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Revista
del CEID
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Volumen
1, nº 1
Mayo de 1999
- p. 38-60
La
compleja trama: análisis sobre la evolución de las relaciones
entre la República Popular China y Taiwán
Sergio Cesarín
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Resumen
Más allá de los vaivenes a los que el proceso de negociaciones
entre la República Popular China y Taiwán se ve sometido en
la superficie, las gestiones tienden a reflejar la convergencia
de intereses en el largo plazo bajo
la presunción de un modelo en el que las asimetrías políticas
y económicas se vean moderadas. En el mediano plazo
la multiplicidad de actores intervinientes -gubernamentales
y no gubernamentales, internos y externos, regionales y extrarregionales-
así como la creciente interdependencia económica existente entre
ambas márgenes del estrecho moderará la acción política de las
respectivas dirigencias partidarias restando primacía a la opción
militar y orientando el proceso hacia su resolución pacífica.
Palabras claves: República Popular China; Taiwán; Interdependencia;
Pendularidad.
El comienzo del diálogo
La evolución de las relaciones entre la República Popular China
(en adelante RPCh) y Taiwán1 reconoce distintas etapas y factores
intervinientes. Desde mediados de la década del 80 ambas partes
han restablecido los contactos en forma oficiosa, abriendo paso
a un período de "construcción de confianza" tendiente a favorecer
la discusión respecto del status de relaciones que derivaría
eventualmente en la reunificación en el largo plazo. Proceso
que se ha visto sometido a sucesivos vaivenes producto de los
cambios producidos internamente a nivel de cada uno de los actores,
así como por aquellos derivados de modificaciones en el contexto
regional y mundial. En líneas generales el proceso de distención
en marcha muestra hitos que han permitido el acercamiento de
posiciones encontradas por más de cuarenta años si conside-ramos
la conflictiva historia de relaciones existente entre el Partido
Nacionalista (en adelante KMD) y el Partido Comunista Chino
(PCCh) y más de tres décadas si se toma en cuenta la sola historia
de la identidad internacional que la RPCh y Taiwán poseen como
entidades políticas separadas. Históricamente la RPCh, bajo
el indiscutido liderazgo de Mao, sostuvo una posición "prudente"
en relación con Taiwán considerando el poder relativo que poseía
no sólo como un estado depositario de la legitimidad que le
otorgaba el ser reconocido como tal por las grandes potencias,
algo que no ocurrió con la RPCh sino hasta 19712, el rol que
los Estados Unidos otorgaban a su aliado en Asia en el contexto
de la puja que sostenía con la RPCh considerada una amenaza
a la estabilidad regional y mundial como aliada ideológica de
la Unión Soviética3, el nivel de preparación militar del ejército
taiwanés y la asitencia militar que recibía del exterior, asi
como su convencimiento, producto de la experiencia vivida en
la península coreana respecto de la segura intervención militar
occidental (en particular los Estados Unidos) en caso de conflicto
bélico directo entre China y Taiwán4. Era para Mao una hipótesis
posible pero no probable la invasión a Taiwán y su no concreción,
a pesar de las permanentes amenazas, implicaba un doble mensaje
en especial dirigido a los Estados Unidos en previsión de una
futura recomposición de relaciones con la RPCh: 1) Taiwán podría
ser un punto de permanente fricción entre los Estados Unidos
y la RPCh pero no debía serlo de ruptura y 2) para la clase
dirigente taiwanesa, la oportunidad del diálogo y el acuerdo
siempre quedaría abierta de manera tal de posibilitar la recomposición
de relaciones bajo la guía de que la "unicidad" debía ser preservada.
Al mismo tiempo "el problema de Taiwán" servía para unificar
posturas contrapuestas en el seno del PCCh el que encontraba
cada vez más puntos de discordancia interna que de coincidencia
en aspectos relativos a la marcha de la revolución, pero fundamentalmente,
en relación a la relación entre el Gran Timonel y la dirigencia
partidaria. El posterior restablecimiento de los contactos bilaterales
se dio como resultado de procesos convergentes: 1) el inicio
de un período de apertura al mundo por parte de la RPCh luego
de un período de aislamiento y alta conflictividad interna como
fue la Revolución Cultural a la que se sumó la implementación
de la política de reformas económicas, 2) el modelo altamente
flexible con el que la política de tratamiento de las relaciones
con Taiwán fue planteada por la RPCh bajo la célebre fórmula
propuesta por Deng Xiaoping de "un país, dos sistemas" aplicable
al tratamiento y diseño de una estrategia de "aproximación gradual"
con los territorios "separados" de la Madre China en aquel entonces
(1982) Hong Kong, Macao y Taiwán, 3) el inicio en Taiwán de
un proceso de apertura política bajo el gobierno de Jiang Jingguo
(hijo y sucesor de Jiang Kai Shek) y su posterior consolidación,
lo cual dio lugar a cambios en la situación política de Taiwán
posibilitando la transición que devino en la democratización
progresiva de la vida política de la isla5. De esta manera,
a partir de comienzos de la citada década, el cambio producido
en las prioridades por parte de la RPCh motivó las primeras
manifestaciones que generaron el inicio de un ciclo de distensión
entre las partes. Precisamente en 1981 el entonces Presidente
del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (APN)
de la RPCh Ye Jiangying hizo públicos los Nueve Principios de
Política a Propósito de la Reunificación (en adelante los Nueve
Puntos), los que inspirados por Deng, reflejaban varios aspectos
importantes: 1) China sostenía que el diálogo debía iniciarse
en primer lugar entre "partidos políticos en el poder" separados
por las deconfianzas producto de la guerra civil librada durante
tres décadas, de forma tal que la normalización de las relaciones
partidarias precediera el inicio de los contactos entre las
partes, 2) proponía que dichos contactos se establecieran en
un "pie de igualdad", es decir situaba la "entidad y representatividad"
de ambas fuerzas políticas (no de los gobiernos) al mismo nivel
ajustándose al espíritu de las demandas del KMD en tal sentido
y 3) planteaba la posibilidad de que, logrado este objetivo,
se diera paso a medidas concretas de acercamiento y negociación
respecto de temas relativos al comercio, turismo, y finalmente
"políticos", es decir directamente ligados a iniciativas tendientes
a la reunificación. Cabe destacar que en los ochenta no era
Hong Kong la prioridad política reivindicativa para la RPCh
en el contexto de su política de "reconstrucción del espacio
nacional perdido ante las potencias imperiales", sino Taiwán
como parte de las concesiones que Deng efectuó a las fuerzas
armadas destinadas a posiblitar el inicio de las reformas económicas.
Sin embargo, luego de la derrota militar sufrida por China frente
a Vietnam, que dio inicio a la restructuración del ejército,
Deng consideró que serían necesarios varios años para que el
país estuviera en condiciones de ensayar mayor presión sobre
la "provincia rebelde" en función de las manifiestas incapacidades
militares mostradas ante su rival en la frontera sur y transformarse
por lo tanto en una "seria amenaza militar para Taiwán". En
la década posterior se evidenciaron aún más los puntos de convergencia
adoptando ambas partes medidas concretas a nivel interno con
el fin de preparar el campo de las negociaciones. En octubre
de 1990 fue establecido en Taiwán el Consejo Nacional para la
Unificación (CNU) como organismo con funciones consultivas en
lo referente al diseño de una política tendiente a la reunificación.
En 1991 Taiwán cesó en su "reclamo de soberanía" sobre el territorio
continental, pero sin renunciar a la posibilidad de lograr reconocimiento
internacional como Estado soberano sosteniendo para ello una
tesis contrapuesta a la de Deng: "un país, dos entidades políticas"
como concepto e instrumento operativo destinado a enfocar sus
relaciones con el continente y el resto de las naciones. Asumiendo
una interpretación "eminentemente política" de la tesis y no
meramente económica Taiwán planteó diferencias respecto a las
derivaciones finales que los respectivos procesos de transición
tendrían en aquellos territorios sometidos a dominio colonial
como los de Hong Kong (Gran Bretaña) y Macao (Portugal) respecto
de Taiwán. Durante este período Taiwán inició el proceso de
transición democrática restableciendo la plena vigencia de los
derechos civiles condicionados por el "estado de excepción"
que regía desde 1949. Asimismo, Taiwán decretó el fin del "estado
de rebelión comunista en el continente" que significó técnicamente
el cese del "estado de guerra" existente entre las partes al
renunciar al "uso de la fuerza" para "reconquistar el territorio
continental controlado por el PCCh, anmistió a prisioneros de
guerra capturados durante la guerra civil (1927-1949) y flexibilizó
las restricciones que pesaban sobre las empresas nacionales
para la radicación de inversiones en el continente, aspecto
que formaba parte de las demandas planteadas dentro de los Nueve
Puntos. Esta resolución abrió luego paso a la relocalización
de industrias taiwanesas en particular en las provincias sureñas
continentales de Guangdong y Fujian6. Durante el mismo año se
creó el Consejo para los Asuntos Continentales dependiente del
Yuan Ejecutivo (Gabinete) como agencia con funciones de planificación
de políticas y coordinación intragubernamental de todas las
acciones relacionadas con China Continental. El reconocimiento
implícito por parte de Taiwán de la existencia del gobierno
de Beijing rompió el impasse existente en los contactos y derivó
con posterioridad en la creación de sendas "asociaciones no
guberna-mentales" como la Asociación para la Promoción de las
Relaciones a través del Estrecho de Taiwán (ARATS) en la RPCh
y la Fundación para los Intercambios en el Estrecho de Taiwán
(SEF) representativa de los intereses taiwaneses, responsables
de conducir el diálogo y las negociaciones oficiosas sobre puntos
de común interés7. Más allá de la efectividad o no demostrada
por ambas estructuras, el aspecto relevante de estas iniciativas
radicó en que a través de ellas se "oficializaron" los contactos
entre las partes en razón de la dependencia directa que de los
respectivos poderes ejecutivos tienen sus representantes. A
través de sucesivos encuentros (el primero de ellos desde 1949
celebrado en Singapur en 1993 denominado Koo-Wang) alcanzaron
acuerdos (coordinación de accio-nes) en materia de pesca, tránsito
marítimo en el Estrecho de Taiwán, comercio, turismo, patentes,
inversiones y jurisdicciones de los tribunales penales8. Aún
cuando las decisiones adoptadas "no implicaran asumir compromiso
alguno por parte de los respectivos gobiernos" de facto significaron
el fin del período de distanciamiento y el preanuncio de una
etapa de mayor diálogo. La etapa de aceleración de los contactos
coincidió con la designación del "primer ciudadano de origen
taiwanés" (Lee Teng Hui) como presidente de Taiwán. En 1991
el CNU de Taiwán adoptó los Lineamientos para la Unificación
Nacional (Lineamientos), plataforma sobre la cual Taiwán basaría
la transición hacia la reunificación con el continente fijando
para ello tres fases sucesivas. Una primera fase de Intercambio
y Reciprocidad que incluyó como objetivos esenciales el que
ambas partes se reconozcan mutuamente como entidades políticas
y las disputas se resuelvan por medios pacíficos; una segunda
fase de Mutua Confianza y Cooperación durante la cual se ampliarían
la apertura y diversificación de los contactos por medio de
canales oficiales incluyendo el intercambio de visitas de funcionarios
de alto nivel; en la misma además se establece que Taiwán asistiría
al "desarrollo de las provincias de la costa sudeste" continentales.
