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Revista del CEID

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Volumen 1, nº 1 Mayo de 1999 - p. 38-60
La compleja trama: análisis sobre la evolución de las relaciones
entre la República Popular China y Taiwán

Sergio Cesarín

Resumen
Más allá de los vaivenes a los que el proceso de negociaciones entre la República Popular China y Taiwán se ve sometido en la superficie, las gestiones tienden a reflejar la convergencia de intereses en el largo plazo bajo
la presunción de un modelo en el que las asimetrías políticas y económicas se vean moderadas. En el mediano plazo
la multiplicidad de actores intervinientes -gubernamentales y no gubernamentales, internos y externos, regionales y extrarregionales- así como la creciente interdependencia económica existente entre ambas márgenes del estrecho moderará la acción política de las respectivas dirigencias partidarias restando primacía a la opción militar y orientando el proceso hacia su resolución pacífica.
Palabras claves: República Popular China; Taiwán; Interdependencia; Pendularidad.

El comienzo del diálogo
La evolución de las relaciones entre la República Popular China (en adelante RPCh) y Taiwán1 reconoce distintas etapas y factores intervinientes. Desde mediados de la década del 80 ambas partes han restablecido los contactos en forma oficiosa, abriendo paso a un período de "construcción de confianza" tendiente a favorecer la discusión respecto del status de relaciones que derivaría eventualmente en la reunificación en el largo plazo. Proceso que se ha visto sometido a sucesivos vaivenes producto de los cambios producidos internamente a nivel de cada uno de los actores, así como por aquellos derivados de modificaciones en el contexto regional y mundial. En líneas generales el proceso de distención en marcha muestra hitos que han permitido el acercamiento de posiciones encontradas por más de cuarenta años si conside-ramos la conflictiva historia de relaciones existente entre el Partido Nacionalista (en adelante KMD) y el Partido Comunista Chino (PCCh) y más de tres décadas si se toma en cuenta la sola historia de la identidad internacional que la RPCh y Taiwán poseen como entidades políticas separadas. Históricamente la RPCh, bajo el indiscutido liderazgo de Mao, sostuvo una posición "prudente" en relación con Taiwán considerando el poder relativo que poseía no sólo como un estado depositario de la legitimidad que le otorgaba el ser reconocido como tal por las grandes potencias, algo que no ocurrió con la RPCh sino hasta 19712, el rol que los Estados Unidos otorgaban a su aliado en Asia en el contexto de la puja que sostenía con la RPCh considerada una amenaza a la estabilidad regional y mundial como aliada ideológica de la Unión Soviética3, el nivel de preparación militar del ejército taiwanés y la asitencia militar que recibía del exterior, asi como su convencimiento, producto de la experiencia vivida en la península coreana respecto de la segura intervención militar occidental (en particular los Estados Unidos) en caso de conflicto bélico directo entre China y Taiwán4. Era para Mao una hipótesis posible pero no probable la invasión a Taiwán y su no concreción, a pesar de las permanentes amenazas, implicaba un doble mensaje en especial dirigido a los Estados Unidos en previsión de una futura recomposición de relaciones con la RPCh: 1) Taiwán podría ser un punto de permanente fricción entre los Estados Unidos y la RPCh pero no debía serlo de ruptura y 2) para la clase dirigente taiwanesa, la oportunidad del diálogo y el acuerdo siempre quedaría abierta de manera tal de posibilitar la recomposición de relaciones bajo la guía de que la "unicidad" debía ser preservada. Al mismo tiempo "el problema de Taiwán" servía para unificar posturas contrapuestas en el seno del PCCh el que encontraba cada vez más puntos de discordancia interna que de coincidencia en aspectos relativos a la marcha de la revolución, pero fundamentalmente, en relación a la relación entre el Gran Timonel y la dirigencia partidaria. El posterior restablecimiento de los contactos bilaterales se dio como resultado de procesos convergentes: 1) el inicio de un período de apertura al mundo por parte de la RPCh luego de un período de aislamiento y alta conflictividad interna como fue la Revolución Cultural a la que se sumó la implementación de la política de reformas económicas, 2) el modelo altamente flexible con el que la política de tratamiento de las relaciones con Taiwán fue planteada por la RPCh bajo la célebre fórmula propuesta por Deng Xiaoping de "un país, dos sistemas" aplicable al tratamiento y diseño de una estrategia de "aproximación gradual" con los territorios "separados" de la Madre China en aquel entonces (1982) Hong Kong, Macao y Taiwán, 3) el inicio en Taiwán de un proceso de apertura política bajo el gobierno de Jiang Jingguo (hijo y sucesor de Jiang Kai Shek) y su posterior consolidación, lo cual dio lugar a cambios en la situación política de Taiwán posibilitando la transición que devino en la democratización progresiva de la vida política de la isla5. De esta manera, a partir de comienzos de la citada década, el cambio producido en las prioridades por parte de la RPCh motivó las primeras manifestaciones que generaron el inicio de un ciclo de distensión entre las partes. Precisamente en 1981 el entonces Presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (APN) de la RPCh Ye Jiangying hizo públicos los Nueve Principios de Política a Propósito de la Reunificación (en adelante los Nueve Puntos), los que inspirados por Deng, reflejaban varios aspectos importantes: 1) China sostenía que el diálogo debía iniciarse en primer lugar entre "partidos políticos en el poder" separados por las deconfianzas producto de la guerra civil librada durante tres décadas, de forma tal que la normalización de las relaciones partidarias precediera el inicio de los contactos entre las partes, 2) proponía que dichos contactos se establecieran en un "pie de igualdad", es decir situaba la "entidad y representatividad" de ambas fuerzas políticas (no de los gobiernos) al mismo nivel ajustándose al espíritu de las demandas del KMD en tal sentido y 3) planteaba la posibilidad de que, logrado este objetivo, se diera paso a medidas concretas de acercamiento y negociación respecto de temas relativos al comercio, turismo, y finalmente "políticos", es decir directamente ligados a iniciativas tendientes a la reunificación. Cabe destacar que en los ochenta no era Hong Kong la prioridad política reivindicativa para la RPCh en el contexto de su política de "reconstrucción del espacio nacional perdido ante las potencias imperiales", sino Taiwán como parte de las concesiones que Deng efectuó a las fuerzas armadas destinadas a posiblitar el inicio de las reformas económicas. Sin embargo, luego de la derrota militar sufrida por China frente a Vietnam, que dio inicio a la restructuración del ejército, Deng consideró que serían necesarios varios años para que el país estuviera en condiciones de ensayar mayor presión sobre la "provincia rebelde" en función de las manifiestas incapacidades militares mostradas ante su rival en la frontera sur y transformarse por lo tanto en una "seria amenaza militar para Taiwán". En la década posterior se evidenciaron aún más los puntos de convergencia adoptando ambas partes medidas concretas a nivel interno con el fin de preparar el campo de las negociaciones. En octubre de 1990 fue establecido en Taiwán el Consejo Nacional para la Unificación (CNU) como organismo con funciones consultivas en lo referente al diseño de una política tendiente a la reunificación. En 1991 Taiwán cesó en su "reclamo de soberanía" sobre el territorio continental, pero sin renunciar a la posibilidad de lograr reconocimiento internacional como Estado soberano sosteniendo para ello una tesis contrapuesta a la de Deng: "un país, dos entidades políticas" como concepto e instrumento operativo destinado a enfocar sus relaciones con el continente y el resto de las naciones. Asumiendo una interpretación "eminentemente política" de la tesis y no meramente económica Taiwán planteó diferencias respecto a las derivaciones finales que los respectivos procesos de transición tendrían en aquellos territorios sometidos a dominio colonial como los de Hong Kong (Gran Bretaña) y Macao (Portugal) respecto de Taiwán. Durante este período Taiwán inició el proceso de transición democrática restableciendo la plena vigencia de los derechos civiles condicionados por el "estado de excepción" que regía desde 1949. Asimismo, Taiwán decretó el fin del "estado de rebelión comunista en el continente" que significó técnicamente el cese del "estado de guerra" existente entre las partes al renunciar al "uso de la fuerza" para "reconquistar el territorio continental controlado por el PCCh, anmistió a prisioneros de guerra capturados durante la guerra civil (1927-1949) y flexibilizó las restricciones que pesaban sobre las empresas nacionales para la radicación de inversiones en el continente, aspecto que formaba parte de las demandas planteadas dentro de los Nueve Puntos. Esta resolución abrió luego paso a la relocalización de industrias taiwanesas en particular en las provincias sureñas continentales de Guangdong y Fujian6. Durante el mismo año se creó el Consejo para los Asuntos Continentales dependiente del Yuan Ejecutivo (Gabinete) como agencia con funciones de planificación de políticas y coordinación intragubernamental de todas las acciones relacionadas con China Continental. El reconocimiento implícito por parte de Taiwán de la existencia del gobierno de Beijing rompió el impasse existente en los contactos y derivó con posterioridad en la creación de sendas "asociaciones no guberna-mentales" como la Asociación para la Promoción de las Relaciones a través del Estrecho de Taiwán (ARATS) en la RPCh y la Fundación para los Intercambios en el Estrecho de Taiwán (SEF) representativa de los intereses taiwaneses, responsables de conducir el diálogo y las negociaciones oficiosas sobre puntos de común interés7. Más allá de la efectividad o no demostrada por ambas estructuras, el aspecto relevante de estas iniciativas radicó en que a través de ellas se "oficializaron" los contactos entre las partes en razón de la dependencia directa que de los respectivos poderes ejecutivos tienen sus representantes. A través de sucesivos encuentros (el primero de ellos desde 1949 celebrado en Singapur en 1993 denominado Koo-Wang) alcanzaron acuerdos (coordinación de accio-nes) en materia de pesca, tránsito marítimo en el Estrecho de Taiwán, comercio, turismo, patentes, inversiones y jurisdicciones de los tribunales penales8. Aún cuando las decisiones adoptadas "no implicaran asumir compromiso alguno por parte de los respectivos gobiernos" de facto significaron el fin del período de distanciamiento y el preanuncio de una etapa de mayor diálogo. La etapa de aceleración de los contactos coincidió con la designación del "primer ciudadano de origen taiwanés" (Lee Teng Hui) como presidente de Taiwán. En 1991 el CNU de Taiwán adoptó los Lineamientos para la Unificación Nacional (Lineamientos), plataforma sobre la cual Taiwán basaría la transición hacia la reunificación con el continente fijando para ello tres fases sucesivas. Una primera fase de Intercambio y Reciprocidad que incluyó como objetivos esenciales el que ambas partes se reconozcan mutuamente como entidades políticas y las disputas se resuelvan por medios pacíficos; una segunda fase de Mutua Confianza y Cooperación durante la cual se ampliarían la apertura y diversificación de los contactos por medio de canales oficiales incluyendo el intercambio de visitas de funcionarios