraño que en los próximos meses, si
persiste o se agrava la actual coyuntura -soñada por Yeltsin-
Japón se acercase presuroso a sus tradicionales enemigos.
El tratado de paz con Rusia parece hoy más factible.
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The Unending Russian-Japanese Contention
over the Kurils
Jordi Masachs i Castell
The return of the irredentist Northern Territories or the
Southern Kurils is, for Japan, a sine qua non condition for
the negotiation of any important pact or agreement with Russia.
These territories constitute 4,996 Km' of inhospitable volcanic
land, Whose strategic value has remained obsolete since the
supre-macy of aviation relativized the otherwise-indisputable
importance of naval power. Its current importance lies in
a delicate factor of incalculable consequences: political
capital. That is, in the unpredictable effects that a change
in sovereignty would provoke in the domestic policies of both
countries. Due to the pride and national honor, one can easily
see why both sides use such high degrees of caution and prudence
in order to show that they are neither weak nor defeated in
any sense. Russia and Japan are obligated to teach an agreement
that has neither winners nor losers, or better said, one in
which both countries appear as winners before their respective
national audiences. In a summit celebrated in Tokyo in April
18th, 1991, Gorbachev and Kaifu, agreed -as in this last one-
to accelerate negotiations which had been postponed several
times since the end of World War ll. The demise of the USSR
in December of this year paralyzed this initiative. In a UN
Security Council meeting in January 1992, Yeltsin and Miyazawa
decided to meet once again in Tokyo, but at the last minute
Yeltsin canceled the date. This failure to meet, perceived
as a cultural offense in Japan, has once again stalled negotiations,
though the move are motivated primarily by internal convulsions
faced by both countries. At the time, Japan was losing political
stability because of the debacle of the Liberal Democratic
Party (LDP), or Jiminto, the representative majority since
1955 to 1993, and it was entering into a period of economic
crisis that continues to endure. At the same time, the Russian
Federation, in its transition toward capitalism, was living
a chaotic and unstable situation, heightened by threats of
a coup and tending to generate national discontent and social
violence. With internal problems eased, Yeltsin and Hosokawa
met in Tokyo one year later -October 13th, 1993- and agreed
to reactivate -again- bilateral relations. This time, they
decided to separate the territorial dispute from all technical
and economic agreements, though these latter items remain
languishing due to disinterest on the part of the Japanese.
Russia also apologized for the 600,000 japanese prisoners
killed in Siberia over the years, and promised to remove military
personnel from the territories in question, recognizing bilateral
agreements made prior to 1956. However, Japan offered very
cautiously and wisely a small bit of help, hoping for greater
concessions in the future. The Krasnoyarsk summit celebrated
in November 1997 between Yeltsin and Hashimoto seemed to tie
together these elements. However, the Asian scene, given the
monetary and economic crisis faced by the principle clients
of Japan -which receive 45% of its exports- has experienced
some superficial changes which may favor, in the future, the
lucrative understanding sought by Russia. Stagnant or in recession
since April 1991, the Japanese economy is abandoning its traditional
role of economic motor. At the moment, the only feasible economic
solution is that of always: increase exports. The question
is, to where? Japan has traditionally avoided falling into
any type of excessive regionalism that might negatively affect
its international possibilities. Its expansion throughout
the world and throughout the Pacific Rim has continued to
increase year after year. South American markets, though structurally
weak, will absorb in the short term a higher volume of japanese
exports. But those markets which, despite the risks, offer
a greater potential for absorbing new and massive Japanese
exports, in both the medium and the long term, belong to China
and Russia. lt would not be strange that in the next few months,
if the current situation persists or worsens -a situation
dreamed of by Yeltsin- Japan promptly becomes closer to its
traditional enemies. For that reason, a peace treaty with
Russia seems more plausible today.
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Una perspectiva de la cumbre chino-norteamericana
Augusto Soto Alvarez
La reciente cumbre chino-estadounidense -celebrada durante
la visita del presidente chino, Jiang Zemin, a Estados Unidos
entre el 28 de octubre y el 3 de noviembre de 1997- ha sido
calificada como el primer encuentro entre superpotencias del
siglo XXI. La decisión de celebrar reuniones periódicas y
conectar un teléfono rojo entre ambas capitales parecería
señalar una relación de significado global análoga a la mantenida
por Washington y Moscú durante la Guerra Fría. Con estas cumbres,
Washington intenta incluir a la potencia emergente en compromisos
internacionales afines, como parte del denominado "constructive
engagement". También, esta es una maniobra estratégica para
evitar parte de la dispersión del poder que otorgan los presentes
medios tecnológicos a entes sin fronteras en el gran espacio
euroasiático y de Oriente Medio. La desintegración de la URSS
y el integrismo islámico militante en Asia central favorecen
esta vía. Por su parte, Pekín carece de otra alternativa que
no sea continuar el acercamiento a Washington. De ello depende
en gran parte el éxito de sus modernizaciones y su aceptación
en organismos internacionales. Desde 1979 hasta hoy, las reformas
impulsadas por Deng Xiaoping han logrado captar tecnología
y capitales de las grandes multinacionales estadounidenses
e introducir favorablemente la imagen de China en la opinión
pública del otro lado del Pacífico, desde California hasta
Washington. A su vez, en las urbes de la República Popular
China (RPCh) la cultura de masas, el modo de vida y la educación
universitaria estadounidense han pasado a ser considerados
como una ventana al mundo. Junto a la difusión de series televisivas,
el aprendizaje del inglés americano, el turismo y la creciente
proliferación de cadenas alimentarias, han significado que
el impacto cultural de Estados Unidos sea incontestable. Un
gran desencanto mutuo surgió a partir de la represión del
movimiento estudiantil de Tiananmen, en 1989. El resultante
enfriamiento diplomático y el boicot comercial de Occidente,
sumado a la caída del muro de Berlín fueron percibidos por
Pekín como un intento de Washington y sus aliados de socavar
los cimientos del campo socialista. Pero, a la postre, la
Realpolitik en el Pacífico se impone al idealismo, la indecisión
y el inmovilismo. La reciente cumbre chino-estadounidense
fue la primera celebrada en Estados Unidos desde 1985. Entre
los acuerdos logrados, el compromiso chino de no suministrar
material nuclear a Irán y Pakistán y la reafirmación de la
disponibilidad de Pekín a actuar en la pacificación de las
dos Coreas demuestran ser para Washington más importantes
que denunciar periódicamente la situación en el Tibet y la
violación de los derechos humanos. Los chinos ya se han habituado
a los vaivenes electorales de las distintas administraciones
estadounidenses, a la existencia de diferentes grupos de presión
y a un Congreso hostil. De allí el establecimiento de un lobby
chino en la misma capital de Estados Unidos y la presencia
activa del Consejo de Negocios Chino-Norteamericano. La cumbre
Jiang-Clinton también ha señalado el levantamiento de la venta
de productos nucleares de empresas estadounidenses a China,
y una atmósfera propicia para una serie de acuerdos que involucran
a multinacionales. Sin embargo, Washington tampoco deja de
avanzar con su política de inclusión y contención en las fronteras
mismas del país asiático, toda vez que ha definido la frontera
de sus intereses vitales no sólo en el Golfo Pérsico, sino
que también en el Mar de China e incluso en Asia central.