La tercera etapa de Consulta e Integración prevista en los Lineamientos
implicaba la definición de los puntos más sensitivos para ambas
partes al incluirse en ella la definición conjunta de mecanismos
de diálogo tendientes al logro de la reunificación y gestiones
atinentes al establecimiento de un mecanismo conjunto destinado
a iniciar negociaciones sobre la eventual reunificación. En
particular esta etapa significaría ingresar en un proceso de
controversias profundas respecto de los alcances y contenidos
de los conceptos de "autonomía" y "soberanía", así como los
referidos a los medios e instrumentos por los que se acordaría
el modelo final de relaciones entre China Continental y Taiwán.
La actual, compleja y fluctuante trama de las negociaciones
permite obervar que la situación por la que ambas partes atraviesan
es un mix entre la segunda y tercera fase. A pesar del corrimiento
al campo de las interpretaciones y alcances de los conceptos,
durante la primera fase y en respuesta a estas iniciativas la
R.P.China moderó su posición y ofreció negociar un acuerdo a
"nivel oficial" que pusiera fin formal a las hostilidades entre
las partes, pero sin previamente renunciar por ello a la "utilización
de la fuerza" como útimo recurso en caso de declaración formal
de independencia por parte de Taiwán, principio que Taiwán rechaza
y considera el mayor obstáculo para la profundización de los
intercambios y el establecimiento de negociaciones plenas. De
esta manera, la RPCh apuntaba a disuadir a los sectores emergentes
"pro independentistas" de Taiwán sobre la inconveniencia de
una separación definitiva del continente bajo la formal declaración
de independencia. La RPCh por su parte ofreció como concesión
otorgar a Taiwán un status superior como zona administrativa
especial con mayores márgenes de autonomía (no soberanía) que
los de Hong Kong y Macao, incluso permitiendo a Taiwán mantener
sus propias fuerzas armadas, contar con representantes en el
gobierno central y limitar la presencia de funcionarios gubernamentales
chinos continentales en territorio taiwanés, a cambio de lo
cual Taiwán -bajo el eventual modelo de una China unificada-,
se comprometería a que su nombre oficial (República de China)
y los símbolos "nacionales" fueran eliminados al mismo tiempo
que la administración de sus relaciones exteriores quedara bajo
control del gobierno central de Beijing. La progresiva expansión
de los contactos ante la evidencia del proceso de distensión
bilateral posibilitó que nuevos temas fueran incluidos en la
agenda de conversaciones tales como el otorgamiento de garantías
sobre protección de inversiones taiwanesas en Hong Kong luego
del handover (1 de julio de 1997), normas de propiedad intelectual,
un status especial de protección para las inversiones taiwanesas
radicadas en China Continental9, la elaboración conjunta de
una metodología común para la resolución de disputas comerciales,
acuerdos sobre pesca en el Mar del sur de China y la repatriación
de aeropiratas10, es decir aspectos todos de tipo "técnico"
y no político como era el deseo de la RPCh. Asimismo, ambas
partes acordaron autorizar los encuentros y contactos entre
funcionarios gubernamentales siempre que los mismos no se produjeran
durante el desarrollo de "eventos internacionales" que de manera
explítica o implícita reconocieran representatividad o status
nacional a los par-ticipantes. En este primera etapa el clima
de acercamiento derivó en la autorización otorgada por parte
de China Continental para que ciudadanos taiwaneses visitaran
a sus familiares en el continente, medida que abrió la puerta
al "turismo" proveniente de la isla y restableció los contactos
y vínculos rotos principalmente entre familias separadas cuatro
décadas atrás. El valor legítimante interno y externo que, a
través de la apertura política y la consolidación del proceso
de democratización, lograron los líderes de Taiwán ha sido compensado
a partir de mediados de la década con la cesión de espacios
de influencia externos, moderando los costos del creciente aislamiento
internacional al que era sometido por la acción político-diplomática
de la RPCh. La percepción sobre la creciente presión que ejercería
la RPCh sobre aquellos estados que establecieran y/o mantuvieran
relaciones diplomáticas con Taiwán -como subproducto de su fortalecimiento
económico y político y manifestado por parte de la RPCh a escala
mundial con el bloqueo sistemático de las iniciativas externas
de Taiwán, con la amenaza de la ruptura de relaciones diplomáticas
en caso de reconocimiento del gobierno de Taipei y con su firme
posición respecto de la "no intervención" por parte de terceros
estados en un conflicto "considerado interno"-, disuadieron
a los líderes taiwaneses respecto de la escasa utilidad de una
estrategia política de enfrentamiento que colisionara directamente
con los intereses continentales. De manera similar a lo acontecido
en China Continental ante el cambio de liderazgo político posterior
a Deng, la concentración del poder político en la figura presidencial
significó la asunción de nuevas responsabilidades en política
exterior abriendo paso a partir de 199611 al ejercicio efectivo
de la denominada diplomacia "pragmática, realista y flexible".
Este cambio por parte de Taiwán en las apreciaciones contenidas
en el diseño de las políticas específicas le generó dos vías
alternativas de acción externa. La personalización de la diplomacia
taiwanesa en el presidente y la adopción de una vía "pragmática"
en política exterior mostraron el reconocimiento implícito respecto
de la redefinición de los espacios internacionales y su acotamiento,
al mismo tiempo que generaron consenso interno respecto de que
la estrategia adecuada para enfrentar los nuevos desafíos sería
aquella que uniera dos ejes convergentes: 1) la no renuncia
a los esfuerzos por romper las tentativas de aislamiento internacional
a las que Taiwán se veia sometido, y 2) como resultado de los
sucesos de Tiananmen en junio de 198912, considerar que la reducción
de los espacios externos sería compensada por la creciente ganancia
de legitimidad internacional de la naciente democracia taiwanesa,
vis a vis un modelo autoritario, la que al mismo (la democracia)
funcionaría como garantía de su pervivencia como entidad política
soberana más allá de la relación que mantuviera con la parte
continental. Las garantías ofrecidas por el sistema democrático
permitieron a Taiwán condicionar desde mediados de la década
el avance en las conversaciones sobre reunificación al "respeto
de los derechos e intereses de la población taiwanesa" (atiéndase
que no es "población china" el concepto utilizado) situación
que nuevamente creo tensión en las relaciones bilaterales en
tanto la RPCh interpretó esta afirmación como la acentuación
de las tendencias pro independentistas de Taiwán. Aún en el
contexto que significó el distanciamiento relativo en base a
diferentes concepciones sobre el proceso y los métodos a seguir,
fue positivo para las autoridades continentales la reafirmación
de que la gestión de las negociaciones seguiría en manos del
KMD y no de varios partidos políticos o de un alianza partidaria
con la que podría enfrentarse abiertamente, lo cual facilitó
niveles de interlocución unificados entre ambos partidos políticos.
La posición política interna y la elección de la estrategia
para el desarrollo de los contactos con China Continental no
fue, sin embargo, un camino expedito para los líderes del KMD
y en particular para Lee Teng Hui quien, como presidente del
partido gobernante, encontró oposición a sus iniciativas en
el seno del mismo y las que a su vez produjeron escisiones partidarias13,
fundamentalmente al reconocer la inexorabilidad de un futuro
común entre el continente y Taiwán y que, por ende, la administración
de la transición y el futuro status -con que éste accedería
a la reunificación- debían ser negociados. Los limitantes políticos
no obstaculizaron, sin embargo, la creciente interdependencia
económica y el aumento de los flujos de comercio e inversiones
entre ambas márgenes del estrecho, reflejando que existían más
puntos de coincidencia que de conflicto entre las partes. La
visión "realista de Taipei", sumada a las presiones empresariales
locales, determinaron la expansión de los negocios entre ambas
márgenes al tornarse las industrias taiwanesas dependientes
de los bajos costos de producción del continente y del acceso
a materias primas e insumos en abundancia14. El comercio "bilateral
indirecto" que totalizó U$S 1.200 millones en 1985 ascendió
a 25.000 millones en 1997. La apertura gradual de diferentes
rutas "comerciales indirectas" permitió en parte esta expansión
del comercio entre ambas márgenes del estrecho15, al mismo tiempo
que los acuerdos alcanzados entre operadores "privados", de
hecho, flexibilizaron las restricciones que pesan respecto a
los intercambios comerciales directos16. Taiwán se convirtió
así en el segundo inversor externo en el continente luego de
Hong Kong. En su mayoría las empresas taiwanesas están localizadas
en la provincia de Fujian (sureste del país) debido a la cercanía
geográfica (140 km.), la identidad idiomática y la política
preferencial con que se han visto beneficiadas a través del
régimen vigente en las Zonas Económicas Especiales (ZEE) de
las provincias costeras del continente. El flujo de inversiones
creció a medida que para muchos empresarios taiwaneses la captación
del mercado chino no implicaba una cuestión que debía evaluarse
como positiva o negativa o bien interpretarse bajo consideraciones
políticas, sino antes bien como una simple cuestión de conveniencia
y oportunidad (e incluso de supervivencia) para la obtención
de alta rentabilidad para sus inversiones. De esta forma la
respuesta de la comunidad china de negocios y sus networks comerciales
en la región derivaron en la creciente influencia del sector
empresarial sobre las respectivas dirigencias políticas a fin
de aventar la resolución traumática del diferendo. La flexiblización
progresiva evidenciada en las posiciones de la RPCh y Taiwán
tuvo su punto central en 1993 al concretarse las Conversaciones
de Koo-Wang en Singapur entre representantes de la SEF y la
ARATS las que en la práctica rompieron casi medio siglo de distancia
entre las partes. Sin embargo, la posición se modifica radicalmente
en 1995 luego del viaje del presidente Lee a los Estados Unidos
lo cual provoca la suspensión unilateral de las conversaciones
por parte de la RPCh. Concuerda este escenario con profundos
cambios políticos en ambas partes. La cambiante situación interna
de China y el proceso de cambio de liderazgo favorecieron las
expectativas de Taiwán respecto de ampliar su "margen temporal
de maniobra" internacional al considerar no consolidada la posición
interna de la nueva dirigencia china, al mismo tiempo que avanzaba
en el proceso de democratización. En consecuencia, se abrió
un nuevo ciclo de tensión entre las partes -agravado por la
realización de ejercicios misilísticos por parte de la RPCh
en el estrecho- coincidente con la celebración de elecciones
presidenciales en Taiwán. Como corolario Taiwán optó por vías
alternativas tendientes a reducir su dependencia del mercado
chino continental y diversificar el riesgo económico y político
que éste conllevaba. En tal sentido, como parte de esta estrategia
multidimensional el Ministerio de Asuntos Económicos de Taiwán
(MAE) "elevó" la posición del Sudeste Asiático en el marco de
sus prioridades contenidas en el diseño de una política estratégica
de expansión comercial y financiera de largo plazo (Plan APROC
Window), en el que considera al área como "una de las cinco
regiones en desarrollo más importantes", fijando en ella el
nuevo horizonte competitivo para las industrias taiwanesas exportadoras
de alta tecnología. Esta revalorización de la región se dio
además con el objeto de ampliar los márgenes de acción político-diplomática
de los que dispone en la región. Las iniciativas abrieron también
espacios comerciales adicionales a Taiwán para operar particularmente
en las economías pertenecientes a la ASEAN, a pe-sar de la agresiva
"diplomacia comercial" y política desplegada por China Continental
en esta zona con el objeto de evitar el avance taiwanés. Taiwán
redefinió su patrón de inserción externa en la región considerando
en particular al Sudeste Asiático un área estrechamente ligada
al desarrollo de sus "intereses primarios" y en la que dada
su red de vinculaciones comerciales, tecnológicas, fi-nancieras
y su exitosa comunidad empresarial es posible ejercer mayor
influencia. La ampliación de la "diplomacia financiera" implementada
por Taipei lo transformó en el primer inversor externo en Vietnam
y Malasia, el séptimo en Indonesia, el cuarto en Tailandia,
el tercero en Filipinas y Laos y el séptimo en Nueva Zelandia
y el cuarto en la región (excluyendo a la RPCh) con U$S 5.200
millones en 1996. El reciente establecimiento de lazos comerciales
con Corea del Norte implica también la íntervención de Taiwán
en un área considerada de influencia primaria para los intereses
estratégicos chinos. La profundización de los vínculos con las
economías asiáticas no significó, sin embargo, como contrapartida,
un alejamiento de la alianza política y económica con Estados
Unidos a quien Taipei considera como último garante de su seguridad
a pesar de existir críticas internas respecto de la falta de
claridad que Washington muestra en su mensaje hacia la isla.