de alto nivel; en la misma además se establece que Taiwán asistiría al "desarrollo de las provincias de la costa sudeste" continentales. La tercera etapa de Consulta e Integración prevista en los Lineamientos implicaba la definición de los puntos más sensitivos para ambas partes al incluirse en ella la definición conjunta de mecanismos de diálogo tendientes al logro de la reunificación y gestiones atinentes al establecimiento de un mecanismo conjunto destinado a iniciar negociaciones sobre la eventual reunificación. En particular esta etapa significaría ingresar en un proceso de controversias profundas respecto de los alcances y contenidos de los conceptos de "autonomía" y "soberanía", así como los referidos a los medios e instrumentos por los que se acordaría el modelo final de relaciones entre China Continental y Taiwán. La actual, compleja y fluctuante trama de las negociaciones permite obervar que la situación por la que ambas partes atraviesan es un mix entre la segunda y tercera fase. A pesar del corrimiento al campo de las interpretaciones y alcances de los conceptos, durante la primera fase y en respuesta a estas iniciativas la R.P.China moderó su posición y ofreció negociar un acuerdo a "nivel oficial" que pusiera fin formal a las hostilidades entre las partes, pero sin previamente renunciar por ello a la "utilización de la fuerza" como útimo recurso en caso de declaración formal de independencia por parte de Taiwán, principio que Taiwán rechaza y considera el mayor obstáculo para la profundización de los intercambios y el establecimiento de negociaciones plenas. De esta manera, la RPCh apuntaba a disuadir a los sectores emergentes "pro independentistas" de Taiwán sobre la inconveniencia de una separación definitiva del continente bajo la formal declaración de independencia. La RPCh por su parte ofreció como concesión otorgar a Taiwán un status superior como zona administrativa especial con mayores márgenes de autonomía (no soberanía) que los de Hong Kong y Macao, incluso permitiendo a Taiwán mantener sus propias fuerzas armadas, contar con representantes en el gobierno central y limitar la presencia de funcionarios gubernamentales chinos continentales en territorio taiwanés, a cambio de lo cual Taiwán -bajo el eventual modelo de una China unificada-, se comprometería a que su nombre oficial (República de China) y los símbolos "nacionales" fueran eliminados al mismo tiempo que la administración de sus relaciones exteriores quedara bajo control del gobierno central de Beijing. La progresiva expansión de los contactos ante la evidencia del proceso de distensión bilateral posibilitó que nuevos temas fueran incluidos en la agenda de conversaciones tales como el otorgamiento de garantías sobre protección de inversiones taiwanesas en Hong Kong luego del handover (1 de julio de 1997), normas de propiedad intelectual, un status especial de protección para las inversiones taiwanesas radicadas en China Continental9, la elaboración conjunta de una metodología común para la resolución de disputas comerciales, acuerdos sobre pesca en el Mar del sur de China y la repatriación de aeropiratas10, es decir aspectos todos de tipo "técnico" y no político como era el deseo de la RPCh. Asimismo, ambas partes acordaron autorizar los encuentros y contactos entre funcionarios gubernamentales siempre que los mismos no se produjeran durante el desarrollo de "eventos internacionales" que de manera explítica o implícita reconocieran representatividad o status nacional a los par-ticipantes. En este primera etapa el clima de acercamiento derivó en la autorización otorgada por parte de China Continental para que ciudadanos taiwaneses visitaran a sus familiares en el continente, medida que abrió la puerta al "turismo" proveniente de la isla y restableció los contactos y vínculos rotos principalmente entre familias separadas cuatro décadas atrás. El valor legítimante interno y externo que, a través de la apertura política y la consolidación del proceso de democratización, lograron los líderes de Taiwán ha sido compensado a partir de mediados de la década con la cesión de espacios de influencia externos, moderando los costos del creciente aislamiento internacional al que era sometido por la acción político-diplomática de la RPCh. La percepción sobre la creciente presión que ejercería la RPCh sobre aquellos estados que establecieran y/o mantuvieran relaciones diplomáticas con Taiwán -como subproducto de su fortalecimiento económico y político y manifestado por parte de la RPCh a escala mundial con el bloqueo sistemático de las iniciativas externas de Taiwán, con la amenaza de la ruptura de relaciones diplomáticas en caso de reconocimiento del gobierno de Taipei y con su firme posición respecto de la "no intervención" por parte de terceros estados en un conflicto "considerado interno"-, disuadieron a los líderes taiwaneses respecto de la escasa utilidad de una estrategia política de enfrentamiento que colisionara directamente con los intereses continentales. De manera similar a lo acontecido en China Continental ante el cambio de liderazgo político posterior a Deng, la concentración del poder político en la figura presidencial significó la asunción de nuevas responsabilidades en política exterior abriendo paso a partir de 199611 al ejercicio efectivo de la denominada diplomacia "pragmática, realista y flexible". Este cambio por parte de Taiwán en las apreciaciones contenidas en el diseño de las políticas específicas le generó dos vías alternativas de acción externa. La personalización de la diplomacia taiwanesa en el presidente y la adopción de una vía "pragmática" en política exterior mostraron el reconocimiento implícito respecto de la redefinición de los espacios internacionales y su acotamiento, al mismo tiempo que generaron consenso interno respecto de que la estrategia adecuada para enfrentar los nuevos desafíos sería aquella que uniera dos ejes convergentes: 1) la no renuncia a los esfuerzos por romper las tentativas de aislamiento internacional a las que Taiwán se veia sometido, y 2) como resultado de los sucesos de Tiananmen en junio de 198912, considerar que la reducción de los espacios externos sería compensada por la creciente ganancia de legitimidad internacional de la naciente democracia taiwanesa, vis a vis un modelo autoritario, la que al mismo (la democracia) funcionaría como garantía de su pervivencia como entidad política soberana más allá de la relación que mantuviera con la parte continental. Las garantías ofrecidas por el sistema democrático permitieron a Taiwán condicionar desde mediados de la década el avance en las conversaciones sobre reunificación al "respeto de los derechos e intereses de la población taiwanesa" (atiéndase que no es "población china" el concepto utilizado) situación que nuevamente creo tensión en las relaciones bilaterales en tanto la RPCh interpretó esta afirmación como la acentuación de las tendencias pro independentistas de Taiwán. Aún en el contexto que significó el distanciamiento relativo en base a diferentes concepciones sobre el proceso y los métodos a seguir, fue positivo para las autoridades continentales la reafirmación de que la gestión de las negociaciones seguiría en manos del KMD y no de varios partidos políticos o de un alianza partidaria con la que podría enfrentarse abiertamente, lo cual facilitó niveles de interlocución unificados entre ambos partidos políticos. La posición política interna y la elección de la estrategia para el desarrollo de los contactos con China Continental no fue, sin embargo, un camino expedito para los líderes del KMD y en particular para Lee Teng Hui quien, como presidente del partido gobernante, encontró oposición a sus iniciativas en el seno del mismo y las que a su vez produjeron escisiones partidarias13, fundamentalmente al reconocer la inexorabilidad de un futuro común entre el continente y Taiwán y que, por ende, la administración de la transición y el futuro status -con que éste accedería a la reunificación- debían ser negociados. Los limitantes políticos no obstaculizaron, sin embargo, la creciente interdependencia económica y el aumento de los flujos de comercio e inversiones entre ambas márgenes del estrecho, reflejando que existían más puntos de coincidencia que de conflicto entre las partes. La visión "realista de Taipei", sumada a las presiones empresariales locales, determinaron la expansión de los negocios entre ambas márgenes al tornarse las industrias taiwanesas dependientes de los bajos costos de producción del continente y del acceso a materias primas e insumos en abundancia14. El comercio "bilateral indirecto" que totalizó U$S 1.200 millones en 1985 ascendió a 25.000 millones en 1997. La apertura gradual de diferentes rutas "comerciales indirectas" permitió en parte esta expansión del comercio entre ambas márgenes del estrecho15, al mismo tiempo que los acuerdos alcanzados entre operadores "privados", de hecho, flexibilizaron las restricciones que pesan respecto a los intercambios comerciales directos16. Taiwán se convirtió así en el segundo inversor externo en el continente luego de Hong Kong. En su mayoría las empresas taiwanesas están localizadas en la provincia de Fujian (sureste del país) debido a la cercanía geográfica (140 km.), la identidad idiomática y la política preferencial con que se han visto beneficiadas a través del régimen vigente en las Zonas Económicas Especiales (ZEE) de las provincias costeras del continente. El flujo de inversiones creció a medida que para muchos empresarios taiwaneses la captación del mercado chino no implicaba una cuestión que debía evaluarse como positiva o negativa o bien interpretarse bajo consideraciones políticas, sino antes bien como una simple cuestión de conveniencia y oportunidad (e incluso de supervivencia) para la obtención de alta rentabilidad para sus inversiones. De esta forma la respuesta de la comunidad china de negocios y sus networks comerciales en la región derivaron en la creciente influencia del sector empresarial sobre las respectivas dirigencias políticas a fin de aventar la resolución traumática del diferendo. La flexiblización progresiva evidenciada en las posiciones de la RPCh y Taiwán tuvo su punto central en 1993 al concretarse las Conversaciones de Koo-Wang en Singapur entre representantes de la SEF y la ARATS las que en la práctica rompieron casi medio siglo de distancia entre las partes. Sin embargo, la posición se modifica radicalmente en 1995 luego del viaje del presidente Lee a los Estados Unidos lo cual provoca la suspensión unilateral de las conversaciones por parte de la RPCh. Concuerda este escenario con profundos cambios políticos en ambas partes. La cambiante situación interna de China y el proceso de cambio de liderazgo favorecieron las expectativas de Taiwán respecto de ampliar su "margen temporal de maniobra" internacional al considerar no consolidada la posición interna de la nueva dirigencia china, al mismo tiempo que avanzaba en el proceso de democratización. En consecuencia, se abrió un nuevo ciclo de tensión entre las partes -agravado por la realización de ejercicios misilísticos por parte de la RPCh en el estrecho- coincidente con la celebración de elecciones presidenciales en Taiwán. Como corolario Taiwán optó por vías alternativas tendientes a reducir su dependencia del mercado chino continental y diversificar el riesgo económico y político que éste conllevaba. En tal sentido, como parte de esta estrategia multidimensional el Ministerio de Asuntos Económicos de Taiwán (MAE) "elevó" la posición del Sudeste Asiático en el marco de sus prioridades contenidas en el diseño de una política estratégica de expansión comercial y financiera de largo plazo (Plan