Pero, precisamente, China y Estados Unidos podrían colisionar
o enfrentarse en estos dos últimos escenarios. Se prevé que
el Asia central se convertirá dentro de muy poco en una región
de importancia geopolítica y económica donde pugnarán varias
potencias. Para concluir, desde el punto de vista de la competencia
inmediata, las cosas se presentan esplendorosas para la superpotencia
del siglo XX. Según las proyecciones actuales, en al menos
una generación no surgirá un rival que amenace el estatus
de Estados Unidos como potencia global. Y es difícil que en
tres décadas Pekín equipare a la vez sus indicadores de poder
militar, económico, tecnológico y cultural con los de Washington.
Tampoco parece factible su acercamiento al estándar de vida
de Occidente, por lo menos de aquí a mitad del próximo siglo.
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A Perspective on the Chinese-North American
Summit
Augusto Soto Alvarez
The recent Chinese-North American summit, celebrated during
the visit of Chinese President Jiang Zemin to the United States
between October 23 and November 3 of the past year, has been
judged as the first meeting between superpowers of the 21st
Century. The decision to convene occasional meetings and to
connect a red phone between both capitals would seem to signal
a relationship of global significance, quite analogous to
that maintained between Washington and Moscow during the Cold
War. With these summits, Washington attempts to include the
emerging power in a set of similar international agreements,
as part of so-called A constructive engagement. lt is also
a strategic piece which aims to avoid part of the dispersion
of power which current technological mediums grant to organisms
without frontiers operating in the great space of Eurasia
and in the Middle East. The disintegration of the USSR and
the rise of militant Islamic fundamentalism in Asia favor
this path. On its part, Peking lacks any other alternative
aside from t hat of getting closer to Washington. A large
part of its modernization success and its acceptance by international
organisms depends precisely upon this rapprochement. From
1979 until now, the reforms promoted by Deng Xiao-Ping have
succeeded in capturing both technology and capital from the
great North American multinationals, trading in return the
introduction of a favorable image of China in the public opinion
on the other side of the Pacific, from California to Washington.
At the same time, in the cities of the People's Republic of
China, pop culture, the lifestyle, and the university education
of the United States have been considered as windows to the
world. With the diffusion of television series, the learning
of American English, tourism and the increasing proliferation
of fast food chains, has significated that the cultural impact
of the United States becomes incontestable. A profound mutual
disenchantment was spring out by the repression of the student
movement in Tiananmen Square in 1989. The resulting diplomatic
cold shoulder and com-mercial boycott from the West, added
to the fall of the Berlin Wall, were perceived by Peking as
an attempt by Washington and its allies to uproot the very
foundations of the socialist camp. Still, despite the idealism,
indecision and inaction characteristic of the region, Realpolitik
does seem to be imposing itself in the Pacific. The recent
Chinese-North American summit was the first celebrated in
the United States since 1985. Among the achieved agreements,
the Chinese promise to not supply nuclear materials to Iran
and Pakistan, and the reaffirmation of Peking's availability
to act in the peace process of the two Koreas, resulted apparently
far more important to Washington than the occasional denouncing
of the situation in Tibet or of the violation of human rights.
The Chinese have become accustomed to the electoral seesawing
of the various North American administrations, the existence
of different pressure groups and a hostile Congress. For that
reason, a Chinese lobby was established in the city of Washington
itself, accompanied by the active presence of the Chinese-North
American Business Council. The Jiang-Clinton summit also,
saw a rise in the sales of US-manufactured nuclear products
to China, and the creation of an atmosphere favorable to a
future series of agreements involving multinationals. Nonetheless,
Washington did not cease to advance its policy of inclusion
and contention within China itself, as it does every time
that it defines the limit of its vital interests not only
as being in the Persian Gulf, but also in the China Sea and
even in Central Asia. Still, precisely in these last two scenarios
the US and China could collide with or confront each other.
The conversion of Central Asia within a short period of time
into a region of both geopolitical and economic importance
was previewed, an environment where various powers most likely
will compete. To conclude, from the point of view of immediate
concerns, things seem splendid for the superpower of the 20th
Century. According to current projections, no rival will emerge
that could threaten the status of the US as global power for
at least one generation. lt is also difficult for Peking to
raise its indicators of military, economic, technological
and cultural power to the levels of those of Washington within
three decades. Nor does ¡t seem likely that its standard of
living will come to approximate that of the West, at least
not for the next fifty years.
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¿Revive el ABC? El cono sur a comienzos
de siglo
Joaquín Fermandois
Cincuenta años después del Pacto de Río de Janeiro, parece
ser que Washington está ensayando un nuevo tipo de política
hacia América del Sur, particularmente en el Cono Sur: "Divide
y reinarás". La agitación de la idea de un puesto permanente
en el Consejo de Seguridad a Brasil;
la declaración de "aliado estratégico no OTAN" a Argentina;
y, por último, la posibilidad de venta de armamento sofisticado
a Chile, completaría el cuadro de esta política. Ante la posibilidad
que MERCOSUR constituya un efectivo balance de poder a Estados
Unidos, este último mantendría todavía unos ases en la manga.