A estas percepciones por parte de Taiwán se sumó la posibilidad
de un endurecimiento a partir de 1997 de las condiciones del
"ambiente económico" prevalecientes en la zona, a causa de la
reasunción de soberanía por parte de China sobre Hong Kong,
hecho que se ha visto reflejado en la imposición de restricciones
por parte de Taiwán a la concreción de inversiones de empresas
radicadas en Macao y la ex colonia británica controladas por
capitales continentales. En tanto los vaivenes a que se vio
sometida la relación entre las partes refleja la profunda separación
que existe entre ambas concepciones políticas y sociales a nivel
partidario, el juego de los actores extrarregionales sigue y
seguirá siendo escencial en la resolución de la disputa. Si
bien a partir de 1998, presumiblemente respondiendo a las mayores
presiones estadounidenses en este sentido, los contactos suspendidos
luego de las conversaciones de Koo-Wang en 1993 se han reanudado,
es probable que la redefinición de los escenarios hacia fin
del presente siglo implicarán la complejización de los dilemas
por resolver a medida que el objetivo de la reunificación por
parte de la RPCh tienda a extenderse en el tiempo.
La República Popular China: escenario
interno e iniciativa externa
El desarrollo
de este punto destaca cómo los cambios en el escenario político
interno en la RPCh han impactado en la definición de la estrategia
de relaciones con Taiwán. Al respecto caben las siguientes observaciones:
a) Históricamente y en particular desde comienzos de la década
del 90, el issue político-militar de Taiwán ha permitido "unificar"
la posición externa de China a pesar de las pujas internas por
el liderazgo partidario. El riesgoso recurso del "nacionalismo"
permite superar los problemas políticos internos y, en menor
medida, superar también el descontento social existente ante
el incremento en los niveles de corrupción gubernamentales y
la posibilidad del aumento del desempleo por reconversión del
sector industrial estatal, entre otros factores. El "nacionalismo",
como factor aglutinante en momentos de creciente tensión social,
unido a cuestiones de pertenencia cultural y étnica, vuelve
a utilizarse a pesar de que el impacto social de estas ideas
es menor debido a los cambios generacionales producidos como
efecto de la apertura al exterior de la economía china y la
internacionalización de los contactos individuales. Este "nuevo
nacionalismo chino" intenta incluso ampliar sus alcances al
pensarlo como una construcción que creará una nueva frontera
al comprender "la Gran China" y es entendido como étnicamente
homogéneo, destinado a sumar poder en términos de capacidades
económicas, militares y tecnológicas y como un modelo inclusivo
que abarcará a nuevos actores, en particular empresarios, y
a la comunidad china de ultramar por medio del otorgamiento
de representación institucional y de la participación en la
toma de decisiones políticas y económicas. Esta sujeción al
"nacionalismo" como recurso para la unificación de la acción
externa, si bien encuentra eco en los sectores más ortodoxos
del Ejército Popular de Liberación (EPL), no reflejaría necesariamente
el consenso respecto de su pertinencia y aplicabilidad a la
resolución de la disputa con Taiwán en razón de la limitada
capacidad de maniobra política y militar que China posee en
este momento debido a las dificultades internas por las que
atraviesa, la escasa adhesión por parte de las jóvenes generaciones
al proyecto político del PCCh y el temor que despierta en la
población taiwanesa erosionando su confianza respecto de la
solución pacífica del conflicto y en la posibilidad de mantener
su estilo de vida bajo la eventual reunificación con la parte
continental. b) El EPL como factor de poder y su influencia
sobre la nueva dirigencia. En parte el retraso técnico operativo
del EPL en relación a las fuerzas armadas más modernas de Taiwán
condicionan la probabilidad de un triunfo "sin costos" frente
a un ejército taiwanés modemo, técnológicamente avanzado y en
capacidad de ser asistido "logísticamente" directa o indirectamente
por los Estados Unidos. Las fuerzas armadas de Taiwán se cuentan
entre las mejores equipadas del mundo (380.000 soldados de los
cuales 80.000 están estacionados en las islas de Matsu y Quemoy
cercanas a la costa china, en fortalezas "hormiguero") y sus
sistemas de defensa se encuentran entre los más sofisticados
del planeta. Sus capacidades defensivas residen en sus sistemas
de defensa aérea, la sofisticación de equipos antimisilísticos
y el adiestramiento de sus pilotos de guerra. En términos militares
el análisis costo-beneficio de los estrategas chinos condiciona
la viabilidad de una invasión en gran escala relativizando la
opción nuclear que China posee condicionada por el rechazo que
genera en las potencias extrarregionales y otros estados asiáticos17,
los que presionan a la RPCh para que mantenga el rango y las
opciones de amenazas en el campo de las armas convencionales
donde aún debe incorporar mayores avances. A estos condicionamientos
pueden agregarse dos factores: el primero que indica que a pesar
de los avances producidos en el área de defensa y seguridad,
los militares chinos aún no se han recuperado de la derrota
frente a Vietnam en 1978, por lo que los cálculos respecto del
tipo de operaciones y su posible resolución aun cuentan de manera
particular, y el segundo que sugiere que el efecto de "self
contaiment" por parte de China ante la asunción de que la utilización
de la fuerza generaría medidas retaliatorias por parte de la
comunidad internacional. El aparato militar-industrial perdería
fuentes de financiamiento internas y externas provistas por
la comunidad china de ultramar18, que son vitales para que la
modernización de la defensa así como para sostener la expansión
económica del país. La comunidad china de ultramar es el factor
"reequilibrante externo" más importante y uno de los actores
principales no oficiales en la disputa. Su influencia sobre
el régimen de Pekín es creciente en términos económicos y políticos.
Estimativamente 55 millones de chinos étnicos viven en Asia,
la mayoría emigrados de Guangdong y Fujian provincias chinas
históricamente expulsoras de población. El monto de los capitales
controlados por la comunidad china de ultramar en Asia Pacífico
se calcula en US$ 500.000 millones y para la cual sus intereses
comerciales y financieros se verían perjudicados ante una acción
de ofensiva extrema por parte de alguna de las partes, por lo
que su poder de mediación es funcional a la evolución pacífica
de las relaciones entre RPCh y Taipei. c) Aún durante las etapa
de mayor tensión los contactos informales entre ambas partes
no se suspendieron. Ejemplo de ello fue la crisis de 1996, que
como producto de la visita del "presidente" Lee teng Hui a los
Estados Unidos generó la suspensión de los contactos no oficiales
entre la SEF y la ARATS. En todas las ocasiones los mensajes
tendieron a reflejar que la escalada del conflicto reflejaba
más una "necesidad de autosostenimiento interno del gobierno
continental", ante lo que consideraba un "claro desafío a la
posición conciliadora de China", así como un golpe interno por
parte de Taiwán a la política de atenuación de las presiones
militares ejercidas sobre el presidente Jiang Zemin respecto
de adoptar una "línea dura" en relación a la disputa con Taiwán.
Asimismo, las periódicas visitas efectuadas por empresarios
de ambas márgenes, funcionarios provinciales, continentales
y dirigentes gubernamentales, demuestran también la multiplicidad
y divergencia de intereses existentes entre los distintos actores
intervinientes sean públicos o privados, estatales o no estatales
y en particular entre los intereses de los estados provinciales
que se benefician del apoyo económico y financiero otorgado
por Taiwán y el gobierno central de Beijing. d) La "presión
asiática" sobre China impone ajustar su conducta exterior a
los determinantes de la paz y de la estabilidad regionales.