APROC Window), en el que considera al área como "una de las cinco regiones en desarrollo más importantes", fijando en ella el nuevo horizonte competitivo para las industrias taiwanesas exportadoras de alta tecnología. Esta revalorización de la región se dio además con el objeto de ampliar los márgenes de acción político-diplomática de los que dispone en la región. Las iniciativas abrieron también espacios comerciales adicionales a Taiwán para operar particularmente en las economías pertenecientes a la ASEAN, a pe-sar de la agresiva "diplomacia comercial" y política desplegada por China Continental en esta zona con el objeto de evitar el avance taiwanés. Taiwán redefinió su patrón de inserción externa en la región considerando en particular al Sudeste Asiático un área estrechamente ligada al desarrollo de sus "intereses primarios" y en la que dada su red de vinculaciones comerciales, tecnológicas, fi-nancieras y su exitosa comunidad empresarial es posible ejercer mayor influencia. La ampliación de la "diplomacia financiera" implementada por Taipei lo transformó en el primer inversor externo en Vietnam y Malasia, el séptimo en Indonesia, el cuarto en Tailandia, el tercero en Filipinas y Laos y el séptimo en Nueva Zelandia y el cuarto en la región (excluyendo a la RPCh) con U$S 5.200 millones en 1996. El reciente establecimiento de lazos comerciales con Corea del Norte implica también la íntervención de Taiwán en un área considerada de influencia primaria para los intereses estratégicos chinos. La profundización de los vínculos con las economías asiáticas no significó, sin embargo, como contrapartida, un alejamiento de la alianza política y económica con Estados Unidos a quien Taipei considera como último garante de su seguridad a pesar de existir críticas internas respecto de la falta de claridad que Washington muestra en su mensaje hacia la isla. A estas percepciones por parte de Taiwán se sumó la posibilidad de un endurecimiento a partir de 1997 de las condiciones del "ambiente económico" prevalecientes en la zona, a causa de la reasunción de soberanía por parte de China sobre Hong Kong, hecho que se ha visto reflejado en la imposición de restricciones por parte de Taiwán a la concreción de inversiones de empresas radicadas en Macao y la ex colonia británica controladas por capitales continentales. En tanto los vaivenes a que se vio sometida la relación entre las partes refleja la profunda separación que existe entre ambas concepciones políticas y sociales a nivel partidario, el juego de los actores extrarregionales sigue y seguirá siendo escencial en la resolución de la disputa. Si bien a partir de 1998, presumiblemente respondiendo a las mayores presiones estadounidenses en este sentido, los contactos suspendidos luego de las conversaciones de Koo-Wang en 1993 se han reanudado, es probable que la redefinición de los escenarios hacia fin del presente siglo implicarán la complejización de los dilemas por resolver a medida que el objetivo de la reunificación por parte de la RPCh tienda a extenderse en el tiempo.

La República Popular China: escenario interno e iniciativa externa
El desarrollo de este punto destaca cómo los cambios en el escenario político interno en la RPCh han impactado en la definición de la estrategia de relaciones con Taiwán. Al respecto caben las siguientes observaciones: a) Históricamente y en particular desde comienzos de la década del 90, el issue político-militar de Taiwán ha permitido "unificar" la posición externa de China a pesar de las pujas internas por el liderazgo partidario. El riesgoso recurso del "nacionalismo" permite superar los problemas políticos internos y, en menor medida, superar también el descontento social existente ante el incremento en los niveles de corrupción gubernamentales y la posibilidad del aumento del desempleo por reconversión del sector industrial estatal, entre otros factores. El "nacionalismo", como factor aglutinante en momentos de creciente tensión social, unido a cuestiones de pertenencia cultural y étnica, vuelve a utilizarse a pesar de que el impacto social de estas ideas es menor debido a los cambios generacionales producidos como efecto de la apertura al exterior de la economía china y la internacionalización de los contactos individuales. Este "nuevo nacionalismo chino" intenta incluso ampliar sus alcances al pensarlo como una construcción que creará una nueva frontera al comprender "la Gran China" y es entendido como étnicamente homogéneo, destinado a sumar poder en términos de capacidades económicas, militares y tecnológicas y como un modelo inclusivo que abarcará a nuevos actores, en particular empresarios, y a la comunidad china de ultramar por medio del otorgamiento de representación institucional y de la participación en la toma de decisiones políticas y económicas. Esta sujeción al "nacionalismo" como recurso para la unificación de la acción externa, si bien encuentra eco en los sectores más ortodoxos del Ejército Popular de Liberación (EPL), no reflejaría necesariamente el consenso respecto de su pertinencia y aplicabilidad a la resolución de la disputa con Taiwán en razón de la limitada capacidad de maniobra política y militar que China posee en este momento debido a las dificultades internas por las que atraviesa, la escasa adhesión por parte de las jóvenes generaciones al proyecto político del PCCh y el temor que despierta en la población taiwanesa erosionando su confianza respecto de la solución pacífica del conflicto y en la posibilidad de mantener su estilo de vida bajo la eventual reunificación con la parte continental. b) El EPL como factor de poder y su influencia sobre la nueva dirigencia. En parte el retraso técnico operativo del EPL en relación a las fuerzas armadas más modernas de Taiwán condicionan la probabilidad de un triunfo "sin costos" frente a un ejército taiwanés modemo, técnológicamente avanzado y en capacidad de ser asistido "logísticamente" directa o indirectamente por los Estados Unidos. Las fuerzas armadas de Taiwán se cuentan entre las mejores equipadas del mundo (380.000 soldados de los cuales 80.000 están estacionados en las islas de Matsu y Quemoy cercanas a la costa china, en fortalezas "hormiguero") y sus sistemas de defensa se encuentran entre los más sofisticados del planeta. Sus capacidades defensivas residen en sus sistemas de defensa aérea, la sofisticación de equipos antimisilísticos y el adiestramiento de sus pilotos de guerra. En términos militares el análisis costo-beneficio de los estrategas chinos condiciona la viabilidad de una invasión en gran escala relativizando la opción nuclear que China posee condicionada por el rechazo que genera en las potencias extrarregionales y otros estados asiáticos17, los que presionan a la RPCh para que mantenga el rango y las opciones de amenazas en el campo de las armas convencionales donde aún debe incorporar mayores avances. A estos condicionamientos pueden agregarse dos factores: el primero que indica que a pesar de los avances producidos en el área de defensa y seguridad, los militares chinos aún no se han recuperado de la derrota frente a Vietnam en 1978, por lo que los cálculos respecto del tipo de operaciones y su posible resolución aun cuentan de manera particular, y el segundo que sugiere que el efecto de "self contaiment" por parte de China ante la asunción de que la utilización de la fuerza generaría medidas retaliatorias por parte de la comunidad internacional. El aparato militar-industrial perdería fuentes de financiamiento internas y externas provistas por la comunidad china de ultramar18, que son vitales para que la modernización de la defensa así como para sostener la expansión económica del país. La comunidad china de ultramar es el factor "reequilibrante externo" más importante y uno de los actores principales no oficiales en la disputa. Su influencia sobre el régimen de Pekín es creciente en términos económicos y políticos. Estimativamente 55 millones de chinos étnicos viven en Asia, la mayoría emigrados de Guangdong y Fujian provincias chinas históricamente expulsoras de población. El monto de los capitales controlados por la comunidad china de ultramar en Asia Pacífico se calcula en US$ 500.000 millones y para la cual sus intereses comerciales y financieros se verían perjudicados ante una acción de ofensiva extrema por parte de alguna de las partes, por lo que su poder de mediación es funcional a la evolución pacífica de las relaciones entre RPCh y Taipei. c) Aún durante las etapa de mayor tensión los contactos informales entre ambas partes no se suspendieron. Ejemplo de ello fue la crisis de 1996, que como producto de la visita del "presidente" Lee teng Hui a los Estados Unidos generó la suspensión de los contactos no oficiales entre la SEF y la ARATS. En todas las ocasiones los mensajes tendieron a reflejar que la escalada del conflicto reflejaba más una "necesidad de autosostenimiento interno del gobierno continental", ante lo que consideraba un "claro desafío a la posición conciliadora de China", así como un golpe interno por parte de Taiwán a la política de atenuación de las presiones militares ejercidas sobre el presidente Jiang Zemin respecto de adoptar una "línea dura" en relación a la disputa con Taiwán. Asimismo, las periódicas visitas efectuadas por empresarios de ambas márgenes, funcionarios provinciales, continentales y dirigentes gubernamentales, demuestran también la multiplicidad y divergencia de intereses existentes entre los distintos actores intervinientes sean públicos o privados, estatales o no estatales y en particular entre los intereses de los estados provinciales que se benefician del apoyo económico y financiero otorgado por Taiwán y el gobierno central de Beijing. d) La "presión asiática" sobre China impone ajustar su conducta exterior a los determinantes de la paz y de la estabilidad regionales. China percibe que una respuesta militar la situaría como "pais agresor" modificando así el consenso existente en Asia respecto de la conveniencia de negociar y sostener relaciones cooperativas con Beijing y no con Taiwán. La reversión del consenso podría traducirse entonces no sólo en la quita de apoyo financiero, tecnológico y político necesarios para sostener el esfuerzo de la construcción económica, sino que serviría también como justificativo para sostener la tesis respecto de la inconveniencia de favorecer el fortalecimiento económico de la RPCh en previsión de su posible transformación en una potencia agresiva a nivel regional y global, coincidiendo así, en última instancia, con la hipótesis extrema de los Estados Unidos respecto de la necesidad de su contención como poder emergente. La comprensión de esta realidad -siendo China una economía en desarrollo que en el siglo XXI enfrentará el incremento constante de su población y la creciente demanda de materias primas para sostener sus altas tasas de crecimiento económico- la impulsa a sostener y favorecer un ambiente de paz regional que le asegure el abastecimiento de insumos críticos en caso de aguda escasez o alteración de la situación política regional. La imagen de una China agresiva podría reforzar las posibilidades de que se vea sometida a sanciones (embargos comerciales) sobre sus importaciones de petróleo e insumos estratégicos19, de manera similar a la experiencia que vivió Japón en los 40. e) China no reconoce que el conflicto con Taiwán figure al tope de sus prioridades de seguridad en el mediano plazo. Antes bien, sus hipótesis de conflicto contemplan posibles incidentes en sus fronteras noroeste y sudoeste. Los principales desafíos geoestratégicos provendrían desde la India, la Federación Rusa, las presiones fundamentalistas musulmanas en Xingjiang, el issue tibetano