El ABC de MERCOSUR se diluiría como su antecesor. A comienzos
de siglo parecía que al crecimiento del "coloso del norte"
se opondría desde el Cono Sur una alianza entre Argentina,
Brasil y Chile, o el "ABC". Esta idea continuó rondando, pero
su efectividad fue casi nula debido a la escasa cooperación
de estos países entre sí y, desde luego, por la total disparidad
de tamaño. Desde fines de los ochenta, la combinación de re-democratización,
fin de la Guerra Fría en el continente y reforma económica
-que lleva implícita un alto pero variable grado de aceptación
de la globalización- han alumbrado una interrelación y cooperación
económica inédita en el continente. Sin embargo, frente a
la posibilidad de que se produzca un tipo de asociación parecida
a la Unión Europea, conspiran dos factores. En primer lugar
no existe el apremio y el legado catastrófico de la segunda
post-guerra en Europa. En segundo lugar, el grueso del intercambio
de bienes e ideas no se realiza intra países MERCOSUR -aunque
se ha incrementado-, sino que entre estos y los grandes espacios
desarrollados. Por último, en esta última década los países
en cuestión han expandido inmensamente sus vínculos económicos
con Asia; en el caso particular de Chile, sólo sus exportaciones
a Japón en algunos años han sido más cuantiosas que las dirigidas
a Estados Unidos. La crisis actual en Asia, mirada en el mediano
plazo, no puede ser más que un tropiezo inevitable de los
que está erizado todo camino. Estos procesos, de desarrollo
de vínculos con Europa y Asia, a largo plazo diversifican
las opciones del Cono Sur de una manera que, en caso de abrupta
necesidad, Washington no podría contar con la región como
ha sido desde la Segunda Guerra Mundial. La política de los
tres países de América del Sur avanza todavía tentativamente,
y falta el tiempo de la institucionalización, tanto en la
cooperación entre sí, como en la maduración de los lazos con
los grandes centros de poder. Por otro lado, algo parecido
se puede decir de Washington, que siempre ha tenido una atención
oscilante hacia la región. Las acciones recientes, se deben
menos al resultado de una política minuciosa, que a arbitrios
ocasionales para sustituir una acción coherente que su sistema
político no admite por el momento. Los Estados Unidos muestran
su interés y esgrimen sus "regalos" como parte de su propia
necesidad de no ser olvidados en su poder, pero no pierden
de vista que desde esta zona, en lo inmediato, no puede surgir
un peligro ni para su posición, ni para el desarrollo de su
sociedad, narcotráfico aparte. Las "ofertas" diferentes a
Brasil, Argentina y Chile son en parte "juego" de distracción,
en parte decisiones "burocráticas" que siguen la inercia cambiante
de las relaciones interamericanas de los noventa, pero difícilmente
son fruto de un plan maestro. Los países del ABC no actúan
de contrapeso a Washington, pero toda su actividad de esta
época es un largo ensayo para el día en que el desarrollo,
si llega, las deje transformadas en sociedades modernas. Además,
tienen que avanzar en la cooperación, camino no carente de
reservas íntimas, aunque se puedan superar. Cualquiera que
espere definir las etapas de manera rápida y altisonante,
se equivocará. No sólo en la región, sino que en el mundo,
el sistema internacional se transforma lentamente; hasta donde
se puede prever, la primera década del próximo siglo no será
muy diferente a la actual.
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Does the ABC Live Again? The Southern
Cone at the Beginning of the Century
Joaquín Fermandois
Fifty years after the Pact of Rio de Janeiro, it seems that
Washington is writing a new policy with regard to South America,
particularly the Southern Cone: a "divide and conquer". The
agitation for Brazil to receive a permanent seat on the UN
Security Council; declares. "non-NATO strategic ally" status
for Argentina; and, finally, makes possible the recent sales
of sophisticated weaponry to Chile, thus completing the picture
of this policy. Barring the possibility that MERCOSUR comes
to constitute an effective balance of power vis-á-vis the
United States, the latter will continue to have some aces
up its sleeve, and the ABC of MERCOSUR will dissolve in the
same way as its predecessor. At the beginning of the century,
it seemed that the growth of the "giant of the North" would
be opposed and tempered by an alliance between Argentina,
Brazil and Chile in the Southern Cone, or the "ABC". This
idea continued to circulate throughout the century, but its
effectiveness was nullified due to the scant amount of cooperation
between those countries and, later on, the total disparity
in size among them. Since the end of the eighties, the combination
of redemocratization, the end of the Cold War in the continent,
and the implementation of widespread economic reforms, which
implicitly carry with them a high but variable degree of acceptance
of globalization, have illuminated an economic interrelation
and cooperation heretofore unseen on the continent. Nonetheless,
two factors work against any possible production in South
America of an association similar to that of the European
Union. First, the pressure from and the catastrophic legacy
of the post-Second World War era do not exist there as they
do in Europe. Secondly, the grand majority of the exchange
of ideas and goods are not realized among MERCOSUR nations,
though it has been increasing, but rather between those countries
and the great developed spaces of the world. Finally, in the
last decade, the countries in question have expanded immensely
their ties with Asia. In the particular case of Chile, its
exports to only Japan have exceeded those to the United States
in some recent years. The current crisis in Asia, looked at
in the medium term, cannot be anything but an inevitable and
temporary setback on a road which naturally has many ups and
downs. These processes, of developing links with Europe and
Asia, diversify in the long term the options of the Southern
Cone in a way that, in the case of abrupt necessity, Washington
would not necessarily be able to count on the region as it
has since the Second World War. The policy of the three South
American countries still advances very tentatively, and it
lacks institutionality, both in terms of cooperation among
the countries and in terms of the maturing of ties between
them and the primary centers of global power On the other
hand, something similar could be said of Washington, which
has always shown a wavering attention toward the region. Recent
actions are due less to a detailed policy than to the occasional
arbitrary decisions emanating from the North American capital,
acting as a substitute for the coherent action which its political
system cannot admit for the moment. The United States shows
its interest and flings about its "gifts" as part of its own
necessity to ensure its power is not forgotten, but ¡t also
has not lost sight of the fact that for the moment, no danger
could emerge from this zone which would challenge its position
or its society, the drug trafficking question apart. The different
"offers" to Brazil, Argentina and Chile are partly a "game"
of distraction and partly "bureaucratic" decisions which follow
the changing inertia of interamerican relations in the nineties,
yet they also appear unfortunately to be the fruit of a master
plan. The ABC countries do not act to counterweight Washington,
but all their recent activity is a testimony for the day in
which development, if ¡t arrives, leaves them transformed
into modern societies. They must also advance in terms of
cooperation, a road not lacking some important and intimate
reservations, but reservations which can nevertheless be overcome.