China percibe que una respuesta militar la situaría como "pais
agresor" modificando así el consenso existente en Asia respecto
de la conveniencia de negociar y sostener relaciones cooperativas
con Beijing y no con Taiwán. La reversión del consenso podría
traducirse entonces no sólo en la quita de apoyo financiero,
tecnológico y político necesarios para sostener el esfuerzo
de la construcción económica, sino que serviría también como
justificativo para sostener la tesis respecto de la inconveniencia
de favorecer el fortalecimiento económico de la RPCh en previsión
de su posible transformación en una potencia agresiva a nivel
regional y global, coincidiendo así, en última instancia, con
la hipótesis extrema de los Estados Unidos respecto de la necesidad
de su contención como poder emergente. La comprensión de esta
realidad -siendo China una economía en desarrollo que en el
siglo XXI enfrentará el incremento constante de su población
y la creciente demanda de materias primas para sostener sus
altas tasas de crecimiento económico- la impulsa a sostener
y favorecer un ambiente de paz regional que le asegure el abastecimiento
de insumos críticos en caso de aguda escasez o alteración de
la situación política regional. La imagen de una China agresiva
podría reforzar las posibilidades de que se vea sometida a sanciones
(embargos comerciales) sobre sus importaciones de petróleo e
insumos estratégicos19, de manera similar a la experiencia que
vivió Japón en los 40. e) China no reconoce que el conflicto
con Taiwán figure al tope de sus prioridades de seguridad en
el mediano plazo. Antes bien, sus hipótesis de conflicto contemplan
posibles incidentes en sus fronteras noroeste y sudoeste. Los
principales desafíos geoestratégicos provendrían desde la India,
la Federación Rusa, las presiones fundamentalistas musulmanas
en Xingjiang, el issue tibetano y el errático comportamiento
externo de los estados de Asia Central, los que podrían verse
impulsados antes las crecientes dificultades económicas, a recrear
una "nueva Unión Soviética" por lo que China enfrentaría nuevamente
amenazas a su seguridad en la región oeste del país agravados
por los riesgos de inestabilidad de "potencias nucleares" de
menor orden. En consecuencia, la RPCh no desea enfrentarse con
sus vecinos asiáticos, sino resguardar sus recursos de poder
para lo que estima será una dura puja política estratégica con
Occidente y en particular con los Estados Unidos. La percepción
por parte de China de la "contención" que los Estados Unidos
intentan imponer a la expansión de su poderío económico y militar
refleja una visión sobre la evolución conflictiva del sistema
internacional en el que China se considera a sí misma uno de
los polos con capacidad de discutir el nuevo orden mundial del
siglo venidero. Hasta el presente el proceso de negociaciones
en general, y en particular las crisis por las que éste ha atravesado,
han permitido a China observar la capacidad de decisión de los
Estados Unidos, por lo que espera que de darse un "casus belli"
similar al iraquí, el compromiso de defensa americano hoy se
haría efectivo. No obstante, aún cuando la presencia militar
de los Estados Unidos en Asia es aún considerable20, la RPCh
mantiene la hipótesis de que dicha situación podría modificarse
en el mediano plazo a través del retiro paulatino de parte de
sus fuerzas estacionadas en el área, situación que le permitiría
contar con mayor margen para una eventual acción militar en
caso de que Taiwán no atienda al avance en las negociaciones
sobre reunificación. Al igual que Rusia, China comparte los
resquemores respecto del comportamiento futuro de los Estados
Unidos en Asia y su rol como poder garante de la paz y de la
estabilidad regionales. Los cambios en la política exterior
de China respecto de cómo incluir el tema Taiwán dentro de la
agenda de conversaciones con los Estados Unidos, en parte refleja
que, a medida que China incremente su poder económico, político
y militar, considerará menos necesario conceder -en aras de
mantener una buena relación con los Estados Unidos- ventajas
sobre Taiwán. China bajo el liderazgo de Deng consideró que
no eran los Estados Unidos quienes imponían condiciones a China
sobre el status de Taiwán sino que, por el contrario, era China
quien "concedía la posibilidad de la solución pacífica del problema.
Las presunciones antes expresadas, en particular en Taiwán,
se vieron reforzadas luego de la visita que efectuara el Presidente
Clinton a China en 1998 en el marco de un proceso de distensión
en las relaciones bajo el modelo propuesto por China de strategic
partnership en el que parte de los acuerdos alcanzados comprende
el compromiso estadounidense de "presionar" a las partes para
que se sienten a negociar y resuelvan en forma pacífica los
términos de la reunificación.
Las imágenes del conflicto desde Taiwán
Por su parte las percepciones que rigen la definición
de políticas específicas por parte de la dirigencia política
de Taiwán pueden resumirse de la siguiente manera: a) Considerar
un resultado lógico -luego de la victoria política que implicó
la reasunción de soberanía por parte de China sobre Hong Kong-,
el aumento de la presiones políticas sobre Taiwán con el objeto
de forzar la recomposición del diálogo y el avance en las negociaciones.
Según los líderes taiwaneses las presiones internas de una débil
dirigencia política en el continente intentarían generar un
"símbolo de triunfo histórico" tomando como objetivo a Taiwán.
Si durante la década del 80 este triunfo fue patrimonio de Deng
Xiaoping e internamente la política de apertura y reforma económica
sirvió para la relegitimación del liderazgo del PCCh, en los
noventa el horizonte de legitimación para la nueva dirigencia
provendría exógenamente a través de la resolución del conflicto
con Taiwán. b) La inestabilidad del régimen de Beijing, la gestión
de las políticas públicas y la incertidumbre en la interlocución.
Taipei comprende que es muy difícil para la dirigencia china
evolucionar hacia el pluralismo político en un contexto donde
convergen factores condicionantes tales como: 1) problemas derivados
de la implementación de las reformas económicas, 2) el ensanchamiento
de las diferencias económicas regionales, 3) la necesidad de
superar la pobreza, 4) el impacto del aceleramiento de las reformas
democráticas en Hong Kong y Taiwán, y iv) las presiones políticas
externas por una mayor apertura económica y liberalización política.
En este contexto, la escalada del conflicto hasta 1996 profundizó
la puja política interna dentro del PCCh agravada por el surgimiento
de movimientos políticos de orientación democrática que pujan
por la apertura del sistema, su liberalización y la participación
política abierta. El PCCh aún no ha podido resolver el dilema
de cómo operar políticamente en un contexto de modificación
del escenario económico interno y de alta complejidad social,
en función de la rigidez de sus patrones de interpretación de
los lógicos cambios sociales acontecidos en una sociedad que
se moderniza rápidamente y donde el conflicto social cambia
de naturaleza pero no desaparece. Las instituciones políticas,
sociales y partidarias no alcanzan a contener las demandas complejas
y diversas que los nuevos actores y fuerzas sociales reclaman,
las que han dado lugar al surgimiento de estructuras políticas
no oficiales (no sujetas al control del aparato de seguridad
del Estado) y que se reflejan en indicios de mayor disidencia
interna en intelectuales y obreros, así como a nivel de intereses
provinciales en relación con el gobierno central, entre aquellos
que se perciben beneficiarios de las reformas y los que han
quedado atrás en la captación de sus dividendos. Este enfrentamiento
recrea viejos conflictos internos en el PCCh. Desde el comienzo
del experimento reformista, internamente conviven dos líneas
de pensamiento: una ideológicamente ortodoxa, para la que la
supervivencia del PCCh en el poder es vital, y otra menos dogmática,
comprometida con el proceso de reforma y apertura económica
así como consciente de la necesidad de adecuar el régimen político
a las nuevas realidades sociales. Estas luchas internas han
debilitado el poder del Partido y su capacidad de dar respuestas
efectivas a las demandas sectoriales. Asimismo, Taiwán percibe
como negativa la carencia de atributos de "liderazgo efectivo"
por parte de la actual dirigencia política China, lo cual agrega
elementos de incertidumbre que alientan una mayor participación
del poder militar en la toma de decisiones de política exterior.