y el errático comportamiento externo de los estados de Asia Central, los que podrían verse impulsados antes las crecientes dificultades económicas, a recrear una "nueva Unión Soviética" por lo que China enfrentaría nuevamente amenazas a su seguridad en la región oeste del país agravados por los riesgos de inestabilidad de "potencias nucleares" de menor orden. En consecuencia, la RPCh no desea enfrentarse con sus vecinos asiáticos, sino resguardar sus recursos de poder para lo que estima será una dura puja política estratégica con Occidente y en particular con los Estados Unidos. La percepción por parte de China de la "contención" que los Estados Unidos intentan imponer a la expansión de su poderío económico y militar refleja una visión sobre la evolución conflictiva del sistema internacional en el que China se considera a sí misma uno de los polos con capacidad de discutir el nuevo orden mundial del siglo venidero. Hasta el presente el proceso de negociaciones en general, y en particular las crisis por las que éste ha atravesado, han permitido a China observar la capacidad de decisión de los Estados Unidos, por lo que espera que de darse un "casus belli" similar al iraquí, el compromiso de defensa americano hoy se haría efectivo. No obstante, aún cuando la presencia militar de los Estados Unidos en Asia es aún considerable20, la RPCh mantiene la hipótesis de que dicha situación podría modificarse en el mediano plazo a través del retiro paulatino de parte de sus fuerzas estacionadas en el área, situación que le permitiría contar con mayor margen para una eventual acción militar en caso de que Taiwán no atienda al avance en las negociaciones sobre reunificación. Al igual que Rusia, China comparte los resquemores respecto del comportamiento futuro de los Estados Unidos en Asia y su rol como poder garante de la paz y de la estabilidad regionales. Los cambios en la política exterior de China respecto de cómo incluir el tema Taiwán dentro de la agenda de conversaciones con los Estados Unidos, en parte refleja que, a medida que China incremente su poder económico, político y militar, considerará menos necesario conceder -en aras de mantener una buena relación con los Estados Unidos- ventajas sobre Taiwán. China bajo el liderazgo de Deng consideró que no eran los Estados Unidos quienes imponían condiciones a China sobre el status de Taiwán sino que, por el contrario, era China quien "concedía la posibilidad de la solución pacífica del problema. Las presunciones antes expresadas, en particular en Taiwán, se vieron reforzadas luego de la visita que efectuara el Presidente Clinton a China en 1998 en el marco de un proceso de distensión en las relaciones bajo el modelo propuesto por China de strategic partnership en el que parte de los acuerdos alcanzados comprende el compromiso estadounidense de "presionar" a las partes para que se sienten a negociar y resuelvan en forma pacífica los términos de la reunificación.

Las imágenes del conflicto desde Taiwán
Por su parte las percepciones que rigen la definición de políticas específicas por parte de la dirigencia política de Taiwán pueden resumirse de la siguiente manera: a) Considerar un resultado lógico -luego de la victoria política que implicó la reasunción de soberanía por parte de China sobre Hong Kong-, el aumento de la presiones políticas sobre Taiwán con el objeto de forzar la recomposición del diálogo y el avance en las negociaciones. Según los líderes taiwaneses las presiones internas de una débil dirigencia política en el continente intentarían generar un "símbolo de triunfo histórico" tomando como objetivo a Taiwán. Si durante la década del 80 este triunfo fue patrimonio de Deng Xiaoping e internamente la política de apertura y reforma económica sirvió para la relegitimación del liderazgo del PCCh, en los noventa el horizonte de legitimación para la nueva dirigencia provendría exógenamente a través de la resolución del conflicto con Taiwán. b) La inestabilidad del régimen de Beijing, la gestión de las políticas públicas y la incertidumbre en la interlocución. Taipei comprende que es muy difícil para la dirigencia china evolucionar hacia el pluralismo político en un contexto donde convergen factores condicionantes tales como: 1) problemas derivados de la implementación de las reformas económicas, 2) el ensanchamiento de las diferencias económicas regionales, 3) la necesidad de superar la pobreza, 4) el impacto del aceleramiento de las reformas democráticas en Hong Kong y Taiwán, y iv) las presiones políticas externas por una mayor apertura económica y liberalización política. En este contexto, la escalada del conflicto hasta 1996 profundizó la puja política interna dentro del PCCh agravada por el surgimiento de movimientos políticos de orientación democrática que pujan por la apertura del sistema, su liberalización y la participación política abierta. El PCCh aún no ha podido resolver el dilema de cómo operar políticamente en un contexto de modificación del escenario económico interno y de alta complejidad social, en función de la rigidez de sus patrones de interpretación de los lógicos cambios sociales acontecidos en una sociedad que se moderniza rápidamente y donde el conflicto social cambia de naturaleza pero no desaparece. Las instituciones políticas, sociales y partidarias no alcanzan a contener las demandas complejas y diversas que los nuevos actores y fuerzas sociales reclaman, las que han dado lugar al surgimiento de estructuras políticas no oficiales (no sujetas al control del aparato de seguridad del Estado) y que se reflejan en indicios de mayor disidencia interna en intelectuales y obreros, así como a nivel de intereses provinciales en relación con el gobierno central, entre aquellos que se perciben beneficiarios de las reformas y los que han quedado atrás en la captación de sus dividendos. Este enfrentamiento recrea viejos conflictos internos en el PCCh. Desde el comienzo del experimento reformista, internamente conviven dos líneas de pensamiento: una ideológicamente ortodoxa, para la que la supervivencia del PCCh en el poder es vital, y otra menos dogmática, comprometida con el proceso de reforma y apertura económica así como consciente de la necesidad de adecuar el régimen político a las nuevas realidades sociales. Estas luchas internas han debilitado el poder del Partido y su capacidad de dar respuestas efectivas a las demandas sectoriales. Asimismo, Taiwán percibe como negativa la carencia de atributos de "liderazgo efectivo" por parte de la actual dirigencia política China, lo cual agrega elementos de incertidumbre que alientan una mayor participación del poder militar en la toma de decisiones de política exterior. En consecuencia, para Taiwán parte de la gestión de la transición hacia la reunificación implica atender a la profundización de estas "contradicciones" entre la sociedad china y los propósitos de la clase gobernante. Por ello, una de sus opciones políticas será la de operar sobre los líderes locales y provinciales en el sur y este del continente donde se evidencia: 1) incremento del parroquialismo producto de las reformas económicas, 2) un mayor grado de interdependencia entre las provincias costeras, las economías del Sudeste Asiático y las comunidades de chinos étnicos leales a las reformas económicas y alejados de las ideas político-centralizantes de Beijing. Taiwán ha encontrado en la estructuración regional del espacio geo-económico chino -a pesar de la "sujeción económica" a la que se ve sometido por el "efecto atracción" del mercado sobre sus industrias- un área de maniobra política funcional a sus intereses con el objeto de influir en el proceso de toma de decisiones políticas de Beijing. Esta influencia la lleva a cabo a través de la presión que ejerce sobre las provincias más comprometidas con la apertura, la liberalización económica21 y permeables a formas democráticas de ejercicio del poder y para las que la preservación del status quo político subregional es esencial como garantía para la expansión de sus economías. De esta manera, la percepción de los líderes taiwaneses indica que su visión de la "China política" no es unívoca: existe una China más abierta en el sur, pero no es la que toma las decisiones finales, sino que lo hace una China en el norte aún no tan abierta y un partido con grandes luchas internas lo cual define un patrón de incertidumbre respecto al futuro de las negociaciones, pero que al mismo tiempo como un juego dialéctico le es útil para orientar con mayor libertad el proceso hacia sus propios fines. c) El juego estratégico: el valor de la democracia y la democracia como valor. Ante la escasa posibilidad de ofrecer resistencia política, diplomática y militar en el largo plazo, Taiwán antepone la "construcción de un orden político basado en la legitimidad democrática" como valor generador de consenso interno y apoyo internacional, política que se ha visto favorecida por el ascenso de la idea de prevalencia de los ideales democráticos sobre los autoritarios en Asia Pacífico, en concordancia con el espíritu de promoción de los derechos humanos y libertades civiles que a nivel global se verifica desde el fin de la Guerra Fría. Para los líderes de Taipei la legitimidad democrática y su impacto sobre la política "pro unificación" son un valor esencial ya que a nivel de la "opinión pública internacional" la imagen que se proyecta es la de una lucha entre una "democracia y un gobierno autoritario", opción que en esencia los Estados Unidos apoyan como instrumento de moderación del comportamiento de Beijing. En el marco de un contexto internacional favorable a la expansión de los ideales democráticos, la apertura política y el surgimiento de movimientos de protección de los derechos humanos así como de las garantías y derechos civiles y políticos, Taiwán encuentra mayor espacio para la acción internacional, diferenciándose nítidamente de China Continental. Al mismo tiempo, la democracia como recurso de poder e instrumento de política exterior posibilita a Taiwán romper el aislamiento internacional al que se ve sometido en sus relaciones formales, por medio de la expansión de sus vínculos con actores internacionales no gubernamentales tales como partidos políticos, organizaciones civiles, religiosas, etc. que posibiliten el aumento de su nivel de exposición internacional. En Asia la realidad de fin de siglo señala que China está rodeada de "democracias asiáticas": Corea, Japón, India, Singapur, Taiwán y Filipinas son ejemplo de naciones en las que la modernización económica ha derivado en apertura política y protagonismo para la emergente sociedad civil. La "idea democrática" en Asia ha ganado consenso si bien adaptada a las características de sociedades con valores distintos a los occidentales. La consolidación de los intereses de las capas medias ha provocado su activación política, la que encuentra expresión institucional a partir de su participación efectiva en el gobierno o por medio de la expresión pública de ideas no coincidentes con las del poder político. En este contexto Taiwán espera que similar comportamiento observe China y que, en el largo plazo, evolucione hacia un modelo político abierto como resultado del proceso de modernización económica iniciado a fines de la década del setenta. La "ejemplaridad institucional" implica, además, que Taiwán perciba que su modelo de transición política pueda favorecer la evolución del régimen político continental apoyando por "medios empíricos" la posición de los sectores políticos reformistas dentro del PCCh promoviendo su transformación y abriendo paso a esquemas internos de flexibilización política. Para ello, el centro del cambio y la reforma política puede observarse en