Whoever wishes to define the current stages in a quick and
high-sounding way would be wrong. Not only in this region,
but also throughout the world, the international system transforms
itself slowly, to the point that one can see that the first
decade of the next century will not be vastly different from
the current one.
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Mundos que vuelven
Josep M. Fradera
China y Europa estuvieron mucho tiempo unidas, o lo estuvieron
por lo menos desde tiempo muy remoto. Sin embargo, el mundo
moderno, el "mundo que se hizo pequeño" es una realidad muy
distinta de la geológica duración de la gestión de los moldes
culturales euroasiáticos. El mundo moderno, nos guste o no,
nace con Colón, y nace de la expansión europea de fines de
la Edad Media. Primero fue un largo periplo de exploración
por el Mediterráneo, del que las expediciones de los Polo
hacia la India no fueron más que episodios marginales. Después
fue la exploración por la costa de Africa, lugar de oro, marfil
y esclavos. Finalmente, Africa se alarga por las Azores y
Madeira hasta el encuentro con "Cipango", el Japón soñado
por el genial genovés, uno de los hombres más famosos de todos
los tiempos, quizás porque fue el que cometió la más grande
de las equivocaciones de que tenemos noticia. No tan sólo
la cometió, sino que se empecinó en no reconocerlo aún cuando
sus compatriotas y contemporáneos ya habían intuido lo que
había pasado. Habían descubierto un continente que se interponía
entre Europa y Asia. La formación de las Américas en los siglos
XVI y XVII fue el resultado de aquella equivocación, pero
no fue en absoluto un hecho al azar o arbitrario. Los europeos,
españoles y portugueses primero, los norte europeos después,
buscaban en Africa lo que encontrarían en proporciones mucho
mayores en el Nuevo Mundo. Entre el siglo XVI y la segunda
mitad del siglo XIX, las principales minas del mundo, el lugar
donde se producía la plata que relacionaba culturas y civilizaciones,
estaba en América. Y su explotación masiva es la razón que
nos explica muchas de las características de las sociedades
que los españoles construyeron en aquel espacio acabado de
descubrir. La plata extraída en América, en México y Perú,
era una mercancía de un carácter muy particular para los europeos
de la época moderna. Agotadas sus minas de Silesia y Afganistán,
la plata americana, abundante y susceptible de ser producida
en grandes cantidades gracias al trabajo de los indios y al
cambio técnico, era la mercancía que los europeos necesitaban
para mantener su comercio suntuario a larga distancia con
la China y con Asia en general. Aquella plata vehiculada por
los europeos desde América hacia Asia sirvió para que China
y el norte de la India articularan complejos sistemas tributarios.
Era tanta la necesidad de la plata que les exigía aquella
forma de construcción estatal, que su precio era casi siempre
enormemente remunerador para los europeos. De esta forma adquirían
además una cantidad de mercancías asiáticas muy por encima
de lo que sus capacidades mercantiles les hubiesen permitido.
La plata americana llegó a China por dos caminos: desde Europa,
a través del Cercano Oriente; o directamente desde América,
gracias a la ocupación permanente que los españoles hicieron
de las Filipinas. En los siglos XVII y XVIII un enorme flujo
de plata pasó por Manila hacia el sur de China y el Sudeste
asiático. Es imposible de calcular las cantidades que circularon
a través de una u otra vía, pero no está nada claro que la
procedente directamente de Europa fuese más que la que llegaba
por el Pacífico. Era tan importante esta última ruta, que
las autoridades españolas y los comerciantes de Sevilla o
Cádiz trataron siempre de limitar su alcance, preocupados
como estaban de que el Imperio americano acabase gravitando
hacia el Pacífico y Asia. Por esta razón, Felipe II prohibió
de modo terminante los contactos directos entre el Perú (el
principal productor de plata hasta el siglo XVIII) y Filipinas,
y restringió el tráfico a una salida anual -la nao de Acapulco-
desde Nueva España, el actual México, a Manila. El eje entre
esta ciudad y México fue una de las arterias mercantiles más
importantes del mundo a lo largo de varios siglos, hasta 1815
en realidad. Por ella no pasó tan sólo la plata: pasaron plata
y mercancías, productos, alimentos, hombres, mujeres, y conocimientos.
Cuando aquella ruta se cortó, en el momento de máximo esplendor
del predominio del Atlántico, las cosas parecieron volver
a su lugar, a un mundo en el que la comunicación principal
era necesariamente de Europa hacia el oriente geográfico.
Sin embargo, el estado de cosas jamás desapareció del todo,
o quizás se mantenía oculto. Hoy, mucho tiempo después, las
integraciones económicas en América y en el Sudeste asiático,
el crecimiento espectacular de China, Corea y Japón están
devolviendo al mundo una dimensión que se perdió en algún
momento. Una dimensión con el Pacífico en el centro. Y sin
ningún Felipe II para detener su imparable florecimiento.
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Returning Worlds
Josep M. Fradera
China and Europe were united for a long time, or at least
were so since very ancient times. However, the modern world,
"the world that grew small", offers a reality that differs
greatly from the geological period when Euro-Asian cultural
patterns developed. The modern world, whether we like it or
not, was born with Columbus, and it was born out of the European
expansion of the late Middle Ages. First came the long voyages,
exploring the Mediterranean, among which the expeditions undertaken
by the Polo family or the voyages towards India were but marginal
episodes. Then came the exploratory voyages down the coast
of Africa, a place of gold, ivory and slaves. Finally, Africa
was extended by the Azores and Madeira to the encounter with
"Cipango", the Japan that the Genoese genius dreamed of, one
of the most famous men of all times perhaps because he made
the biggest mistake ever known. He not only made that mistake
--he also stubbornly refused to admit it, even when his fellow
countrymen and contemporaries had already intuitively guessed
what had happened. They had discovered a continent that stood
between Europe and Asia. The development of the Americas in
the course of the Sixteenth and Seventeenth Centuries was
the outcome of that mistake but it was not, in any manner,
a random or arbitrary event. Europeans, Spaniards and Portuguese
first, and then Northern Europeans sought in Africa what they
would find in much larger proportions in the New World. Between
the Sixteenth Century and the second half of the Nineteenth
Century, the main mines in the world --where the silver that
linked cultures and civilizations was produced-- were located
in America. And their massive exploitation is what accounts
for many of the features of the societies that the Spaniards
built in that recently discovered region. Silver extracted
in America --in Mexico and Peru-- was an asset endowed with
special features for modern Europeans. With their mines in
Silesia and Afghanistan already depleted, American silver,
abundantly available and offering possibilities for large-scale
production thanks to the work of Indians and to technological
improvements, was the asset that the Europeans needed to maintain
their long distance trade of luxury items with China and also
with Asia in general. That silver --conveyed by the Europeans
from America to Asia-- helped to develop complex tax systems
in China and Northern India. The need for silver required
by that form of state construction was so great that silver
prices generally involved huge returns for the Europeans.