En consecuencia, para Taiwán parte de la gestión de la transición
hacia la reunificación implica atender a la profundización de
estas "contradicciones" entre la sociedad china y los propósitos
de la clase gobernante. Por ello, una de sus opciones políticas
será la de operar sobre los líderes locales y provinciales en
el sur y este del continente donde se evidencia: 1) incremento
del parroquialismo producto de las reformas económicas, 2) un
mayor grado de interdependencia entre las provincias costeras,
las economías del Sudeste Asiático y las comunidades de chinos
étnicos leales a las reformas económicas y alejados de las ideas
político-centralizantes de Beijing. Taiwán ha encontrado en
la estructuración regional del espacio geo-económico chino -a
pesar de la "sujeción económica" a la que se ve sometido por
el "efecto atracción" del mercado sobre sus industrias- un área
de maniobra política funcional a sus intereses con el objeto
de influir en el proceso de toma de decisiones políticas de
Beijing. Esta influencia la lleva a cabo a través de la presión
que ejerce sobre las provincias más comprometidas con la apertura,
la liberalización económica21 y permeables a formas democráticas
de ejercicio del poder y para las que la preservación del status
quo político subregional es esencial como garantía para la expansión
de sus economías. De esta manera, la percepción de los líderes
taiwaneses indica que su visión de la "China política" no es
unívoca: existe una China más abierta en el sur, pero no es
la que toma las decisiones finales, sino que lo hace una China
en el norte aún no tan abierta y un partido con grandes luchas
internas lo cual define un patrón de incertidumbre respecto
al futuro de las negociaciones, pero que al mismo tiempo como
un juego dialéctico le es útil para orientar con mayor libertad
el proceso hacia sus propios fines. c) El juego estratégico:
el valor de la democracia y la democracia como valor. Ante la
escasa posibilidad de ofrecer resistencia política, diplomática
y militar en el largo plazo, Taiwán antepone la "construcción
de un orden político basado en la legitimidad democrática" como
valor generador de consenso interno y apoyo internacional, política
que se ha visto favorecida por el ascenso de la idea de prevalencia
de los ideales democráticos sobre los autoritarios en Asia Pacífico,
en concordancia con el espíritu de promoción de los derechos
humanos y libertades civiles que a nivel global se verifica
desde el fin de la Guerra Fría. Para los líderes de Taipei la
legitimidad democrática y su impacto sobre la política "pro
unificación" son un valor esencial ya que a nivel de la "opinión
pública internacional" la imagen que se proyecta es la de una
lucha entre una "democracia y un gobierno autoritario", opción
que en esencia los Estados Unidos apoyan como instrumento de
moderación del comportamiento de Beijing. En el marco de un
contexto internacional favorable a la expansión de los ideales
democráticos, la apertura política y el surgimiento de movimientos
de protección de los derechos humanos así como de las garantías
y derechos civiles y políticos, Taiwán encuentra mayor espacio
para la acción internacional, diferenciándose nítidamente de
China Continental. Al mismo tiempo, la democracia como recurso
de poder e instrumento de política exterior posibilita a Taiwán
romper el aislamiento internacional al que se ve sometido en
sus relaciones formales, por medio de la expansión de sus vínculos
con actores internacionales no gubernamentales tales como partidos
políticos, organizaciones civiles, religiosas, etc. que posibiliten
el aumento de su nivel de exposición internacional. En Asia
la realidad de fin de siglo señala que China está rodeada de
"democracias asiáticas": Corea, Japón, India, Singapur, Taiwán
y Filipinas son ejemplo de naciones en las que la modernización
económica ha derivado en apertura política y protagonismo para
la emergente sociedad civil. La "idea democrática" en Asia ha
ganado consenso si bien adaptada a las características de sociedades
con valores distintos a los occidentales. La consolidación de
los intereses de las capas medias ha provocado su activación
política, la que encuentra expresión institucional a partir
de su participación efectiva en el gobierno o por medio de la
expresión pública de ideas no coincidentes con las del poder
político. En este contexto Taiwán espera que similar comportamiento
observe China y que, en el largo plazo, evolucione hacia un
modelo político abierto como resultado del proceso de modernización
económica iniciado a fines de la década del setenta. La "ejemplaridad
institucional" implica, además, que Taiwán perciba que su modelo
de transición política pueda favorecer la evolución del régimen
político continental apoyando por "medios empíricos" la posición
de los sectores políticos reformistas dentro del PCCh promoviendo
su transformación y abriendo paso a esquemas internos de flexibilización
política. Para ello, el centro del cambio y la reforma política
puede observarse en el órgano de poder más importante dentro
del sistema político continental. La APN, como posible eje de
la reforma política, es considerada el punto focal institucional
para la promoción del cambio debido a que las provincias defienden
sus intereses a través de la negociación política, no aceptando
en forma pasiva las decisiones del poder central, acotando sus
márgenes de intervención, manifestando sus intereses y transformando
la asamblea en un ámbito de negociación real en el que sea necesario
armonizar intereses y discutir políticas. Las respuestas dadas
por la dinámica de cambio político interno en China y su expresión
institucional a través de la APN son observadas con atención
por Taiwán en el marco de su posible inserción dentro de un
modelo federal de organización política, una vez alcanzado el
objetivo de la reunificación o bien como paso previo para su
concreción. d) La correspondecia con este escenario interno
en el continente significó la promoción de reformas en el sistema
político de Taiwán. Desde 1997, un año después de registrarse
los más graves incidentes entre las partes desde el inicio del
diálogo en 1993, la prioridad para los líderes políticos taiwaneses
radicó en la concreción de reformas constitucionales acotadas
a los diez artículos adicionales (enmiendas) incluídos en el
texto vigente desde 1994. Los consensos alcanzados se dieron
en base a: 1) dotar de mayores poderes al presidente de la República,
2) la restructuración del gobierno central mediante la reducción
del número de funcionarios políticos, legisladores y burócratas,
3) el mantenimiento de la figura de gobernador del territorio
provincial pero nombrado por el presidente y no elegido por
voto popular, cargo normalmente ocupado por un partidario del
KMD gobernante y que en poder de la oposición22 podría generar
desacuerdos entre los poderes ejecutivos nacional y provincial
respecto de la estrategia a sostener ante China continental.
Si bien la iniciativa implicó la concentración del poder negociador
en el máximo nivel decisorio del poder ejecutivo, mostró que
Taiwán como sujeto político mantiene también un status como
territorio provincial que en parte responde a los deseos continentales.
La no desaparición de la figura del gobernador significó un
gesto de buena voluntad para con China tendiente a moderar los
temores respecto de que el "fin de la estructura provincial
de gobierno" acercaría a Taiwán hacia el modelo de un "Estado
soberano sin interposición de poderes políticos y jurisdicciones
contrapuestas". e) La influencia del proceso de reunificación
y Hong Kong como leading case. Las percepciones sobre la evolución
negativa del poder chino en la isla luego de 1997 podrían determinar
disfuncionalidades en el proceso de negociaciones sobre reunificación,
por lo que Taipei espera que China cumpla con los compromisos
internacionales asumidos sobre Hong Kong a partir de 1997. La
evolución favorable de la política china sobre Hong Kong reforzaría
en Taiwán el "consenso social" sobre la viabilidad y conveniencia
de promover una progresiva convergencia de políticas tendientes
a la reunificación con China continental23. Sin dudas la conducta
que China adopte sobre Hong Kong moderará o incrementará la
presión americana vía la política de derechos humanos. Los Estados
Unidos reconocen como posible el deterioro futuro de la situación
de los derechos humanos en Hong Kong, así como que esta situación
afectará directamente sus relaciones con China, por lo que su
margen de maniobra como actor "neutral" de un proceso que atañe
a dos actores relevantes en su esquema externo de relaciones
se reducirá. No obstante, en caso de ser necesario utilizaría
la afectación de las libertades civiles en Hong Kong para condicionar
la política que la RPCh aplique en relación a Taiwán, en particular
la atinente al compromiso de garantizar la vigencia de las libertades
civiles y políticas así como los derechos de los taiwaneses
a elegir su sistema de vida. Estas consideraciones deben ser
entendidas en función de que la política exterior de los Estados
Unidos en relación a la RPCh estará cada vez en mayor medida
condicionada por la situación de los derechos humanos en dicho
país, transformándose en un tema de seguimiento y discusión
permanente en la agenda bilateral entre ambos países. f) Taiwán
y las dudas respecto de su alianza defensiva con los Estados
Unidos. Taipei confía en que la permamente amenaza china de
una posible intervención armada decidirá finalmente a los EE.UU
a no retirarse de Asia y a jugar un rol más activo en la región
disipando dudas sobre su "aislacionismo como potencia militar".
Asimismo la presencia naval americana garantizará la libertad
de los mares y el transporte de mercancias vitales para la economías
de la región luego de que China expanda su influencia marítima
en los mares del sur. La modernización de su flota de superficie
y la promulgación de la Ley del Mar en 1992 son un dato revelador
de lo expresado. Sin embargo, luego del viaje del presidente
Clinton a la RPCh la percepción de los líderes taiwaneses respecto
de la variabilidad de la posición estadounidense en relación
con Taiwán, en aras de mantener una relación de strategic partnership
con dicho país24, podría ocasionar incluso la dilución del compromiso
asumido sobre su defensa, por lo que no existen otras opciones
para Taiwán que la de negociar con la RPCh al mismo tiempo que
fortalece su aparato de defensa reforzando la presunción de
la dirigencia política taiwanesa respecto de que el diálogo
a través del estrecho y el acercamiento con China no implicará
para Taiwán ceder a las necesidades de sostener un proceso endógeno
de modernización militar en razón de lo que considera el incremento
paulatino de las capacidades "ofensivas" de China por sobre
las "defensivas". El presupuesto militar de la RPCh ha crecido
un 10% anual entre 1987 y 1995 y el 11% en 1996, a fin de consolidar
el apoyo del EPL al liderazgo de Jiang Zemin como parte de las
concesiones presupuestarias efectuadas al aparato militar industrial.
En este sentido, los proyectos de modernizacion de sus sistemas
de defensa incluyen la producción nacional de un avión caza
de combate (IDF) y la extensión de acuerdos de cooperación tecnológica
en el campo militar con países del este europeo. La decisión
de Taiwán de basar progresivamente la compra, modernización
y el requipamiento militar en sus propias capacidades coincide
con la hipótesis de que los Estados Unidos enfrentarán crecientes
presiones por parte de China por la venta de armamento americano
a Taiwán, lo cual condicionará en el mediano plazo el cumplimiento
efectivo de los Estados Unidos del Acta de Defensa Bilateral25.
Al mismo tiempo que las capacidades terrestres, marítimas y
aéreas son reforzadas, la creación de un sistema de defensa
misilístico ofensivo y antimisilístico también se ubica entre
las prioridades de modernización de la defensa de Taiwán26.