el órgano de poder más importante dentro del sistema político continental. La APN, como posible eje de la reforma política, es considerada el punto focal institucional para la promoción del cambio debido a que las provincias defienden sus intereses a través de la negociación política, no aceptando en forma pasiva las decisiones del poder central, acotando sus márgenes de intervención, manifestando sus intereses y transformando la asamblea en un ámbito de negociación real en el que sea necesario armonizar intereses y discutir políticas. Las respuestas dadas por la dinámica de cambio político interno en China y su expresión institucional a través de la APN son observadas con atención por Taiwán en el marco de su posible inserción dentro de un modelo federal de organización política, una vez alcanzado el objetivo de la reunificación o bien como paso previo para su concreción. d) La correspondecia con este escenario interno en el continente significó la promoción de reformas en el sistema político de Taiwán. Desde 1997, un año después de registrarse los más graves incidentes entre las partes desde el inicio del diálogo en 1993, la prioridad para los líderes políticos taiwaneses radicó en la concreción de reformas constitucionales acotadas a los diez artículos adicionales (enmiendas) incluídos en el texto vigente desde 1994. Los consensos alcanzados se dieron en base a: 1) dotar de mayores poderes al presidente de la República, 2) la restructuración del gobierno central mediante la reducción del número de funcionarios políticos, legisladores y burócratas, 3) el mantenimiento de la figura de gobernador del territorio provincial pero nombrado por el presidente y no elegido por voto popular, cargo normalmente ocupado por un partidario del KMD gobernante y que en poder de la oposición22 podría generar desacuerdos entre los poderes ejecutivos nacional y provincial respecto de la estrategia a sostener ante China continental. Si bien la iniciativa implicó la concentración del poder negociador en el máximo nivel decisorio del poder ejecutivo, mostró que Taiwán como sujeto político mantiene también un status como territorio provincial que en parte responde a los deseos continentales. La no desaparición de la figura del gobernador significó un gesto de buena voluntad para con China tendiente a moderar los temores respecto de que el "fin de la estructura provincial de gobierno" acercaría a Taiwán hacia el modelo de un "Estado soberano sin interposición de poderes políticos y jurisdicciones contrapuestas". e) La influencia del proceso de reunificación y Hong Kong como leading case. Las percepciones sobre la evolución negativa del poder chino en la isla luego de 1997 podrían determinar disfuncionalidades en el proceso de negociaciones sobre reunificación, por lo que Taipei espera que China cumpla con los compromisos internacionales asumidos sobre Hong Kong a partir de 1997. La evolución favorable de la política china sobre Hong Kong reforzaría en Taiwán el "consenso social" sobre la viabilidad y conveniencia de promover una progresiva convergencia de políticas tendientes a la reunificación con China continental23. Sin dudas la conducta que China adopte sobre Hong Kong moderará o incrementará la presión americana vía la política de derechos humanos. Los Estados Unidos reconocen como posible el deterioro futuro de la situación de los derechos humanos en Hong Kong, así como que esta situación afectará directamente sus relaciones con China, por lo que su margen de maniobra como actor "neutral" de un proceso que atañe a dos actores relevantes en su esquema externo de relaciones se reducirá. No obstante, en caso de ser necesario utilizaría la afectación de las libertades civiles en Hong Kong para condicionar la política que la RPCh aplique en relación a Taiwán, en particular la atinente al compromiso de garantizar la vigencia de las libertades civiles y políticas así como los derechos de los taiwaneses a elegir su sistema de vida. Estas consideraciones deben ser entendidas en función de que la política exterior de los Estados Unidos en relación a la RPCh estará cada vez en mayor medida condicionada por la situación de los derechos humanos en dicho país, transformándose en un tema de seguimiento y discusión permanente en la agenda bilateral entre ambos países. f) Taiwán y las dudas respecto de su alianza defensiva con los Estados Unidos. Taipei confía en que la permamente amenaza china de una posible intervención armada decidirá finalmente a los EE.UU a no retirarse de Asia y a jugar un rol más activo en la región disipando dudas sobre su "aislacionismo como potencia militar". Asimismo la presencia naval americana garantizará la libertad de los mares y el transporte de mercancias vitales para la economías de la región luego de que China expanda su influencia marítima en los mares del sur. La modernización de su flota de superficie y la promulgación de la Ley del Mar en 1992 son un dato revelador de lo expresado. Sin embargo, luego del viaje del presidente Clinton a la RPCh la percepción de los líderes taiwaneses respecto de la variabilidad de la posición estadounidense en relación con Taiwán, en aras de mantener una relación de strategic partnership con dicho país24, podría ocasionar incluso la dilución del compromiso asumido sobre su defensa, por lo que no existen otras opciones para Taiwán que la de negociar con la RPCh al mismo tiempo que fortalece su aparato de defensa reforzando la presunción de la dirigencia política taiwanesa respecto de que el diálogo a través del estrecho y el acercamiento con China no implicará para Taiwán ceder a las necesidades de sostener un proceso endógeno de modernización militar en razón de lo que considera el incremento paulatino de las capacidades "ofensivas" de China por sobre las "defensivas". El presupuesto militar de la RPCh ha crecido un 10% anual entre 1987 y 1995 y el 11% en 1996, a fin de consolidar el apoyo del EPL al liderazgo de Jiang Zemin como parte de las concesiones presupuestarias efectuadas al aparato militar industrial. En este sentido, los proyectos de modernizacion de sus sistemas de defensa incluyen la producción nacional de un avión caza de combate (IDF) y la extensión de acuerdos de cooperación tecnológica en el campo militar con países del este europeo. La decisión de Taiwán de basar progresivamente la compra, modernización y el requipamiento militar en sus propias capacidades coincide con la hipótesis de que los Estados Unidos enfrentarán crecientes presiones por parte de China por la venta de armamento americano a Taiwán, lo cual condicionará en el mediano plazo el cumplimiento efectivo de los Estados Unidos del Acta de Defensa Bilateral25. Al mismo tiempo que las capacidades terrestres, marítimas y aéreas son reforzadas, la creación de un sistema de defensa misilístico ofensivo y antimisilístico también se ubica entre las prioridades de modernización de la defensa de Taiwán26. El equilibrio de poder de fuego se traduciría en la adquisición de nuevos equipos militares ante el hecho de que China posee una modernizada flota de submarinos, ha fortalecido su fuerza aérea con aviones Sukhoi Su-27 rusos y también ha mejorado la eficiencia de sus fuerzas regulares de rápido despliegue. A comienzos del próximo siglo, China contaría con los primeros portaviones de mediano porte construídos en el país (30.000 y 40.000 ton.) equivalentes en tamaño al modelo ruso de la clase Kiev, con propulsión nuclear. Se estima que de esta manera la armada china estará en capacidad de controlar las aguas que circundan las Spratley, así como prevenir cualquier intento separatista de Taiwán y garantizar el libre paso de navíos de abastecimiento. Siendo China una potencia nuclear el desarrollo de armamento de este tipo y la modernización de sus arsenales existentes, son motivo de especial prevención para las autoridades políticas de Taiwán. g) A nivel de la clase política taiwanesa existe consenso sobre la irreversibilidad de la reunificación, aún cuando las metodologías, estrategias y el modelo de escenario final sean divergentes, así también existen coincidencias respecto de la necesidad de acordar entre las partes un "estado de transición" (modelo de convivencia) hacia ese objetivo que posibilite la resolución pacífica del diferendo. En general existe conincidencia a nivel de la clase política de Taiwán respecto de la reunificación como situación a alcanzar en el largo plazo. La variabilidad de las posturas reside, sin embargo, en los modelos y las tácticas a utilizar para encaminar el proceso de negociaciones y tornar el ambiente predecible a fin de que la solución de la situación de facto existente pueda ser consistente con los anhelos de ambas partes. En este sentido, las coincidencias internas existentes en Taiwán definen un escenario en el que más allá de las diferencias tácticas a nivel de partidos políticos, las posiciones se han acercado para permitir la formación de un "consenso nacional" que permita la definición reflejo de una "política de Estado" y no de partido o gobierno respecto de la reunificación con el continente. Demostrativo de lo expresado es la adecuación del Partido Demócrata Progresista (DPP) hacia una línea conciliatoria y menos confrontacionista como fue tradicional en su plataforma política. Su reciente derrota electoral a manos del KMD fue interpretada como una crítica por mantener una postura irreductiblemente "independentista", lo cual ha favorecido la posición de la facción moderada (internamente denomina la Nueva Ola). Los futuros cambios en el tratamiento del tema de la reunificación por parte del DPP señalan en consecuencia un ajuste con los deseos de distensión promovidos por los Estados Unidos, la moderación en el enfrentamiento con el KMD respecto a la estrategia de negociaciones y el abandono de la "línea ideológica independentista" por una línea estratégica que implica la consideración de modelos de unión en el futuro con el continente. El triunfo del KMD en las elecciones presidenciales de 1996 y en las recientes elecciones legislativas y municipales fueron interpretadas internamente como una señal de apoyo a la política implementada con relación a la reunificación con el continente. La posibilidad de contar con mayoría propia en el Yuan Legislativo por parte del partido gobernante, aventó los temores sobre un giro crítico de la política aplicada básicamente por el Ejecutivo así como la posibilidad de un conflicto entre un Presidente "reunificador" y un parlamento "independentista"27, por lo que se espera el apoyo legislativo a la política de reunificación y un voto de confianza a las medidas hasta ahora aplicadas que se manifiesten en medidas concretas de acercamiento. En líneas generales, la aceleración de los contactos, en particular desde comienzos de la década del ochenta, permite dividir el proceso en tres estapas: 1) la primera significó el inicio de procesos "unilaterales" de distensión, producto de los cambios en los respectivos escenarios políticos, que luego posibilitaron la reanudación de los contactos no oficiales, la gradual apertura del comercio y la radicación de inversiones taiwanesas en territorio continental, 2) una segunda etapa signada por el péndulo cooperación-conflicto pero que, sin embargo, no llevó a la ruptura de los diálogos "no oficiales" preestablecidos que culminaron con las conversaciones Koo-Wang en 1993, deteriorándose el diálogo posteriormente como consecuencia tanto de la emergencia de "una línea crítica" interna en el PCCh y el EPL respecto de la política sostenida por Deng de resolución pacífica del diferendo, así como ante la adopción por parte de Taiwán de iniciativas tendientes a incrementar su legitimidad política internacional, proceso