They were thus able to purchase, in addition, a considerable
amount of Asian goods well above what their own trade capacity
allowed. American silver reached China by two routes: from
Europe, by way of the Near East, or directly from America,
thanks to the permanent occupation of the Philippines by the
Spaniards. In the Seventeenth and Eighteenth Centuries, a
huge flow of silver passed through Manila towards the south
of China and South-East Asia. The amounts that circulated
through one or the other route are impossible to calculate,
but it is not at all clear that silver arrived in larger quantities
directly from Europe rather than via the Pacific. The latter
route was so important, that the Spanish authorities and the
merchants from Seville or Cadiz were constantly trying to
limit its scope, concerned as they were about the fact that
the American Empire was gravitating towards the Pacific and
Asia. For this reason, Philip II strictly forbade all direct
contact between Peru (the main silver producer up to the Eighteenth
Century) and the Philippines, and limited traffic to one annual
shipment --the Nao of Acapulco-- which traveled from New Spain
(currently Mexico) to Manila. The axis joining this city and
Mexico was one of the most important trade arteries in the
world for several centuries, actually up to 1815. But this
route was not only used to transport silver: it served to
convey silver and goods, products, food, men, women and knowledge.
When the route was cut off, at the peak of Spain's supremacy
over the Atlantic, things appeared to go back to normal, to
a world in which the main communication was necessarily from
Europe towards its geographical orient. However, this state
of things never disappeared entirely, or perhaps remained
hidden. At present, a long time afterwards, the economic integration
that is taking place between America and South-East Asia,
the spectacular growth experienced by China, Korea and Japan
are returning the world to a dimension that was lost for some
time. A dimension with the Pacific at the center. And with
no Philip the Second to hinder its unstoppable development.
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Negociaciones respecto a la soberanía del
archipiélago de las Spratly*
Martín Pérez Le-Fort
La posguerra fría ha alterado de manera significativa la situación
estratégica del Sudeste Asiático. Estados Unidos se encuentra
abocado a sus problemas domésticos y europeos, disminuyendo
el papel que jugaba en el área, aspecto que ha obligado a
sus aliados en la región a plantearse asumir nuevas responsabilidades
en materia de defensa y seguridad. Rusia redujo su presencia
hasta abandonar del todo sus bases en Vietnam, lo que tuvo
por consecuencia que este último país se viera enfrentado
a una situación de creciente debilidad ante China, impulsándolo
a optar por el ingreso a ASEAN como una alternativa militar
y económica que garantice su seguridad. Por su parte, Japón
tiene un papel económico importante en el área, pero aún se
lo percibe como una amenaza, algunos actores ven con desconfianza
la ampliación de sus responsabilidades militares, vistas como
un potencial resurgimiento del militarismo en dicho país.
ASEAN se presenta como el único actor regional económico y
militar capaz de contrapesar la presencia de China en la zona
y lograr establecer, a través de sus instancias, un marco
de diálogo de seguridad con dicho país y buscar una salida
pacífica a las controversias limítrofes en la región a través
del Foro Regional de la ASEAN (ASEAN-ARF). Además, ha logrado
incorporar a los países de Indochina a su órbita económica.
Por su parte, India y Australia mantienen intereses en la
zona, pero no tienen reclamos territoriales en ella. Las fuentes
de la inestabilidad son variadas. Existen diversas percepciones.
A China Popular, se la percibe con intenciones de llenar el
vacío de poder dejado por Estados Unidos. China aspira a ser
el principal poder regional y en esto juega un papel importante
su proceso de modernización militar, que enfatiza el mejoramiento
de su poderío naval y aéreo y un reordenamiento de su estructura
de fuerzas, con el objetivo de proteger sus intereses económicos
y territoriales, para mantener su estabilidad interna y por
las lecciones aprendidas del conflicto del Golfo Pérsico respecto
a la obsolescencia de su doctrina y equipamiento militar.
Este proceso no es aislado. Muchas naciones asiáticas están
modernizando sus fuerzas militares y han cambiado su orientación
desde lo interno hacia las amenazas a la seguridad externa,
particularmente de cara al potencial alejamiento militar de
Estados Unidos y ante las numerosas disputas territoriales
existentes. Cabe recordar que el Ejército Popular de Liberación
(EPL) de la República Popular China es la fuerza armada más
grande del mundo (2.930.000 hombres), aunque su armamento
consiste mayormente en equipo convencional y sus tropas no
están bien entrenadas en las tácticas de la contienda moderna.
Para suplir esta desventaja, la República Popular China se
encuentra abocada a un proceso de modernización militar que
se refleja en un incremento del presupuesto destinado a estos
fines en la década de los noventa, como consecuencia de la
reforma del EPL iniciada en la década anterior. A grandes
rasgos, dicha reforma estableció un cambio de la doctrina
estratégica al reemplazar el concepto de la guerra popular
por la guerra popular bajo condiciones modernas, caracterizada,
por entre otras, la gran atención puesta en la guerra posicional,
el armamento moderno y las fuerzas combinadas; la mayor atención
al entrenamiento; los esfuerzos por adquirir armamento avanzado
tanto de fuentes nacionales como extranjeras; la reorganización
del EPL dentro de una fuerza más pequeña, joven y con mayor
capacidad de respuesta; la rigidez de las calificaciones educacionales
para los militares; la creación de unas fuerzas armadas más
claramente diferenciadas del partido-gobierno; y, finalmente,
el aumento del apoyo al desarrollo económico por parte de
los militares. Dentro de este marco se da la disputa por el
archipiélago de las Spratly (en el Mar del Sur de China).