El equilibrio de poder de fuego se traduciría en la adquisición
de nuevos equipos militares ante el hecho de que China posee
una modernizada flota de submarinos, ha fortalecido su fuerza
aérea con aviones Sukhoi Su-27 rusos y también ha mejorado la
eficiencia de sus fuerzas regulares de rápido despliegue. A
comienzos del próximo siglo, China contaría con los primeros
portaviones de mediano porte construídos en el país (30.000
y 40.000 ton.) equivalentes en tamaño al modelo ruso de la clase
Kiev, con propulsión nuclear. Se estima que de esta manera la
armada china estará en capacidad de controlar las aguas que
circundan las Spratley, así como prevenir cualquier intento
separatista de Taiwán y garantizar el libre paso de navíos de
abastecimiento. Siendo China una potencia nuclear el desarrollo
de armamento de este tipo y la modernización de sus arsenales
existentes, son motivo de especial prevención para las autoridades
políticas de Taiwán. g) A nivel de la clase política taiwanesa
existe consenso sobre la irreversibilidad de la reunificación,
aún cuando las metodologías, estrategias y el modelo de escenario
final sean divergentes, así también existen coincidencias respecto
de la necesidad de acordar entre las partes un "estado de transición"
(modelo de convivencia) hacia ese objetivo que posibilite la
resolución pacífica del diferendo. En general existe conincidencia
a nivel de la clase política de Taiwán respecto de la reunificación
como situación a alcanzar en el largo plazo. La variabilidad
de las posturas reside, sin embargo, en los modelos y las tácticas
a utilizar para encaminar el proceso de negociaciones y tornar
el ambiente predecible a fin de que la solución de la situación
de facto existente pueda ser consistente con los anhelos de
ambas partes. En este sentido, las coincidencias internas existentes
en Taiwán definen un escenario en el que más allá de las diferencias
tácticas a nivel de partidos políticos, las posiciones se han
acercado para permitir la formación de un "consenso nacional"
que permita la definición reflejo de una "política de Estado"
y no de partido o gobierno respecto de la reunificación con
el continente. Demostrativo de lo expresado es la adecuación
del Partido Demócrata Progresista (DPP) hacia una línea conciliatoria
y menos confrontacionista como fue tradicional en su plataforma
política. Su reciente derrota electoral a manos del KMD fue
interpretada como una crítica por mantener una postura irreductiblemente
"independentista", lo cual ha favorecido la posición de la facción
moderada (internamente denomina la Nueva Ola). Los futuros cambios
en el tratamiento del tema de la reunificación por parte del
DPP señalan en consecuencia un ajuste con los deseos de distensión
promovidos por los Estados Unidos, la moderación en el enfrentamiento
con el KMD respecto a la estrategia de negociaciones y el abandono
de la "línea ideológica independentista" por una línea estratégica
que implica la consideración de modelos de unión en el futuro
con el continente. El triunfo del KMD en las elecciones presidenciales
de 1996 y en las recientes elecciones legislativas y municipales
fueron interpretadas internamente como una señal de apoyo a
la política implementada con relación a la reunificación con
el continente. La posibilidad de contar con mayoría propia en
el Yuan Legislativo por parte del partido gobernante, aventó
los temores sobre un giro crítico de la política aplicada básicamente
por el Ejecutivo así como la posibilidad de un conflicto entre
un Presidente "reunificador" y un parlamento "independentista"27,
por lo que se espera el apoyo legislativo a la política de reunificación
y un voto de confianza a las medidas hasta ahora aplicadas que
se manifiesten en medidas concretas de acercamiento. En líneas
generales, la aceleración de los contactos, en particular desde
comienzos de la década del ochenta, permite dividir el proceso
en tres estapas: 1) la primera significó el inicio de procesos
"unilaterales" de distensión, producto de los cambios en los
respectivos escenarios políticos, que luego posibilitaron la
reanudación de los contactos no oficiales, la gradual apertura
del comercio y la radicación de inversiones taiwanesas en territorio
continental, 2) una segunda etapa signada por el péndulo cooperación-conflicto
pero que, sin embargo, no llevó a la ruptura de los diálogos
"no oficiales" preestablecidos que culminaron con las conversaciones
Koo-Wang en 1993, deteriorándose el diálogo posteriormente como
consecuencia tanto de la emergencia de "una línea crítica" interna
en el PCCh y el EPL respecto de la política sostenida por Deng
de resolución pacífica del diferendo, así como ante la adopción
por parte de Taiwán de iniciativas tendientes a incrementar
su legitimidad política internacional, proceso que culminó en
1995 con la visita del "Presidente" Lee teng Hui de Taiwán a
los Estados Unidos, acto que fue interpretado por la RPCh como
una violación de los compromisos asumidos en los comunicados
de Shanghai; la combinación entre esta iniciativa y el surgimiento
de movimientos "pro independentistas" en Taiwán significó la
suspensión unilateral del diálogo por parte de la RPCh; 3) finalmente
una tercera etapa donde, luego de la tensión que este viaje
provocó -sumado a los ejercicios militares efectuados por la
RPCh en las costas del estrecho en oportunidad de celebrarse
elecciones presidenciales en Taiwán con el objeto de disuadir
a la población sobre los "costos" de una ruptura con el continente-,
se abre un nuevo proceso de distensión favorecido por la consolidación
de los respectivos liderazgos políticos a partir de 1998 con
la reasunción de los diálogos suspendidos tres años atrás. Durante
todo este proceso complejo de intereses y objetivos contrapuestos,
y a pesar de sus fluctuaciones y pendularidad, cabe destacar
que la variable "independiente" no sometida casi a alteraciones
significativas sino -por el contrario- afianzada, ha sido la
creciente interdependencia económica entre ambas márgenes. Respondiendo
a la "lógica China de negociación", los intereses económicos
priman por sobre los políticos; la presunción de quienes participan
de este proceso no deja de responder a la necesidad de alcanzar
un "contrato económico" para luego discutir el "contrato político".
El pasado reciente y el mediano plazo alientan las perspectivas
de avance progresivo en el diálogo y las manifestaciones de
cooperación. En este sentido durante todas las etapas preanunciadas
los conflictos igual posibilitaron el alcanzar acuerdos "técnicos"
conforme con los deseos de Taiwán sobre transporte de mercancías,
el posible restablecimiento de los contactos aéreos, marítimos
y postales directos entre ambas costas, e incluso acordar en
la necesidad, tal como la RPCh lo sostiene, de negociar sobre
aspectos políticos para lo cual es deseable que la reunificación
se produzca en el contexto de una mayor convergencia de los
regímenes políticos (democratización del continente) y económicos
(reducción de las diferencias de desarrollo) con el objeto de
evitar la formación de una asociación política de base inestable
por marcadas desigualdades. Es decir, sostener una secuencia
en el marco de la transición que atienda a la construcción de
confianza entre las partes, la gradualidad, la negociación sobre
temas económicos y políticos y la unificación final en el marco
de la convergencia en la democracia.
El escenario en el mediano y largo plazo
La compleja
trama de las relaciones entre la RPCh y Taiwán no implica, sin
embargo, negar la posibilidad de señalar tendencias generales
de evolución en el corto y mediano plazo en base a los acontecimientos
hasta ahora descriptos. En este sentido algunas de las tendencias
que considero relevantes son las que a continuación se mencionan:
? Es probable que, aún en el contexto del avance en los contactos
bilaterales, se conjuguen estas iniciativas con la agudización
de la guerra diplomática entre China y Taiwán, la que tendrá
como principales escenarios América Latina y África. Es esperable
que la "búsqueda por parte de Taiwán de apoyo y reconocimiento",
sobre todo en África, inicie una competencia entre ambas partes
y, en particular, agudice la aplicación de la "diplomacia financiera"
para el logro de los objetivos. En este contexto, el complejo
escenario de ganancias y pérdidas de apoyo se observaría en
países africanos, cuya posible alianza con China se sumaría
a la de Sudáfrica en la búsqueda de apoyo a su política de aislamiento
internacional de Taipei. En consecuencia, la diplomacia taiwanesa
apuntará a sostener su presencia en América Central y el Caribe28,
así como a fortalecer sus vínculos con el único país del Cono
Sur y socio del Mecosur con el que mantiene relaciones diplomáticas,
Paraguay, por medio del otorgamiento de ayuda oficial para el
desarrollo, la radicación de inversiones, el otorgamiento de
financiamiento blando para las industrias nacionales y mejores
condiciones de acceso al mercado taiwanés29. La "guerra diplomática"
será de alto costo pero se estima que es un precio dispuesto
a pagar por Taiwán en función de los beneficios derivados de
preservar la alianza que posee con países latinoamericanos30.
A fin de moderar los impactos que esta puja tendrá sobre la
política exterior de los Estados Unidos y el deseo de mantener
su posición como "aliado neutral" de ambas partes, apoyará las
iniciativas de Taiwán relativas a su participación en organizaciones
internacionales económicas en las que su incorporación no implique
de hecho su reconocimiento como Estado. La RPCh continuará aceptando
la división existente entre los dos ejes principales de relación,
el político y el económico, en relación con Taiwán, alentando
asimismo la imagen de "unificación" que existiría en los foros
económicos multilaterales, en particular la Organización Mundial
del Comercio (OMC), al ajustar Taiwán su conducta a los deseos
de la parte continental31. En similar contexto, el Estado Vaticano
(único estado de Europa Occidental que reconoce al gobierno
de Taipei), junto con China han logrado un acuerdo sobre garantías
al status de la comunidad católica de Macao como parte de un
acercamiento progresivo destinado a restablecer relaciones diplomáticas.
Para China, si bien el reconocimiento del Vaticano daría una
mayor imagen internacional en relación con el respeto de las
libertades religiosas, así como implicaría una dura pérdida
para Taiwán, también es consciente de que las concesiones respecto
de la mejora en la situación de los católicos en el continente
implicaría una "intervención indirecta" en su política de derechos
humanos, materia en la cual es altamente sensible32. De esta
forma el Estado Vaticano también podría jugar un rol activo
en las futuras conversaciones sobre unificación al presionar
a China a fin de que otorgue garantías respecto de la no modificación
de la situación de la Iglesia en Taiwán luego de la reunificación.
El impacto para Taiwán de la ruptura de relaciones diplomáticas
con Sudáfrica ha sido considerable al perder su principal aliado
diplomático en Africa y uno de los más importantes a nivel internacional.
En tanto permanecieron en el poder los afrikaners, Sudáfrica
consideraba al régimen de Pekín como su enemigo ya que favorecía
la insurrección armada en estados limítrofes que desestabilizaban
la subregión. La alianza entre los Estados Unidos, Sudáfrica
y Taiwán era sostenida por consideraciones geoestratégicas asi
como existía entre Taiwán y Sudáfrica una alta identificación
dada la situación de "apartheid internacional o parias internacionales"
que ambos poseían. Pero el viraje producido en la situación
política sudafricana al asumir como presidente Nelson Mandela
y sus compromisos con China en función del apoyo político y
financiero recibido durante la etapa de lucha política antiapartheid
por parte del CNA impulsaron la ruptura de relaciones con Taiwán
y el consiguiente reconocimiento de Beijing. El escenario del
conflicto político-diplomático se extenderá más allá del ámbito
regional para alcanzar "teatros de operaciones" distantes entre
los cuales se cuentan como prioritarios los "distintos poderes"
en los Estados Unidos. La Cámara de Representantes será un escenario
donde la RPCh y Taiwán disputarán duramente los espacios de
influencia, en tanto será esta Cámara la que antepondrá a las
cuestiones ligadas al comercio e inversiones demandadas por
el Ejecutivo, las garantías politicas y la solución de los dilemas
estratégicos y de seguridad en Asia en función de preservar
la estabilidad regional y los intereses estadounidenses en el
área. De esta forma la garantía del status de seguridad junto
al compromiso de defensa por parte de los Estados Unidos en
relación a Taiwán se mantendría inalterado, situación que China
desea ver modificada. ? China mantendrá su "estrategia del frente
unido económico" para persuadir a los empresarios taiwaneses
cada vez más comprometidos en sus intereses con el mercado chino,
a fin de que presionen a la dirigencia política a negociar,
iniciativa que hasta el presente ha dado positivos resultados33.
Si bien las empresas estatales taiwanesas enfrentarán dificultades
al estar sujetas a mayor presión política, las pequeñas empresas
de tipo familiar (que representan el 98% de las industrias que
posee Taiwán) y con menor protección estatal generan un creciente
flujo de inversiones en las ciudades continentales de Shanghai,
Tianjin y Guangdong, situadas en provincias y regiones tradicionalmente
expulsoras de emigrantes que en su mayoría ha recalado en Taiwán.