que culminó en 1995 con la visita del "Presidente" Lee teng Hui de Taiwán a los Estados Unidos, acto que fue interpretado por la RPCh como una violación de los compromisos asumidos en los comunicados de Shanghai; la combinación entre esta iniciativa y el surgimiento de movimientos "pro independentistas" en Taiwán significó la suspensión unilateral del diálogo por parte de la RPCh; 3) finalmente una tercera etapa donde, luego de la tensión que este viaje provocó -sumado a los ejercicios militares efectuados por la RPCh en las costas del estrecho en oportunidad de celebrarse elecciones presidenciales en Taiwán con el objeto de disuadir a la población sobre los "costos" de una ruptura con el continente-, se abre un nuevo proceso de distensión favorecido por la consolidación de los respectivos liderazgos políticos a partir de 1998 con la reasunción de los diálogos suspendidos tres años atrás. Durante todo este proceso complejo de intereses y objetivos contrapuestos, y a pesar de sus fluctuaciones y pendularidad, cabe destacar que la variable "independiente" no sometida casi a alteraciones significativas sino -por el contrario- afianzada, ha sido la creciente interdependencia económica entre ambas márgenes. Respondiendo a la "lógica China de negociación", los intereses económicos priman por sobre los políticos; la presunción de quienes participan de este proceso no deja de responder a la necesidad de alcanzar un "contrato económico" para luego discutir el "contrato político". El pasado reciente y el mediano plazo alientan las perspectivas de avance progresivo en el diálogo y las manifestaciones de cooperación. En este sentido durante todas las etapas preanunciadas los conflictos igual posibilitaron el alcanzar acuerdos "técnicos" conforme con los deseos de Taiwán sobre transporte de mercancías, el posible restablecimiento de los contactos aéreos, marítimos y postales directos entre ambas costas, e incluso acordar en la necesidad, tal como la RPCh lo sostiene, de negociar sobre aspectos políticos para lo cual es deseable que la reunificación se produzca en el contexto de una mayor convergencia de los regímenes políticos (democratización del continente) y económicos (reducción de las diferencias de desarrollo) con el objeto de evitar la formación de una asociación política de base inestable por marcadas desigualdades. Es decir, sostener una secuencia en el marco de la transición que atienda a la construcción de confianza entre las partes, la gradualidad, la negociación sobre temas económicos y políticos y la unificación final en el marco de la convergencia en la democracia.

El escenario en el mediano y largo plazo
La compleja trama de las relaciones entre la RPCh y Taiwán no implica, sin embargo, negar la posibilidad de señalar tendencias generales de evolución en el corto y mediano plazo en base a los acontecimientos hasta ahora descriptos. En este sentido algunas de las tendencias que considero relevantes son las que a continuación se mencionan: ? Es probable que, aún en el contexto del avance en los contactos bilaterales, se conjuguen estas iniciativas con la agudización de la guerra diplomática entre China y Taiwán, la que tendrá como principales escenarios América Latina y África. Es esperable que la "búsqueda por parte de Taiwán de apoyo y reconocimiento", sobre todo en África, inicie una competencia entre ambas partes y, en particular, agudice la aplicación de la "diplomacia financiera" para el logro de los objetivos. En este contexto, el complejo escenario de ganancias y pérdidas de apoyo se observaría en países africanos, cuya posible alianza con China se sumaría a la de Sudáfrica en la búsqueda de apoyo a su política de aislamiento internacional de Taipei. En consecuencia, la diplomacia taiwanesa apuntará a sostener su presencia en América Central y el Caribe28, así como a fortalecer sus vínculos con el único país del Cono Sur y socio del Mecosur con el que mantiene relaciones diplomáticas, Paraguay, por medio del otorgamiento de ayuda oficial para el desarrollo, la radicación de inversiones, el otorgamiento de financiamiento blando para las industrias nacionales y mejores condiciones de acceso al mercado taiwanés29. La "guerra diplomática" será de alto costo pero se estima que es un precio dispuesto a pagar por Taiwán en función de los beneficios derivados de preservar la alianza que posee con países latinoamericanos30. A fin de moderar los impactos que esta puja tendrá sobre la política exterior de los Estados Unidos y el deseo de mantener su posición como "aliado neutral" de ambas partes, apoyará las iniciativas de Taiwán relativas a su participación en organizaciones internacionales económicas en las que su incorporación no implique de hecho su reconocimiento como Estado. La RPCh continuará aceptando la división existente entre los dos ejes principales de relación, el político y el económico, en relación con Taiwán, alentando asimismo la imagen de "unificación" que existiría en los foros económicos multilaterales, en particular la Organización Mundial del Comercio (OMC), al ajustar Taiwán su conducta a los deseos de la parte continental31. En similar contexto, el Estado Vaticano (único estado de Europa Occidental que reconoce al gobierno de Taipei), junto con China han logrado un acuerdo sobre garantías al status de la comunidad católica de Macao como parte de un acercamiento progresivo destinado a restablecer relaciones diplomáticas. Para China, si bien el reconocimiento del Vaticano daría una mayor imagen internacional en relación con el respeto de las libertades religiosas, así como implicaría una dura pérdida para Taiwán, también es consciente de que las concesiones respecto de la mejora en la situación de los católicos en el continente implicaría una "intervención indirecta" en su política de derechos humanos, materia en la cual es altamente sensible32. De esta forma el Estado Vaticano también podría jugar un rol activo en las futuras conversaciones sobre unificación al presionar a China a fin de que otorgue garantías respecto de la no modificación de la situación de la Iglesia en Taiwán luego de la reunificación. El impacto para Taiwán de la ruptura de relaciones diplomáticas con Sudáfrica ha sido considerable al perder su principal aliado diplomático en Africa y uno de los más importantes a nivel internacional. En tanto permanecieron en el poder los afrikaners, Sudáfrica consideraba al régimen de Pekín como su enemigo ya que favorecía la insurrección armada en estados limítrofes que desestabilizaban la subregión. La alianza entre los Estados Unidos, Sudáfrica y Taiwán era sostenida por consideraciones geoestratégicas asi como existía entre Taiwán y Sudáfrica una alta identificación dada la situación de "apartheid internacional o parias internacionales" que ambos poseían. Pero el viraje producido en la situación política sudafricana al asumir como presidente Nelson Mandela y sus compromisos con China en función del apoyo político y financiero recibido durante la etapa de lucha política antiapartheid por parte del CNA impulsaron la ruptura de relaciones con Taiwán y el consiguiente reconocimiento de Beijing. El escenario del conflicto político-diplomático se extenderá más allá del ámbito regional para alcanzar "teatros de operaciones" distantes entre los cuales se cuentan como prioritarios los "distintos poderes" en los Estados Unidos. La Cámara de Representantes será un escenario donde la RPCh y Taiwán disputarán duramente los espacios de influencia, en tanto será esta Cámara la que antepondrá a las cuestiones ligadas al comercio e inversiones demandadas por el Ejecutivo, las garantías politicas y la solución de los dilemas estratégicos y de seguridad en Asia en función de preservar la estabilidad regional y los intereses estadounidenses en el área. De esta forma la garantía del status de seguridad junto al compromiso de defensa por parte de los Estados Unidos en relación a Taiwán se mantendría inalterado, situación que China desea ver modificada. ? China mantendrá su "estrategia del frente unido económico" para persuadir a los empresarios taiwaneses cada vez más comprometidos en sus intereses con el mercado chino, a fin de que presionen a la dirigencia política a negociar, iniciativa que hasta el presente ha dado positivos resultados33. Si bien las empresas estatales taiwanesas enfrentarán dificultades al estar sujetas a mayor presión política, las pequeñas empresas de tipo familiar (que representan el 98% de las industrias que posee Taiwán) y con menor protección estatal generan un creciente flujo de inversiones en las ciudades continentales de Shanghai, Tianjin y Guangdong, situadas en provincias y regiones tradicionalmente expulsoras de emigrantes que en su mayoría ha recalado en Taiwán. Sin embargo, parte de la estrategia que Taiwán aplicará para disminuir la presión ejercida por el continente consistirá en: 1) aceptar la profundización de los vínculos comerciales (es un dato de la realidad del que difícilmente Taiwán pueda escapar) pero acotando al máximo los apoyos ofrecidos al sector empresarial y desalentando la radicación de capitales taiwaneses de inversión, ajustando los requisitos para el otorgamiento de protección gubernamental y apoyo financiero extraordinario y 2) equilibrar la mayor presión ejercida con la diversificación-mundialización de sus intereses económicos a fin de reducir la dependencia del mercado chino continental, aumentando sus vínculos y exposición en relación con las economías de la OCDE, las emergentes de Asia, América Latina y Rusia. ? Los cambios en la ecuación de poder político en la RPCh serán determinantes en el mediano plazo respecto del avance en las negociaciones. Luego del XV Congreso del PCCh celebrado en octubre de 1997 que ratificó el liderazgo de Jiang Zemin, la RPCh aumentó la presión ejercida sobre Taipei, aún a costa del deterioro de sus relaciones con Estados Unidos. Esto se debe a que la línea crítica de la política de Deng "pro Estados Unidos" ha ganado espacio como parte de las conseciones al poder militar. Si bien no existe una fecha oficialmente reconocida por la dirigencia política continental el "horizonte temporal fijado para recuperar Taiwán" sería mediados del siglo XXI momento en que los líderes chinos consideran que el poder de China será el suficiente como para "imponer" un acuerdo de paz a Taiwán. Cabe notar también que se percibe un giro en el discurso político taiwanés al quitar entidad a los conceptos "soberanía e independencia", para incorporar como central el término autonomía a fin de definir la situación futura de la isla en el eventual esquema de reunificación. Al respecto, Deng sostuvo permanentemente que la reunificación pacífica "debía ser el lenguaje común entre el PCCh y el KMD", texto en el que incluso acepta la idea de "autonomía limitada" para Taiwán34. ? China reconoce que Taipei es un duro adversario (no un enemigo) que proyecta una imagen de éxito económico y apertura política de la que ella carece ante el mundo, pese a los esfuerzos hasta el presente realizados. Desde esta óptica es Taiwán bajo la conducción del KMD (el partido derrotado en la guerra civil) el que finalmente logró el éxito económico en tanto el PCCh victorioso en el campo de batalla se mantiene aún detrás de sus antiguos enemigos. Asimismo, China considera que Taiwán adhiere a formas de organización política y social "no chinas" adoptando formas y modelos de organización socio-políticos "occidentales" que el PCCh no considera posibles de aplicar en el continente. La alineación de Taiwán con relación a los valores occidentales es cada vez mayor, y el paso del tiempo mina la adhesión de las nuevas generaciones de jóvenes taiwaneses respecto de la unidad