La disputa de estas islas ha llegado a ser un obstáculo para
la creación de estructuras de seguridad multilaterales en
la región. China, Vietnam, Taiwán, Filipinas, Malasia y Brunei
reclaman todo o una parte de las Spratly y el área marítima
circundante. Todos los reclamantes, excepto Brunei, tienen
apostadas fuerzas militares en la zona. Los reclamos de soberanía
están fundados en aspectos teóricos, necesidades indispensables,
y el control y la ocupación efectiva. Se cree que el lecho
marino circundante contiene petróleo y gas, aunque no hay
acuerdo respecto al tamaño de las reservas de la zona (las
estimaciones varían desde 1 millón a 17,2 millones de toneladas).
Además, dichas islas tienen gran importancia para la defensa
de las rutas marítimas y tienen un potencial de interdicción
y vigilancia que puede afectar a las potencias mayores y menores.
Asimismo, las disputas afectan los intereses económicos y
de navegación de Japón y Estados Unidos. Con la ocupación
del arrecife de Mischief por parte de la República Popular
China, en febrero de 1995, se define una nueva fase en la
disputa por el archipiélago. Por primera vez China aceptó
presentarse como un reclamante ante Vietnam, destruyendo un
mito respecto a su agresividad hacia este último Estado. China
ha buscado restringir el diálogo al nivel bilateral y ha evitado
formalizar las negociaciones multilaterales. El ASEAN-ARF
ha expresado su preocupación promoviendo la construcción de
medidas de confianza para bajar el nivel de tensión. Los esfuerzos
en la búsqueda de soluciones han provocado varias instancias
de acercamiento a nivel informal para evitar el uso de la
fuerza, ampliar la cooperación y la autolimitación para no
complicar la situación existente. Además, se han desarrollado
una serie de reuniones no oficiales diseñadas para explorar
las sensibilidades de los reclamantes respecto a dicho conflicto
y elaborar mecanismos para disminuir la tensión y crear regímenes
multilaterales para el desarrollo de recursos. Estas reuniones
han tenido un carácter no gubernamental, lo que constituye
una innovación en el manejo de disputas internacionales en
esta área del mundo. La informalidad de este proceso ha constituido
su fortaleza y debilidad. Los aspectos positivos han sido
generar las posibilidades de discutir francamente los problemas,
pero ello no ha obligado a la aceptación de las recomendaciones.
Hay percepciones muy disímiles respecto a la evolución de
esta disputa, en donde por un lado se aprecia la voluntad
de dialogar, y por otro persisten profundas diferencias y
no se descarta el uso de la fuerza si las relaciones entre
los reclamantes se deterioran, afectando con ello la estabilidad
no solo en la Cuenca del Pacífico, sino en el conjunto del
sistema internacional. En chino el archipiélago de las Spratly
se denomina Nansha. (Nota del editor).
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Negotiations concerning the sovereignty
of the Spratly Islands*
Martín Pérez Le-Fort
The post-Cold War era has significantly altered the strategic
situation of Southeast Asia. The United States is dedicated
to its domestic and European concerns, and has diminished
the role it played in the area. This has forced its allies
in the region to consider the possibility of taking on new
responsibilities in terms of defense and safety. Russia decreased
its presence to the point of completely abandoning its military
bases in Vietnam. As a result, Vietnam was placed in an increasingly
weak position with regard to China, a fact that has prompted
Vietnam to join ASEAN as a military and economic option to
ensure its own safety. Moreover, Japan plays an important
economic role in the area, but it is still viewed as a threat
and the extension of its military responsibilities are observed
with mistrust by some actors, since they are seen as evidence
of a potential military revival in Japan. ASEAN appears as
the region's sole economic and military actor capable of counteracting
Chinese presence in the area and of establishing --through
its channels-- the framework for a dialogue on safety with
China in order to seek a peaceful solution to the border conflicts
in the region by means of ASEAN Regional Forum (ASEAN-ARF).
Furthermore, ASEAN has managed to bring the countries of Indochina
into its economic sphere of influence. On the other hand,
India and Australia still have interests there, but no territorial
claims to the area. There are many sources of inestability.
Also, there are different perceptions of the Popular Republic
of China. It is seen as aspiring to fill the power void left
by the United States. China yearns to be the main regional
power and its process of military renovation plays an important
role in this respect. It has stressed the improvement of its
naval and airborne power and a reorganization of its forces
in order to protect its economic and territorial interests
and thus preserve domestic stability. The above stems from
the lessons learned from the Persian Gulf conflict regarding
the obsolescence of military doctrines and materiel. However,
this is not an isolated process. Many Asian nations have upgraded
their military forces and have changed their inward-looking
approach to one that involves dealing with external threats,
particularly in view of the potential military retreat of
the United States and the numerous current territorial conflicts.
One fact that must be kept in mind is that the People's Liberation
Army (PLA) is the world's largest military force (i.e. 2,930,000
men strong), although most of its armament is conventional
and its troops are not adequately trained in the tactics of
modern warfare. To overcome this drawback, the People's Republic
of China has set in motion a process of military renovation.
It has allocated more funds to the military budget in the
nineties as a result of the reforms introduced to the PLA
in the eighties. In broad terms, this reform involved changing
the strategic doctrine by replacing the concept of popular
warfare for one of modern popular warfare. The latter's outstanding
features are that it forcefully stresses positional warfare,
modern armament and combined forces; it emphasizes training
and efforts to acquire innovative armament from both domestic
and foreign sources; it involves reorganizing the PLA into
a smaller, younger force, with increased capacity to react;
it means that more stringent educational qualifications are
required from the military; and it involves establishing the
armed forces as an entity more clearly set apart from the
government party; and lastly, it entails increasing the military's
support for economic development. The conflict over the Spratly
Islands (located in the South China Sea) takes place in this
context. This conflict has turned into an obstacle which hinders
the creation of multilateral safety structures in the region.
China, Vietnam, Taiwan, the Philippines, Malaysia and Brunei
each claim all or part of the Spratly Islands and the surrounding
maritime zone. All the claimants, with the exception of Brunei,
have military forces posted in the area. Sovereignty claims
are based on theoretical issues, essential needs, and control
and effective occupation. The surrounding sea bed is believed
to contain gas and oil, although there is no agreement on
the size of the reserves available in the area. (Estimates
range from one million to 17.2 million tons). Furthermore,
the Spratly Islands are very important for the defense of
maritime routes and offer a potential for interdiction and
surveillance which may affect large and small powers alike.