Sin embargo, parte de la estrategia que Taiwán aplicará para
disminuir la presión ejercida por el continente consistirá en:
1) aceptar la profundización de los vínculos comerciales (es
un dato de la realidad del que difícilmente Taiwán pueda escapar)
pero acotando al máximo los apoyos ofrecidos al sector empresarial
y desalentando la radicación de capitales taiwaneses de inversión,
ajustando los requisitos para el otorgamiento de protección
gubernamental y apoyo financiero extraordinario y 2) equilibrar
la mayor presión ejercida con la diversificación-mundialización
de sus intereses económicos a fin de reducir la dependencia
del mercado chino continental, aumentando sus vínculos y exposición
en relación con las economías de la OCDE, las emergentes de
Asia, América Latina y Rusia. ? Los cambios en la ecuación de
poder político en la RPCh serán determinantes en el mediano
plazo respecto del avance en las negociaciones. Luego del XV
Congreso del PCCh celebrado en octubre de 1997 que ratificó
el liderazgo de Jiang Zemin, la RPCh aumentó la presión ejercida
sobre Taipei, aún a costa del deterioro de sus relaciones con
Estados Unidos. Esto se debe a que la línea crítica de la política
de Deng "pro Estados Unidos" ha ganado espacio como parte de
las conseciones al poder militar. Si bien no existe una fecha
oficialmente reconocida por la dirigencia política continental
el "horizonte temporal fijado para recuperar Taiwán" sería mediados
del siglo XXI momento en que los líderes chinos consideran que
el poder de China será el suficiente como para "imponer" un
acuerdo de paz a Taiwán. Cabe notar también que se percibe un
giro en el discurso político taiwanés al quitar entidad a los
conceptos "soberanía e independencia", para incorporar como
central el término autonomía a fin de definir la situación futura
de la isla en el eventual esquema de reunificación. Al respecto,
Deng sostuvo permanentemente que la reunificación pacífica "debía
ser el lenguaje común entre el PCCh y el KMD", texto en el que
incluso acepta la idea de "autonomía limitada" para Taiwán34.
? China reconoce que Taipei es un duro adversario (no un enemigo)
que proyecta una imagen de éxito económico y apertura política
de la que ella carece ante el mundo, pese a los esfuerzos hasta
el presente realizados. Desde esta óptica es Taiwán bajo la
conducción del KMD (el partido derrotado en la guerra civil)
el que finalmente logró el éxito económico en tanto el PCCh
victorioso en el campo de batalla se mantiene aún detrás de
sus antiguos enemigos. Asimismo, China considera que Taiwán
adhiere a formas de organización política y social "no chinas"
adoptando formas y modelos de organización socio-políticos "occidentales"
que el PCCh no considera posibles de aplicar en el continente.
La alineación de Taiwán con relación a los valores occidentales
es cada vez mayor, y el paso del tiempo mina la adhesión de
las nuevas generaciones de jóvenes taiwaneses respecto de la
unidad con el continente restando relevancia al concepto cultural
"chino" para identificarse más con lo específicamente taiwanés.
Por otra parte la dirigencia de la RPCh considera que en realidad
el proceso de "democratización" antes que perseguir la apertura
del régimen y el surgimiento de una sociedad democrática intenta
generar un proceso de re-socialización que (concepto de "nuevo
taiwanés") implique la "taiwanización" de la sociedad rompiendo
los lazos comunes de identificación que unen a las partes. Poco
sería así el margen para el logro de la reunificación en el
largo plazo, lo cual refuerza el sentimiento de posible pérdida
(derrota) en el seno del PCCh, ante el cual no existiría otra
alternativa que el incremento de la presión política y económica
sobre Taiwán. ? Taiwán representa un desafío al sentido "unitario
de legitimidad" que China intenta proponer como contexto para
el tratamiento de la reunificación al situar las fuentes de
legitimidad de manera diferenciada. Si para el PCCh ésta radica
en última instancia en el triunfo revolucionario y en la capacidad
de gestión de las reformas económicas, para Taiwán se sitúa
en el éxito económico, el modelo de industrialización y la garantía
de protección a los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos
en el contexto de un régimen democrático. Siendo las sociedades
confucianas sociedades jerárquicas de alta power distance y
donde la idealización de la armonía es un principio esencial,
Taiwán no adhiere al ideal colectivo y desafía el concepto tradicional
del "rol unitario del poder" y lo que significa unir a la "Nación
China". Taiwán conceptualmente impone un "sentido de quiebre"
de la armonía a través de la "diversidad". En este sentido el
concepto "una china" seguirá siendo para Taiwán difuso, confuso
y no aplicable a las negociaciones sobre reunificación. ? Asumiendo
como válido el principio físico, también en términos políticos
los polos iguales se repelen. Se debe recordar que ambos partidos
de gobierno (PCCh y KMD) reconocen orígenes similares -tipos
de organización adoptadas del ideal leninista de estructura
partidaria e incluso coincidencia en sus principios e ideales-
y que la enorme brecha que los separó fue la metodología para
adaptar y adoptar los valores de modernización, democracia y
justicia al escenario de una China en conflicto en las primeras
décadas del siglo. Los "principios revolucionarios" no diferían
en sustancia de los ideales de cambio sostenidos por Sun Yat
Sen e incluso Sun había reconocido en el socialismo europeo
riqueza política como opción viable para la solución de los
problemas chinos. Los principios sostenidos por Sun de: nacionalismo,
modernización económica, promoción de la democracia, la necesidad
de la reforma educativa y el sostenimiento de las tradiciones
filosófico-políticas de China posteriormente fueron incluidos
en gran parte en la plataforma política del PCCh. Pero entanto
que Sun miraba a Japón y a Occidente como modelos, el PCCh buscaba
una "vía propia" de cambio político y económico ligado a los
determinantes de la praxis revolucionaria de base marxista-leninista
cuyo paradigma era la Unión Soviética. Por lo tanto, más importante
aún que la resolución del galimatías dialéctico existente respecto
a los conceptos de soberanía, los alcances de la autonomía probable
a otorgar a Taiwán o la definición técnica de Estado y/o gobierno,
será situar la derivación final que el conflicto tenga en función
del rol que han de jugar con posterioridad cada uno de los partidos
hoy en pugna, es decir el KMD y el PCCh. En este contexto, necesariamente
los intereses políticos, pero fundamentalmente los económicos
(comerciales y financieros) del KMD deberán ser satisfechos
en el marco de un modelo de relación a futuro fijando acuerdos,
por ejemplo, respecto de la participación que ha de tener en
la generación de riqueza en la por entonces conformada "Zona
Económica China" (ZEC). Las negociaciones tendientes a la reunificación
podrán derivar en un punto final de acuerdo sólo cuando éstas
garantías sean asumidas como válidas por la dirigencia del KMD.
Mientras tanto la RPCh y en particular el PCCh percibe que es
mejor negociar con el KMD, en razón de que dentro de un lustro
se incrementará el deseo de independencia en Taiwán y por lo
tanto será aún más difícil alcanzar un acuerdo en particular
si la oposición política asume la conducción del Gobierno de
Taiwán. La propuesta de la RPCh de ofrecer la vicepresidencia
del país unificado a un miembro del KMD podría interpretarse
como demostrativa de que China no sólo está dispuesta a respetar
el derecho y autonomía de Taiwán luego de la reunificación dando
una señal de la apertura y cambio políticos que el PCCh intenta
realizar, sino que intentaría legitimar el rol de interlocución
del KMD y transformarlo en un socio privilegiado del acuerdo
en desmedro de otras fuerzas políticas menos dóciles a las directivas
de Beijing. Asimismo, un modelo de conducción como el propuesto
transformaría de hecho a la China Unificada en una república
gobernada bajo un sistema bipartidista lo cual ofrecería una
salida institucional a la crisis política que, se percibe, sobrevendría
ante la creciente pérdida de prestigio por parte del PCCh; la
alianza asi podría servir como salida a una probable crisis
institucional interna. ? Las opciones consideradas hasta el
presente respecto a la fórmula para enfrentar las negociaciones
finales de reunificación son varias y cada una tiene sus fundamentos:
"una china, dos gobiernos", "una RPCh en el continente y otra
en Taiwán", "una China, un Taiwán" o la tradicional de "un país,
dos sistemas". Sin embargo, es prematuro pensar en una fórmula
que sirva para dar contextura al proceso ya que ambas partes
no han acordado reafirmar el principio de "una sola China" como
base para las negociaciones. Taiwán pone en duda este concepto
porque implica asumir que la identificación "con China" sólo
remite a la entidad continental. El término-concepto "China"
para Taiwán es ambiguo pudiendo interpretarse como un objetivo
a alcanzar y, por ende, no necesariamente opuesto a la existencia
de dos gobiernos antes de la unificación final. Por otra parte,
China observa el proceso como una cuestión de principios: soberanía
estatal y nación china. Desde la visión propuesta por Taiwán,
en cambio, existe una "nación taiwanesa" y la soberanía estatal
como concepto debe ser discutido en su naturaleza y alcances.
La relativización por parte de Taiwán de la segunda parte de
la ecuación "un país, dos sistemas" atiende a que será muy complejo
llegar a la reunificación contando con sistemas diferentes tanto
políticos como económicos, por lo tanto da prioridad a la convergencia
de sistemas pero básicamente políticos (es decir democráticos);
en este punto las discusiones serán arduas de superar en tanto
la RPCh sitúa el avance de las negociaciones sobre un "principio
rígido", pero flexible desde el punto de vista de Taiwán. ?
El KMD acelerará las negociaciones sobre reunificación ya que
podría ver erosionada su base de apoyo político interna. Se
debe tener en cuenta que hace quince años atrás el KMD era el
único partido político de Taiwán pero ahora es sólo el partido
dominante, por lo tanto su plataforma debe ser sometida a la
competencia política con otros partidos y a nivel social, no
tiene garantizado el monopolio del poder. La flexibilización
de la posición negociadora por parte de China también ha estado
encaminada a no permitir el ascenso del sentimiento antichino
en Taiwán el cual ha traído al partido oficialista pérdida de
adherentes y apoyo popular. ? La política de ventas de armas
por parte de los Estados Unidos a Taiwán no está en discusión
para ninguna de las dos partes por lo que la política de modernización
militar de Taiwán continuará por medio, incluso, del aprovisionamiento
indirecto de material bélico a fin de garantizar el "mínimo
poder de disuasión" frente al poderío militar continental35.
La RPCh es un poder nuclear y Taiwán no, ya que fue obligado
por las Naciones Unidas a renunciar a sus planes de desarrollo
nuclear durante la década del setenta, lo cual no significa
que no tenga las capacidades potenciales para desarrollar ese
tipo de armas. ? Parte de la estrategia de acercamiento implicará
la adopción de concretas medidas de self contaitment por parte
de Taiwán. En este sentido, Taiwán ha modificado su objetivo
de ingresar a las Naciones Unidas siendo ahora un "objetivo
de largo plazo" y no una "prioridad", renunciando a tal iniciativa
ante el bloqueo internacional a que se ve sistemáticamente sometido
por parte de la RPCh36. Antes que objetivos de máxima como el
citado la dirigencia taiwanesa ha volcado sus esfuerzos a la
construccción de un orden político interno que permita a Taiwán
sobrevivir como entidad política que, aún dentro de una China
Unificada, tenga garantizada una alta dosis de autonomía externa.