con el continente restando relevancia al concepto cultural "chino" para identificarse más con lo específicamente taiwanés. Por otra parte la dirigencia de la RPCh considera que en realidad el proceso de "democratización" antes que perseguir la apertura del régimen y el surgimiento de una sociedad democrática intenta generar un proceso de re-socialización que (concepto de "nuevo taiwanés") implique la "taiwanización" de la sociedad rompiendo los lazos comunes de identificación que unen a las partes. Poco sería así el margen para el logro de la reunificación en el largo plazo, lo cual refuerza el sentimiento de posible pérdida (derrota) en el seno del PCCh, ante el cual no existiría otra alternativa que el incremento de la presión política y económica sobre Taiwán. ? Taiwán representa un desafío al sentido "unitario de legitimidad" que China intenta proponer como contexto para el tratamiento de la reunificación al situar las fuentes de legitimidad de manera diferenciada. Si para el PCCh ésta radica en última instancia en el triunfo revolucionario y en la capacidad de gestión de las reformas económicas, para Taiwán se sitúa en el éxito económico, el modelo de industrialización y la garantía de protección a los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos en el contexto de un régimen democrático. Siendo las sociedades confucianas sociedades jerárquicas de alta power distance y donde la idealización de la armonía es un principio esencial, Taiwán no adhiere al ideal colectivo y desafía el concepto tradicional del "rol unitario del poder" y lo que significa unir a la "Nación China". Taiwán conceptualmente impone un "sentido de quiebre" de la armonía a través de la "diversidad". En este sentido el concepto "una china" seguirá siendo para Taiwán difuso, confuso y no aplicable a las negociaciones sobre reunificación. ? Asumiendo como válido el principio físico, también en términos políticos los polos iguales se repelen. Se debe recordar que ambos partidos de gobierno (PCCh y KMD) reconocen orígenes similares -tipos de organización adoptadas del ideal leninista de estructura partidaria e incluso coincidencia en sus principios e ideales- y que la enorme brecha que los separó fue la metodología para adaptar y adoptar los valores de modernización, democracia y justicia al escenario de una China en conflicto en las primeras décadas del siglo. Los "principios revolucionarios" no diferían en sustancia de los ideales de cambio sostenidos por Sun Yat Sen e incluso Sun había reconocido en el socialismo europeo riqueza política como opción viable para la solución de los problemas chinos. Los principios sostenidos por Sun de: nacionalismo, modernización económica, promoción de la democracia, la necesidad de la reforma educativa y el sostenimiento de las tradiciones filosófico-políticas de China posteriormente fueron incluidos en gran parte en la plataforma política del PCCh. Pero entanto que Sun miraba a Japón y a Occidente como modelos, el PCCh buscaba una "vía propia" de cambio político y económico ligado a los determinantes de la praxis revolucionaria de base marxista-leninista cuyo paradigma era la Unión Soviética. Por lo tanto, más importante aún que la resolución del galimatías dialéctico existente respecto a los conceptos de soberanía, los alcances de la autonomía probable a otorgar a Taiwán o la definición técnica de Estado y/o gobierno, será situar la derivación final que el conflicto tenga en función del rol que han de jugar con posterioridad cada uno de los partidos hoy en pugna, es decir el KMD y el PCCh. En este contexto, necesariamente los intereses políticos, pero fundamentalmente los económicos (comerciales y financieros) del KMD deberán ser satisfechos en el marco de un modelo de relación a futuro fijando acuerdos, por ejemplo, respecto de la participación que ha de tener en la generación de riqueza en la por entonces conformada "Zona Económica China" (ZEC). Las negociaciones tendientes a la reunificación podrán derivar en un punto final de acuerdo sólo cuando éstas garantías sean asumidas como válidas por la dirigencia del KMD. Mientras tanto la RPCh y en particular el PCCh percibe que es mejor negociar con el KMD, en razón de que dentro de un lustro se incrementará el deseo de independencia en Taiwán y por lo tanto será aún más difícil alcanzar un acuerdo en particular si la oposición política asume la conducción del Gobierno de Taiwán. La propuesta de la RPCh de ofrecer la vicepresidencia del país unificado a un miembro del KMD podría interpretarse como demostrativa de que China no sólo está dispuesta a respetar el derecho y autonomía de Taiwán luego de la reunificación dando una señal de la apertura y cambio políticos que el PCCh intenta realizar, sino que intentaría legitimar el rol de interlocución del KMD y transformarlo en un socio privilegiado del acuerdo en desmedro de otras fuerzas políticas menos dóciles a las directivas de Beijing. Asimismo, un modelo de conducción como el propuesto transformaría de hecho a la China Unificada en una república gobernada bajo un sistema bipartidista lo cual ofrecería una salida institucional a la crisis política que, se percibe, sobrevendría ante la creciente pérdida de prestigio por parte del PCCh; la alianza asi podría servir como salida a una probable crisis institucional interna. ? Las opciones consideradas hasta el presente respecto a la fórmula para enfrentar las negociaciones finales de reunificación son varias y cada una tiene sus fundamentos: "una china, dos gobiernos", "una RPCh en el continente y otra en Taiwán", "una China, un Taiwán" o la tradicional de "un país, dos sistemas". Sin embargo, es prematuro pensar en una fórmula que sirva para dar contextura al proceso ya que ambas partes no han acordado reafirmar el principio de "una sola China" como base para las negociaciones. Taiwán pone en duda este concepto porque implica asumir que la identificación "con China" sólo remite a la entidad continental. El término-concepto "China" para Taiwán es ambiguo pudiendo interpretarse como un objetivo a alcanzar y, por ende, no necesariamente opuesto a la existencia de dos gobiernos antes de la unificación final. Por otra parte, China observa el proceso como una cuestión de principios: soberanía estatal y nación china. Desde la visión propuesta por Taiwán, en cambio, existe una "nación taiwanesa" y la soberanía estatal como concepto debe ser discutido en su naturaleza y alcances. La relativización por parte de Taiwán de la segunda parte de la ecuación "un país, dos sistemas" atiende a que será muy complejo llegar a la reunificación contando con sistemas diferentes tanto políticos como económicos, por lo tanto da prioridad a la convergencia de sistemas pero básicamente políticos (es decir democráticos); en este punto las discusiones serán arduas de superar en tanto la RPCh sitúa el avance de las negociaciones sobre un "principio rígido", pero flexible desde el punto de vista de Taiwán. ? El KMD acelerará las negociaciones sobre reunificación ya que podría ver erosionada su base de apoyo político interna. Se debe tener en cuenta que hace quince años atrás el KMD era el único partido político de Taiwán pero ahora es sólo el partido dominante, por lo tanto su plataforma debe ser sometida a la competencia política con otros partidos y a nivel social, no tiene garantizado el monopolio del poder. La flexibilización de la posición negociadora por parte de China también ha estado encaminada a no permitir el ascenso del sentimiento antichino en Taiwán el cual ha traído al partido oficialista pérdida de adherentes y apoyo popular. ? La política de ventas de armas por parte de los Estados Unidos a Taiwán no está en discusión para ninguna de las dos partes por lo que la política de modernización militar de Taiwán continuará por medio, incluso, del aprovisionamiento indirecto de material bélico a fin de garantizar el "mínimo poder de disuasión" frente al poderío militar continental35. La RPCh es un poder nuclear y Taiwán no, ya que fue obligado por las Naciones Unidas a renunciar a sus planes de desarrollo nuclear durante la década del setenta, lo cual no significa que no tenga las capacidades potenciales para desarrollar ese tipo de armas. ? Parte de la estrategia de acercamiento implicará la adopción de concretas medidas de self contaitment por parte de Taiwán. En este sentido, Taiwán ha modificado su objetivo de ingresar a las Naciones Unidas siendo ahora un "objetivo de largo plazo" y no una "prioridad", renunciando a tal iniciativa ante el bloqueo internacional a que se ve sistemáticamente sometido por parte de la RPCh36. Antes que objetivos de máxima como el citado la dirigencia taiwanesa ha volcado sus esfuerzos a la construccción de un orden político interno que permita a Taiwán sobrevivir como entidad política que, aún dentro de una China Unificada, tenga garantizada una alta dosis de autonomía externa. La dirigencia taiwanesa considera que ante los cambios producidos interna y externamente la tarea esencial en el mediano plazo consistirá en asegurar una existencia sólida para Taiwán en vistas de un futuro volátil por medio de tres ejes de acción: 1) la estabilización de la sociedad quitando temor respecto del futuro y las consecuencias de la reunificación, 2) la ampliación de los horizontes internacionales y 3) la profundización de los contactos con el continente. La adecuación de Taiwán al proceso de distensión en las relaciones bilaterales a partir de 1998 se manifestó también en la no inclusión de los Archipiélagos Spratley, Paracel, Matsu y Quemoy en la Ley sobre Aguas Territoriales y Areas Adyacentes promulgada recientemente con el objeto de evitar conflcitos no sólo con la RPCh sino también con otros estados del Sudeste Asiático que reclaman jurisdicción sobre los citados archipiélagos. ? Las proyecciones de las agencias oficiales de estadísticas de Taiwán expresan que en el corto plazo crecerá con mayor rapidez la dependencia económica y comercial de Taiwán respecto de China continental, especialmente al restablecerse los contactos de transporte marítimo directos. La RPCh es el segundo mercado de exportaciones de Taiwán, su mayor fuente del superávit comercial y el primer mercado receptor de inversiones taiwanesas en el exterior. En 1996 el comercio "oficial" fue de U$S 21.500 millones y en el 97 de U$S 25.000 millones, alcanzando extraoficialmente el monto global de las inversiones radicadas en territorio continental la cifra de U$S 30.000 millones. La presión interna del sector empresarial condicionará en consecuencia aun más la estrategia de negociaciones de Taiwán, acelerando los operadores "privados" aquellas acciones que los políticos intentan detener; el "determinismo empresarial de la reunificación" es un imperativo superior que fija prioridades diferentes a la de los tiempos políticos. Los proyectos de creación de un foro de empresarios así como de un banco producto de un joint venture trilateral que controlaría los flujos financieros entre las partes, son demostrativos de estas tendencias. En síntesis, más allá de los vaivenes a los que el proceso se vea sometido en la superficie, las negociaciones tienden a reflejar la convergencia de intereses en el largo plazo bajo la presunción de un modelo en el que las asimetrías políticas y económicas se vean moderadas. En el mediano plazo la multiplicidad de actores intervinientes gubernamentales y no gubernamentales, internos y externos, regionales y extraregionales así como la creciente interdependencia económica existente entre ambas márgenes del estrecho moderará la acción política de las respectivas dirigencias partidarias restando primacía a la opción militar y orientando el proceso hacia su resolución pacífica.