Furthermore, the conflict affects the economic and navigational
interests of Japan and the United States. Through the occupation
of the Mischief reef by the People's Republic of China, in
February of 1995, a new stage in the conflict over the archipelago
was launched. For the first time, China was willing to appear
as a claimant in front of Vietnam, thereby destroying a myth
about its aggressiveness towards the latter. China has attempted
to restrict dialogue to bilateral talks and has avoided the
formalization of multilateral talks. The ASEAN Regional Forum
(ASEAN-ARF) has expressed its concern by promoting the development
of measures of trust to reduce the tension. Efforts in the
search for solutions have created various instances of rapprochement
at informal levels which seek to avoid the use of force and
encourage cooperation and self-restraint, so as to avoid complicating
the current situation any further. In addition, a series of
unofficial meetings have been conducted with a view to exploring
the sensitivities of the claimants on the conflict and to
prepare instruments to reduce tension and create multilateral
methods to develop the resources. These meetings have not
taken place at government level, which introduces an innovation
in the handling of international conflicts in this region.
The informality of this process has been both its strong and
its weak feature. The positive side is that it has opened
up the possibility for a frank discussion of the issues, but
this has not made acceptance of recommendations mandatory.
There are highly differing views on how this conflict will
evolve. On the one hand, a willingness for dialogue appears
to exist and, on the other, the use of force is not dismissed
in the event that relations between the claimants deteriorate,
altering the stability not only in the Southeast Asia, but
also in the entire international system. *Editor's Note: In
Chinese, the Archipelago of the Spratly Islands is known as
Nansha.
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La CEIBS de Shanghai, referencia para
América Latina en sus relaciones con China
Augusto Soto Alvarez
Hace pocos meses, en una visita a Shanghai, nos quedó más
claro que nunca que la ciudad estratégicamente mejor situada
de la República Popular China (RPCh) para acceder al gigantesco
mercado, se ha posesionado de su papel y aspira a ser la más
importante de Asia en un par de décadas, si no antes. Esto
lo entendieron los profesores y directivos de distintas escuelas
de negocios europeas ya a comienzos de la década de los ochenta,
y gracias a su impulso y al de las autoridades chinas, se
creó la China-Europe International Business School de Shanghai
(CEIBS), en 1995. Este se ha convertido nada menos que en
el proyecto más importante de la Unión Europea en la RPCh
y en un punto de formación y de encuentro para los mandos
gerenciales chinos y europeos de hoy y mañana. A la vez, se
trata de la única escuela de negocios del país en la que enseñan
especialistas de las más prestigiosas universidades del mundo.
En consonancia con la apuesta por impulsar un centro de excelencia
a nivel internacional, también participan profesores de escuelas
de negocios norteamericanas. La CEIBS ofrece un master de
dos años a tiempo completo al que asisten responsables del
máximo nivel de gestión de empresas estatales, joint ventures,
y de la Administración Pública. El Gobierno chino ha establecido
que los directivos de las mil empresas estatales, de medianas
a grandes, han de tener un MBA. Entre los cursos que ofrece
la institución se cuenta el curso "China from the Inside",
dirigido a ejecutivos occidentales. El programa se desarrolla
cada doce meses en la megalópolis cuyo crecimiento anual ha
sido de un 20% en los últimos dos años. La iniciativa se justifica
"debido a la carencia china de una economía de mercado absolutamente
desarrollada y a las diferencias culturales en relación con
Occidente", afirman directivos de la institución. Las jornadas
incluyen encuentros con funcionarios gubernamentales y ejecutivos
de compañías multinacionales y locales en Pekín, Shanghai
y Suzhou. Los profesores de la facultad acompañan a los participantes
durante todo el programa. Las sesiones del año pasado, por
ejemplo, contaron con el concurso de directores ejecutivos,
presidentes, directores ejecutivos y consejeros corporativos
de multinacionales como ARCO Chemical, Bausch & Lomb, Bayer,
Ciba-Geigy, Compagnie de Suez, FAW-Volkswagen, Shell International
y Siemens, entre otras. A comienzos de 1998 se prevé que el
centro amplíe notablemente sus instalaciones y se traslade
a una superficie de 40.000 metros cuadrados donada por las
autoridades de Shanghai en el área de Pudong, la de mayor
expansión arquitectónica del mundo. La continuidad geográfica
a través de la masa terrestre euroasiática, las conexiones
históricas y las relaciones comerciales unen mucho más a China
con Europa que a aquella con América Latina. Aunque ciertamente
aumentan los intercambios entre Pekín y el Nuevo Continente,
flaquean y escasean muchos puntos de contacto. Han existido
joint ventures entre empresas latinoamericanas y chinas, pero
su destino es siempre incierto. Sin embargo, no cabe duda
de que se multiplicarán las perspectivas de negocio en el
futuro y que hay pasos estructurales que se deben dar hoy.
En algún momento del próximo siglo, América Latina en su conjunto
podría quedar absolutamente integrada a la dinámica del Asia
Pacífico de la que actualmente participa tan activamente América
del Norte. Las rutas aéreas directas que pronto piensa abrir
Pekín, comenzando por Brasil y siguiendo con Chile, Argentina
y Perú potenciarán los contactos. El turista y el inversor
chino en masa en viajes exploratorios y de evaluación de proyectos
por diversos países del mundo es un fenómeno que, según las
proyecciones, será frecuente en pocos años. América Latina
es una región desconocida de la que llegan teleseries, buen
fútbol y las informaciones recurrentemente trágicas que recogen
las agencias de noticias. Al otro lado del Pacífico, se habla
del emergente gigante asiático, pero Nueva York, Miami y Europa
aún mantienen un atractivo comprensible, aunque desmesurado,
en los estamentos dirigentes, intelectuales y en el imaginario
del vasto público. Europa y Estados Unidos tienen desde hace
varias décadas centros de estudios chinos. Los de este último
país se potenciaron cuando la renta per cápita y el nivel
de vida de su población eran inferiores al promedio actual
de un par de países latinoamericanos de la actualidad. Por
lo tanto, no se trata de una utopía crear hoy un centro de
informaciones y negocios en la capital o en la segunda ciudad
de la próxima potencia del siglo XXI. Por cierto, de momento,
es ilusorio aspirar a crear una suerte de CEIBS. Es factible
establecer un centro continental en el cual se preparasen
diplomáticos -aprendizaje del chino, por ejemplo-, ejecutivos
e intelectuales para entrar en forma al país del colosal mercado,
que también albergará a la mayor potencia científica. Un organismo
así debiese contar con apoyo oficial chino y latinoamericano
y con el de las grandes empresas de cada país. A su vez, ha
de informar a parte de la élite industrial, diplomática e
intelectual china de las posibilidades que ofrece el Nuevo
Continente, acogiendo periódicamente a empresarios latinoamericanos
que financien cursos y seminarios de actualidad. La institución
debiese ser un difusor de las condiciones legales, la cultura
de gerenciación y los idiomas de América Latina y viceversa.