La dirigencia taiwanesa considera que ante los cambios producidos
interna y externamente la tarea esencial en el mediano plazo
consistirá en asegurar una existencia sólida para Taiwán en
vistas de un futuro volátil por medio de tres ejes de acción:
1) la estabilización de la sociedad quitando temor respecto
del futuro y las consecuencias de la reunificación, 2) la ampliación
de los horizontes internacionales y 3) la profundización de
los contactos con el continente. La adecuación de Taiwán al
proceso de distensión en las relaciones bilaterales a partir
de 1998 se manifestó también en la no inclusión de los Archipiélagos
Spratley, Paracel, Matsu y Quemoy en la Ley sobre Aguas Territoriales
y Areas Adyacentes promulgada recientemente con el objeto de
evitar conflcitos no sólo con la RPCh sino también con otros
estados del Sudeste Asiático que reclaman jurisdicción sobre
los citados archipiélagos. ? Las proyecciones de las agencias
oficiales de estadísticas de Taiwán expresan que en el corto
plazo crecerá con mayor rapidez la dependencia económica y comercial
de Taiwán respecto de China continental, especialmente al restablecerse
los contactos de transporte marítimo directos. La RPCh es el
segundo mercado de exportaciones de Taiwán, su mayor fuente
del superávit comercial y el primer mercado receptor de inversiones
taiwanesas en el exterior. En 1996 el comercio "oficial" fue
de U$S 21.500 millones y en el 97 de U$S 25.000 millones, alcanzando
extraoficialmente el monto global de las inversiones radicadas
en territorio continental la cifra de U$S 30.000 millones. La
presión interna del sector empresarial condicionará en consecuencia
aun más la estrategia de negociaciones de Taiwán, acelerando
los operadores "privados" aquellas acciones que los políticos
intentan detener; el "determinismo empresarial de la reunificación"
es un imperativo superior que fija prioridades diferentes a
la de los tiempos políticos. Los proyectos de creación de un
foro de empresarios así como de un banco producto de un joint
venture trilateral que controlaría los flujos financieros entre
las partes, son demostrativos de estas tendencias. En síntesis,
más allá de los vaivenes a los que el proceso se vea sometido
en la superficie, las negociaciones tienden a reflejar la convergencia
de intereses en el largo plazo bajo la presunción de un modelo
en el que las asimetrías políticas y económicas se vean moderadas.
En el mediano plazo la multiplicidad de actores intervinientes
gubernamentales y no gubernamentales, internos y externos, regionales
y extraregionales así como la creciente interdependencia económica
existente entre ambas márgenes del estrecho moderará la acción
política de las respectivas dirigencias partidarias restando
primacía a la opción militar y orientando el proceso hacia su
resolución pacífica.
Referencias
1. A los efectos del presente trabajo utilizaré
la denominación que por convención es internacionalmente utilizada
para definir a las partes intervinientes en el conflcito es
decir la República Popular China y Taiwán, con la salvedad de
que en particular, en este último caso, su denominación oficial
es República de China (ROC). 2. A excepción de Francia que reconoció
a la República Popular China en 1964. 3. Durante la conflictiva
década de los 50, la política exterior de los Estados Unidos
operaba en relación a Taiwán bajo la premisas sostenidas por
Mc Arthur y J.F Dulles de que éste era "un portaaviones imposible
de hundir" reflejando la primacía que Taiwán adquiría en el
marco de la política de defensa y seguridad de los Estados Unidos
en el Extremo Oriente. 4. La evidencia empírica de esta presunción
fue la intervención de la flota estadounidense en 1954 en el
Estrecho ante las amenazas de invasión a Taiwán por parte de
China. 5. Como resultado de la apertura política, en 1987 Taiwán
decretó el fin de la Ley Marcial con el consiguiente florecimiento
de la oposición política y la creación de organizaciones políticas
y civiles hasta ese momento prospcriptas o condicionadas por
el aparato de seguridad del Estado. 6. Alentadas por las ventajosas
condiciones económicas que China ofreció en las Zonas Económicas
Especiales (ZEE), en particular la de Xiamen frente a las costas
de Taiwán. 7. La primera delegación de "representantes" de Taiwán
pertenecientes a la SEF visitó el continente en abril de 1991
estableciendo el punto de inicio formal a los contactos entre
ambas partes. 8. La RPCh reconoció oficialmente la jurisdicción
de los tribunales civiles (no militares) taiwaneses a mediados
de 1998. 9. El que fuera concedido en función de preservar los
flujos de inversiones taiwanesas hacia el sur continental. 10.
Este último punto fue especialmente sensible para China ya que
durante 1993 se sucedieron los secuestros de aeronaves de bandera
china desviados a Taiwán. 11. Que implicó la alta exposición
del Presidente a fin de explicar la posición internacional de
Taiwán y así ganar consenso en la opinión pública mundial sobre
el problema de la reunificación y el posterior status de Taiwán.
12. Represión por parte del EPL de las manifestaciones pro-democracia
efectuadas entre mayo y junio de dicho año. 13. Ejemplos fueron,
en 1993, la escición de líderes partidarios del KMD disconformes
con las iniciativas adoptadas por parte de la dirigencia partidaria;
como resultado se destacan la formación del Partido Nuevo (NP)
proclive a una rápida reunificación y la intensificación de
los contactos con el continente y la Unión Democrática de Taiwán
(DUT). 14. Para el empresariado taiwanés el mercado continental
es esencial para su supervivencia así como para aumentar las
capacidades productivas de la economía de Taiwán. La visión
"realista" empresarial ganó lugar ante la oposición de sectores
ortodoxos del KMD, así el lema prevaleciente a nivel empresarial
es: "las inversiones continuarán fluyendo hacia el continente,
más allá de que el comercio sea directo o no". 15. Las rutas
marítimas previstas en los acuerdos suman 28 y dispuestas entre
los puertos de Kaoxiung en el sur de Taiwán y los de Xiamen
y Fuzhou en el sur de China Continental, entre otros puntos.
16. El ahorro en costos por flete de la no triangulación de
mercancías a través del puerto de Hong Kong se estima entre
un 50 y 80%. 17. Debe recordarse que el Sudeste Asiático fue
declarado zona libre de armas nucleares. 18. El efecto de la
"lucha entre chinos" sería para la dirigencia china devastador
a nivel mundial y recrearía las imágenes de incapacidad respecto
del logro de acuerdos básicos tal como históricamente aconteció,
situación que la dirigencia china reconoce sería de suma gravedad
al poner en jaque el experimento modernizador. 19. De manera
similar a la experiencia vivida con Japón en la década del cuarenta.
20. 150.000 efectivos distribuídos en su mayoría en territorio
japonés y en Corea del Sur. 21. Entre las que se destacan las
provincias costeras de Guangdong, Fujian, Zhejiang, Yunnan,
Jiangsu y Shangdong. 22. Concretamente el Partido Nuevo (NP)
considerado pro-reunificación, el que seguramente hubiera acelerado
los plazos para su concreción, así como ampliado el número de
opciones políticas para el diálogo. 23. El Consejo para los
Asuntos de China Continental será la agencia gubernamental responsable
del tratamiento de los temas atinentes a Hong Kong y Macao.
Dependiente del poder Ejecutivo debe informar sobre sus actividades
al Yuan Legislativo. En este sentido una de las primeras decisiones
adoptadas por el Gobierno de la ROC a petición del Consejo fue
la de permitir a las respectivas administraciones de Hong Kong
y Macao abrir oficinas de representación en Taipei, debiendo
ser el personal a cargo originario de dichos territorios y no
del Continente. 24. En particular, luego de la reafirmación
del compromiso asumido por los Estados Unidos respecto de sostener
los "tres no" como principio orientador de su política en relación
con el conflicto entre China y Taiwán: 1) no apoyar la independencia
de Taiwán, 2) no apoyar la formación de dos chinas o una China
y un Taiwán, y 3) no apoyar la admisión de Taiwán en organismos
internacionales donde la calidad de estado sea un requisito
para adquirir plena membresía. 25. Firmada entre ambas partes
en 1979. 26. El Consejo para la Planificación y el Desarrollo
Económico de Taiwán fijó entre las prioridades correspondientes
al año fiscal 1999 la de mantener una poderosa fuerza militar
para garantizar la seguridad de la isla al mismo tiempo que
se avanza en las negociaciones con China Continental. 27. Esto
no significa que necesariamente exista "unanimidad"en el Partido
Nacionalista respecto de la política que se aplica en relación
a China Continental. 28. Presumiblemente serán Guatemala, Cos-ta
Rica y Panamá, el centro de la presión diplomática ejercida
por la RPCh en su intento por lograr la ruptura de relaciones
con Taiwán. 29. La donación de equipos militares, las inversiones
radicadas en la industria electrónica y la apertura de una Oficina
de Promoción Comercial de la CETRA de Taiwán en la ciudad de
Asunción apunta a sostener sus vínculos con Paraguay. 30. Uno
de los principales instrumentos a utilizar será la Overseas
Economic Cooperation Fund, la cual como agencia gubernamental
es la responsable del otorgamiento y gestión de la cooperación
técnica y financiera a naciones en desarrollo, con quienes Taiwán
desea establecer relaciones. 31. Por ejemplo el ingreso de Taiwán
a la OMC se efectuará bajo el status de "Territorios aduaneros
de Taiwán, Penghu, Quemoy y Matsu" señalando la especificidad
de su situación y no bajo otras denominaciones como República
de China o Taiwán. 32. Aun así, para China la opción por el
cristianismo es más aceptable que la del Islam al que teme por
antisistémico, separatista y de raíces violentas. 33. Ejemplo
de ello es la posición adoptada por uno de los principales grupos
económicos de Taiwán como la Formosa Plastics quien a través
de sus directivos ha reclamado al gobierno de Taiwán negociaciones
claras y el abandono de una política "sin sentido de independencia"
en relación a China Continental. 34. Ver al respecto: "Hipótesis
sobre la reunificación pacífica de la parte continental de China
y Taiwán", En: Textos escogidos de Deng Xiaoping 1982-1992.
Beijing: Ediciones de Lenguas Extranjeras de Beijing, 1994,
v. 3, p. 36. 35. Los gastos de defensa de Taiwán cayeron desde
el 9,2% del PBI en 1983 al 4,3% en 1995 producto de la distensión
en la región y el acercamiento con China, sin embargo en cifras
absolutas el mismo se ha incrementado anualmente. 36. También
puede interpretarse como una muestra de realismo ante el rechazo
sistemático a la revisión de la resolución 2758 de 1971 y demostrativa
de la pérdida gradual de apoyo a la postura de Taiwán.
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