Referencias

1. A los efectos del presente trabajo utilizaré la denominación que por convención es internacionalmente utilizada para definir a las partes intervinientes en el conflcito es decir la República Popular China y Taiwán, con la salvedad de que en particular, en este último caso, su denominación oficial es República de China (ROC). 2. A excepción de Francia que reconoció a la República Popular China en 1964. 3. Durante la conflictiva década de los 50, la política exterior de los Estados Unidos operaba en relación a Taiwán bajo la premisas sostenidas por Mc Arthur y J.F Dulles de que éste era "un portaaviones imposible de hundir" reflejando la primacía que Taiwán adquiría en el marco de la política de defensa y seguridad de los Estados Unidos en el Extremo Oriente. 4. La evidencia empírica de esta presunción fue la intervención de la flota estadounidense en 1954 en el Estrecho ante las amenazas de invasión a Taiwán por parte de China. 5. Como resultado de la apertura política, en 1987 Taiwán decretó el fin de la Ley Marcial con el consiguiente florecimiento de la oposición política y la creación de organizaciones políticas y civiles hasta ese momento prospcriptas o condicionadas por el aparato de seguridad del Estado. 6. Alentadas por las ventajosas condiciones económicas que China ofreció en las Zonas Económicas Especiales (ZEE), en particular la de Xiamen frente a las costas de Taiwán. 7. La primera delegación de "representantes" de Taiwán pertenecientes a la SEF visitó el continente en abril de 1991 estableciendo el punto de inicio formal a los contactos entre ambas partes. 8. La RPCh reconoció oficialmente la jurisdicción de los tribunales civiles (no militares) taiwaneses a mediados de 1998. 9. El que fuera concedido en función de preservar los flujos de inversiones taiwanesas hacia el sur continental. 10. Este último punto fue especialmente sensible para China ya que durante 1993 se sucedieron los secuestros de aeronaves de bandera china desviados a Taiwán. 11. Que implicó la alta exposición del Presidente a fin de explicar la posición internacional de Taiwán y así ganar consenso en la opinión pública mundial sobre el problema de la reunificación y el posterior status de Taiwán. 12. Represión por parte del EPL de las manifestaciones pro-democracia efectuadas entre mayo y junio de dicho año. 13. Ejemplos fueron, en 1993, la escición de líderes partidarios del KMD disconformes con las iniciativas adoptadas por parte de la dirigencia partidaria; como resultado se destacan la formación del Partido Nuevo (NP) proclive a una rápida reunificación y la intensificación de los contactos con el continente y la Unión Democrática de Taiwán (DUT). 14. Para el empresariado taiwanés el mercado continental es esencial para su supervivencia así como para aumentar las capacidades productivas de la economía de Taiwán. La visión "realista" empresarial ganó lugar ante la oposición de sectores ortodoxos del KMD, así el lema prevaleciente a nivel empresarial es: "las inversiones continuarán fluyendo hacia el continente, más allá de que el comercio sea directo o no". 15. Las rutas marítimas previstas en los acuerdos suman 28 y dispuestas entre los puertos de Kaoxiung en el sur de Taiwán y los de Xiamen y Fuzhou en el sur de China Continental, entre otros puntos. 16. El ahorro en costos por flete de la no triangulación de mercancías a través del puerto de Hong Kong se estima entre un 50 y 80%. 17. Debe recordarse que el Sudeste Asiático fue declarado zona libre de armas nucleares. 18. El efecto de la "lucha entre chinos" sería para la dirigencia china devastador a nivel mundial y recrearía las imágenes de incapacidad respecto del logro de acuerdos básicos tal como históricamente aconteció, situación que la dirigencia china reconoce sería de suma gravedad al poner en jaque el experimento modernizador. 19. De manera similar a la experiencia vivida con Japón en la década del cuarenta. 20. 150.000 efectivos distribuídos en su mayoría en territorio japonés y en Corea del Sur. 21. Entre las que se destacan las provincias costeras de Guangdong, Fujian, Zhejiang, Yunnan, Jiangsu y Shangdong. 22. Concretamente el Partido Nuevo (NP) considerado pro-reunificación, el que seguramente hubiera acelerado los plazos para su concreción, así como ampliado el número de opciones políticas para el diálogo. 23. El Consejo para los Asuntos de China Continental será la agencia gubernamental responsable del tratamiento de los temas atinentes a Hong Kong y Macao. Dependiente del poder Ejecutivo debe informar sobre sus actividades al Yuan Legislativo. En este sentido una de las primeras decisiones adoptadas por el Gobierno de la ROC a petición del Consejo fue la de permitir a las respectivas administraciones de Hong Kong y Macao abrir oficinas de representación en Taipei, debiendo ser el personal a cargo originario de dichos territorios y no del Continente. 24. En particular, luego de la reafirmación del compromiso asumido por los Estados Unidos respecto de sostener los "tres no" como principio orientador de su política en relación con el conflicto entre China y Taiwán: 1) no apoyar la independencia de Taiwán, 2) no apoyar la formación de dos chinas o una China y un Taiwán, y 3) no apoyar la admisión de Taiwán en organismos internacionales donde la calidad de estado sea un requisito para adquirir plena membresía. 25. Firmada entre ambas partes en 1979. 26. El Consejo para la Planificación y el Desarrollo Económico de Taiwán fijó entre las prioridades correspondientes al año fiscal 1999 la de mantener una poderosa fuerza militar para garantizar la seguridad de la isla al mismo tiempo que se avanza en las negociaciones con China Continental. 27. Esto no significa que necesariamente exista "unanimidad"en el Partido Nacionalista respecto de la política que se aplica en relación a China Continental. 28. Presumiblemente serán Guatemala, Cos-ta Rica y Panamá, el centro de la presión diplomática ejercida por la RPCh en su intento por lograr la ruptura de relaciones con Taiwán. 29. La donación de equipos militares, las inversiones radicadas en la industria electrónica y la apertura de una Oficina de Promoción Comercial de la CETRA de Taiwán en la ciudad de Asunción apunta a sostener sus vínculos con Paraguay. 30. Uno de los principales instrumentos a utilizar será la Overseas Economic Cooperation Fund, la cual como agencia gubernamental es la responsable del otorgamiento y gestión de la cooperación técnica y financiera a naciones en desarrollo, con quienes Taiwán desea establecer relaciones. 31. Por ejemplo el ingreso de Taiwán a la OMC se efectuará bajo el status de "Territorios aduaneros de Taiwán, Penghu, Quemoy y Matsu" señalando la especificidad de su situación y no bajo otras denominaciones como República de China o Taiwán. 32. Aun así, para China la opción por el cristianismo es más aceptable que la del Islam al que teme por antisistémico, separatista y de raíces violentas. 33. Ejemplo de ello es la posición adoptada por uno de los principales grupos económicos de Taiwán como la Formosa Plastics quien a través de sus directivos ha reclamado al gobierno de Taiwán negociaciones claras y el abandono de una política "sin sentido de independencia" en relación a China Continental. 34. Ver al respecto: "Hipótesis sobre la reunificación pacífica de la parte continental de China y Taiwán", En: Textos escogidos de Deng Xiaoping 1982-1992. Beijing: Ediciones de Lenguas Extranjeras de Beijing, 1994, v. 3, p. 36. 35. Los gastos de defensa de Taiwán cayeron desde el 9,2% del PBI en 1983 al 4,3% en 1995 producto de la distensión en la región y el acercamiento con China, sin embargo en cifras absolutas el mismo se ha incrementado anualmente. 36. También puede interpretarse como una muestra de realismo ante el rechazo sistemático a la revisión de la resolución 2758 de 1971 y demostrativa de la pérdida gradual de apoyo a la postura de Taiwán.
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