No es poco frecuente ver a un empresario latinoamericano que
se queda en la superficie de una visita exploratoria a Pekín
y con sueños que se evaporan por falta de formación, canalización
y seguimiento de proyectos. Luego están las distancias entre
ambos continentes, salvables eficientemente con una representación
física e institucionalizada como la descrita y apoyada por
las autopistas de la información. En el marco institucional,
el MERCOSUR, el BID y otras instituciones regionales han de
estar presentes, porque una participación activa, de proporciones
y gerenciada de primera mano en Asia repercutirá en el desarrollo
al otro extremo del Pacífico.
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The Shangai CEIBS, a Point of Reference
for Latin America in its Relationship with China
Augusto Soto Alvarez
A few months ago, during a visit to Shanghai, we were able
to understand more clearly than ever that this city, the best
strategically positioned city in the People's Republic of
(PRC) for access to a giant market, has taken possession of
its role and aspires to become the most important city in
Asia in a couple of decades, if not earlier. The professors
and governing entities of different European business schools
had grasped this fact quite clearly by the early eighties.
Thanks to their encouragement and that of the Chinese authorities,
the China-Europe International Business School of Shangai
was established in 1995. The school has turned into no less
than the most important project between the European Union
and the PRC. It has become a training and meeting point for
Chinese and European managers of the present and the future.
Moreover, it is the only business school in China where the
professors are specialists from the most prestigious universities
in the world. In concert with the wager favoring the promotion
of an international center of excellence, professors from
U.S. business schools also participate. CEIBS offers a two-year
full-time Master's course and it is attended by the upper
level executives of government-owned companies, joint ventures,
and the civil service. The Chinese government has determined
that upper level executives working in the thousand government-owned
companies, both medium- and small-sized, need to have an MBA.
Among the courses offered by the institution is one addressed
to Western executives called "China from the Inside". The
program is carried out every 12 months at this megalopolis
that has grown at a rate of 20% in the past two years. Justification
for this initiative is based on "China's lack of a fully developed
market economy and the cultural differences with the West"
according to the institution's directors. The seminars include
meetings with government officials and executives of local
and multinational companies in Beijing, Shanghai and Suzhou.
The School's professors guide the students throughout the
full program. Last year's sessions, for example, included
the participation of the executive directors, chairpersons,
corporate executives and advisers of companies such as ARCO
Chemical, Bausch & Lomb, Bayer, Ciba-Geigy, Compagnie de Suez,
FAW-Volkswagen, Shell International and Siemens, among others.
Early in 1998, the center is expected to enlarge its facilities
considerably. It will move to a 40,000 square meter location
in the Pudong area. The facilities, donated by the Shanghai
authorities, will be the largest architectural accommodation
in the world. Geographical continuity across the Eurasian
land mass, historical connections, and trade relations place
China much closer to Europe than to Latin America. Although
exchanges between Beijing and the New Continent are undoubtedly
on the rise, many points of contact are either lacking or
not strong enough. Latin American and Chinese companies have
entered into joint ventures in the past, but their future
is always uncertain. Nevertheless, there is no doubt that
business prospects will increase in future. Therefore, there
are some structural measures that need to be adopted right
now. Sometime in the coming century, Latin America as a whole
might become fully integrated to the dynamics of the Asian
Pacific region where North America is already actively involved.
Direct airline traffic --which Beijing intends to launch first
to Brazil and then to Chile, Argentina and Peru-- will enhance
potential contacts. According to forecasts, travellers and
Chinese investors journeying massively on trips to explore
and to appraise potential projects in different countries
is something that will become increasingly common in a few
years. Latin America is an unfamiliar region known mostly
for its "soap operas", football and the recurrently dramatic
events picked up by the news agencies. On the other side of
the Pacific there is talk of the emerging Asian giant, but
New York, Miami and Europe still hold an understandable --albeit
disproportionate-- attraction for the leading classes, intellectuals
and the public at large. For several decades now, Europe and
the United States have had centers devoted to Chinese Studies.
These increased when the per capita income in China and the
standard of living there were well below the current average
of a couple of Latin American countries. Therefore, it is
not unrealistic to think of establishing now a business and
information center in the capital city or the second most
important city of the future power of the Twenty-first century.
Undoubtedly, it is too much to aspire to create an institution
equivalent to CEIBS. However, it is reasonable to think about
establishing a continental center to train diplomats --teaching
them Chinese, for instance-- or executives and intellectuals
to empower them to accost the most colossal market which will
also have the biggest scientific powers. Such an institution
should be endowed with official Chinese and Latin American
support and also that of the major companies in each country.
It should serve to inform part of the industrial, diplomatic
and intellectual elite in China about the possibilities that
the New Continent offers by regularly receiving Latin American
business people who provide funding for courses and seminars
on current trends. The institution should serve to disseminate
knowledge on the legal situation, corporate culture and the
languages that exist in Latin America, and vice versa. Latin
American business people who are limited to "scratching the
surface" on their exploratory visits to Beijing are a not
uncommon occurrence. Their dreams evaporate due to lack of
training, channeling and follow-up of projects. And then there
is the distance between both continents, which can be efficiently
spanned by means of a physical and institutional agency such
as the one just described, aided by the information superhighways.
In the institutional framework, MERCOSUR, the IADB and other
regional agencies should participate because major, active
involvement managed at first-hand in Asia will have an impact
on development on the other side of the Pacific.
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